BIENVENIDOS AMIGOS PUES OTRA VENEZUELA ES POSIBLE. LUCHEMOS POR LA DEMOCRACIA LIBERAL

LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA
Mostrando entradas con la etiqueta DECADA DE LOS 60. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta DECADA DE LOS 60. Mostrar todas las entradas

sábado, 20 de septiembre de 2014

ALBERTO RODRÍGUEZ BARRERA, LO QUE EL CASTROCOMUNISMO ES INCAPAZ DE HACER, (GUAYANA, ESCUDO DE DESARROLLO EXTRAORDINARIO)

 El 9 de julio de 1962 se inicia en Venezuela la producción de acero dentro del programa de la Siderúrgica del Orinoco, cuya primera etapa se concluirá a finales de ese mismo año con una capacidad instalada de 760.000 toneladas de acero, a lo cual se agregaba la construcción de la central de Macagua que produciría la fuerza eléctrica (370.000 kilovatios) requerida por la Siderúrgica y para el desarrollo de las industrias conexas. 

 Prevista para 1963 estaba la instalación de una planta de laminación de planos, con lo cual el envasado de productos, especialmente agropecuarios, se realizarían en condiciones ventajosas; refrigeradoras, lavadoras, automóviles, camiones, puentes y edificios serían ensamblados y fabricados con acero venezolano; materias primas y productos intermedios y finales constituirían un poderoso impulso para el desarrollo de las empresas privadas, para la fabricación de artículos de consumo durable y, en general, de toda clase de bienes de capital. (También para fines de 1962 se finalizarían las principales plantas de fertilización y la expansión de la Petroquímica.)

     Invisible también para los extremistas de izquierda y derecha, que ahora conspiraban juntos, unidos como cuando el régimen de Medina Angarita, la institucionalidad democrática pensaba en el futuro de una tierra que contenía recursos que no se encontraban en igual concentración en otra parte del mundo, consistente en hierro y acero, energía, aluminio, manganeso, maderas aprovechables, petróleo y gas natural, que permitían estimar un desarrollo industrial de tal magnitud, que en un futuro su potencial de exportación anual –en el complejo de hierro y acero solamente implicaba un ingreso en divisas igual o superior al que para ese momento proporcionaba la industria petrolera.

      Paralelamente marchaba la programación de la gigantesca represa del Guri para generar 6 millones de kilovatios. Había conciencia sobre el valor de nuestras riquezas naturales y la fe y capacidad venezolanista para explotarlas en beneficio del país, y una lúcida convicción de estar echando los cimientos inamovibles, sólidos, de una nación de economía diversificada.

     Tamañas inversiones justificaban con creces el que no se podían resolver al unísono todos los problemas del país, como Rómulo lo reiteraba frente al país, pero Venezuela buscaba no depender del solo hilo petrolero para su independencia económica. Por eso también se creaba la construcción de la ciudad Santo Tomé de Guayana, buscando no repetir los errores del desarrollo a la diabla, desarticulada y sin servicios públicos, que con el petróleo se habían ya vivido en Anaco, El Tigre, Cabimas, Lagunillas y Punto Fijo. Ciudad  Guayana  y Guayana toda sería coherente.

     También la meta que se tenía para 1964 de construir 27.000 kilómetros de carreteras pavimentadas en todo el país, con lo cual Venezuela tendría el núcleo vial mejor estructurado de América Latina y otras partes del mundo, ya se habían construido –en tres años- sólo en el Estado Bolívar 367 kilómetros, 90 kilómetros de caminos vecinales y 14 kilómetros de avenidas en Ciudad Bolívar y San Félix. Entre ellas: Upara-El Manteco, Ciurdad Bolívar-Maripa, Santa Elena-Paraitepuy-Icabarú, Caruachi-Upata, Guasipati-El Callao, Puerto Ordaz-San Feelix, Guasipati-El Miamo, El Callao- La Conservita-Las Animas, La Escalera-Santa Elena, Maripa-Caricara, El Callao-Tumeremo-El Dorado, Ciudad Piar-La paragua, con ramales a San Francisco y Santa Bárbara; más 90 kilómetros de vías de penetración agrícola, caminos vecinales y vías de acceso del campesino hacia centros de venta y consumo. De 4 calles pavimentadas que tenía Upata en 1959, para 1962 estaban todas pavimentadas. A esto se agregaba la construcción del puente sobre el río Orinoco, símbolo de la integración de Guayana al desarrollo económico y social del país. Obras grandes y pequeñas en inteligente armonía.

     Así como se desarrollaba un desarrollo inusitado por vía terrestre, se habían ya ampliado o pavimentado los aeropuertos de Ciudad Bolívar, Tumeremo y Guasipati, y se construyeron totalmente los de Paritepuy, Caicara y la Divina Pastora. Igualmente se habían construido 50 edificaciones educacionales, entre liceos, grupos escolares con comedores anexos (26), escuelas rurales (9), La Escuela Normal, la Escuela de Comercio y las Escuelas industriales, una escuela para técnicos y peritos agrícolas y la segunda etapa de la Escuela de Medicina de la (también creada) Universidad de Oriente; todo ello distribuido en las siguientes poblaciones: Upata, El Palmar, San Félix, Caicara del Orinoco, Tumeremo, Guasipati, La Sabanita, Puerto Ordaz, Maripa, El Roble, Ciudad Bolívar, La Paragua, Maitaco, El Frío, Santa Fe, El Dorado, El Arrozal, La Sierra, Las Bermudas, Santa Bárbara, Las Trincheras, Campo Alegre, Tócoma, El Cristo, Los Hicoteos, La Flor, Sierra Maestra, y otras.

     En materia de salud pública, se concluyó el Hospital de Upata, los dispensarios rurales de El Miamo, Las Bonitas, Santa Rosa, El Cristo, Santa Bárbara y Sierra Maestra, el Hospital Antituberculoso de Ciudad Bolívar, El Hospital Siquiátrico de Ciudad Bolívar, el Centro de Salud de Caicara y la Escuela de Enfermeras de Ciudad Bolívar. En materia de viviendas: 502 unidades en Ciudad Guayana (1.000 más en proyecto), 780 viviendas rurales, 800 parcelas en El Roble y San Félix, 450 parcelas en Castillitos y Puerto Ordaz, el Hotel Cunucunuma, 144 apartamentos en Ciudad Guayana, 200 casas en Las Moreas y 20 casas en Upata; en proyecto habían otras 1.000 casas más. En cuanto a remodelación de viviendas, estaban habilitados los créditos que otorgaba el Banco Obrero.

     En materia de electrificación, además de lo implícito en la planta de Macagua y en la represa del Guri, ya se había instalado la Planta eléctrica de El Callao con línea de transmisión a Guasipati, además de las redes pertinentes a Aripao, Santa Rosalía, Las Majadas, Maripa, Santa Bárbara, Macagua Nº1, El Pao, Upata, El Callao y Tumeremo, centros para la transmisión a poblaciones circundantes.

    La electrificación iba paralela a la instalación de acueductos y cloacas –en toda la República-, en lo cual ya se habían cubierto Upata, Guasipati, San Félix, El Roble, Puerto Ordaz, Ciudad Bolívar, Tumeremo, La Urbana, Las Majadas, Las Bonitas, Aricuao, Santa Elena, El Palmar, Santa Bárbara, San Francisco de La Paragua, La Primera Agua, El Rosal, El Manteco, Maripa, El Miamo, Cabeza Mala, Los Linderos, Santa María, San Lorenzo, Sabanita, San Martín, La Urbana, Santa Rosalía, El Callao, Ciudad Guayana, Santa Elena, y otras. La Reforma Agraria había entregado tierras y títulos de propiedad a 1.800 familias, y los créditos a la producción agrícola habían logrado aumentar la producción de arroz en 134% desde 1959. Se habían otorgado más de 9.000 créditos empresariales, incluyendo a la pequeña y mediana industria.

     El Gobierno de Coalición no realizaba una política de desarrollo limitada a las áreas metropolitanas, sino una proyectada en todos los ámbitos del país. Y no eran shows mediáticos adornados con multitudes en las plazas públicas, porque aún no había cundido el virus de hacer de los eventos de inauguraciones un marco para el lucimiento de los líderes políticos. En el Gobierno de Coalición había un equipo de especialistas dirigidos por un Jefe de Estado, revisando la marcha de la administración pública, observando sus fallas y aciertos, atendiendo al obrero, al industrial, al hacendado, al campesino, al profesional, al estudiante. No solo atento a la defensa de las libertades públicas sino que haciendo una obra positiva desde el punto de vista del desarrollo económico, cultural y social de Venezuela.

    Y era una obra que se hacía dentro de tiempos tormentosos, acosado por la doble pinza de esas dos conspiraciones, de izquierda y derecha reaccionarias, que pretendían que el país renunciara a las libres y soberanas instituciones democráticas para establecer un régimen similar al de Cuba, como apéndice foráneo.

     La mayoría de los venezolanos, fuesen o no partidarios del Gobierno de Coalición, reaccionaban al unísono en defensa de la democracia, dedicados a sus actividades normales, a su ímprobo y laborioso esfuerzo cotidiano, no envenenado en cada respiro de su vida por una avasallante priorización de la política.

    Al margen de la lucha antidemocrática, los partidos democráticos de la oposición podían tratar con un Presidente que no actuaba como personero de una determinada parcialidad política, sino en representación de todos los venezolanos y a favor de una tierra que podía comprobar la realización de una labor extraordinaria que beneficiaba a toda Venezuela.

Alberto Rodriguez Barrera
albrobar@gmail.com
@albrobar

EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, ACTUALIDAD INTERNACIONAL, OPINIÓN, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, REPUBLICANISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA,ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA,CONTENIDO NOTICIOSO,

domingo, 20 de julio de 2014

ALBERTO RODRÍGUEZ BARRERA, EL DESARROLLO REAL ES CERO TOTALITARIO

     La Venezuela que amanecía a principios de 1962 nos puede dar una idea sobre la complejidad implícita en la gestión del Gobierno de Coalición, que además de ejecutar una labor pedagógica para la consolidación de la democracia, acompañada por la ejecución de obras sociales como jamás se había logrado en nuestro país, confrontaba al unísono la pretensión insurreccional del Partido Comunista y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), comprometidos con el abuso de legalidad de sus parlamentarios en una línea aventurera, subversiva, ante lo cual el Gobierno elaboraba un expediente para preguntarle a los jueces si eran métodos democráticos promover motines callejeros, asesinar policías y pacíficos ciudadanos por la espalda, ejercer la piratería aérea y tratar de producir insubordinados dentro de los cuarteles.

Con el mismo empeño con que se adelantaban conversaciones reclamando contra el expansionismo inglés, por haberle comprado a los holandeses 12 mil millas cuadradas de Guayana y arrebatarle a Venezuela 109 mil millas cuadradas, el Gobierno de Coalición buscaba igualmente la extradición del dictador Pérez Jiménez, quien vivía en Miami en una casa de 400 mil dólares con una flotilla de sirvientes, yates, automóviles, que decía haber comprado con los ahorros de su sueldo normal de Presidente de Venezuela, gestiones éstas que iban paralelas a creaciones como la OPEP, la  Corporación Venezolana de Petróleos y futura PDVSA, la Petroquímica, la Siderúrgica, etcétera, evidentemente demostrando así que se impulsaba el desarrollo económico del país logrando al propio tiempo una mejor distribución de la renta nacional entre todos los sectores sociales, y que también se combatía de frente y enérgicamente contra las minorías totalitarias de derecha e izquierda, especialmente contra quienes abogaban porque se estableciera en Venezuela una sucursal del régimen comunista de Fidel Castro. 

     El Gobierno de Coalición defendía a la democracia venezolana de una minoría agresiva que no pensaba en votos sino en balas, que estaba realizando crímenes políticos y que cada día funcionaba más como una verdadera banda de terroristas. Pero esto no impedía que, además de las grandes obras, se inauguraran los Parques del Este y el Arístides Rojas, que se iniciara el de las Naciones Unidas, así como también se entregaban en funcionamiento los balnearios de Catia la Mar y el de Naiguatá, además de estar en construcción el de Macuto, el de Gibraltar en Zulia y en planificación el de Higuerote.

     Rómulo Betancourt recordaba la muy cierta expresión de Santiyana según la cual quienes olvidan las lecciones de la historia están obligados a vivirlas otra vez, aforismo con el cual recalcaba que en Venezuela no habría otra dictadura como la finalizada el 23 de enero de 1958 y tampoco una satrapía totalitaria de partido único, que en Cuba abolía la propiedad privada, las libertades políticas, civiles y sindicales, que eliminaba a las Fuerzas Armadas regulares para suplantarlas por milicias, supeditándose como país a los dictados de la Unión Soviética. En el acoso que mantenía Castro, salivando sobre Venezuela, ésta tenía los suficientes bríos para defender su legitimidad contra las manifestaciones cíclicas de esa obstinada y doble conspiración de grupos totalitarios minoritarios.
 
     En Venezuela la legalidad funcionaba. A los parlamentarios que actuaban fuera de la ley se les instruyó un expediente y llevó a la Corte Suprema de Justicia para que consideraran si existían méritos o no para que el cuerpo legislativo decidiera o no allanarlos. Sin arrogarse atribuciones autocráticas, sí se tomaron las medidas contra quienes perturbaban el orden público y –con repugnancia- aplicó instrumentos jurídicos que no fueron elaborados por asambleas deliberantes libremente elegidas, como fue el caso en 1959 mientras no estuvo promulgada la Constitución de 1961. Las sociedades tienen horror a la anarquía y agradecen la utilización de normas legales vigentes, cualquiera que haya sido su origen, cuando se requiere mantener y preservar el equilibrio social, ya que las otras alternativas serían el proceder arbitrario o el apelar a triquiñuelas de rabulería. 


     La libertad de prensa permitía campañas publicitarias que seguían una táctica muy conocida: se lanzaban a la ofensiva contra el régimen democrático respondiendo a las consignas comunistas que les venían desde La Habana, y el Gobierno de Coalición, con legítimo e indelegable deber de defender las instituciones, detuvo a unos cuantos de sus promotores, no de bochinches, sino de motines con armas de fuego, y en concordancia con el artículo 244 de la Constitución de 1961, votada en el Congreso por todas las fracciones políticas, que autorizaba al Presidente de la República para ordenar en Consejo de Ministros detenciones precautelativas hasta por tres meses de personas que constituían amenaza de orden público, se procedió a pedirle autorización al Congreso de la República, y se aprobó la medida, muy democráticamente.

     Y así se hizo contra quienes intentaban socavar y destruir el régimen constitucional: los comandos adultos que lanzaban estudiantes al motín fueron detenidos en el retén de El Junkito, donde estuvieron en perfecto estado de salud y para ser liberados a los tres meses, exceptuando aquellos que fueron pasados a los tribunales de justicia. 

     Faltando un mes para que se los liberara, a tres años del funcionamiento del Gobierno de Coalición, el Presidente Betancourt clausuró la III Feria Agropecuaria Industrial, donde se recalcó el laborioso esfuerzo de la gente de empresa y del trabajador venezolanos que, con el decidido apoyo  técnico-económico gubernamental, elevaron cifras en la cría de ganado y la producción de leche, carne y otros rubros, haciendo justicia a la significancia de que nuestros empresarios no temían a los dogmas castristas y de que en Venezuela existían garantías para el inversionista, además de que estaba reducida a una delirante y epiléptica minoría la gente que en este país no piensa y siente en venezolano, sino que piensa y siente con traductores habaneros del comunismo. 

     Ya el Gobierno de Coalición había invertido 800 millones de bolívares en industrias, y la tasa del desempleo seguía bajando. Cien fábricas se instalaban en Valencia, con salarios estables y permanentes. En tres años se había aumentado la producción de energía eléctrica en 52%. Con el mismo repudio beligerante contra el régimen comunista de Cuba, la caída del gobierno libremente elegido de Frondizi en Argentina fue objeto de repudio por parte de Venezuela. Con la CVP, la venezolanización de la industria petrolera formaba aceleradamente personal calificado para cumplir con la aspiración de que técnicos venezolanos con vocación de servicio fuesen asumiendo progresivamente la responsabilidad de manejar nuestra industria de oro negro. 

     Con hechos y con energía, no nos guiaba un nacionalismo aldeano sino el deseo ardiente de obtener una participación cada vez mayor de los venezolanos de todos los niveles y de todos los oficios en el manejo de nuestros propios asuntos. Con optimismo y contra la adversidad, aprovechábamos la magnífica oportunidad que nos brindaba el edificar, con nuestros propios cuantiosos recursos, una nueva Venezuela que siendo fiel a sus tradiciones históricas definiera sus perfiles de sociedad moderna y creadora, capaz de asegurar la prosperidad y el bienestar para todos los venezolanos, dentro de un régimen de democracia cabal.

     Betancourt propuso también “el día del retorno” a sus coterráneos de Guatire, donde afirmó (abril 1962) sencillamente: “A toda esta labor de regreso de los pronvincianos a su tierra en el día siempre fausto para la localidad de sus fiestas patronales, le aprecio también un profundo sentido nacionalista, venezolanista, sin chauvinismos ni patrioterías. Contra las estructuras básicas de nuestro ser nacional están conspirando dos tipos de corrientes: grupos pudientes económicamente, quienes piensan que sólo lo europeo o lo estadounidense es bueno, y lo venezolano es pésimo. Personas que tienen a gran orgullo llamar ‘cocktail party’ a lo que es, en definitiva, un arrocito criollo, un poco más sofisticado. Del otro lado están las corrientes seudoizquierdistas. Estas consideran que en economía, en arte, en política, la Rusia Soviética, la China Popular y la Cuba comunista nos ofrecen un ejemplo a seguir, y que lo nuestro, desde el folclore hasta las artes, pasando por nuestra estructura política y social, es inadecuado, obsoleto.

Quienes sentimos profundamente nuestra nacionalidad debemos contribuir en toda forma a que ese sentimiento se afirme en las nuevas generaciones del país. Y si hay alguna manera cierta y segura de afirmar ese sentimiento es la de volver a las fuentes nutricias de las localidades donde nacimos. Creo que fue don Miguel de Unamuno quien afirmó que no podría llegarse a la universidad sino a través del localismo y del regionalismo., y señalaba que la más universal de las obras en lengua española, el Quijote, tenía como escenario a Castilla y dentro de Castilla, La Mancha”.

     Pero con la misma sencillez ante el país, en el mismo abril de 1962, entregaba cuentas al país sobre los empréstitos contratados, firmados, aprobados y solicitados por la nación: 331.1 millones de dólares, de los cuales se habían recibido 55 millones de dólares, cantidad equivalente a 183 millones de bolívares, de los cuales 48 milllones se habían entregado al Banco Agrícola y Pecuario, y el saldo de Bs. 133 estaba en el Banco Central de Venezuela. Las operaciones a realizar con esos recursos serían aprobadas por el Congreso Nacional, pero a la vez se creó una Comisión Supervisora de las Inversiones de esos recursos, exigiéndose la cooperación con ella del Ministerio de Hacienda y la Contraloría, todo en aras de la mayor pulcritud y asepsia en el manejo de los dineros recibidos en préstamo por la nación. “Mientras yo gobierne no habrá en Venezuela nada parecido a aquel histórico, por sucio, escándalo de las libras esterlinas sobrantes del empréstito de Baring Brothers, que en amigable arreglo de compadres se repartieron Antonio Guzmán Blanco y Pedro José Rojas, al firmar el Pacto de Coche, que puso fin a la Guerra Federal”.


     Pero lo que queremos resaltar, para redondear el presente capítulo, es lo que también dijo Rómulo en la misma fecha: “Nadie discute la conveniencia de contratar empréstitos para proyectos autoliquidables o por lo menos económicamente reproductivos. En cambio, existen dudas en algunos sectores en cuanto a la procedencia de destinarlos a proyectos de carácter social. Deseo reiterar aquí lo que he dicho muchas veces. Nosotros, en el Gobierno nacional, estamos convencidos de que se justifica plenamente el recurso del crédito externo para acelerar el proceso de mejoramiento del capital humano venezolano, sin lo cual se vería frenado el desarrollo económico del país. Nosotros no estamos dispuestos a desaprovechar la oportunidad que nos brinda el programa Alianza para el Progreso, en forma decorosa y en condiciones liberales, para acortar dramáticamente el tiempo en que el pueblo venezolano en todas las regiones del país ha de alcanzar un alto nivel de bienestar. Mejor alimentación, más agua potable, más y mejores viviendas, mejor reparto de la tierra y, en general, de la riqueza, son las metas fundamentales que nos hemos trazado en nuestro esfuerzo de planificación y de acción. Desde luego, para lograrlas necesitamos llevar al máximo nuestro empeño en el campo de la producción con el mayor número posible de venezolanos plenamente ocupados en él”.

Alberto Rodriguez Barrera
albrobar@gmail.com
@albrobar

EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, ACTUALIDAD INTERNACIONAL, OPINIÓN, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, REPUBLICANISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA,ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA,CONTENIDO NOTICIOSO,

martes, 11 de marzo de 2014

THAELMAN URGELLES, UN BREVE Y OPORTUNO RECUENTO

Toda mi vida he estado en contacto con la intolerancia de los extremistas detodo tipo. Mi adolescencia en los años 60 la pasé en la Juventud Comunista, durante la inútil lucha armada lanzada por el PCV y el MIR en esos años tras el influjo perverso de Fidel Castro, el hombre más pernicioso en la historia latinoamericana. Pues bien, mi querido padre Jacinto Urgelles, honrado dirigente sindical y del Partido Comunista, tuvo la valentía de levantarse en el III Congreso de ese partido en 1960 y oponerse casi en solitario al lanzamiento de la aventura guerrillera. 


Sus argumentos fueron varios y no cabe enumerarlos en este breve post, pero se sintetizaban en el augurio de que con aquella política el partido iba a perder todo lo alzanzado en aquel momento en el movimieto sindical y de masas (el PCV había sido la primera fuerza electoral en Caracas, en las elecciones de diciembre de 1958 y era de lejos la segunda fuerza sindical del país).

Como ustedes supondrán, Jacinto pasó a ser un vergonzoso exponente de la “línea blanda”, “de la derecha, opuesta a la lucha armada”. Y yo, militante de la JC de apenas 13 años, pasé a compartir involuntariamente esa mancha: “qué vaina Thaelman, tu papá es un traidor a la lucha armada, un derechista”. Lo cual no impidió que mi padre, relegado de las posiciones dirigentes que se había ganado en la peligrosa lucha clandestina contra Pérez Jiménez, asumiera en esos años arriesgadas misiones de la propia lucha armada. Recordemos que en los partidos comunistas existe una norma –el Centralismo Democrático- que obliga a los miembros de las minorías internas a acatar y cumplir las disposiciones de la mayoría.

Para hacerlo corto, en 1966 el PCV decidió corregir su error de la lucha armada y replegar sus frentes guerrilleros y unidades urbanas de combate. Entonces, quedaron en la lucha armada el MIR y una facción del PCV comandada por Douglas Bravo, alentadas y financiadas desde Cuba por los Castro. No imaginan los jóvenes la calidad de los improperios recibidos en aquella época por Gustavo Machado, Jesús Farías y Pompeyo Márquez, de parte de Fidel Castro y de los venezolanos que persistieron en el error. Con los años otros dirigentes y partidos se fueron dando cuenta de lo desacertado de aquel camino y se fueron apartando de él: Américo Martín, luego Moisés Moleiro y otros en el MIR (y muy tempranamente Domingo Alberto Rangel, quien fue destrozado por los insultos de los guerreristas).

Cada dirigente y partido que dejaba la lucha armada dejaba tras de sí divisiones de organizaciones que se mantenían “irreductibles”, con el consabido arsenal de ofensas y calumnias contra quienes entraban en razón: vendidos, cobardes, traidores, trásfugas… Surgieron así el PRV,Bandera Roja, la OR-Liga Socialista y otros sub-grupos… Hasta que la lucha armada murió por extinción. No sin antes dejar un doloroso rosario de muerte, torturas, desapariciones, larguísimas prisiones, odios entre amigos y mucho sufrimiento familiar. Por cierto que muchos de los últimos irreductibles de aquella época son parte hoy del gobierno chavista, incluido quien ejerce la presidencia (aunque era casi un niño cuando ese proceso se desarrollaba). Y otros ocupan un muy honorable lugar en las filas democráticas.

No sería justo comparar esta larga historia con lo que nos acontece ahora. Primero, porque aquella se desarrollaba en un contexto de “izquierda revolucionaria” mientras este ocurre en el seno de la lucha contra una “revolución izquierdista” que de algún modo es heredera bastarda de aquella. Segundo, porque en aquellos años lo que estaba en juego era la vida y la seguridad concretas de cada participante en los debates, mientras que en estos tiempos las únicas vidas que están en juego son las de nuestros valientes muchachos, que muy poco tiempo tienen en estos días para participar en estas diatribas. Y tercero, porque tanto los que abandonaban la lucha armada como los que persistían en ella iban a seguir dedicando sus vidas al esfuerzo de hacer de Venezuela un mejor país; según sus particulares visiones, en su mayoría equivocadas, pero honestas y acompañadas de generosa abnegación.

¿Podemos decir lo mismo de estos tiempos? Para ser honestos, parcialmente sí. Pero mayormente no. Yo puedo asegurar que, pase lo que pase tras estos hechos, gente como Henrique Capriles Radonski, Ramón Guillermo Aveledo, Gerardo Blyde, Henry Ramos Allup, Julio Borges, Juan Requesens, Ramón Muchacho… y también como Antonio Ledezma, María Corina Machado y Lepoldo López, seguirán dedicando el 100% de su tiempo de vida a encontrar una solución democrática a la tragedia en que estamos inmersos los venezolanos. 

De quienes hoy ofenden o cuestionan alegremente a la dirección política, no estoy seguro de que en su mayoría mantendrán el mismo entusiasmo que están mostrando durante esta ola de movilización social. No tengo dudas de que, al cabo de esto la mayoría regresará a sus ocupaciones habituales, a su vida privada, al Mundial de Fútbol que está muy próximo… No pocos trocarán su sapiencia política de hoy en experticia futbolística y las banderas de Venezuela en banderas brasileñas, italianas o argentinas.

No los reprocho, en absoluto. Fuera de los períodos excepcionales como el actual, los ciudadanos no políticos tienen derecho a ejercer su vida privadamente. Pero sí les pido un poquito de humildad y respeto por quienes dedican la totalidad de sus esfuerzos y sacrifican no poca comodidad personal y familiar, a desentrañar el intrincado laberinto que la historia ha puesto en nuestro camino.

Thaelman I. Urgelles D.
turgelles2@gmail.com
@TUrgelles

EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, ACTUALIDAD INTERNACIONAL, OPINIÓN, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, REPUBLICANISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA,ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA,CONTENIDO NOTICIOSO,