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jueves, 22 de octubre de 2015

JESÚS ALEXIS GONZÁLEZ, MÁS SALARIO O MENOS INFLACIÓN.

En el presente, un “justo aumento general de salarios” por vía de un Decreto Presidencial (en clara intromisión al desenvolvimiento económico) se convierte en una ilusión monetaria (impacto emotivo favorable que  propicia un aumento monetario de salario) que pronto se desvanece ante la feroz erosión impulsada por el nivel de precios a la luz del comportamiento de la producción nacional de bienes y servicios y de  la inflación imperante, que para el caso venezolano se visualiza que la cantidad de bienes y servicios (PIB) decrecerá durante el 2015 y el 2016 y posiblemente en 2017 de mantenerse las características indeseables de la economía actual, en insana complicidad con un escenario inflacionario que puede situarse en más del  160% en 2015 y superar el 200% en 2016 (de seguir la tendencia en 2017 estaremos todos muertos), que sin duda alguna hará pedazos el salario real (salario nominal menos inflación) habida cuenta que el porcentaje de aumento de los salarios es inferior al porcentaje de crecimiento de los precios, con el consecuente efecto sobre la calidad de vida (nivel de ingresos y de comodidades que un grupo familiar posee).

La inflación, en términos sencillos, es un incremento sostenido en el nivel general de precios, es decir que los precios de los bienes y servicios empiezan a crecer en forma simultánea a lo largo del tiempo, induciendo una pérdida en el poder de compra (se compra menos con los ingresos) en razón a que los  precios de los productos crecen a una tasa superior a la de los salarios generando una disminución del poder adquisitivo del dinero; hecho que se agrava cuando se está en presencia de una inflación por presión de la demanda como consecuencia, p.ej. de un aumento general de salarios en momentos cuando se atraviesa por una estanflación entendida como un estancamiento del crecimiento económico con alta inflación (caso Venezuela año 2015); equivalente a un bajo crecimiento de la producción en conjunto con una inflación acelerada integrada a un proceso de recesión (disminución en la producción, empleo y comercio por un periodo de seis meses a un año). Evidentemente, el aumento en la remuneración al trabajo impulsa de inmediato un crecimiento de la demanda (deseo de adquirir más bienes y servicios) que supera la disponibilidad de productos en el mercado perfilándose una escasez (falta de oferta respecto a la demanda del mercado) que propicia un incremento de los precios (legal o ilegalmente), dinamizado igualmente tanto por el desabastecimiento (ausencia de ciertas marcas y determinados productos) como por la elevación del costo de los insumos que irremediablemente se traslada (con o sin aprobación gubernamental) al precio final del producto; sin dejar de mencionar la mal denominada especulación (que se refiere realmente a un pensamiento no fundamentado y formado sin atender a una base real) que en mucho hace alusión o bien a un “abuso en los precios por escasez” (revender a mayor precio ante la carencia de productos), “ el mejor precio es el que se consigue” (por fin encontré lo que buscaba!); o bien una inflación autoconstruida ante la expectativa del aumento de precio los productores anticipan un precio de reposición.
De similar efecto alterador, es tanto la inflación reprimida que se origina cuando los índices de precios no reflejan la realidad ya que el Gobierno establece controles de precios (precios artificialmente bajos), como la inflación encubierta que oculta la realidad con datos manipulados o simplemente no los publican,  como en nuestro país que desde finales del 2014 no cuenta con cifras oficiales (es fácil inferir que en pocos días  el BCV “informará” que la inflación acumulada 2015 es menor a los aumentos de salarios decretados hasta la fecha).
Entre 1999 y 2015, se han decretado en Venezuela ¡30 aumentos salariales! (dos de  30% cada uno en 2015 para un incremento total anual de un 97,33%) aislados de un plan anti-inflacionario (medidas concretas para contener  esa devoradora de salarios) hecho que ha propiciado que después de 15 años el salario apenas permite cubrir cerca del 32% de la canasta alimentaria, o destinar el 51% para adquirir 4 “bolsas solidarias” al mes (detergente, leche, azúcar, aceite, arroz, pasta, harina de maíz, mantequilla, té en polvo, sopa instantánea y pollo) en indiscutible demostración del fracaso de la política salarial adelantada (y de la económica). El tema de la inflación, ha venido siendo abordado desde las consecuencias al margen de sus causas instrumentando perturbadores controles, regulaciones y congelamiento de precios al tiempo de apoyarse (por ahora) en las importaciones para enfrentar la elevación de los precios internos con el consecuente efecto sobre el deterioro del aparato productivo nacional llevando al país a una dramática situación: escasez de divisas y de productos que nos tiene entrampados, pero el Gobierno, con relevante populismo e interés comicial, sigue aumentando nominalmente el salario como una fórmula para intentar apaciguar (temporalmente) el descontento colectivo, en un contexto que deja por fuera a cerca del 60% de la fuerza de trabajo (trabajadores informales y desempleados), con el agravante de adicionalmente poner en peligro la estabilidad de los trabajadores del sector privado (más del 80% de los trabajadores ocupados) ante el posible cierre de actividades en razón de no poder asumir nuevos costos (recuérdese que los precios de venta y los costos de producción están congelados, y que el margen de ganancia es del 30% vs una inflación superior al 150%) ya que las empresas en general muestran baja rentabilidad ( beneficio sobre la inversión) y deficiente productividad (cantidad de producto entre el número de trabajadores empleados).
Como reflexión final, resulta súper obvio afirmar que para el bienestar de la población resulta más conveniente una guerra contra la inflación que aumentos nominales de salario.
Jesús Alexis González   
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miércoles, 14 de octubre de 2015

JESÚS ALEXIS GONZÁLEZ, CRISIS ECONÓMICA VENEZOLANA (EN LENGUAJE SENCILLO)

El Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, instituciones que promueven mejoras del nivel de vida, el desarrollo económico y  la reducción de la pobreza en los 184 países miembros (Venezuela se retiró de ambos entes en mayo 2007), pronosticaron y anunciaron (con  términos económicos de difícil comprensión) un desastre económico para nuestro país al estimar una caída en el PIB del 10% para 2015 y de un 6% en 2016 (la peor evolución en Latinoamérica y el mundo) lo cual implica retroceder al nivel de actividad económica que teníamos en 2006 (un salto atrás de 10 años), con una estimación de inflación del 158% para 2015 y más del 200% en 2016;  con el agravante que ese comportamiento negativo puede, de no variar la ideología, mantenerse hasta el 2019.

Es de destacar, que esa estimación del 10% y  6% en la caída (contracción) del PIB inducen  poca claridad  en el ciudadano de a pie  para llegar a preocuparse ya que ¡estamos lejos del 100%!, al tiempo de no facilitar la comprensión de los efectos adicionales (aparte de su permanente gastritis) que tendrá en su actual desesperante situación de escasez, desabastecimiento y colas (que si conocen muy bien) en todos y cada uno de los estratos sociales, salvo aquellos que pueden viajar en avión propio o alquilado para hacer mercado con abundancia y tranquilidad en el extranjero.

Pero, ¿Qué es el PIB? Muy simple: una medición de la actividad económica referida a la cantidad de bienes y servicios producidos en un país durante un tiempo determinado (comúnmente un año); que en el caso venezolano el sector privado (tan maltratado por el Gobierno) representa más del 64% del PIB y emplea cerca del 80% de los trabajadores. El PIB, debe crecer normalmente algo más del 2% anual (es lo deseable) a menos que se esté parando la economía (desacelerando) es decir una reducción del ritmo de crecimiento, lo cual no representa una crisis ya que la economía sigue creciendo; pero si deja de crecer por al menos dos trimestres consecutivos se entra en una recesión (clara señal de alarma) que va causando una caída de la producción que obviamente disminuye lo que se puede comprar al perder los ciudadanos el poder adquisitivo bajando por consiguiente el consumo (motor del crecimiento económico), que de continuar esa situación (decrecimiento) se entra en una etapa de desastre cuando el PIB cae (como el 7% pronosticado para nuestro país en 2015) pasando a  una depresión económica (lo peor que puede pasar) que obliga al cierre de empresas (con la obvia destrucción del empleo), reduciendo  el bienestar ante la aparición de la escasez y el desabastecimiento que obliga, cuando se consiguen, a pagar altos precios (inflación) luego de someterse a la humillación de largas colas, en un ambiente de crisis  que afecta negativamente la economía, la política y la sociedad como un todo, muy especialmente al núcleo familiar que con sus mismos ingresos debe comprar artículos que suben de precio prácticamente a diario y  se acumulan durante todo el año (Índice de Precios al Consumidor); vale señalar  que Venezuela tiene desde 2014 ¡seis trimestres consecutivos sin crecer! aparte de una situación similar experimentada entre 2009 y 2010 (sin más comentarios).

En  América Latina, Venezuela mostró para septiembre 2015 una tasa inflacionaria del  16,9% mientras que en otros países como Brasil se situó en 7,4%, Chile en 4,0%, Perú en 3,4%, Bolivia 2,4% y Guatemala un 0,03%, siendo nuestro país el único donde se observa una pérdida del poder adquisitivo de los salarios en razón de la escasez, obligando a las familias a buscar (en materia de alimentos) alternativas de menor calidad o comprar menos (disminuyendo sus preferencias); a sabiendas que los mercados informales (buhoneros) tampoco son una salida ya que muchos artículos como la leche en polvo se vende con más de un 600% de incremento sobre el precio “regulado”, el café en más de un 900% y la harina precocida  (Harina Pan) en más de un 690%; mientras que en los mercados formales (como Guaicaipuro en Caracas) el gasto para una familia tipo de 5 personas aumentó en los últimos 4 meses (julio-octubre 2015) en más de un 73% (un promedio de 20% mensual) situándose en unos 23.000Bs/mes equivalente a unos ¡tres salarios mínimos!, destacándose casos como el tomate que aumentó un 344% (400Bs/k), las alitas de pollo en un 341% (500Bs/k), la zanahoria en un 120% (220Bs/k), la carne molida en un 43% (1.200Bs/k) y el cartón de huevos en un 112% para 930 Bs (26 Bs/unidad). A este desesperante ambiente, debe agregarse otras preocupaciones como que solo un 3% de la población puede adquirir vivienda con financiamiento bancario, la estimación de vehículos por venderse en 2015 representa una disminución de un 800% en relación al 2007 (7.200 vs 43.336) y que sufrimos un “confinamiento hogareño” ante la inseguridad reinante.

No es entonces pura casualidad, que a 9 de cada 10 venezolanos les gustaría un cambio de rumbo en la orientación económica del país que nos ha “conducido” a perder tres lustros de progreso, hasta situarnos en 2015 (a pesar de haber ingresado en 16 años cerca de US$ un billón 300 mil millones) como la séptima economía Latinoamericana (bajando del cuarto puesto ocupado en el 2000) detrás de Brasil, México, Argentina, Colombia, Chile y Perú superando solo a Ecuador Republica Dominicana y Guatemala; indeseable situación propiciada por la caída del PIB hasta unos US$ 132.000 millones (un 66% menos del obtenido en 2012) e igualmente equivalente a la mitad del PIB de Colombia.

En fin, los venezolanos localizados en suelo patrio nos estamos empobreciendo materialmente, pero en simultáneo  estamos enriqueciendo nuestro afán de luchar por la reconstrucción del país.

Jesús Alexis González   
 jagp611@gmail.com    
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martes, 6 de octubre de 2015

JESÚS ALEXIS GONZÁLEZ, ENTRE LA INEPTOCRACIA Y EL QUEMEIMPORTISMO.

Iniciemos con unas obligantes definiciones. 

Ineptocracia: Sistema de Gobierno donde los menos capaces para gobernar son elegidos por los menos capaces de producir y donde los menos capaces de mantenerse a sí mismos o tener éxito, son recompensados con bienes y servicios pagados por los pocos que si producen y que cada vez son menores; es decir los ineptos eligen a un inepto que luego se proclama “fundador de la Patria” para que les recompense con bienes, servicios y recursos, quien también se deshace de lo instituido (bien o mal) por Gobiernos anteriores.

Quemeimportismo: Actitud de falta de compromiso, indiferencia y apatía ante los asuntos propios y los sociales.

A tenor de las definiciones precedentes, puede inferirse que el deber ser de la democracia asumido como que unos líderes preclaros en armonía con una mayoría de ciudadanos laboriosos impulsen la sociedad hacia la prosperidad, ha venido mutando en favor de la demagogia y el populismo hasta configurar una forma de Gobierno orientada por los decadentes principios del Estado benefactor (conjunto de actividades desarrolladas por los Gobiernos relacionadas con la búsqueda de finalidades sociales y redistributivas a través de los presupuestos del Estado) en aras de satisfacer, de cualquier forma, el “criterio ciudadano” de exigir a la democracia el bienestar como un derecho adquirido sin la contrapartida de su esfuerzo laboral en la producción real de bienes y servicios requeridos para tal fin; todo lo cual se desenvuelve en conjunto con el binomio ignorancia-subordinación de la alta burocracia gubernamental a la par de una ausencia de autonomía de los poderes públicos ante el Poder Ejecutivo. En fin, los ciudadanos restan importancia a la potencial capacidad de los gobernantes a cambio de recibir recompensas “a como dé lugar”, configurando un esquema diabólico donde la realidad del país entra en una tiniebla de quemeimportismo tanto por el lado de los ciudadanos (cada quien camina por su lado sin importarle lo que pasa al lado o al frente), como por el lado de los gobernantes incapaces (procuran el poder como un fin en sí mismo).
Venezuela, muestra en la actualidad signos claros de vulnerabilidad económica (y socio-políticas) a la luz de  deficiencias en la instrumentación de políticas públicas,  que se ponen de manifiesto al observar que ocupamos el puesto 192 entre 195 países en el Índice de Libertades Políticas, el 176 entre 178 en el Índice de Libertades Económicas, el 161 entre 175 en el Índice de Corrupción, y el puesto 132 de 140 en el Índice Global de Competitividad. 
Tan indeseable escenario, explica en mucho la razón que en los 16 años ininterrumpidos del actual  Gobierno (equivalente a la histórica alternancia de 3 periodos constitucionales) habiendo ingresado más de un billón doscientos ochenta mil millones de dólares USA, en 2015 el país atraviesa por el peor momento de su historia económica a pesar que el ingreso nacional varió (en millones de dólares USA) desde 32.600 en 1999 hasta 128.439 en 2014 para un incremento porcentual del ¡294%! con años puntuales como 2005 cuando alcanzó 85.700, 2008 con 126.300 y 2013 con 134.200; variación que derrumba la tesis según la cual la crisis anunciada 2015 es consecuencia  de la disminución de los ingresos en 2014 por efecto de la caída de los precios petroleros ese mismo año, cuando en realidad gran parte del peso de la culpa radica, por un lado, en que el Gobierno intentó seguir manteniendo el gasto público al mismo ritmo precedente bajo la esperanza de un rebote del precio de nuestro crudo (aquí no está pasando nada) o en su defecto mediante una “ayuda divina”; y por otro lado ante la irracionalidad de haberse eliminado el fondo anticiclico en conjunción con la modificación de la Ley del BCV que facilita el uso discrecional de las reservas internacionales por parte del Ejecutivo Nacional. Complementariamente, se ha instrumentado una estrategia de desinformación en relación al desenvolvimiento de la economía nacional (que el ciudadano de a pie no la entiende pero la sufre) ya que el BCV no publica desde finales del 2014 cifras oficiales sobre inflación, escasez y PIB, lo cual está generando una incertidumbre que se traduce en una elevación de las expectativas inflacionarias que han llevado la puntual de septiembre a un 16,9% (superior a la anualizada de la casi totalidad de los países del mundo), hecho que entre otros desafueros económicos, propició que la Canasta Alimentaria (09/2015) reflejara un aumento del 280% en el último año hasta situarse en  a 50.625,52 bolívares equivalente a ¡7 salarios mínimos!.
Finalmente, el recordar la caída del precio de nuestro crudo en 1977 hasta 7$/b que obviamente indujo dificultades nacionales (con evidente efecto sobre la elección presidencial de 1978), que luego dio paso a un crecimiento sostenido del precio que llego hasta 106$/b para un incremento del ¡1414%! nos lleva a formularnos un par de interrogantes: 1.- ¿Cómo con 7$/b se logró subsistir enfrentado la crisis? y 2.- ¿Cómo con 106$/b entramos en el peor momento histórico de la economía? La respuesta es de perogrullo: en razón a la ineptocracia con marcada complicidad del quemeimportismo.
Jesús Alexis González    
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miércoles, 30 de septiembre de 2015

JESÚS ALEXIS GONZÁLEZ, UNA “REVOLUCIÓN” CARENTE DE MODELO ECONÓMICO.

Un modelo, es una herramienta utilizada en favor de la representación simplificada de una realidad que se aspira comprender al explicar su funcionamiento ejerciendo una contrastación entre la realidad alcanzada y el fundamento de lo deseado, a la luz del resultado observado en el comportamiento de ciertas variables trascendentes y de las relaciones entre ellas; o lo que es lo mismo “los modelos comprenden estructuras cada una de las cuales es una caracterización bien definida de lo que se pretende explicar”, tal como: ¿Está funcionando el sistema económico?, ¿Cómo debería estar funcionando?, ¿Qué debe hacerse para que funcione de acuerdo a lo deseado y lo posible? y algo muy importante: ¿Qué tipo de sociedad se procura?, ¿En cuál modelo económico-político-social se sustenta la búsqueda de la sociedad aspirada? ¿Es solo un ejercicio del poder?

A tenor de las interrogantes manifestadas, puede inferirse que en Venezuela luego de haber transcurrido unos 46 años sin la instrumentación de algún modelo con posterioridad a su incorporación como país petrolero en 1913, se da inicio en 1959 con  permanencia de ¡30 años! (1959-1989) a un programa de industrialización bajo el perfil de un primer modelo de sustitución de las importaciones que propició cerca de 20 años de estabilidad económica (1959-1979) con mínima inflación (una de las más bajas del mundo), altas inversiones privadas, crecimiento sostenido de la industria manufacturera en armonía con la promoción por parte del Gobierno Nacional de las industrias básicas (refinerías petroleras, petroquímica, siderúrgica, energía eléctrica, aluminio), al igual que de empresas agro-industriales que impulsaron la producción agropecuaria. A partir de 1980, ese modelo de crecimiento hacia adentro basado en un excesivo proteccionismo Estatal empezó a mostrar signos de agotamiento habida cuenta que las protegidas industrias nacientes (de inmadurez permanente) continuaban funcionando con altos costos y baja productividad que les restaba toda posibilidad de competir en el mercado internacional, al tiempo de afectar negativamente el poder adquisitivo en el mercado doméstico; hasta propiciar que en 1989 (interrumpido en 1999) se diera inicio a un segundo modelo de apertura económica y de inserción en el comercio internacional que se tradujo en una modernización de la economía (lamentablemente obstaculizada) con manifiesto crecimiento de las inversiones extranjeras que tuvieron bajo impacto en la conformación de un aparato productivo vinculado con las exportaciones no petroleras, al extremo que el país muestra en el presente (con causas “revolucionarias” añadidas) una mayor dependencia hacia sus exportaciones petroleras (más del 96% del ingreso de divisas) que se ha traducido en una indeseable economía donde las actividades productivas de mayor significación son propiedad del Estado (aparte del control político consagrado en el otorgamiento de divisas) hasta configurar lo que pudiéramos denominar como un tercer modelo de economía Estatal, que en justicia de la verdad esta carente de una estrategia global a largo plazo en un contexto de elevada inflación con marcada escasez y desabastecimiento en mucho estimulado por un diabólico anclaje de un tipo de cambio sobrevaluado para, dicen, abaratar las importaciones y controlar la inflación (¡!); sin dejar de mencionar la proliferación de elevadas rentas presuntas que no emanan de una tangible estructura empresarial equivalente.
En relación a este modelo Estatal de corte socialista (¿?), es pertinente citar lo expresado por un vocero ministerial (25/01/2015) bajo la figura, sostenemos, de una mea culpa 15 años retrasada: “El gran reto que tenemos por delante es construir un modelo económico que soporte el modelo político y social que se ha definido para este país para salir del rentismo petrolero que nos ha llevado a una situación delicada nuevamente (…..) hasta “implementar el modelo de sociedad que está claramente definido en el Plan de la Patria 2013-2019”. En tal Plan contemplan, en continuidad del Primer Plan Socialista de Desarrollo Económico y Social de la Nación (2007-2013) , entre otros objetivos (a) continuar construyendo el socialismo bolivariano del siglo XXI, como alternativa, afirman, al sistema destructivo y salvaje del capitalismo cambiado por un modelo económico productivo socialista (¿?) que garantice la satisfacción de las necesidades básicas (¡!), y (b) convertir a Venezuela en una potencia en lo social, lo económico y lo político, para lo cual aspiran la irrupción del Estado Democrático y Social, de Derecho y de Justicia(¡!), en simultaneidad con la ampliación del poderío militar fortaleciendo la nueva doctrina militar bolivariana (¡!); todo ello en aras, supuestamente, de instaurar un socialismo que en retrospección histórica formulada por diversos intelectuales venezolanos, que compartimos, no existe un ejemplo edificante de algún país donde el sistema socialista (socialización de los medios de producción) haya funcionado, e igualmente en contradicción al propio Marx quien sostuvo que el socialismo es un estadio superior del capitalismo luego de haber alcanzado la madurez e irreversible desarrollo de su capacidad de producción; lo cual nos lleva a concluir en que no es posible un socialismo sin un previo capitalismo.
Asumiendo como válido el último señalamiento, traemos la afirmación (E.L.Bernays) según la cual “la manipulación consciente e inteligente de las opiniones de las masas constituye un gobierno invisible que es el verdadero poder gobernando”; para finalizar citando al papa francisco: se usan a los pobres al servicio de otros intereses políticos, al tiempo de pensar por el pueblo y no dejarlo pensar.
Jesús Alexis González
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miércoles, 23 de septiembre de 2015

JESÚS ALEXIS GONZÁLEZ, AMÉRICA LATINA, EN EL UMBRAL DE PERDER EL LUSTRO

América Latina, se encuentra en una situación parecida (pero más devastadora) a la denominada “década perdida 1980-1990” lapso durante el cual no hubo crecimiento económico , al tiempo de mostrar un deterioro de los principales indicadores económicos internos tal como que en 1983 disminuyó el PIB en un 2,8%, empeoró el paro económico, se aceleró el ritmo de la inflación hasta un 66%, el producto por habitante cayó algo más del 9% con respecto a 1980 haciéndose equivalente al alcanzado ¡en 1977! con obvio efecto sobre el retroceso del nivel de vida al disminuir el ingreso nacional por habitante en un 12%, mientras que la entrada de capitales aumentó solo un 7% mucho menor al 23% registrado en promedio entre 1978-1981. 

Es de resaltar, que la significativa disminución de los flujos financieros a la luz de la caída vertical del ingreso neto de capitales (aunado a la recesión internacional) que empezó a disminuir en 1979 y se acentuó durante 1982-83, propiciando el impago de la deuda externa habida cuenta que hasta 1981 estuvo recibiendo un volumen de capitales que excedía ampliamente a la suma de amortizaciones de capital e intereses, lo cual permitía pagar el servicio de su deuda mediante los nuevos préstamos e inversiones recibidas.
En la América Latina del presente, el Estado empresario que aupado por la tendencia creciente del precio de las materias primas y por la “bondad” (¿?) de las instituciones financieras mundiales se permitió imponer un populismo  donde el crecimiento económico fue posible gracias a un creciente gasto publico impulsado por una irracional política monetaria, se encuentra en entredicho so pena de revivir la indeseable década perdida antes referenciada. Las perspectivas de crecimiento de la economía Latinoamericana reflejan un retraso, siendo que en  este  2015 se estima crecerá  un ¡0,4%! y  apenas un ¡1,9% en 2016 con evidente  caída del PIB ; todo ello apuntalado por los efectos asimétricos inducidos por el descenso en precio del petróleo,   y a unos 4 años previos de desaceleración de la demanda interna,   menor demanda externa,  endurecimiento del mercado financiero internacional, cuentas fiscales deficitaria, altas tasas de inflación, moderado crecimiento de EEUU (motor del crecimiento de la economía mundial) de un 2,7% en 2015 y un 2,8% en 2016, y muy especialmente por la ralentización  de la economía China; o lo que es lo mismo el  crecimiento económico chino se volverá más lento y se desarrollará con menor rapidez al reducir su velocidad.
La economía China, se estima crecerá en 2015 un 6,8% (en el I Semestre  creció un 6,3%) frente a un 7,4% en 2014 (el peor desde 1990), y en un ¡6%! durante el lustro 2015-2019 siempre y cuando se acometan reformas estructurales para apuntalar el sistema de mercado como opción obligante para procurar un crecimiento económico sostenido en el futuro hasta llegar a depender menos de las exportaciones emanadas de su “fabrica global”; motivadas dichas reformas  luego de transitar por un terremoto bursátil que bajó la actividad en un 40% desde mediados de junio provocando pérdidas que superan  5,6 billones de dólares; y por una devaluación de la moneda en un 4,6% con respecto al dólar como una estrategia para mejorar la competitividad del país en el exterior. Resulta una perogrullada señalar, que la desaceleración de la economía China  al agotarse el modelo de apertura  impuesto hace 40 años en conjunto con una actual inestabilidad económica que obligó a una participación de las autoridades monetarias en agosto 2015 por unos 93.900 millones de dólares de sus reservas internacionales, tendrá repercusiones muy negativas sobre las economías emergentes básicamente en lo que respecta a sus exportaciones de materia prima que se han hundido por la reducción de la demanda asiática, al flujo de capitales que  prácticamente se ha detenido desde agosto 2015, al  mercado laboral y al “adelgazamiento” del fondo de financiamiento del imperio chino; en un contexto global que según la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) entre 1990 y 2000 los países emergentes aumentaron de 12 a 65 y se estimaba que para el 2030 aportarían el 57% del PIB mundial. Tal  acontecer, inducirá devaluaciones persistentes de su moneda con el propósito de intentar mantener su espacio en el comercio internacional; mientras que desde un ángulo complementario se infiere que los países emergentes petroleros  serán los que mayormente verán decrecer el porcentaje del PIB como Venezuela con un -6,1% en 2015 y -3,1% en 2016 (onceavo productor con unos 2.623 millones de b/d), como Brasil con -1,4% en 2015 y 1,0% en 2016 (treceavo productor con unos 2.114 millones de b/d) y como Rusia con un -3,3% en 2015 y un -0,3% en 2016 (segundo productor con unos 10.788 millones de b/d).
En fin, la especulación prospectiva sobre el devenir económico en el lustro 2015-2019 es suficiente razón para que los Gobiernos instrumenten de inmediato medidas de ajuste para enfrentar  la vulnerabilidad económica con especial énfasis en el desequilibrio macroeconómico; en caso contrario se hará necesaria la presión de la Sociedad Civil para evitar que se destruya el orden institucional,  para que, como señaló M. Gandhi, en un futuro cercano al mirar a nuestros hijos a los ojos no tengamos que decirles que viven así porque no nos animamos a pelear.
Jesús Alexis González 
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miércoles, 9 de septiembre de 2015

JESÚS ALEXIS GONZÁLEZ, FRONTERAS: LARGA HISTORIA DE IMPROVISACIONES

Hace ¡45 años! en 1970, se creó el Consejo Nacional de Fronteras, en 1989 (25 años atrás) se instituye la Comisión Presidencial de Asuntos Fronterizos Colombo-Venezolano, en julio 2004 la Asamblea Nacional aprobó en primera discusión la Ley Orgánica de Fronteras y más recientemente en 2013 se crea el Estado Mayor Fronterizo Cívico Militar integrado, entre otros, por los gobernadores de Táchira y Zulia y por el Comandante Estratégico Operacional de la Fuerza Armada, designándose en 2014 al Vicepresidente de la Republica como su coordinador. En lo particular a la frontera con Colombia, se formaliza en el año 2005 la Zona de Integración Fronteriza Táchira-Norte de Santander, apoyándose en estudios iniciados en 1990 ¡hace un cuarto de siglo! basándose en Decisiones emanadas de la Comunidad Andina de Naciones (CAN)—antes Pacto Andino—tanto en la 459 del año 1999 que consagra la política de integración y desarrollo fronterizo como fundamento de una Zona de Integración Fronteriza (ZIF), así como en la 501 del año 2001 que contempla dentro de sus objetivos flexibilizar y dinamizar el intercambio económico y comercial al igual que la circulación de personas y vehículos, al tiempo de establecer los mercados fronterizos; siendo que dicha Decisión fue aprobada por el Consejo Andino de Ministros de Relaciones Exteriores de los entonces países miembros de la CAN (Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela) apuntalándose en el Convenio de Integración que inició sus funciones en agosto de 1997 ¡hace 18 años! con posterioridad al Acuerdo de Cartagena al cual Venezuela se suscribió en el año 1969.
Las ZIF, constituyen planes, programas y proyectos para impulsar de manera conjunta los ámbitos territoriales fronterizos en aras de (1) comprometer la participación de los actores sociales, (2) estimular la inversión privada local, binacional y extranjera, (3) promover iniciativas dirigidas a la generación de alianzas estratégicas empresariales, (4) establecimiento de regímenes de tránsito de personas vehículos y mercancías a fin de dinamizar los procesos de integración fronteriza y contribuir a generar mercados fronterizos, y (5) ejecutar proyectos compartidos de infraestructura básica, vial, telecomunicaciones y energía, así como de su desarrollo productivo. En lo atinente a la ZIF Táchira de 2005, quedó integrada por 15 municipios siendo que 7 de ellos fueron incorporados en el Estado de Excepción del 2015, a pesar que en la XXXIV Reunión de las Comisiones Presidenciales de Integración y Asuntos Fronterizos Colombo-Venezolanos (COPIAF) celebrada en Cartagena de Indias el 23/07/2007 se expuso ampliamente la problemática relacionada con seguridad fronteriza, minería ilegal, narcotráfico, tráfico ilícito de armas, presencia de grupos armados al margen de la Ley, trata de personas, impedimentos para la movilidad entre ciudades fronterizas, existencia de enfermedades como el dengue y la meningitis; así como la conveniencia de extender los beneficios de suministro de combustible a precios preferenciales desde Venezuela a las zonas de frontera.
Sea oportuno recordar, que el 22 de abril de 2006 el Presidente de Venezuela anticipó el retiro del país de la CAN al tiempo de señalar que la salida permitiría “tomar medidas proteccionistas para la economía venezolana ante una posible invasión de productos estadounidenses subsidiados hacia Colombia, situación que aprovechará esa Nación ya que al no tener aranceles con Venezuela los meterá para acá”; agregando que “ahora nuestro país va a quedar en libertad de tomar medidas de protección en relación con Colombia”. Dicha intención de retiro, se formalizó mediante carta firmada por el Ministro de Relaciones Exteriores donde manifestó, entre otros elementos, que “las recientes negociaciones y firma de los Tratados de Libre Comercio por parte de Colombia y Perú con los Estados Unidos de Norte América, han conformado un nuevo cuerpo legal que pretende asimilar la normativa de los TLC a la Comunidad Andina, cambiando de facto su naturaleza y principios originales”. Contradictoriamente (¡!), Venezuela procuró casi de inmediato suscribir convenios de cooperación con los mismos países Andinos y otras Naciones, para establecer acuerdo bilaterales de desarrollo productivo a la luz de un “queremos un marco sólido y de nuevo tipo” según expresión del entonces nuevo Canciller venezolano; contexto sobre el cual el presidente de Colombia le propuso a Venezuela, sin mayor trascendencia, la creación de una Comunidad Andina Bolivariana.
En fin, durante los 45 años de integración comercial (1969-2014) en la CAN las exportaciones al mundo pasaron desde 1.797.556 (miles de $) en 1969 hasta 128.355.476 en 2014; mientras que en lo especifico del intercambio comercial con EEUU pasó desde 29.740 (millones de $) en 2005 hasta 68.921 en 2014, con bondadosos efectos para Colombia y Perú y de marcada importancia para Ecuador y Bolivia; lamentablemente Venezuela renunció a participar en tan importante herramienta de crecimiento económico y bienestar poblacional, cuyo resultado responde tanto al desenvolvimiento de las actividades genuinamente productivas como a la exportación de recursos naturales en una obligante y necesaria armonización de ambas actividades. Asumimos como reflexión final, que los males que está enfrentando la economía venezolana no se resuelven cerrando las fronteras, y muy por el contrario ha de prestarse vital atención a los desequilibrios macroeconómicos en materia cambiaria y de subsidios que están induciendo indeseables distorsiones; tal como p.ej. que una bolsa de jabón cuesta en Colombia 5.600 pesos mientras que en Venezuela (traspasando o no la frontera) se paga a ¡80 pesos! en su equivalente en bolívares; escenario de ineficiencia económica que igualmente afecta a la gasolina y a otros muchos productos regulados, impulsando contrabando, “bachaqueo” y otras desviaciones conductuales; al tiempo de ser utilizado el “drama fronterizo” como una distracción electoral.
 Jesús Alexis González   
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jueves, 3 de septiembre de 2015

JESÚS ALEXIS GONZÁLEZ, ESTADO DE EXCEPCIÓN: ¿SOLO CON EFECTO SOBRE LOS MUNICIPIOS “GOCHOS”?

El Decreto No 1.950, que consagró la instrumentación del Estado de Excepción (EE) en diez municipios (6 más 4) del estado Táchira (34,5% de los municipios tachirenses y 2,9% del total nacional), entidad federal posicionada en el puesto 9 en cantidad de población con cerca de 1.350.000 habitantes que ocupan el 1,21% del territorio nacional, recibió el visto bueno tanto de la Asamblea Nacional el 25/08/15, como del Tribunal Supremo de Justicia en Sentencia del 28/08/15. Ambos Poderes Públicos justificaron su aprobación habida cuenta, indican, que “se ha venido presentando de modo sistemático una amenaza compleja al pleno goce y ejercicio de los derechos de los habitantes de la Republica  vinculadas al paramilitarismo, narcotráfico y el contrabando de extracción; e igualmente argumentan la existencia de “atentados contra la moneda venezolana y los bienes adquiridos con divisas de nuestro pueblo, así como el tráfico ilícito de mercancías producidas o importadas por Venezuela, afectando gravemente la vida económica de la Nación; complementando dicha aprobación por la necesidad, afirman, de “controlar la situación respecto a la moneda venezolana en la frontera” (las negrillas son nuestras). En el EE mencionado, se contempla un plan de cierre parcial de la frontera con Colombia y el envió de 3.000 efectivos militares; acción que, apuntan, se mantendrá hasta tanto el Gobierno de Colombia no prohíba la venta de productos venezolanos en su territorio (¡!).

Un EE, ha de estar delimitado en sus atribuciones, en el tiempo y en el espacio en un todo de acuerdo con la Constitución de 1999 que renovó su regulación consagrando en el Ejecutivo Nacional la facultad de decretarlo cuando se presente la imposibilidad de enfrentar las circunstancias de hecho que lo justifican por intermedio de las facultades de las cuales dispone; es decir en razón a la presencia de eventos de orden social, económico, político, natural o ecológico que afecten gravemente la seguridad de la Nación, de sus instituciones o de sus ciudadanos, y los cuales no pueden ser enfrentados con las facultades que disponen los órganos del poder público. Sea propicio destacar, que durante la vigencia de un EE el Presidente puede restringir garantías constitucionales (desaplicación parcial de la regulación legal) pero no puede suspenderlas (sustitución total de la regulación legal del derecho constitucional afectado por la situación de emergencia); quedando constitucionalmente prohibida la restricción de la garantía referida a los derechos a la vida, a la protección de la familia, a la libertad personal, a la libertad de pensamiento, al debido proceso, a la participación, al sufragio, entre otras.
La indebida asimilación entre EE y restricción de garantías, es propiciada por la propia Constitución cuando contiene que se debe, durante el EE, regular el ejercicio del derecho cuya garantía se restringe; mientras que en la ley orgánica que rige la materia se indica que el EE debe ser declarado en caso de estricta necesidad para solventar la anormalidad, con la restricción temporal de las garantías constitucionales permitidas. En complemento, nuestra Constitución establece la duración para los distintos eventos que explotan el EE, siendo que por estado de alarma puede durar 30 días, por emergencia económica hasta 60 días y el de conmoción interior o exterior hasta 90 días; plazos prorrogables por un periodo igual sin excluir la posibilidad que al vencer la prorroga el Ejecutivo Nacional ¡puede dictar un nuevo EE! Es pertinente mencionar, que a la fecha de publicar el presente artículo (31/08/15) faltarán 97 días para la celebración de las elecciones  el venidero 6D, y habrán de transcurrir 103 días desde la aprobación del EE. (¿Prorroga a los 90 días por causa de una conmoción exterior?).
El tema de la temporalidad de la suspensión de alguna garantía, reviste importancia en aras de evitar su “permanencia infinita” sin solventar la anormalidad que impulsó dicha suspensión; tal y como sucedió a la luz de la Constitución de 1961 donde se establecía entre las medidas relacionadas con la declaratoria de EE la suspensión de la garantía de la libertad económica, que en efecto se aplicó y permaneció ¡durante casi 30 años!, lo cual equivale a señalar que la burocracia gubernamental no fue capaz de aportar respuestas concretas de economía política durante ese lapso para superar la anormalidad (¿?); con el agravante para el bienestar del venezolano que han transcurrido otros 16 años con la nueva Constitución y la economía continua paralizada, o lo que es lo mismo, ¡medio siglo sin modelo económico! cuya ausencia está mostrando sus “garras” en la actualidad habida cuenta de la caída del precio del petróleo; hecho que impide seguir ocultando la “anormalidad” mediante postulados demagógicos y populistas basados en gasto público.
Es de obviedad manifiesta, que cerrar el 4,5% de los 2.216 kilómetros de frontera colombo-venezolana no repercutirá en lo más mínimo para revertir el descontextualizado, ineficiente e improvisado accionar de la economía venezolana muy especialmente en lo atinente a la errática política cambiaria y al mantenimiento de una moneda sobrevaluada para favorecer importaciones “baratas” (ahora disminuidas) por parte del Gobierno Nacional (casi exclusivamente), pero que al propio tiempo propicia tanto una “economía de frontera” como un “bachaqueo” en el mercado doméstico.
Nos permitimos una reflexión final: se hace necesario en la Venezuela actual decretar un EE cuando no existe una real y efectiva separación de los poderes públicos; o ¿es una maniobra con intención bélica subyacente para buscar diferir un “combate” electoral?
Jesús Alexis González       
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martes, 18 de agosto de 2015

JESÚS ALEXIS GONZÁLEZ, COLECTIVIZACIÓN: CAMINO HACIA EL HAMBRE Y LA MUERTE.

Los dramáticos acontecimientos, acaecidos en la Unión Soviética entre 1936 a 1938 como un camino para forzar el cambio violento de la sociedad, excelentemente reseñados en “El Gran Terror” (Conquest Robert, Oxford University, 1990), hechos que ya había anticipado Lenin en el Congreso del Partido (1921) cuando señaló: “Nosotros hemos fallado en convencer a las amplias masas….ningún movimiento profundo y popular ha tenido lugar sin su cuota de suciedad, sin aventureros y testaferros, sin elementos pedantes y ruidosos…un partido gobernante inevitablemente atrae oportunistas y muchas deformidades burocráticas….las semillas de la espiga comunista carecen de cultura general”. Esto último, se afirma, lo intentan soslayar con la convencional fraseología marxista donde se escudan a efectos de no reflejar su incapacidad de pensamiento.

La denominada Revolución de Octubre de 1917, no fue un alzamiento popular-- las masas trabajadoras se mostraron neutrales-- siendo que la toma del poder fue una operación casi puramente militar en un país que no estaba listo para un gobierno “proletario y socialista” apuntalado por un “centralismo democrático” perfilado por una disciplina partidista con implícita aceptación y sumisión a la línea del partido, en complemento con la siniestra seriedad de algunas leyes; y desde el inicio se intentó imponer un estricto control a la economía-incluido un Departamento de Economía con responsabilidades de seguridad similares al Departamento de Policía Secreta- convencidos que la abolición de los ingresos provenientes del capital era el único principio necesario de moralidad social. En tal contexto, se fundamentó la colectivización(convertir lo particular en colectivo) de la agricultura (equivalente hoy en Venezuela a la “colectivización de la economía”) para imponer la voluntad del partido sobre el campesinado formulando un “plan” de 2 años para alcanzar una completa colectivización, siendo que en los primeros 3 meses el número de propiedades campesinas incorporadas a las granjas colectivas pasó de 4 millones a 14 millones, mientras que más de la mitad de todos los hogares campesinos fueron colectivizados en 5 meses. Tal acción, propició que entre 1932 y 1933 Ucrania, el Cáucaso Norte y el Bajo Volga sufrieran una terrible hambruna-terror que indujo la muerte de más de 7 millones de personas (otras estimaciones la elevan a 10 millones)  que, sostienen algunos autores, fue organizada por Stalin completamente consciente y de acuerdo a lo planeado, en aras de aplastar al campesinado para imponer el sistema de granjas colectivas, que la valió ser descrito como el genio demoníaco de la Revolución quien actuaba motivado por un deseo de poder y venganza adherido a ideas abstractas, absolutas y fundamentalmente  utópicas, y en la práctica no tenía criterio distinto al éxito lo cual significaba violencia y exterminio físico y espiritual (por cierto, veía “enemigos”, “gente de doble cara” y “espías” en todas partes) siempre apuntalado por una camarilla de oportunistas, aduladores y lacayos; quienes en sumisión al líder condujeron a la Revolución al borde de la ruina ante la absurda obsesión de tener un Estado rico pero una población pobre.
El desastre económico y el estancamiento político fruto de la evidente incapacidad, no fue aprovechado por la oposición para salir al frente pese a considerar el liderazgo de Stalin como catastrófico, ya que aconsejaban esperar con paciencia un cambio en el modo de actuación del Partido desperdiciándose inefectivamente en sus propias preconcepciones; en armonía con la visión-obviamente comprometida-de los afectos al Partido quienes señalaban que la lealtad hacia Stalin (año 1932) estaba basada principalmente en la convicción de que no había nadie que pudiese ocupar su lugar, cualquier cambio de liderazgo era extremadamente peligroso, por tanto debía continuar su curso ya que detenerlo o intentar una retirada significaría la perdida de todo.
Afortunadamente para el pueblo ruso, la URSS entró en el periodo de GLASNOST (Apertura, en ruso)que enfatizó en la verdad sobre los desastres económicos y sociales, señalando claramente que el sistema de economía centralmente planificado sustentado en una interminable coerción había sido un total fracaso encontrándose en un punto muerto y por tanto requería ser desmantelado; aunado a la lamentable muerte de cerca de 40 millones de personas la mitad de ellas en el terror campesino de 1929 a 1933, y la otra mitad desde 1937 a 1953. Hoy día, Rusia que heredó la mayoría de las bases industriales de la Unión Soviética, es el primer productor de gas natural a nivel mundial con unos 44.770 de metros cúbicos/mes (provee el 30% de todo el gas natural importado por la Unión Europea) y el primer productor de petróleo del mundo con 10,65 millones b/d (45.053 millones de toneladas/mes) vs 10,2 millones de b/d de Arabia Saudita; mientras que desde el año 2000 la producción de las refinerías Rusas ha crecido más de un 45% habiendo superado en el año 2014 las 300 millones de toneladas. Igualmente, es uno de los principales productores y exportadores de diamantes, níquel y platino, al tiempo de un pronunciado desarrollo industrial en química, metalurgia, construcción mecánica y defensa.
Venezuela, en contraste, y a la luz de  15 años de marcha en el marco de un “proceso revolucionario” que apunta hacia un socialismo del siglo XXI de indefinido sostén ideológico y hacia la colectivización de la economía,  en contracorriente a la historia, se encuentra sumergida en una profunda crisis de progreso y bienestar con marcada relevancia de un ambiente de “terror alimentario” que, en lo mínimo, está afectando la estabilidad emocional de la familia al tiempo de experimentar una explosiva mezcla de rabia y desesperanza. 
Sirva de referencia, que en apenas la compra de un kilo de cada ¡¡10 productos!! se consume (cuando se consigue) el ¡¡96,5% del salario mínimo!! que percibe más del 70% de los trabajadores formales; en un todo de acuerdo con  la lista de precios del Mercado Guaicaipuro (Caracas) del 13/08/2015: garbanzo: Bs 1950 K (26,3% SM), carne molida:  1.200/k (16,2%), queso paisa: 1.100 K (14,8%), pollo: 420 K (5,4%), cartón de huevos: 700 (9,4%), cebolla: 460 K (6,2%), papa: 560 (7,5%), tomate: 295 (5,3%), pimentón: 280 (3,8%) y cambur: 118 (1,6%), ¡¡ para ser consumido durante 1 mes!!
Nos permitimos una cita como reflexión final: “El remedio inventado por Lenin y Trotsky, la supresión general de la democracia, es peor que el demonio que se suponía que iba a curar” (Rosa Luxemburg).

Jesús Alexis González    
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martes, 11 de agosto de 2015

JESÚS ALEXIS GONZÁLEZ, GOBIERNO VS LIBERTAD ECONÓMICA: ESENCIA DE LA “GUERRA”.

La evolución de la economía de mercado, ha sido fundamental para el desarrollo económico de la gran mayoría de los países siendo que para el año 2015 más de la mitad (51,1%) muestra una condición de libertad económica (Hong Kong:1 y Singapur:2), mientras que un 34,2% reflejan una situación de economía mayormente controlada al tiempo que solo un 14,6% son países de economía reprimida; contexto donde  Venezuela se ubica como el segundo país del mundo con la economía más reprimida (posición 177/178) apenas superada por Corea del Norte, en un escenario caracterizado por la presencia de un 19,2% de Naciones Centroamericanas, del Caribe y Sudamericanas con tan indeseable interferencia del Gobierno en la economía (Ecuador:156, Bolivia:163, Argentina:169, Cuba:176 y Venezuela:177), mientras que en contrario—y para fortuna de su población—Chile:7 y Colombia:28 se muestran como economías mayormente libres (Canadá:6) en claro indicador de su sostenido crecimiento económico; al tiempo que Uruguay:43, Perú:47, Costa Rica:51, Panamá:68, Paraguay:83, República Dominicana:86 y Guatemala:87 se encuadran como economías moderadamente libres, y en simultaneo Nicaragua:108, Honduras:116, Brasil:118 y Haití:151 son mayormente controladas.

El perfil de economía reprimida—intervención gubernamental para restringir la participación del sector privado—se materializa a la luz del efecto que genera la intromisión del sector público en aspectos tales como (A) respeto al derecho de propiedad e independencia del Poder Judicial, (B) el “costo social” emanado por la corrupción, (C) el nivel del gasto público como % del PIB, (D) carga impositiva sobre los ingresos personales y empresariales, (E) marco de regulaciones y controles, (F) legislación laboral marcadamente populista, (G) inadecuada política monetaria con impacto inflacionario, (H) obstáculos a la libertad comercial, (I) desestimulo a la inversión nacional y extranjera, (J) limitaciones al funcionamiento del mercado, (K) deficiencia en la solidez de las instituciones financieras, (L) desequilibrio de los precios relativos, (M) elevado % de la capacidad de producción nacional en manos del Estado con resultados altamente ineficientes e improductivos. Ante el indeseable liderazgo venezolano en materia de ausencia de libertad económica, resulta una perogrullada señalar que en todos y cada uno de estos aspectos citados su comportamiento es extremadamente negativo hasta configurar un panorama que nos coloca por debajo de algunos países africanos con economías similarmente reprimidas como es el caso de Angola, Congo, Guinea Ecuatorial y Zimbabue; al igual que otros del Medio Oriente como Argelia e Irán.
Ha de estar suficientemente entendido, que la economía de mercado no es un mercado libre de restricciones e influencias gubernamentales necesarias pero con manifiesta profundidad pluralista—sin control del pensamiento y de las iniciativas—alejado de la más mínima posibilidad de ser manejado desde “arriba” por el poder político-partidista separado del contexto social donde se desarrolla la actividad económica, a la luz de un ambiente signado por el imperio de la ley y de las “virtudes sociales” generador de confianza que impulsa el trabajo individual cooperativo creador de bienestar colectivo, con mucha más viabilidad—como enseña la historia—que cualquier dictadura (incluidas aquellas disfrazadas de democracia) de izquierda, centro o derecha que en materia de crecimiento y desarrollo han culminado en un fracaso, a diferencia de los países con elevado índice de libertad económica que a la postre hacen más prospera la nación induciendo el bienestar ciudadano; caso contrario al venezolano que en los últimos 10 años ha venido perdiendo libertad económica desde el puesto 153 (ya deficiente) en el año 2006 a la ya citada posición 177 (penúltima) en 2015, es decir un bajón de 24 puestos a un promedio de 2 puestos anuales; con la penosa realidad de haberse detenido su caída en el ranking de libertad económica al haber tocado el fondo—es imposible más “dictadura” económica—lo cual igualmente nos “posiciona” en otro indeseable liderazgo: la economía más “sumergente” del mundo, habida cuenta de haber desperdiciado el caudal de oportunidades que en el tiempo nos ubicó como unas de las principales economías emergentes del planeta.
Resulta pertinente mencionar, por reprochable, que nuestra condición de economía sumergente sea apuntalada por una desinformación institucionalizada por parte del BCV como estrategia para dificultar los análisis e investigaciones macroeconómicas por parte de terceros interesados en el futuro del país, estrategia que resultó “avalada” por el Tribunal Supremo de Justicia mediante la reciente Sentencia No 935 de la Sala Político Administrativa que desechó la acción en procura de que el BCV informe al país sobre variados aspectos de interés como el decrecimiento del PIB, el índice de precios al consumidor con su inflación implícita, escalofriante caída de las reservas internacionales (las liquidas no superan los US$3.000 millones, “suficiente” para escasos días de importaciones), situación de la balanza de pagos, índice de escasez y muchas otras; ausencia informativa que en nada favorece la disminución de la incertidumbre—principal enemiga de la acumulación de capital—y muy por el contrario aleja las potenciales reinversiones y nuevas inversiones al generar la percepción de unas reglas del juego ocultas.
Es suficientemente conocido, que la prosperidad de un país y el consecuente bienestar de los ciudadanos descansa sobre, al menos, tres elementos vitales: (1) la presencia de un sistema democrático que confiera prevalencia al ser humano, creando mecanismos para que el imperio de la ley esté por encima de los gobernantes; (2) permanente estímulo y respeto a la participación del sector privado en la economía, en simultaneidad con una supervisión Estatal para garantizar su competitividad evitando formas de organización perturbadoras de la economía de mercado; y (3) existencia de un Poder Judicial totalmente libre de influencias político-partidistas, que en armonía con el Poder Legislativo perfile un marco jurídico cuyo desenvolvimiento no sea a favor ni en contra de nadie.
Jesús Alexis González        
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miércoles, 5 de agosto de 2015

JESÚS ALEXIS GONZÁLEZ, FRENO A LA VULNERABILIDAD O CAÍDA POR EL PRECIPICIO.

El último estudio del Centro de Investigaciones Brookings: “Vulnerabilidades Macroeconómicas en un Mundo Incierto” (09/2014) que examina a las 7 principales economías de América Latina, señala que Venezuela presenta la macroeconomía de mayor vulnerabilidad para enfrentar el nuevo contexto global caracterizado por una caída en los precios del petróleo, un aumento en el costo del financiamiento internacional, una disminución gradual del PIB chino, un crecimiento del PIB de EEUU a una tasa promedio de 2,7% en el periodo 2014-2018 y un crecimiento de la zona euro por debajo de su promedio histórico.

En el caso venezolano, el epicentro de su vulnerabilidad podemos localizarlo en la caída  de las reservas internacionales (RI) como consecuencia de la baja del precio petrolero en más del 55% y su negativo impacto en el ámbito de la economía en su conjunto, habida cuenta de representar una fuente de protección y de seguridad contra los desequilibrios de la cuenta corriente de la balanza de pagos—importaciones y exportaciones--, asunto de relevante importancia para un país como Venezuela donde la casi totalidad de las divisas que ingresan provienen de las exportaciones petroleras al tiempo que importamos más del 70% de los alimentos que consumimos, razones que obligan a mantener un nivel adecuado de reservas en correspondencia con el valor de las importaciones ya que son (1) el respaldo—la fortaleza—de los bolívares que circulan en la economía (contrapartida del dinero circulante) y (2) la “liquidez internacional” con que cuenta el país para hacer frente a los choques macroeconómicos tal como las salidas de capitales y la volatilidad del tipo de cambio. 
Resulta oportuno mencionar, que un muy alto vocero del Gobierno Nacional precisó (octubre 2013) que  el nivel óptimo de RI (NOR)   requerido por Venezuela se sitúa en US$ 29.000 millones,  aun cuando en realidad el nivel de reservas ¡nunca es suficiente!,   y si asumimos como valido el NOR gubernamental se contextualiza en el presente una situación sensiblemente critica que coloca al país al borde de precipicio económico, ya que desde el mismo 2013 (año de la “declaración oficial”) las RI se situaron en US$ 21.479 millones (35% por debajo del NOR) habiendo experimentado una disminución con relación al 2012 cuando estaban en US$ 29.890 millones (2,9% por encima del NOR); mientras que en 2014 estaban en US$ 20.142 millones (50% por debajo del NOR) y para el 27/07/2015 disminuyeron hasta US$ 15.363 millones (¡88,8% por debajo del NOR!), con el agravante que las reservas internacionales liquidas apenas llegan a unos ¡US$ 400 millones! (equivalente a decir que ¡no existen!). Tal caída de las RI, ha venido siendo perversamente compensada con un notable crecimiento de la liquidez monetaria (M2) que al IS 2015 se situó en más de  Bs 2.690.000.000.000 (2,7 ¡trillones!), impulsada por una sistemática emisión de dinero inorgánico que ha inducido, entre otros males, (a) la presencia de más bolívares con menos respaldo en divisas, es decir una gran masa monetaria en circulación con bajo respaldo en RI, e igualmente (b) un alza inflacionaria en el lapso 1999-2014 de 2.770%.
La vulnerabilidad de Venezuela, puede observarse a la luz de 4 indicadores contenidos en el citado estudio del Centro Brookings: 
(A) El Índice de Liquidez de Reservas Internacionales—relación de los pagos de capital de la deuda interna y externa de corto plazo del sector público durante los próximos 12 meses dividido por la suma de las RI—que ubica al país como la segunda posición más débil (detrás de Argentina) para hacer frente a una potencial interrupción del crédito en los mercados de capitales, encontrándose en un nivel predeterminado de riesgo según se desprende tanto de la relación RI/deuda externa, como de RI/deuda externa a corto plazo; 
(B) El Índice de Vulnerabilidad Inflacionaria—relación de la inflación proyectada al final de 2016—que nos coloca con la más alta calificación en el panorama inflacionario de América Latina y el mundo, con el consecuente efecto negativo (ampliación) de la brecha existente entre el tipo de cambio oficial y el tipo de cambio del “mercado” paralelo; 
(C) El Índice de Vulnerabilidad Fiscal—comportamiento de la deuda pública (como % del PIB)para los próximos 15 años—que nos sitúa como la Nación más débil de Latinoamérica como resultante de la evolución de los déficits fiscales, del decrecimiento del PIB y las alteraciones en el tipo de cambio real, que permite inferir una dinámica creciente en las intenciones de deuda pública sin descartar un posible cese de pagos (default) para el 2016;  
(D) El Índice de Vulnerabilidad Bancaria—solidez de los bancos para enfrentar un contexto global menos favorable—que nos posiciona como un sistema bancario frágil habida cuenta de mantener la más alta proporción de la cartera bruta contra capital, con el riesgo de agotar las provisiones al momento de una crisis bancaria.
Ante el escenario descrito, surge la inquietud de “acercarnos” al precipicio para “visualizar” la situación que lo bordea—con tendencia creciente-- si no se frena la vulnerabilidad: el PIB decreció durante el IT 2015 en un 6,7%, el salario mínimo apenas supera los 12 $, el pago de deuda previsto para el 2015-2016 (US$ 16,1 millardos) es superior a las RI, un déficit fiscal superior al 20% del PIB, caída de la producción nacional en más de un 70%, nivel de escasez de un 65% en promedio, inflación anualizada 2015 superior al 160% con dinámica hiperinflacionaria, disminución de las importaciones en más de un 70%, descenso del consumo superior al 6%, las importaciones se contraerán cerca del 35%, de 3.400 Agencias de Aduanas apenas están operando 500 (14,7%), el gasto público ha disminuido un 6% del PIB, y un largo etcétera.
En fin: ¡¡ a frenar o caer al precipicio!!

Jesús Alexis González        
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miércoles, 29 de julio de 2015

JESÚS ALEXIS GONZÁLEZ, EN ECONOMÍA, SIN “REGLAS DEL JUEGO” HUYEN LOS PARTICIPANTES

Hace más de tres décadas, se inició en América Latina la denominada “tercera Ola democrática” en concordancia con la teoría institucionalista que apunta al debate sobre la calidad de las instituciones—reglas del juego— y de las organizaciones—jugadores—para alcanzar una mejor democracia  configurando el entorno institucional tanto para el sector empresarial como para el Gobierno en procura de generar la confianza como factor que impacta la estabilidad de la economía y de la democracia. Sostienen, que los países logran un mayor crecimiento económico cuando (1) existe cumplimiento de las leyes, protección de los derechos de propiedad, menos burocracia y corrupción (acto que provoca un “costo social”),supervisión adecuada, un marco regulatorio que garantice una justa competencia de mercado, y reglas del juego estables; teniendo como fundamento la seguridad jurídica emanada de una legislación anónima y estable que no legisla para nadie ni contra nadie al tiempo que las reglas no se cambien constantemente, garantizando el cumplimiento de las leyes a la luz de una administración de justicia eficaz e independiente; al igual que (2) una adecuada política macroeconómica que aleje la inflación, deuda publica descontrolada, tipo de cambio sobrevaluado, déficit fiscal, emisión desproporcionada de dinero inorgánico, caída de las reservas internacionales y otras;  las cuales constituyen distorsiones al correcto funcionamiento del mercado.

En tal contexto, destaca la importancia de, por un lado (A) la efectividad del Gobierno en correspondencia con la percepción que se tenga sobre la calidad de los servicios públicos, la calidad de la administración pública y su grado de independencia de las presiones políticas, la calidad de la formulación y aplicación de políticas, así como la credibilidad del Gobierno en el cumplimiento de los compromisos asumidos; y por otro lado (B) la calidad regulatoria gubernamental, que refleja la percepción de la capacidad del Gobierno para formular y aplicar políticas y reglamentaciones acertadas que permitan y promuevan la participación del sector privado. La inestabilidad macroeconómica,  está inducida por un déficit del estado de derecho que se traduce en la conformación de un marco institucional—restricciones—marcadamente volátil que dificulta prever el comportamiento de algunos aspectos vitales como p.ej. los derechos de propiedad, la movilidad del capital, el cumplimiento de los contratos, las alteraciones en las regulaciones de precios, y muy especialmente la discrecionalidad del Poder Ejecutivo para modificar la legislación de modo arbitrario hasta generar incertidumbre sobre el funcionamiento de las instituciones del Estado y las organizaciones. De igual modo, resulta pertinente destacar que la interacción entre estabilidad política—instituciones de gobierno—y crecimiento económico resulta fundamental para disminuir la incertidumbre sobre la estructura futura de la sociedad y de su modelo económico habida cuenta del conocimiento general que se tenga sobre las reglas que regulan tanto la intervención como el acceso de la burocracia gubernamental; mientras que por el contrario la ausencia de un mecanismo bien definido para limitar el ejercicio del poder político impide predecir si el Gobierno respetará o no las reglas—cambios bruscos—con el consecuente desestimulo para participar de potenciales inversionistas; o lo que es lo mismo, la presencia de un Poder Ejecutivo “facultado” para alterar las reglas a voluntad sin que el Poder Judicial ni el Poder Legislativo puedan controlar o atenuar ese carácter discrecional, hará “huir” a todo aquel con deseo potencial por participar en la creación de riqueza.
 El cumplimiento de las reglas del juego, tanto las formales (Constitución, leyes, reglamentos y regulaciones impuestas por el Gobierno) como las informales (normas de conducta, cultura) reduce la incertidumbre (indefinición ex ante de los resultados) con una eficiencia superior que bajo la intervención del Estado y del Gobierno a la luz de una “planificación económica” subordinada a inclinaciones ideológicas, que en la mayoría de los casos converge en estrategias de desarrollo inapropiadas e instrumentación de medidas en mucho vinculadas con la demagogia y el populismo. En Venezuela, un claro ejemplo de ello es la reciente “resolución” (aparentemente revertida) que rompe con la necesaria “coalición distributiva intersectorial” de la oferta de alimentos regulados en el marco de 120.245 puntos de venta a nivel nacional que sirven cada uno en promedio  a unas 4.300 personas/día, ordenando a las empresas privadas redireccionar la mayoría de su producción hacia las redes Estatales de comercialización (Pdval, Mercal y Bicentenario) que conforman un 6% (7.245) del total nacional  en contraste con el 94% (113.000) del sector privado; siendo que tan “brillante” acción planificadora evidentemente concentrará la demanda en pocos centros de abastecimientos, con un efecto multiplicador sobre las humillantes colas. Sirva de ejemplo el caso del Municipio Libertador,  con 1.333 puntos de venta   para atender diariamente unos 5.730.000 consumidores, de los cuales ¡1.328 (99,65) son privados! y apenas ¡5 (0,4%) son públicos; donde tan “inteligente resolución” propiciará que en cada punto de venta público se “deberán” atender diariamente ¡1.146.000 compradores!, a un promedio de ¡95.500/hora! a una “velocidad” de 1.592/minuto luego de transitar “pacientemente” una cola de ¡3.800 kilómetros! equivalente a unas  ¡30.000 cuadras!.
En fin, solo con una adecuada formulación y cumplimiento de las reglas del juego se puede crear el clima de confianza que aspiran los potenciales agentes económicos para decidirse a invertir, en función a un proceso productivo que desanime las actividades puramente redistributivas sustentadas en los ingresos petroleros.
Jesús Alexis González       
jagp611@gmail.com         
@jesusalexis2020

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jueves, 23 de julio de 2015

JESÚS ALEXIS GONZÁLEZ, ¿HASTA CUANTO CAERÁ EL BS EN RELACIÓN AL $?

Durante el último año (desde julio 2014), el esfuerzo en Bs para comprar 1 $ aumentó en más de un 800% en el “mercado” paralelo lo cual, y con razonable angustia, ha inducido una pregunta frecuente: ¿a dónde llegará el $? desviándose del eje medular: ¿hasta cuanto caerá el Bs? como consecuencia del insostenible comportamiento económico que está conduciendo al venezolano hacia la precariedad.  

Veamos. Venezuela ha venido experimentando una “ilusión de progreso” sin  generación de riqueza--distinto a “renta petrolera—soportando tal espejismo en un crecimiento económico atado a los ingresos petroleros y en una expansión “infinita” del gasto público marcadamente populista-electoral, alejado de la necesaria acumulación de capital (requisito para crear riqueza) que igualmente propicia, tanto un aumento de la liquidez en poder del público con implícito efecto inflacionario (escasez de bienes) como una presión por la compra de dólares en reacción a la desconfianza hacia el Bs. 

Al tiempo, se ha perfilado un desequilibrio macroeconómico caracterizado por un déficit estructural del sector público consolidado causado por un aumento de su participación en la actividad económica, déficit fiscal, emisión recurrente de dinero inorgánico (40% de la liquidez monetaria), continuas devaluaciones (implícitas y explicitas), creciente endeudamiento (unos US$ 150.000 millones para finales 2014), contracción del PIB (7,2% al II T de 2015), e inestabilidad en los precios. En mucho, este escenario emana de  una desarticulada ejecución de políticas sin visión de largo plazo transitando por un triángulo (¿de las Bermudas?) generador de vulnerabilidad, cuyos vértices son: depreciación del Bs, elevada inflación--para 2015 podría superar el 200%-- (a diferencia de EEUU: 0%, Zona Euro:0,2% y China:1,3%), y de una significativa disminución de las reservas internacionales ( apenas US$ 15.816 millones, 14/07/15) 70% en barras de oro y otro % en DEG y piedras preciosas.

Tan dramática situación—que se complica con la baja de la cesta petrolera en  más del 50% ( hasta 49,89 $/b) y con la incorporación de Irán a la oferta petrolera (unos 1,2 millones b/d) hace impostergable la instrumentación de un Programa de medidas económicas de orden estabilizador (reducción de la demanda) y estructural (aumento de la oferta) basado en la austeridad y en la reducción de los controles sobre la economía—al tiempo de reducir el tamaño del Estado y el intervencionismo gubernamental—en función de estimular el crecimiento de la economía con la activa participación del sector privado dentro de un mercado lo más libre posible con tanta supervisión como fuese necesaria. Asumimos la viabilidad de un Programa de Rescate Económico (PRE), soslayando el término “ajuste” que tanto se elude referenciar y mucho menos poner en marcha  ante el temor, afirman, a su “costo político-partidista”;  siendo que en realidad ya lo están pagando teniendo como “fiadores coercitivos” a una mayoría ciudadana que está experimentando una baja en su calidad de vida, desabastecimiento, escasez, desesperanza, “rabia” y otros;  olvidando de igual modo, que mientras más pronto se asuma dicho “costo” , menor será el tiempo requerido para superar el  efecto recesionista que provocarán temporalmente las medidas.
El PRE, tendría como objetivos fundamentales, al menos, los siguientes: 
(1) Impulso al crecimiento económico a la luz de un estímulo a la iniciativa privada (nacional y extranjera), revirtiendo  asuntos críticos como que en 2014 Venezuela ocupó el puesto 134 en el ranking mundial de competitividad—peor mientras se aleje de 0—en contraste, p.ej. con Chile: 34, Panamá: 40, Perú: 61 y Colombia: 69; 
(2) Un definitivo plan contra la inflación, que ya afecta no solo a los estratos sociales de menos ingresos “nominales” sino también al conglomerado empresarial bajo el yugo de la fijación de “precios eternamente congelados”; 
(3) Flexibilización del control de cambio (eliminando su esencia político-partidista) como estrategia para atraer inversiones y estimular la repatriación de capitales; sujeto al cumplimiento del ámbito institucional (“reglas de juego”); 
(4) Establecimiento de un tipo de cambio único con flotación “sucia”—intervención circunstancial del BCV—dentro de un escenario animado por las fuerzas del mercado; (5) Restitución de la autonomía  al BCV, en pro de retornarle su rol de ente rector de la política monetaria y cambiaria; y (7) Instrumentación de una racional restructuración del gasto público.
Finalmente, responder sobre ¿hasta cuanto caerá el Bs en relación al $? ( ¿hasta dónde llegará el $?) es casi un atrevimiento profesional irresponsable, ya que implica el  conocimiento de otro tema nada fácil: ¿hacia dónde quiere avanzar el Gobierno en materia económica?; siendo así nos limitaremos a dos inferencias: 
(A) De no generarse una autocrítica del oficialismo en función de reorientar el actual enfoque político-ideológico que persiguen, se perfila una situación donde cualquier precio que se pague por el $ es ¡el mejor! ya que se encuadra en una percepción individual vinculada con sus dudas y temores, lo cual puede llevarlo a pagar en el paralelo Bs 1.000/$ y más; 
(B) Iniciando el Gobierno, de inmediato, un Programa de Rescate se abre la esperanza de un nuevo rumbo de la economía que conduciría en corto plazo a un precio cercano a Bs 200/$; obviamente condicionado a un auxilio financiero equivalente a la caída de los ingresos petroleros 2015 (unos US$ 35.000 millones), y al retorno de la ortodoxia económica en conjunción con racionales programas sociales compensatorios. En caso contrario, se acelerará la caída del bolívar teniendo como piso ¡el colapso!
Jesús Alexis González       
 jagp611@gmail.com       
@jesusalexis2020

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