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jueves, 7 de junio de 2012

MARÍA BLANCO, LA DEMONIZACIÓN DEL OTRO, INSTITUTO JUAN DE MARIANA,

El pasado domingo, Carlos Rodríguez Braun publicaba un artículo en La Razón titulado Empobrecer al vecino, en el que explicaba cómo las políticas nacionales que tratan de mejorar la situación de uno empeorando la de otro son perjudiciales. Rodríguez Braun aportaba diferentes argumentos para señalar lo nocivo de estas medidas de corte tan mercantilista. En primer lugar, las limitaciones comerciales benefician a unos pocos a costa de la mayoría de la población. En ese sentido, los grandes perjudicados de las políticas comerciales intervencionistas son los consumidores, es decir, la población en general. Por otro lado, generan una distorsión en la atribución de responsabilidades, lo que resulta muy atractivo ya que los políticos aparecen como salvadores y se señala un culpable extranjero en quien la población puede descargar su frustración.

Estos argumentos tan claros y lúcidos pueden aplicarse, no solamente a empresas o países, sino también a los agentes económicos: a los individuos. Por desgracia, estas reflexiones son de plena actualidad. Una de las aficiones de las sociedades, fruto del mito del Estado del Bienestar, consiste en demonizar al de al lado y tratar de mejorar a costa de los demás. Esa, según Ayn Rand, era la diferencia entre el socialismo y el capitalismo. El socialismo incentiva a los individuos a vivir a costa de los demás. El capitalismo incentiva a los participantes en el mercado a competir entre sí como medio de superar a los demás. Y, exactamente como describe el profesor Rodríguez Braun, el privilegio de unos pocos provoca el empobrecimiento de muchos, los contribuyentes.

Un ejemplo lo tenemos en la reacción de mucha gente cuando se expone la solución propuesta por el Instituto Juan de Mariana al caso de Bankia: la conversión forzosa de parte de las obligaciones en acciones. De esta manera, la deuda pasaría a ser propiedad y serían aquellos acreedores que se fiaron de Bankia y se involucraron más intensamente en su financiación sobre los que recaería el peso de remontar la situación, y no sobre los contribuyentes. Ante esa solución, una de las pegas más comunes consiste en explicar que muchos pensionistas tienen en sus fondos de pensiones obligaciones de Bankia y, acto seguido, añaden que muchos otros compraron convertibles engañados. En primer lugar, son cosas diferentes. El engaño hay que denunciarlo, y no es una característica del capitalismo o de la economía liberal. Es propio de la naturaleza humana: por eso existen leyes que protegen del engaño. Pero el argumento del fondo de pensiones es muy resbaladizo y populista. Es decir, es de los que la gente común se traga fácilmente. Uno se imagina a la pobre abuela que no tiene necesidad de saber los intringulis del mundo financiero y se fía de su caja de ahorros, posiblemente la misma de siempre, en la que le abrió la cartilla al nieto, en la que estaba su nómina. Y, claro, pensar en que esa señora va a perder su pensión nos indigna a todos. A los liberales, a los libertarios, a los capitalistas también. Sobre todo porque la frase con la que te atacan es "¿te parece justo que esa señora pierda su pensión mientras Rato, Blesa, Fernández Ordóñez y los demás se van de rositas?". No me parece justo que los responsables de un delito se vayan de rositas, ni en el caso Bankia ni en ningún otro.

Pero, empleando su lógica, lo que se está diciendo es que lo justo es que una madre soltera que trabaja, que no ha tenido oportunidad de formarse mucho, que mantiene a su hijo de meses, que paga sus impuestos y apenas llega a fin de mes pague el roto que han dejado entre unos y otros en una caja de ahorros con la que ella no tiene nada que ver. ¿Es justo que esa pobre mujer pague?

Para empezar, en el caso de la abuelita, es muy probable que el fondo esté diversificado con lo cual no perdería el valor de todo, y además la propuesta es convertir obligatoriamente sólo parte de las obligaciones, así que el efecto final sería muy pequeño. Y, por otro lado, no se sabe quiénes son los poseedores de obligaciones, pero muchas de ellas están en manos de bancos extranjeros y fondos de inversión de bancos españoles. El caso de la viejecita, como el de la madre soltera, es muy restringido.

Pero, lo peor es el mensaje: no importa dónde ponga usted su dinero, si pierde, ya se lo pagan el resto de los españoles. Es decir, se incentivan las malas inversiones y no las buenas.

No estaría de más plantearse cuál es la causa real de todo el problema de Bankia: la intervención directa del poder político en el sistema financiero. ¿Alguien ha propuesto que se acabe con ello? No, se ha pedido más Estado. Pues eso es lo que, por desgracia, vamos a tener.

http://revista.libertaddigital.com/la-demonizacion-del-otro-1276240208.html
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lunes, 30 de abril de 2012

JOSÉ CARLOS RODRÍGUEZ, EL TRIUNFO DEL CAPITALISMO, LUCHA CONTRA LA POBREZA

El Banco Mundial acaba de publicar su informe Indicadores Mundiales de Desarrollo 2012, donde indaga en si se está avanzando en la consecución de los Objetivos del Milenio.

Son ocho esos objetivos, el último de los cuales es la creación de un gobierno económico mundial, del que la propia institución, claro está, no quedaría muy lejos. El primero es el más importante: reducir la pobreza extrema y el hambre a la mitad en 2015, teniendo como referencia los índices de 1990.

El informe de 2012 sólo tiene datos hasta 2008, aunque cuenta con datos provisionales hasta 2010. Los datos son relevantes en sí mismos, ya que la reducción de la pobreza en el mundo es el primer problema al que nos enfrentamos. Y también son relevantes para observar en qué medida contribuye el capitalismo a tal objetivo.

¿Qué dicen los datos? Mirémoslos en conjunto. Trazada la línea de la pobreza extrema en 1,25 dólares al día (dólares constantes de 2005 y en paridad del poder de compra), en 1981 el 52,2 por ciento de la población mundial quedaba por debajo de ella. En 1990, que es cuando se fija el punto de partida de los objetivos del milenio, el porcentaje era ya nueve puntos inferior: 43,1 por ciento. Cayó después otros nueve puntos en nueve años (34,1 por ciento en 1999), y doce en los nueve siguientes (22,4 por ciento en 2008, último año para el que hay datos completos).

El Banco Mundial dice:

Teniendo en cuenta los puntos de partida de 1990, el progreso se ha acelerado en la última década, arrancando a millones de personas de la pobreza, llevando a millones de niños a la escuela y reduciendo drásticamente la pérdida de vidas humanas debida a causas que se pueden prevenir.

Lo cierto es que en 2008 casi se logra el objetivo de reducción de la pobreza extrema previsto para 2015. Además, las estimaciones preliminares de 2010 muestran que la tasa de pobreza extrema cayó aún más, con lo que se ha alcanzado el objetivo global (…) de reducir la pobreza mundial cinco años antes.

Siempre se señalan otros aspectos de la vida que indican carencias. Son aspectos distintos de la pobreza, y a medida que ésta va remitiendo esos otros problemas también lo hacen. Por ejemplo, la mortalidad en los países en desarrollo ha pasado de 98 por mil nacimientos a 63 en 2010.

Pero la incidencia del capitalismo en la pobreza se ve aún mejor si miramos la evolución por regiones. El Extremo Oriente ha sido la zona que con más fervor ha abrazado el capitalismo en las últimas décadas. Pues bien, ahí la pobreza se ha reducido del 77,2 por ciento del total de la población en 1981 al 14,3 de 2008 (del 84 al 13,1 en China). La región más orillada por la globalización, la que más se ha mantenido al margen del comercio internacional, viene siendo el África Subsahariana, si bien a partir del cambio de siglo las cosas han empezado a cambiar. Es la que padece el peor índice de pobreza; de hecho, aumentó entre 1981 y 1993 (del 51,5 al 59,4 por ciento), si bien luego –curiosamente, a medida que se ha ido abriendo al resto del mundo– se ha reducido, lentamente en un principio (57,9 por ciento en 1999) y luego ya más rápidamente (47,5 por ciento en 2008).

En definitiva, año a año se confirma que el capitalismo está rescatando de la pobreza a millones y millones de personas, y a una velocidad desconocida en la historia. La mejora es una aspiración legítima de la humanidad, y el progreso material no sólo es bueno por sí, sino que está asociado a otros bienes morales que también consideramos valiosos. El capitalismo, la economía de mercado, la producción libre y el libre intercambio están en el centro de esa ingente transformación que se está produciendo tan lejos de donde vivimos.

© Instituto Juan de Mariana

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lunes, 13 de diciembre de 2010

DEL ESTADO DEL BIENESTAR AL ESTADO DE ALARMA. MIQUEL ROSSELLÓ. INSTITUTO JUAN DE MARIANA (DESDE ESPAÑA)

De la misma forma que la caída del muro del Berlín el 9 de noviembre de 1989 marcó el final de una década, podríamos aventurar que la nuestra comenzó el 11 de septiembre de 2001 y todavía no ha concluido. Desde entonces una crisis latente recorre Occidente, que se ha demostrado incapaz de gestionar “el fin de las ideologías”, superadas por una síntesis de liberalismo estatista que promueve la doctrina de la tolerancia infinita frente al multiculturalismo en la forma de un Estado del Bienestar que se financia a través de una expansión crediticia irreal.

Entonces, no solo se tambalearon los cimientos de las Torres Gemelas, sino que con ellas se pusieron de manifiesto las debilidades de las formas políticas bajo las que nos organizamos actualmente. El pánico y la indefensión se calmaron con una respuesta contundente que conllevó restricciones en las libertades que, en algunos casos, se mantienen hasta el día de hoy. Entre otros ámbitos, Internet, que permanecía virgen a la intervención estatal, empezó a ser objeto de preocupación y legislación; estos días comprobamos cómo la fuerza de los gobiernos recae sobre un hombre, Julian Assange, héroe para unos y villano para otros, por mantener un refugio de anonimato en el que volcar secretos -y cotilleos- de Estado. El debate sobre la neutralidad en la red forma también la agenda política, y su regulación podría, en lugar de garantizar un acceso libre, garantizar la intervención estatal para igualarnos por la base en el mundo virtual. Ejemplos que algunos podrán considerar banales pero que sin duda marcan la tendencia de los estados, siempre dispuestos a garantizar la seguridad de sus ciudadanos a cambio de un alto precio. Otro ejemplo es el de la hiperregulación de sectores como el energético debido a la alarma creada por un supuesto apocalipsis climático que no termina de llegar pese a sus heraldos. Recientemente en España se ha decretado uno de los estados de excepción previstos en la Constitución para desbloquear el cierre del espacio aéreo que causaron los controladores al abandonar sus puestos de trabajo y en el que de momento nos encontramos.

El mismo temor que nos lleva a sacrificar libertades es la misma pulsión sobre la que se ha construido el Estado del Bienestar. El miedo a una enfermedad a la que no podríamos hacer frente por nosotros mismos nos incita a delegar esa responsabilidad, aunque la falta de incentivos de mercado para la investigación impida encontrar remedios futuros. El miedo a perder el trabajo nos impele a legitimar un sistema de subsidios que, en lugar de ayudar al posible desempleado, encarece y dificulta la contratación. Y así con todas y cada una de las garantías del bienestar que el abrazo maternal del Estado nos ha ido ofreciendo hasta constreñir la capacidad creadora y equilibradora del libre mercado. Un sistema económico y socialmente insostenible que empieza a colapsar, pero que no por ello impide a la propia organización reestructurarse para no perder su hegemonía. Como si de una extremidad gangrenada se tratase, el Estado se deshará de sus políticas más inoperantes sin renunciar a mantenernos en un verdadero Estado de Alarma.

Así, en este estado de pánico perpetuo en el que nos encontramos sometidos, parecemos decididos a renunciar a la libertad para garantizar nuestra seguridad. Como un rebaño de ciudadanos pastoreado por una casta de políticos, no reparamos a preguntarnos si la cerca que levantan a nuestro alrededor nos protege de los lobos o es utilizada para mantenernos bajo control. El lobo no solo se encuentra entre nosotros vistiendo piel de cordero, sino que nos domeña con el cayado del pastor.

¿Implica este razonamiento justificar o legitimar en algún modo un ataque terrorista, el bloqueo de la navegación aérea? Absolutamente no, de ningún modo. Siendo hechos muy distintos, solo son comparables en que sus únicos responsables son quienes los causaron: los terroristas en el primer caso y los controladores en el segundo.

Pero esto no debe impedir analizar las decisiones políticas desde una perspectiva crítica. De hecho, al no hacerlo caeríamos en una grave irresponsabilidadm pues jamás debemos olvidar las palabras de Jefferson advirtiendo que “el precio de la libertad es una eterna vigilancia” a sabiendas de que el poder a vigilar en nuestros días es el de las leyes que se atribuyen la capacidad de transformar la realidad. Leyes que pueden dictarse de forma provisional para atajar una situación de peligro inminente, real o imaginado, pero que terminan sumándose al acervo normativo para ser utilizadas de forma ordinaria en lugar de extraordinaria. Rara vez, cuando el Estado avanza restringiendo nuestras libertades vuelve sobre sus pasos deshaciendo el camino andado. Ahora más que nunca, los hombres celosos de su libertad deben -debemos- permanecer en un verdadero estado de alarma.

Instituto Juan de Mariana

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domingo, 7 de noviembre de 2010

ESTA NO ES LA ALTERNATIVA. DAVID CAMERON

El gobierno de Gordon Brown no supo afrontar la crisis económica pese a que en la Conferencia Anual de 2008, el ex Ministro de Hacienda salió ungido con la escarapela de “Mesías Salvador”. Nada de eso. Su fórmula fue un calco de la aplicada por Harold Wilson y James Callaghan en los años setenta: intervención estatal pura y dura, con la única diferencia de que las Trade Unions (sindicatos) no son tan potentes en el siglo XXI como en 1979. Margaret Thatcher y Toni Blair las domesticaron.

Los dos años en que las medidas de Gordon Brown se aplicaron fueron desastrosos. Dejaron como bagaje un desolador “there is no money left”. Curioso paso el del político escocés por Downing Street. Tanta prisa por suplir a Blair para luego acabar de un plumazo con todo un legado, internacional, diplomático y económico. Éste último es el más preocupante y ha servido para poner de manifiesto que los tories, si tienen una característica distintiva, generación tras generación, es que son buenos gestores de la economía.

Algunos, de modo peyorativo, hablan ya de “experimento cameroniano”. ¡Qué poco conocen a los conservadores! Su trayectoria histórica, si por algo los define, es por la cautela hacia los cambios, ya sean grandes o pequeños. La huella de Edmund Burke se mantiene intacta en la filosofía del Partido. La política de wait and see no sólo la aplican cuando de la Unión Europea se trata. Es un dogma.

En efecto, como sucediera a partir de 1979 con la famosa There is no alternative (TINA) de Margaret Thatcher, ahora mismo no queda otra opción que “apretarse el cinturón”, lo que incluye recortes en todos los departamentos. George Osborne (Ministro de Economía) lo avisó en Birmingham con motivo de la Conferencia Anual. Todo el mundo lo consideró “el patito feo” del gobierno, aunque pesos pesados de política británica de los años 80, como Norman Tebbit, alabaron sus propuestas de modus operandi que ahora David Cameron ha aplicado con el objetivo de lograr, en sus propias palabras, “un nuevo dinamismo económico”.

Sin duda alguna, el Primer Ministro es un valiente. Primero, porque no dispone de un gobierno mayoritario y sus socios, los Liberales Demócratas, querrían un credo económico diferente, o por mejor decir, antagónico. Segundo, porque muchos usarán sus recortes para hacer demagogia contra él. Tercero, porque las “medidas impopulares” afectan a carteras ministeriales claves como Defensa, piedra angular en la política de seguridad británica. Esto no significa que conceptos clave (como responsabilidad) o temas centrales (como el rol de la familia) hayan desaparecido de su ideario.

En definitiva, Cameron está viviendo unos intensos primeros meses en el retorno tory al número 10 de Downing Street. Encuentro con Obama en julio, con el tema de BP por medio (y toda la demagogia con la que actuó el norteamericano); oposición al malgasto que tiene en mente la UE con sus presupuestos; petición de un reparto “más justo” de las cargas económicas a los integrantes de la OTAN; fecha de caducidad a la estancia de las tropas británicas en Afganistán…
Es muy posible que en mayo de 2008, cuando el Partido Conservador arrasó en las municipales, Cameron esperase una estadía más plácida en el gobierno. No ha sido así pero, precisamente por eso, está mostrando su valía como estadista nacional e internacional.


Los coneptos grandilocuentes quedan para la política y los políticos continentales. En las Islas se opta más por el realismo, en este caso, de tipo económico. El interés nacional es lo primero.


http://www.juandemariana.org/comentario/4835/david/cameron/there/is/alternative/

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domingo, 23 de agosto de 2009

*DE HITLER A CHÁVEZ, ÁNGEL FERNÁNDEZ (EL AUTOR ES MIEMBRO DEL INSTITUTO JUAN DE MARIANA)


La metodología subversiva de Hitler está siendo empleada por el populista Hugo Chávez para perpetuarse en el poder y extender el socialismo a los países bajo su influencia totalitaria. Y la Alemania nazi es un claro ejemplo de cómo una ideología totalitaria logra alcanzar el poder, utilizando las fisuras legales de una democracia parlamentaria con un Estado de Derecho deficientemente desarrollado.

Adolf Hitler fue elegido Führer del Partido Nacionalsocialista Alemán del Trabajo (NSDAP) en 1921 y el radicalismo de la ideología nazi se reflejó en discursos demagógicos, en su estrategia de desacreditar la moral judeocristiana, imponiendo una escala de valores nihilista y contraria a la sociedad civilizada, adoctrinando la juventud y con una organización paramilitar (camisas pardas) que aterrorizaba a sus enemigos políticos y a la población contraria al nacional-socialismo. Ante la inacción del sistema judicial y del Gobierno democrático, dos años más tarde Hitler lideró un intento de golpe de Estado fallido denominado el Putsch de la Cervecería. Fue sentenciado a cuatro años de cárcel, pero permaneció sólo ocho meses en su celda, ya que fue indultado.

Tras la profunda crisis económica de 1929, la demagogia y la propaganda del partido nazi lograron incrementar su presencia en el Reichstag. En 1933 ganaron las elecciones y, con Hitler ya instalado en el poder, se impusieron continuos cambios legislativos que permitieron transferir el control del Poder Judicial al partido nazi, reemplazar los sindicatos por el Frente de Trabajo nazi, cerrar los medios de comunicación opuestos al régimen y, finalmente, prohibir otras formaciones políticas.

Se comenzó a planificar centralmente la economía y se orientó la producción hacia la industria militar para constituir un poderoso ejército. El inicio de la Segunda Guerra Mundial en 1939 fue el desenlace previsible a la falta de respuesta de las democracias parlamentarias.

Las democracias occidentales debieron haber estado más vigilantes y debieron actuar ante tan serias amenazas a las instituciones morales que permiten la sociedad civilizada, como el respeto por la vida, la libertad, la igualdad ante la ley y las propiedades de los judíos, de los gitanos, de los opositores políticos o de los ciudadanos de las naciones que fueron invadidas por el ejército nazi.

El ejemplo de Alemania pone de manifiesto cómo fisuras democráticas, la debilidad de sistemas judiciales y la ineficiente dispersión pluralista del poder permiten que demagogos populistas se aprovechen de resquicios legales para subvertir el orden constitucional e imponer una dictadura, por medio de legislación liberticida. Algo muy similar ha sucedido en Venezuela. Hugo Chávez también protagonizó un golpe de Estado fallido en el año 1992, por el que fue procesado y encarcelado durante dos años. Pero, inexplicablemente, fue indultado por el presidente Rafael Caldera, quien actuó de modo irresponsable, de espaldas a la historia, ignorando la dimensión del desafío totalitario que debía combatir.

Sin quedar incapacitado para el ejercicio de cargos públicos y sin cumplir una condena ejemplar, el golpista Chávez pudo presentarse a las elecciones y en 1999 llegó al poder. Desde entonces Venezuela sufre la paulatina destrucción de su democracia. El precio del barril de crudo, por encima de 40 dólares, permite apuntalar a los dirigentes socialistas bolivarianos en Venezuela y a las compañías y grupos que medran del Estado, a la vez que se extiende la financiación del narcoterrorismo y de la revolución bolivariana por Centroamérica y Sudamérica.

Los petrodólares y el discurso bolivariano están incendiando el continente, con subvenciones a partidos políticos que promueven el odio de clases y la demagogia populista para alcanzar el poder. Su objetivo final es formar una unión socialista panamericana denominada Alternativa Bolivariana (Alba), desarrollada en torno a la República Bolivariana de Venezuela como centro neurálgico. Al modo paramilitar nazi, se crearon los círculos bolivarianos que se dedican a la propaganda, controlan trabajadores, barrios y ciudades enteras con el propósito de amañar los procesos electorales y amedrentar a los opositores del régimen.

Ya vimos el camino de servidumbre por el que transitan las democracias parlamentarias con fisuras normativas y con dirigentes que no afrontan los desafíos de organizaciones terroristas y de partidos políticos totalitarios. En Venezuela, primero se cerró a Radio Caracas Televisión (RCTV), para después revocar licencias de 240 emisoras de radio y de 44 televisoras. Se amedrenta a editores de periódicos y ahora incluso se legisla para penalizar la libertad de expresión de modo que “toda persona que divulgue a través de un medio de comunicación social noticias falsas que ocasionen grave alteración a la tranquilidad pública (....) será castigada con una pena de prisión de dos a cuatro años”.

Caracas ya no es ni la sombra de lo que era hace unos años. Coches muy antiguos. Negocios medio arruinados y sin mantenimiento. Hoteles de cuatro estrellas que no llegan a dos. Pobreza y más pobreza, debido al intervencionismo revolucionario que aleja el desarrollo al destrozar las libertades, la propiedad privada, el tejido productivo y, en general, la libre interacción entre personas.

El megalómano utiliza la figura de Simón Bolívar para promover la colectivización de la sociedad.

LINK DEL ARTICULO:
http://www.laprensa.com.ni/archivo/2009/agosto/20/noticias/opinion/344558.shtml
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