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jueves, 27 de noviembre de 2014

FREDDY NÚÑEZ, COTIDIANIDAD REVOLUCIONARIA

Vivir hoy en Venezuela es lo más parecido a una desgracia. Hugo Chávez comenzó a labrarla en 1999, y a fuerza de irresponsabilidad, aventurerismo y corrupción, lograron él y sus herederos destruir un país con enormes potencialidades. Venezuela es una inmensa suciedad física y ética. Salir a cualquier calle del país es encontrarse con todas las expresiones de la degradación y la decadencia. 

El culto a la ignorancia, al mal gusto, a la mediocridad es ilimitado. La chabacanería marca la pauta. Desde el presidente para abajo se refocilan en el insulto rastrero, la vejación, el irrespeto a todo aquel que ejerza su derecho a pensar libremente. Han convertido al país en una gran pocilga donde los lugares comunes, las frases bobas y sin sentido sacadas del comunismo fracasado, se mezclan con los grandes negociados y saqueos de los dineros públicos que nunca son investigados. Ahí sigue gozando de buena salud, sin temor a ser investigada, la agresión criminal contra todos los venezolanos denunciada por el entonces ministro Jorge Giordani del robo de más de 25 mil millones de dólares entregados por cadivi a empresas de maletín. Por cierto, mientras la escases de todo tipo impone las colas como norma  diaria, mientras toca recorrer cantidad de farmacias para conseguir un antihipertensivo, este gobierno de farsantes, aprueba dólares a precio de sicad II, para importar pinos canadienses. 

El régimen comete el error de creerse sus propias mentiras y de creer que los venezolanos viven al margen de la realidad. Al contrario, la mentira oficial, a juzgar por todas las encuestas respetables, comienza a hacer aguas aceleradamente. La impudicia y el descaro del régimen soportado por el monopolio de medios de comunicación, el abuso de las cadenas, y el ente represor que rige la materia, parecieran  producir un marcado malestar en la gente que se sabe manipulada. Este asco en que han convertido a Venezuela, continuara profundizándose. A la proverbial incapacidad, e incuria, se suma ahora la baja sustancial de los ingresos petroleros. Cuando llegaron al gobierno, la deuda pública venezolana era de 30 mil millones de dólares, hoy pasa de 200 mil millones. 

Destruyeron la economía pública y la privada, y compran todo lo que aquí se producía a empresarios privados de sus gobiernos amigos, con el propósito de convertir a los ciudadanos en parásitos dependientes del estado. Pero cada vez hay menos dólares y apelaran al saqueo de los bolsillos del venezolano. Van a aumentar el precio de la gasolina, así como han hecho con el servicio eléctrico, y con los impuestos y tasas de todo tipo, mientras mantienen el regalo petrolero a Cuba, petrocaribe y miembros del alba. 

La crisis de los servicios públicos, la inseguridad, el desempleo, y sobre todo la inflación y la escases, hacen perfectamente posible para la oposición venezolana ganar la asamblea nacional. Es lo que indican todas las encuestas serias. Es desde allí, desde donde se puede iniciar el rescate de Venezuela. Hay que ganar por avalancha, y ello es posible si vamos unidos y entendemos que esta elección es vital.

Freddy Ignacio Nuñez Martinez
freddynm6311@gmail.com
@freddynm6311

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domingo, 16 de noviembre de 2014

ALBERTO RODRÍGUEZ BARRERA, ELECCIONES, EJERCICIO LIMPIO, CIVICO Y CULTO, ROMULO BETANCOURT

“Tengo confianza en el pueblo, en el buen pueblo de Venezuela, y en el sentido de responsabilidad de los partidos democráticos, tanto de los defensores y colaboradores del actual gobierno como de los que le hacen oposición, y por eso no me cabe la menor duda de que el año que viene, año de comicios, no será una etapa de pasiones encrespadas y de violentas diatribas, ni mucho menos de motines, sino de civilizada y ejemplarizante contrastación de ideas políticas y de programas administrativos. Ese proceso de comicios se realizará dentro de un ambiente cabal y total ejercicio de las garantías constitucionales…” Romulo Betancourt, 1962

ALBERTO RODRÍGUEZ BARRERA
     Para el 31 de diciembre de 1962, año en que hubo de enfrentarse a dos serios intentos sediciosos para derrocar el gobierno constitucional, en ambas oportunidades coludidos unos pocos elementos desorbitados de las Fuerzas Armadas con sectores de la extrema izquierda antivenezolana, los cuales el país repudió masivamente con claras y enérgicas formas, el Gobierno de Coalición procedió a tomar las medidas en el orden interno y en el internacional, que se requerían cuando fue evidente que Cuba se había convertido en base de proyectiles atómicos soviéticos, armas nucleares que fueron retiradas y que hicieron más consciente a Venezuela de que era uno de los objetivos políticos y militares de la Unión Soviética y de los partidos que sirven a su ambiciosa política de dominación ecuménica, mundial.

     Como país productor de petróleo, que aún en los días de la desintegración del átomo y la posible utilización de la energía nuclear con fines pacíficos, continuaba siendo el más codiciado y necesitado de los combustibles para movilizar los aparatos industriales y bélicos de las grandes potencias. Venezuela, según afirmaba el Presidente Betancourt, estaba plenamente consciente de que no producía bananos, sino petróleo, y de que siendo cualquiera el gobierno que presidiera el país debía mantenerse en un estado de alerta. Venezuela era y seguiría siendo una zona operacional, con prioridad inmodificable, para los enemigos de la democracia y para los fieles devotos del comunismo.

     Ante los brotes insurreccionales, como los que se vivían en esta época, Venezuela debía defenderse no sólo de los entes antisociales que cometen crímenes individuales, también y de manera especial, en un país donde el acceso al poder mediante el hecho de fuerza había sido tradicional por parte de quienes pretendían utilizar las armas que le entregó confiada la República para derrocar gobiernos legítimamente constituidos. Tradicionalmente se había intentado y logrado derrocar gobiernos para utilizar el poder como instrumento de las apetencias de mando y de enriquecimiento ilícito de un hombre o de una camarilla. Y el intento de trasladar a Venezuela la situación tiránica cubana era vista como contradictoria e indigna de la noble nación que conquistó su independencia a costa de un raudal de sangre y sacrificios, y que ahora había devenido un simple peón en el ajedrez de la política comunista internacional.

     Quienes participaron en los brotes facciosos –que dejaron un saldo de muertos y heridos- fueron entregados a la jurisdicción de los tribunales militares de acuerdo con las leyes de la República, y tuvieron derecho a la defensa; unos fueron excluidos de responsabilidad, otros condenados a presidio. Rómulo fue claro: “Surgen ya voces pidiendo amnistía para ellos. Mientras yo sea Presidente de la República no será sobreseída su causa… Lo más fácil para un gobernante en vísperas de dejar el poder es dar muestra de humanitario espíritu frente a los autores de motines y sediciones, dejándole a su sucesor la peligrosa herencia de la impunidad del crimen político. Tengo demasiado sentido de la responsabilidad conmigo mismo y con la historia para proceder así. Estoy consciente de que por esta línea de conducta, indesviable e inmodificable, caerán sobre mí rencores familiares e individuales imborrables, pero gobernar con sentido de lealtad al país no es, en mi concepto, eludir responsabilidades, sino asumirlas ante la propia consciencia, ante la nación y ante la historia... Las dificultades afrontadas por el país y el gobierno en 1962, no fueron obstáculo, y ello demuestra la confianza de los venezolanos en su gobierno y en el empeño de éste en cumplir una acción administrativa eficiente, para la recuperación económica y el saneamiento fiscal”.


     En cuanto a la economía nacional, en franca recuperación, las estimaciones preliminares realizadas permitían asegurar que por primera vez desde 1959 Venezuela había alcanzado un crecimiento del producto per capita al lograrse un crecimiento total algo superior al 6%. Las cifras correspondientes a los permisos de construcción en la zona metropolitana y en las capitales de los Estados durante los diez primeros meses de 1962 mostraban un aumento del 65% con respecto a 1961. Tal recuperación había permitido disminuir significativamente el desempleo, aumentándose el poder adquisitivo de la población. El Banco Central de Venezuela cerró con superávit al colocarse las reservas internacionales en 575,4 millones de dólares, reflejando una nivelación de nuestros pagos al exterior y en los ingresos de divisas.

     La deuda pública disminuyó, se pagaron 200 millones de dólares (50%) del empréstito de abril. Se había comenzado la producción y exportación de acero. El presupuesto de 1963 (Bs. 6.225 millones) era el primero sin déficit desde hacía muchos años que regiría a Venezuela; se aumentaron las inversiones y el otorgamiento de créditos al sector privado y quedó asegurado el financiamiento del 90% del total de inversiones públicas que para el primer año preveía el Plan de la Nación 1963-1966, en consulta y reajustes indispensables con el sector empresarial y las organizaciones de trabajadores. Todo ello generaba una manifestación visible e innegable en las alegres pascuas que se celebraban, donde el comercio vendió más que en ningún otro diciembre de la historia venezolana.

     El mejoramiento visible de la situación económica; la confianza en que el país había tramontado sus anteriores etapas de dificultades y de recesión; el aumento evidente del empleo y el margen de cada vez menos trabajadores desocupados; todo trajo euforia navideña, con una alegría que no se decretó, y que obedecía a un régimen, con sus aciertos y errores, atento a la preocupación fundamental por el bienestar de la colectividad.

     Cabe destacar que hacia fines de año hubo una proclamación del Presidente Kennedy sobre regulaciones para el ingreso de petróleo extranjero en el mercado estadounidense. No siendo un satélite al servicio de ninguna potencia mundial, el gobierno se preocupó, no se quedó con los brazos cruzados e incitó a la realización de reuniones de alto nivel en defensa de los intereses del país. Betancourt llamó a Kennedy y se creó una comisión que en 48 horas logró que tales regulaciones no afectaran al petróleo venezolano, estableciéndose además acuerdos y mecanismos que impidieron a futuro que tal espada de Dámocles –dependiendo de lo que la Casa Blanca resolviera unilateralmente sobre la colocación del petróleo crudo y residual venezolano en Estados Unidos- siguiera guindando cual guillotina sobre los gobiernos venezolanos.

     De forma igualmente enérgica culminaba con éxito la acción introducida por el Gobierno de Venezuela ante los tribunales de Estados Unidos, de acuerdo con un tratado internacional suscrito en 1922, contra el dictador derrocado el 23 de enero de 1958. Se buscaba extraditarlo para ser juzgado por la Corte Suprema de Justicia. Se buscaba dejar bien claro que el delito de apropiación indebida de dineros fiscales y el uso de la fuerza pública con criminales propósitos, no se quedan sin sanción. Pérez Jiménez ya estaba detenido por mandato judicial en una cárcel norteamericana, esto era algo que sólo podía realizar un régimen integrado por venezolanos que ni se habían enriquecido ilícitamente, ni habían utilizado contra sus opositores los procedimientos inexcusables de las torturas y los asesinatos. En Venezuela estaban vivos y sometidos a juicio quienes intentaron contra la vida del Presidente Betancourt.

     El año de 1963 iba a tener una significación muy especial para Venezuela. Se iba a realizar en la historia de Venezuela un hecho que era normal y rutinario en los países de régimen democrático y representativo estabilizado. Por primera vez un Presidente directa y libremente electo por el pueblo iba a presidir unas elecciones en que habría de sucederlo otro Presidente directa y libremente electo por el pueblo. Tras el esfuerzo para lograr que la administración pública realizara labor eficaz y de que se erradicara de Venezuela la bochornosa tradición del peculado y del tráfico de influencias,  se pasaba a adecentar las costumbres políticas del país. Se acababa con la tradición de que los jefes de Estado se reeligieran para perpetuarse en el poder, o que situaran en Miraflores, para sucederles, a un hombre que les fuera dócil, para manejarlo como los directores de marionetas manejan los hilos invisibles de sus personajes.La Constitución prohibía la reelección, y explícitamente señalaba que quien hubiese ejercido la primera magistratura no podría aspirar a ella sino diez años después de la expiración de su mandato.

     Dijo Rómulo: “Pero tampoco habrá continuismo personalista. Presidiré unas elecciones con absoluta imparcialidad y al país le digo, con esa buena fe y con esa cruda franqueza que me ha caracterizado, que no tengo ni tendré candidato para las elecciones próximas… Mi decisión es clara e inmodificable. El funcionario ejecutivo que interfiera o presione en favor de un candidato de sus simpatías, será destituido, cualquiera que sea su rango o jerarquía. 1963 es la culminación para mí de una dilatada vida pública y aspiro, con una confesa intención de pedagogía cívica, a que seré apto para demostrarles a los venezolanos cómo un gobernante es capaz de presidir imparcialmente unas elecciones y de no pretender seguir gobernando, después de su salida de Miraflores,  por la interpósita mano de un dócil instrumento suyo elevado a la primera magistratura... Ha sido este un país de turbulenta historia, y el cual ha sido señalado, negativamente, por la paradójica circunstancia de que habiendo sido la cuna del Libertador no haya podido vivir sino en muy escasos períodos de su historia republicana dentro de un régimen de libertad ordenada y de sistemas de derecho estables. Ello nos obliga, muy particularmente, a demostrar que este período constitucional próximo a concluir en 1964 no es un paréntesis transitorio de normalidad institucional en un país donde tantas veces la dictadura autocrática rigió la cosa pública. El proceso electoral, por propio sentido de responsabilidad nacional y por responsabilidad americana, debe ser un limpio, cívico, culto, ejercicio de democracia… El ejemplo que se dio en 1958 de tres candidatos a la Presidencia de Venezuela, cuando no utilizó ninguno de ellos el lenguaje de la violencia ni las injurias personalistas, debe repetirse en 1963. Tengo confianza en el pueblo, en el buen pueblo de Venezuela, y en el sentido de responsabilidad de los partidos democráticos, tanto de los defensores y colaboradores del actual gobierno como de los que le hacen oposición, y por eso no me cabe la menor duda de que el año que viene, año de comicios, no será una etapa de pasiones encrespadas y de violentas diatribas, ni mucho menos de motines, sino de civilizada y ejemplarizante contrastación de ideas políticas y de programas administrativos. Ese proceso de comicios se realizará dentro de un ambiente cabal y total ejercicio de las garantías constitucionales…”

Alberto Rodriguez Barrera
albrobar@gmail.com
@albrobar

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lunes, 27 de octubre de 2014

SAÚL GODOY GÓMEZ, LA MUERTE DE SERRA Y EL CULTO A TÁNATOS,

Díjome la Muerte: -¿Qué miras?-Miro-respondí- al infierno, y me parece que lo he visto otras veces.-¿Dónde?- preguntó-¿Dónde?- dije yo- En la codicia de los jueces, en el odio de los poderosos, en la lengua de los maldicientes, en las malas intenciones, en las venganzas, en el apetito de los lujuriosos, en la vanidad de los príncipes…Francisco de Quevedo.
Ya decir que el chavismo alienta y promueve la cultura de la muerte, esa que va unida  irremediablemente a la manera de ser de los revolucionarios, es un lugar común, ¿Recuerdan su lema, usado hasta hace muy poco? “¡Patria, socialismo o muerte!”, que repetían con fervor antes de cualquier acto público o despidiéndolo con los puños al aire.

El culto enfermizo a los héroes patrios, los actos en sus tumbas y cenotafios, la manipulación de sus reliquias, la violación a sus restos mortales, la continua reformulación de sus imágenes e idearios, falsificándolos para conformarlos al modelo socialista, el gusto que sienten al sentirse parte de los actos mortuorios, sus desfiles, capillas ardientes…
Todo revolucionario que se tenga como autentico tiene un pacto con la muerte, su vida personal, es una ofrenda a la vida del colectivo, los revolucionarios socialistas creen que hay un colectivo al que le atribuyen una vida propia, una grandeza superior a cualquier vida individual.
Los socialistas suponen que ese conglomerado orgánico que puede pensar, decidir, sentir… es más importante que cualquier vida humana y, para proteger a este colectivo, a esa gran célula inteligente, sentimental y virtuosa, el sacrificio de las vidas humanas individuales,  que creen en ella, y las vidas de sus enemigos son una ofrenda que simplemente la fortalecen, haciéndola inmortal.
Esa mitología es alimentada por una serie de religiones y creencias, donde se mezclan la santería, la brujería, el cristianismo y ahora el islam; juntas, conforman la creencia del paraíso revolucionario, de ese lugar sagrado donde sólo se entra por el martirio bello y valiente de los héroes socialistas, o de los grandes dirigentes, que fortalecen ese ideal colectivista, socialista, estatista y militarista.
Eso se debe la enorme confusión en el lenguaje guerrerista que se utiliza en el chavismo: todo socialista es un combatiente, dispuesto a la lucha social sea pacifica o armada, se organiza en cuadros y batallones, en cohortes y fuerzas de choque, en  reservas y milicias… el léxico es confrontacional, hay un enemigo que adopta muchas formas, las amenazas son continuas, las conspiraciones contra el pueblo socialista organizado y en pie de lucha, por parte del Imperio, no paran.
Si hacemos caso al discurso del gobierno, los revolucionarios bolivarianos viven en un país que está en medio de una guerra civil no declarada, rodeado por un enemigo poderoso, que somos esos otros venezolanos que no creemos en el socialismo, capaces, según ellos,  de convocar una guerra económica, eléctrica, de acaparamiento de bienes  esenciales, de saboteos a la salud publica, al transporte público, con la fuerza de llevar una estrategia de comunicación y de desinformación para volver locos a los socialistas.
El diputado Robert Serra era un epónimo de ese revolucionario combatiente, joven, agresivo, luchador, implacable, siempre argumentando a favor del socialismo bolivariano, era uno de los hombres del gobierno mejor custodiado, era el Pit-Bull que el gobierno sacaba en la Asamblea Nacional para mantener a raya a los representantes de los apátridas y traidores.
Su muerte, horrorosa y sorpresiva, ha dejado a todos asombrados, pero irrita un poco el tratamiento político que le ha dado el gobierno, porque, desde hace mucho tiempo, hay una gran sospecha de que dentro del gobierno chavista existen unas instancias donde se maneja la pena de muerte; que existen grupos de hombres, y posiblemente mujeres, que deciden quién vive y quién muere en nuestro país, fuera y dentro del partido del PSUV.
Esos Tribunales de la Muerte son los que deciden quién de los socialistas debe morir por motivos de deslealtad a la revolución, por denuncias en su contra, por conflictos de poderes, por traición o por simple conveniencia política, para crear el clima político adecuado para que los grandes intereses del “colectivo” puedan prevalecer, por supuesto garantizándole las exequias de un héroe y los honores de un mártir a la victima propiciatoria.
La presencia de tantos grupos armados con diferentes intereses ha promovido una peligrosa anarquía dentro del chavismo; supuestamente, el gobierno ha debido tener el control de esos grupos paramilitares y de organismos policiales y militares dentro del Estado, pero la realidad nos muestra que hay tribunales de la muerte que actúan con autonomía y, a veces, ejecutándose entre ellos. Lo peor de esta situación es que muchas de las decisiones de estos Tribunales ad hoc, son tomadas en el exterior.
Esta observación no la hago al boleo, ni es algo irresponsable de mi parte, hay demasiadas presunciones, calles ciegas, casos no resueltos y hasta engavetados, contradicciones y expedientes secretos X, que han aflorado en nuestra vida política reciente.
Importantes personeros del chavismo, dirigentes socialistas y funcionarios del gobierno han muerto y todavía nadie sabe el cómo, cuándo, quién y porqué de sus desapariciones, empezando por la del Presidente Chávez, cuyo deceso esta lleno de contradicciones y misterios que, esperamos, algún día saldrán a la luz y el país podrá conocer la verdad.
Hay declaraciones de altos funcionarios, empezando por el mismísimo Nicolás Maduro, que asoman la posibilidad de que él pueda conocer secretos relacionados con conspiraciones y atentados dentro del propio chavismo, que no se han atrevido a denunciar; no seria de extrañar ya que el chavismo ha sido penetrado hasta el tuétano por movimientos y organizaciones que nada tienen que ver con nuestra historia y cultura, empezando por los carteles del narcotráfico internacional, los grupos jihadistas del medio oriente, el aparato de inteligencia cubano, las FARC, la ETA, entre otros grupos, que hacen vida en nuestro país y que tienen injerencia en los sucesos que nos afectan.
Para nadie es un secreto que dentro del gobierno de Maduro coexisten diversas logias militares con parcelas de poder e intereses a veces encontrados, y que en caso de conflictos las cosas se resuelven como las resuelven las mafias, con ejecuciones.
Puertas adentro del chavismo existen mundos de poder que se confunden con afecciones muy personales de los líderes que las manejan; no es descabellado pensar en asuntos pasionales y vendettas por decisiones que afectan a otros grupos de poder. La ambición, la lujuria y la avaricia son pasiones que no se manejan con cabeza fría en nuestros trópicos.
Es también de conocimiento público el altísimo grado de criminalidad que afecta nuestra sociedad, al punto de convertirnos en un hueco del infierno de tanta violencia callejera; al gobierno socialista bolivariano le resultó conveniente su asociación con el hampa común, con los “pranes” carcelarios, con las mafias de extracción y contrabandistas, con la minería ilegal y los criminales ambientales, pero la relación se les salió fuera de control y ahora no saben como volverá meter al genio en la botella.
El haber creado y mantenido a tantas bandas armadas y colectivos violentos bajo el ala, que no son otra cosa que paramilitares, disfrazados de gestores de trabajo social, para realizar los mandados que el gobierno no podía ni quería hacer, como era el caso de atemorizar a la gente y crear el terror en los espacios públicos, también se les ha revertido. Algunas de estas bandas controlan hoy extensos territorios del país, barriadas completas y hasta municipios enteros, contradiciendo la autoridad del mismo gobierno, haciendo armas en su contra y desestimando el discurso de soberanía nacional.
Es por todo lo expuesto, que cuando personajes como Bernal o la diputada Eckaut, o el mismo Diosdado Cabello, o el ahora ex Ministro de Seguridad Rodríguez Torres, acusan sin pruebas a los partidos políticos “burgueses”, fomentan la tesis de la conspiración externa aduciendo que la orden de ejecución vino de Miami, que se trata de paramilitarismo hecho en Colombia, que fue planificado por diputados de la oposición, lo que aparentemente intentan es desviar las investigaciones policiales y la atención publica de los verdaderos culpables, que se mueven como peces en el agua, amparados por el lúgubre manto del PSUV.
Parecieran no darse cuenta de que tal impunidad y ocultamiento favorece a esa instancia de jueces y verdugos de la muerte que operan desde el chavismo y que, algún día, Dios no lo quiera, sean ellos mismos, los que hoy tratan de desvirtuar la verdad, los que salgan en ese temido listado.
Lo preocupante de este asunto es que esos Tribunales de la Muerte del PSUV internacionalicen sus macabras acciones, designando como enemigos a personalidades extranjeras bajo la designación de “enemigos de la revolución” y empiecen a ejecutarlos fuera de nuestras fronteras.

Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul

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miércoles, 12 de marzo de 2014

CARLOS E. AGUILERA A., EL CULTO A CHÁVEZ: REMEDO DEL COREANO KIM JONG-UN

Cuando observé en la televisión el pasado 5 de marzo, la ceremonia que le rendía el régimen a su desaparecido mentor político, a un año de su ausencia  física, con un desfile cívico-militar, que de cívico no tuvo sino la participación de hombres y mujeres, civiles, que actuaron como si de un carnaval se tratará –bueno, coincidió con la fecha – con pintorescos espectáculos en medio de bailes y cuanta faramallera ocurrencia estimaron necesaria para ponerlos dizque a desfilar, se me vino a la cabeza los honores que aún a dos años de su muerte le rindieron los comunistas de Corea del Norte a su líder supremo KimJong-il.

Claro está obviamente, que los honores que le rinden aún al desparecido dictador norcoreano dista mucho, pero mucho, diríamos abismalmente de los que acá en nuestro terruño le rinden sus acólitos al difunto Chávez, padre de la revolución socialista, marxista, bolivariana y por ende comunista, pues los norcoreanos en sus actos de memoria al culto de Kim Jong-il exhiben todo el poderío de su maquinaria bélica, como para intimidar a sus vecinos enemigos del sur (Corea), en medio de cánticos alegóricos a su liderazgo comunista. Su hijo, Kim Jong-un  heredero del gobierno desde el 17 de diciembre de 2011, encabezó la ceremonia en honor a su fallecido padre. Acá en nuestro país, el heredero de Chávez, Nicolás Maduro, su hijo como se autodenomina, presidió los actos conmemorativos en honor a su mentor, con un desfile en el que fueron fastidiosas las cantaletas en su memoria, las cuales además de repetitivos llegaron a límites inadmisibles como compararlo con el Libertador, y llamarlo “gigante, comandante supremo y eterno” .
Claro está que no es comparable la demostración del poderío militar entre ambos países, es decir, entre Corea del Norte y Venezuela, pero si el hecho de la similitud de rendirle culto a sus líderes, progenitores de su socialismo. La razón de esta fortuita circunstancia, obedece a que ambos países se rigen por un mismo código enmarcado en los once principios de la propaganda puesta en práctica por el Ministro de Información de Hitler, Joseph Goebbels, el cual consiste en adoptar una idea única, un único símbolo e individualizar al adversario en un único enemigo.
 A este principio le sigue el segundo que es el método del contagio, el cual consiste en reunir varios adversarios en una sola categoría o individuo, pues los adversarios han de constituirse en suma individualizada.
Por su parte, el principio de transposición, que es el tercero, tiene que ver con cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo al ataque con el ataque y sentencia que “si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”.
La vulgarización es otro de estos once principios y refiere que “toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a quienes va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa, además, tienen gran facilidad para olvidar”
Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave, es otro de los principios de la propaganda goebeliana, en el marco de lo que denominó la exageración y desfiguración.
El principio de orquestación, entre tanto, es el que se refiere a que “la propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incasablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas, para cuyo efecto adoptan la frase de que “SI UNA MENTIRA SE REPITE LO SUFICIENTE, ACABA POR CONVERTIRSE EN VERDAD”.
El principio de renovación en “la necesidad de emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público está ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones”
Otro principio es el de la verosimilitud, el cual constituye en “construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos de sonda (ensayo) o de informaciones fragmentarias”.
El silenciamiento es otro de los principios que consiste “en acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen al adversario, programando con medios de comunicación afines”
La transfusión, otro de los principios tiene que cita que” por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, bien sea por una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas”
Y por último, el principio de la unanimidad que no es otra cosa que “llegar a convencer a mucha gente de que piensa como todo el mundo, creando una falsa impresión de unanimidad”
Si analizamos cada uno de estos principios, comprenderemos de que a lo largo de estos 15 años, desde que llegó al poder  Chávez y ahora su heredero Maduro, el país ha sido manejado bajo la premisa de los principios anteriormente indicados, razón por la cual cotidianamente en todos y cada uno de los actos que realiza el régimen: Maduro, Cabello, ministros, presidentes de institutos autónomos, altos funcionarios y empleados de empresas del estado, entre otros, mantienen un uniforme discurso, cual caletre escolar que les obliga a repetir una y otra vez lo mismo. Basta ver en el rostro de quienes asisten obligatoriamente a los actos oficiales, el fastidio y cansancio que el mismo les produce.
Pero el régimen seguirá empeñado en repetir cotidiana y fastidiosamente las “bondades del socialismo del siglo XXI” – por cierto, fuera de contexto según su mentor Heinz Dieterich, Steffan, distanciado de Chávez desde antes de su fallecimiento y actualmente acérrimo crítico de Maduro – y por eso continuaremos escuchando y leyendo acusaciones de todo cuanto realiza el régimen en contra de sus adversarios de la oposición, como acciones de estos en su prejuicio. Los 23 muertos, más de 1150 detenidos y 670 heridos, desde que se iniciaron las marchas estudiantiles, ya le han sido achacadas a la oposición y muchos chavistas lo creerán, porque permitieron que les introduzcan en el cerebro un pendrive cargado con un  virus contagioso, el cual felizmente tiene reparación.

Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)
careduagui@yahoo.com 
@_toquedediana

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