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martes, 7 de julio de 2015

ENRIQUE MELÉNDEZ, SI ESCOGEMOS EL CAMINO CORRECTO, NOS TUMBAN

Definitivamente hemos llegado a los niveles de hiperinflación, si es que tomamos en cuenta que el paralelo se ubicó en 500 bolívares en este mediodía del año, y según los economistas, cuando el paralelo se ubica en esos niveles en la economía se suelen trasladar un 50% de los precios de los bienes e insumos a ese valor; de modo que si nos guiamos por esta regla, esto implica que para finales de año vamos a tener una inflación de más de 200%, de acuerdo a los números de hoy.

         A eso se le suma el flagelo de la escasez; un flagelo que llegó para quedarse, consecuencia de la caída de los precios del petróleo; cuyos niveles exorbitantes mantuvieron por muchos años la ilusión del petropopulismo de Chávez, el supuesto milagro económico: momentos en los que Chávez pregonaba que íbamos a ser potencia, mientras se daba a la tarea de quebrar el aparato productivo del país, con la idea de que el petróleo iba como una bala disparado a los 200 dólares. Que fue la consecuencia que Caldera no afrontó, cuando en el año de 1997 se derrumbaron los precios del petróleo; aun cuando no dejó de ser un gobierno tan improvisado como éste, sólo que no se dedicó a perseguir al empresariado nacional.
         A los venezolanos nunca se nos olvidará la vez que Chávez comenzó a hablar de la expropiación del Hato La Marqueseña, y esto, según se decía, porque alguien le había metido en la cabeza la idea de que una parte de las tierras que constituían esta hacienda habían pertenecido a su bisabuelo Mai Santa. Fue cuando entonces Chávez se sintió Santos Luzardo, el famoso personaje acartonado de Rómulo Gallegos; es decir, pensando en los términos de cuando en el país se hablaba de los latifundios, y que se iban fusionando, a medida que se le anexaban tierras, adquiridas en forma compulsiva, como se refleja en la novela “Doña Bárbara”.
Por aquí comenzó el saqueo. De la expropiación de ese hato, se pasó al otro, y así sucesivamente, con la idea que había que fomentar la propiedad colectiva de la tierra, y si Chávez llegaba a tal rincón del interior del país, y veía una finca dedicada al cultivo de la caña, inmediatamente, decidía que a partir de ese momento, allí se dejaba de sembrar caña, y se sustituía por maíz. ¿Qué resultó de todo esto? 
Que más que colonias agrícolas; a aquello, primero, le desmantelaron todas las instalaciones e inmuebles, a los fines de justificar la ociosidad de la tierra, y cuyos desechos los vendieron en el mercado informal; luego, se comieron la producción que allí encontraban, y que no es la primera vez que sucede en Venezuela; pues la misma experiencia se tuvo con la llamada Reforma Agraria de Betancourt, a partir de la adjudicación de haciendas que habían pertenecido a los perezjimeniztas, salidos al exilio; al final, terminaron siendo prolongaciones de barrios de gente sin techo.
         Esto porque este reparto de tierras no estuvo acompañado por un programa de desarrollo agrícola nacional, y la prueba está en que, si a Chávez le daba la gana de decretar la vocación de un cultivo en determinada tierra, así se procedía, esto es, se trataba de una intervención muy improvisada en nuestra cultura agrícola, pues la gente que sabía de esta materia estaba dentro de esos hatos, y no en esos movimientos de gente sin techo, en plan de ocupación; en cuya gerencia colocaban a personas que nunca en su vida habían tenido que ver con el campo; que es lo que explica la caída de la producción en todos los rubros agrícolas, en muchos de los cuales éramos exportadores; como se lo hace ver el profesor Carlos Machado Allison, en carta que le envía al presidente de la FAO, con ocasión del otorgamiento de un reconocimiento, que le acaba de hacer al gobierno venezolano, supuestamente, de logros en materia de alimentación, y que a más de uno le hicieron levantar sospechas, sobre todo, en momentos en los que estallaba el famoso escándalo de la FIFA.
         En estas condiciones se llegó un momento en que el 70% de los bienes e insumos que se consumen en Venezuela son importados; una política que se mantuvo, hasta que se frenó el diluvio de los petrodólares, y entonces a esta gente se le secó la caja, es decir, se acabó el milagro económico, y se encuentra con que está casada con ese en otrora exitoso modelo, tanto desde el punto de vista ideológico; como desde el punto de vista de su bolsillo; mientras los pocos dólares que le quedan, los tiene destinados al pago de los bonos de la deuda externa, que se vencen este año; y de esta manera obvian los compromisos que tienen con los importadores; que es la causa principal de la escasez, como decíamos, y la que medida frente a una inflación de más de 200% coloca al país en una fase hiperinflacionaria, y no sin razón el BCV oculta la cifra de la escasez.
         Obsérvese la lógica de Aristóbulo Istúriz: “Si eliminamos el control de cambio, nos tumban”. Lo cual traducido a la realidad, y partiendo del señalamiento que hacen la mayor parte de los economistas, incluyendo, a algunos que están identificados con el presente gobierno, de que la causa de este desbarajuste económico la constituye el control de cambio, diría: “Si escogemos el camino correcto, nos tumban”. Aquí uno se preguntaría: ¿Quién los va a tumbar? Téngase en cuenta que hay estudios, como el de la firma Econométrica que habla de que de cada 3 dólares, que se otorgan por los mercados cambiarios oficiales, 2 van a la sobrefacturación; si es por fuga de capitales, y que fue por lo que se instituyó el control de cambio en el 2002: “Prefiero seguirme equivocando, y no entregar el poder”. En efecto, para él es muy fácil pregonarlo desde su investidura; penoso es para uno que gana en bolívares, frente a un mercado que se maneja a dólar negro. En última instancia no sería la ciudadanía la que los tumbara, sino las mafias de la sobrefacturación, las mafias del contrabando.
Enrique Melendez O.
melendezo.enrique@yahoo.com
@emelendezo

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viernes, 12 de junio de 2015

JESÚS ALEXIS GONZÁLEZ, MUCHO DINERO Y POCO BIENESTAR

Iniciemos recordando las funciones del dinero: medio de pago--se puede usar para comprar bienes y servicios--, unidad de cuenta—los precios se expresan en términos de dinero--, depósito de valor—se puede ahorrar para transferir recursos hacia el futuro--; funciones que se engloban en su condición de dinero fiduciario—es aceptado porque la gente tiene la confianza que lo podrá utilizar para comprar--, siendo que cuando pierde su valor ante la presencia de una destructiva inflación incluida la no anticipada (asociada con la incertidumbre), se induce un “desinterés” por tenerlo tal como aconteció durante la hiperinflación alemana cuando alguien olvidó un canasto lleno de billetes y se lo robaron…pero dejaron los billetes al lado.

Ha de señalarse, que la emisión de dinero debe estar respaldada por la producción del país (antes se hacía con oro), ya que en caso contrario esa emisión adquiere la condición de dinero inorgánico herramienta a la cual acuden los gobiernos cuando presentan déficit fiscal y no tienen posibilidad de aumentar los ingresos por la vía tributaria (impuestos); o lo que es lo mismo ¡necesitan dinero y simplemente lo imprimen! Tal accionar, se traduce en inflación como malvada equilibradora y desestimuladora de ese deseo por adquirir productos y servicios ¡que no existen!, en razón de haberse aumentado excesivamente la emisión monetaria sin que medie previamente un incremento en la oferta originando obviamente un exceso de demanda o inflación de demanda—la capacidad de producir se mueve a una velocidad muy inferior a la de la demanda—al extremo que no puede ser atendida haciendo uso de la capacidad de producción que estuviese ociosa; dejando por sentado que cuando la velocidad de crecimiento de la liquidez monetaria (monedas y billetes, depósitos a la vista, de ahorro y a plazo) supera la capacidad de compra se origina una pérdida de valor de la moneda (el bolívar para nuestro caso) como consecuencia de esa inflación. Así expresado, los principales efectos negativos de la inflación podemos resumirlos en que el dinero pierde su poder adquisitivo, el costo nominal de los bienes y servicios aumenta y se hace presente el indeseable (pero obligante) “costo de menú”—ajuste de algunos precios para mantenerlos alineados con la inflación--; en el entendido que la elevación de precios condiciona desfavorablemente y de manera simultánea a los actores socioeconómicos: al consumidor le disminuye la capacidad de compra, le restringe las posibilidades de ahorro y le estimula la desconfianza hacia la moneda hasta inducirle una demanda anticipada (compro ahora o nunca) colocando a la economía en un umbral hiperinflacionario; mientras que al productor le dificulta prever nuevas inversiones ante la contracción del flujo de caja como reacción a unos precios congelados y rezagados con respecto al aumento que experimenta la estructura de costos; aunado al resquebrajamiento de los precios relativos que elimina cualquier forma de comparación y de ¡competencia!.

Resulta conveniente mencionar, que la perversa emisión de recursos para financiar el gasto público (al margen de su pertinencia y eficiencia) y para mantener alto el tipo de cambio indujo que la inflación acumulada 1999-2014 alcanzara un 3.150%, la emisión de dinero inorgánico se moviera en un 9.600% desde un 4% del PIB en 2009-2011 a un 8% en 2012-2014 y la sobrevaluación se situara en un 2.600%; al tiempo que el financiamiento (compra de deuda) del BCV a PDVSA se ubicó a marzo 2015 en Bs 925.000 millones, mientras que la liquidez monetaria a mayo 2015 se ubicó en Bs 2.372.117 MM.

Desafortunadamente para la economía, y especialmente para el bienestar de los venezolanos, el Gobierno continua aumentando el gasto público—sin contar con ingresos ordinarios—provocando un déficit fiscal permanente (¡estructural!) que luego intenta cubrir con emisión de dinero inorgánico invadiendo, por una restricción de su autonomía, una prerrogativa del BCV (¡nunca del Gobierno!) a la luz de recibir bonos gubernamentales (¿?) y pagares de PDVSA (¡!), complementado tanto con endeudamiento interno (pan para hoy hambre para mañana) que a la fecha alcanza un monto superior a los US$ 60 millardos, al igual que haciendo uso de las reservas internacionales (divisas y oro) al extremo de reducirlas al 26/05/15  hasta US$ 17.390 millones (¡70% en oro!) y situarlas al menor nivel alcanzado desde 1997; conformando una “crisis de balanza de pagos” que terminará por derrumbar el régimen cambiario, habida cuenta de mantenerse una paridad fija del tipo de cambio ¡sobrevaluada!—utilizándola como estrategia antinflacionaria (¿?)—que ya resulta insostenible en razón a que el BCV no cuenta con dólares para mantenerla, propiciando de tal forma un contexto de crisis cambiaria que indefectiblemente conducirá a más devaluaciones a menos que se flexibilice y se deje flotar el tipo de cambio (con eliminación progresiva del control de cambio) en un escenario de adelgazamiento del Estado que pase por rescatar la credibilidad en sus intenciones económicas, y muy especialmente que ajuste la oferta monetaria al monto de las reservas internacionales.

Concluimos con una interrogante: ¿hasta cuándo el Gobierno seguirá financiando el déficit fiscal con emisión continua de dinero inorgánico, estimulando la malvada inflación? De nuestra parte inferimos que la economía está a punto de colapsar, y que la ¡¡paciencia del venezolano se agotó!!

Jesús Alexis González
Jagp611@gmail.com         
@jesusalexis2020

08/06/2015 EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, SIN COMUNISMO UN MUNDO MEJOR ES POSIBLE, ESTO NO PUEDE CONTINUAR, TERCERA VIA, DESCENTRALIZAR, DESPOLARIZAR, RECONCILIAR, DEMOCRACIA PARLAMENTARIA, LIBERTARIO ACTUALIDAD, NACIONALES, VENEZUELA, NOTICIAS, ENCUESTAS, INTERNACIONAL, ALEMANIA, ESTADOS UNIDOS, ESPAÑA, COLOMBIA, ARGENTINA,