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lunes, 28 de julio de 2014

JOSÉ DOMINGO BLANCO (MINGO), YA NO HACE FALTA EL QUE VENDRÁ


Cuando Amador Bendayán, el emblemático presentador de Sábado Sensacional, no podía -por las razones que fuesen- conducir su programa, lo sustituía "el Amigo de Todos". Así llamaban a César González, aunque debo confesar que desconozco la razón por la que le tildaban de esa manera. "El Amigo de Todos" lo intentaba, como no; pero, nunca llegaba a igualar o superar a Bendayán, "el imbatible de los sábados". Simplemente, César González, le hacía el quite. Sin embargo, el otro día, mientras me enteraba de los resultados de la elección de delegados al Congreso del PSUV, recordé Sábado Sensacional; el de antes, el de Amador. Y también recordé los momentos cuando a César González le tocaba sacar adelante el programa. Dije ¡Bingo! Eso es lo que le pasó al PSUV: ¡intentan sustituir al "Imbatible" con un "Amigo de Todos"! Ese que, ante la falta de Chávez –el invulnerable prestidigitador y artífice del  inconcluso socialismo del siglo XXI-  intenta liderar un partido que se desmorona rápidamente, porque se le deshacen las bases, textual y literalmente hablando.

¡Cómo se notó la falta de Chávez! Porque, que la abstención haya rondado el 88%, según dicen "las malas lenguas", evidencia que nadie ha podido, como el difunto Presidente, movilizar a la financiada marea roja, como él lo lograba. Y es que la verdad sea dicha: los que quedaron al mando son muy insípidos, les falta carisma, la innegable elocuencia e incontinencia verbal que caracterizaba al difunto Presidente. Y las bases del partido, esas a las que les encantaban los chistes y las ocurrencias del Comandante Interplanetario, no encuentran en Maduro, ni en Cilia, mucho menos en Diosdado, Ramírez, Rodríguez o Aristóbulo esa chispa, esa fascinación, que les despertaba Chávez. Ninguno de ellos, y todos los que como ellos integran la cúpula del PSUV, no consiguen esconder la enorme fractura del partido. Tanto criticar a los de la IV para terminar haciendo lo mismo que el caudillo Alfaro Ucero hacía con AD.

Hoy el  PSUV tiene un gran reto, porque necesitaría a un líder convincente que ponga orden dentro de ese saco de gatos en el que se ha convertido. Tendría que entusiasmar a su militancia, muy desmotivada, y me atrevo a asegurar, hasta desencantada; pero, sobre todo, sin ganas de participar en nada.  Lo cierto del caso es que el siglo XXI le quedó muy grande al socialismo chavista, y más aún sin su progenitor. Porque, para agravar la situación, el teatro andante en el que se han transformado tiene que transitar dos años sin elecciones; y ese es un período extremadamente largo para mantener la llama viva de los ideales imposibles -pero siempre mercadeados locuazmente por el que se fue. Además hay otro aspecto que atenta contra todo ese problema político: la peligrosísima situación económica desatada que es, además, una especie de círculo vicioso por el que ya hemos transitado; pero con algunos "adicionales" muy preocupantes: el problema económico actual se ha agigantado monstruosamente como consecuencia de la merma del ingreso de divisas y el aumento descabellado del gasto, sin contraloría alguna, para no perder las elecciones ya celebradas.

El estado deplorable de la economía venezolana se evidencia, en estos momentos, con el notorio y grave deterioro de la calidad de vida; la cual comienzan a padecer –ya no muy dispuestos a sacrificarse- los más desposeídos, a pesar de ser ellos -las clases populares que creyeron en el proyecto de Chávez- los que les ayudan a sustentar el régimen que heredaron. Ahora es cuando se están dando cuenta de la tragedia. Toda esa mezcolanza de factores, aunado al fricasé ideológico que ha privado y persistido siempre en esos izquierdosos, es lo que produce  las grandes fracturas desestabilizadoras del partido de gobierno.

El terremoto político dentro del PSUV es tan intenso que se están planteando dos salidas porque el futuro no es nada halagador. Dentro de las propias filas del PSUV hay dos corrientes. Una, la de los que piensan que es inevitable un golpe de Estado o una gran revuelta social que será imparable. Y la otra, la de los que se inclinan por propiciar, obligatoriamente, un pacto o un convenio de gobernabilidad. Una especie de "mientras tanto político", en el que les tocará negociar con los dueños de la MUD (y allí es cuando se produciría el Diálogo Parte 2), para seguir, como dice la canción, "juntitos los dos" intentando gobernar.

Maduro necesita piso político, pero tiene al PSUV fracturado. Necesita una "taima" y las corrientes de su partido halan cada quien para su lado. Ha sido evidentemente patética la ausencia de ese que era capaz de crear el "mientras tanto político". Cuidado si por creer, como dice la canción de Tito Rodríguez, que "el que se fue no hace falta; hace falta el que vendrá", las bases del PSUV decidan que "ya no hace falta el que vendrá".
  
Jose Domingo Blanco
mingo.blanco@gmail.com
@mingo_1

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martes, 24 de junio de 2014

JOSÉ DOMINGO BLANCO (MINGO), VIENE EL CAOS TOTAL

"Entonces, ¿cuánto falta para que se dé un gran apagón?". Le pregunto a una fuente vinculada al sector eléctrico, después de escuchar con atención la radiografía que hace, con la cual me convence que Caracas no tardará en sufrir lo que desde hace ya un buen tiempo padecen en el interior del país. El sábado pasado, sin ir muy lejos, en la zona donde vivo permanecimos por más 10 horas sin electricidad. 

Se fue a las 2 de la mañana y a las 10 am aún seguíamos sin luz. Hice lo que se hace en estos casos: llamar a Corpoelec para reportar la avería; pero, la respuesta del operador debo reconocer, educado el muchacho me hizo comprender que la cosa sería para largo: "Estamos enterados de la falla. Asignamos una cuadrilla que irá a la zona cuando se desocupe porque está atendiendo una avería en otro lugar. Apenas  la cuadrilla esté disponible, se acercará para tratar de restablecer el servicio". 

Y me dieron un numerito con el que quedó identificado mi reporte y el de todos los vecinos que, como yo, también notificaron la interrupción. Deduzco, por la duración del apagón, o que la falla fue muy seria o que los integrantes de la cuadrilla estaban viendo el partido de fútbol, porque a las 2 pm aún permanecíamos sin servicio. 

No me quedó otra que resignarme y cavilar sobre qué es peor: ¿quedarse sin luz o sin agua? El empate fue técnico. Porque el agua también es vital y, desde hace ya casi dos meses, también "brilla" por su ausencia. Y lo más triste, lo inconcebible de todo este asunto es que, con tantos petrodólares, los venezolanos del siglo XXI estamos viviendo a punta de velas y pipotes, porque quienes nos mal gobiernan han sido incapaces de construir más plantas generadoras de energía y más embalses modernos, con plantas para tratar las aguas servidas. ¡Es completamente absurdo!

"Los circuitos de las subestaciones en Caracas están a su máxima capacidad, a unos niveles alarmantes y que no son los recomendados. A eso, súmale la falta de mantenimiento, la escasez de equipos, el deterioro de la flotilla para atender averías que, en su mayoría, está parada porque los camiones se han dañado y no hay repuestos. No falta mucho para que la zona del este  se quede a oscuras. Los circuitos no dan más", me revela la fuente, conocedora de los intríngulis de la industria eléctrica venezolana la que, según sus muchos años de experiencia, se va a pique producto de la inexperiencia de quienes la manejan y la corrupción sin precedentes que campea.

La verdad es que estos pseudosocialistas, desde que llegaron al poder, se han encargado de hacer que los apagones no sean ninguna novedad. Como tampoco el deterioro exacerbado del alumbrado público de nuestras calles, autopistas y avenidas. Lo grave de la situación es que no vemos voluntad de solución por parte de quienes prometieron que "si en cien días de gestión no resolvían el problema, renunciaban al cargo". Pero, ¡es que debe ser muy difícil renunciar a los beneficios, bonos y sueldos que se perciben por ser la máxima autoridad de la empresa eléctrica nacional! ¿O me equivoco, Jesse? Porque todos fuimos testigos de tu sentencia: de que resolvías el problema eléctrico, lo resolvías. Entonces, ¿a esto lo llamas resolver? ¿A quién o a qué le atribuirás tu fracaso?

El deterioro en los servicios públicos es otra de las evidencias irrefutables de que los venezolanos nos alejamos ¿a paso de perdedores?, de la calidad de vida que merecemos. Porque no son sólo las fallas de electricidad, cada vez más recurrentes y largas, llevamos casi dos meses con serios problemas de agua, con un plan de racionamiento tan severo que nos hemos visto en la obligación de ajustar nuestras agendas a las horas de llegada del  "vital líquido". Razón tiene el ingeniero José María de Viana, expresidente de Hidrocapital,  cuando afirma que no hay forma de que una ciudad sea próspera si tiene sus servicios públicos dañados. Para De Viana, tanto la luz como el agua, son los indicadores indispensables de la calidad de vida de los ciudadanos. Entonces, vistas las fallas en ambos servicios, el deterioro es más que inminente.

Los servicios públicos no pueden estar en manos de incompetentes, de gente poco calificada, con escasísimos conocimientos de la materia que les toca atender porque al final termina ocurriendo lo que estamos viviendo: una improvisación que nos pone en riesgo a todos. Que los circuitos eléctricos estén a su máxima capacidad, no es bueno. Y no lo digo yo: lo dicen ingenieros eléctricos calificados. Que no recibamos agua y que además, cuando la recibimos sea de pésima calidad, no es bueno. Por cierto: intentar hacer una llamada internacional y al final tener que pedirla al 122... ¡eso, por ridículo que parezca, tampoco es bueno!

¡Caos total!

José Domingo Blanco (Mingo)
mingo.blanco@gmail.com
@mingo_1

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sábado, 22 de diciembre de 2012

JOSÉ DOMINGO BLANCO (MINGO), LA TERCERA ES LA VÍA

En las elecciones recientes quedó demostrado que la sociedad civil opositora no quiere ni se identifica con los partidos políticos de oposición que, tradicionalmente, han venido haciendo vida en el escenario nacional.
Sin embargo me pregunto: ¿hasta qué punto somos un Estado civil responsable? ¿Está la sociedad civil opositora venezolana lo suficientemente cohesionada, organizada y madura como para exigirle a quienes la representan, llámese partidos políticos de oposición, algo tan sencillo como la suspensión de las elecciones cuando la fecha no sea conveniente? Nadie alzó la voz para posponer las del 16-D: ni la oposición, ni los gremios, ni los intelectuales, ni las ONG. 
Estas elecciones no debieron realizarse por diferentes razones: la fecha, las condiciones adversas por las que pasamos el 7-O, la parcialidad evidente con la que se conduce el CNE, la incertidumbre que significa la enfermedad del Presidente...
¿Por qué los partidos políticos de oposición lo permitieron? ¿Por qué seguimos aceptando lo que el régimen nos impone en materia electoral? La oposición sigue anclada en la vieja fórmula de hacer política que a todas luces no funciona. La MUD, a mi modo de ver, ha cumplido un papel significativo e importante: logró presentar a la oposición, ante el país y el mundo, como sólida y  unificada. Pero ahora es imperativo que pase a una nueva etapa, que implica la actividad programática, con nuevas estrategias e ideas que iluminen la búsqueda de las salidas pacíficas y democráticas que necesitamos.
A propósito de estos resultados, he escuchado decir que los opositores no tenemos nada que celebrar porque apenas obtuvimos tres gobernaciones (de las cuales dos vienen de origen chavista) y que, por lo tanto, hubiese sido preferible que el mapa se pintase completamente de rojo para que, de una vez por todas, la clase política opositora predominante entendiera que hay un país que le está diciendo a gritos que no quiere nada con ella.
Aun cuando no podemos forzar la creación de una "Tercera Vía", es probable que en estos momentos en Venezuela existan los componentes necesarios para el surgimiento de ella. El país viene cambiando, sin prisa pero sin pausa, o a grandes zancadas, frente a nuestras narices. Y no nos damos cuenta, o no queremos aceptarlo; pero, otra vez quedó demostrado que las oposiciones no han logrado conectarse con las clases populares que son las que, definitivamente, están decidiendo el destino político del país.
Expertos señalan que más del 67% de la población desea un nuevo proyecto pero gerenciado por una clase política opositora distinta a la que tenemos. Se necesita "sangre nueva" y la hay; pero no consigue espacios de participación. Si no se concreta la "Tercera Vía", seguiremos de derrota en derrota. ¿Acaso las elecciones de alcaldes se van a diferenciar en algo de las elecciones del 16-D? No puede haber ánimo ni espíritu triunfalista cuando la oposición no nos garantiza triunfos.
Una posible "Tercera Vía" debería nacer con el principio de la generación de un sentido contributivo-compasivo frente al drama de la pobreza, porque si el país cambió, los pobres siguen siendo los mismos; y ahora, más que nunca, ayunos de criterio y de formación venezolanista.
De ser probable la "Tercera Vía" en Venezuela, tendrá que trascender los planos de los disminuidos porque hay un núcleo de gente preparada, buena y generosa, pero sin cauce en la actividad política. Eso sí, esa "Tercera Vía", no puede pretender emerger como lo hizo Chávez, por implosión, sino por inclusión. Y en eso tiene un peso específico el orden moral que, lamentablemente, los políticos de oposición no pueden usar como bandera. El espíritu de insurgencia, civil y democrático, debe fundamentarse en  una nueva venezolanidad.
Esa "Tercera Vía" tiene que saber explicarle al país los escollos que hicieron que el socialismo fracasara en el mundo entero. He allí el tuétano de la revolución verdadera porque se estarían concretando ideas y principios nuevos: no el socialismo trasnochado y maquillado, traído al presente. El drama de esta clase opositora es que ha sido incapaz de presentarle a Chávez y a su grupo de monigotes sin raciocinio, una alternativa contra su piche revolución. Y quizá esto sea producto del miedo intrínseco que tiene de enfrentársele a Chávez para no perder sintonía con la gente a quien necesita llegarle.
Mientras Chávez, con su capacidad histriónica, a punta de payasadas y menjurjes ideológicos, sigue metiendo el dedo en la llaga (la lucha de clases, la miseria, los excluidos); los grupos políticos tradicionales opositores se desgastan en pactos estratégicos oportunistas, ausentes de contenido e ideas, que nos conduzcan hacia la configuración del país deseado. ¡Esa sí sería la verdadera revolución!
mingo.blanco@gmail.com
@mingo_1

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