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viernes, 26 de septiembre de 2014

JOSÉ DOMINGO BLANCO (MINGO), “COMUNA: CAÑA, PARRILLA Y ANARQUÍA”


El pasado martes, en mi programa de radio, estuvo como invitada la doctora Isabel Pereira. Hablamos de las comunas. Para ella, el Estado comunal es el fin del Estado democrático plural.

Alertó sobre las consecuencias de su aplicación y cómo podría representar el fin de la familia y del individuo, para sustituirlos por un colectivo represivo y sin rostro.
Casi finalizando la entrevista, un oyente, desde Antímano, llamó al estudio. Sin identificarse, le dijo al productor que en la populosa parroquia estaban contentos con las comunas porque ahora tienen “caña, parrilla y anarquía” y, sin esperar respuesta, trancó el teléfono. 
El comentario me pareció tan infeliz. Reflejo de la realidad que viven estas comunidades -que están a merced de delincuentes y colectivos empoderados por el  régimen-  que andan armados y a sus anchas, amedrentando a la gente decente y trabajadora, para que no se atrevan a contravenir sus mandatos, o subvertir este nuevo “¿orden?” repleto de antivalores. ¿Qué es lo que ha logrado este régimen con el venezolano? Porque la expresión “caña, parrilla y anarquía”, para mí, no es más que la caricatura de una sociedad –o de un grupito que a punta de violencia, pistolas, balas y muerte logra imponerse y someter a haraganes de oficio-  despreocupada por su porvenir, sumida en la vagancia y en el ocio absoluto, sin aspiraciones de alcanzar un nivel distinto y mejor.
Pero, qué se puede esperar de un régimen mediocre, cuyos líderes han pregonado que para subsistir “necesitan que los pobres sigan siendo pobres” o “que no los sacarán de la pobreza porque no quieren que se vuelvan escuálidos”. Quizá eso explique el  por qué de la “caña, la parrilla y la anarquía” que según este oyente del programa se promueve en su comuna. Me pregunto si Nicolás, cuando anunció el nuevo sistema presidencial de gobierno con el que pretende hacer avanzar el Estado comunal e instaló el Consejo Presidencial de las Comunas, fue eso lo que ofreció: cervecitas, ron, carne y anarquía pa'tirar p'al techo.
Hace poco se publicó la noticia. Según, con el nuevo sistema presidencial de gobierno, al que Maduro quiere llamar “el sacudón”, la intención es “gobernar con el pueblo, desde los diversos sectores sociales; que el pueblo sea presidente”. Y transcribo las palabras de Nicolás: “Esa es la consigna: el pueblo al poder, a ejercerlo. Ya basta que la burguesía ponga un pelucón en el poder, a un títere de los intereses económicos. Vamos a ir perfeccionando (el sistema). Usted tiene que ser presidente. Plantéese frente al espejo: ¿por qué no puedo ser presidente?”. Y la respuesta es muy simple Nicolás, porque tú eres el mejor ejemplo de cómo una persona con muy escasa preparación, lleva a un país a la quiebra. Con fantasías y cuentos de hadas no se construye una nación. Mucho menos inoculándole al pueblo “pajaritos preñados”. Tener aspiraciones es válido; pero, para ello, también hace falta estudiar, prepararse, nutrirse y adquirir conocimientos, habilidades y herramientas. Aquí, en Venezuela, sobran ejemplos de personas muy valiosas, trabajadoras como nadie, venidas de abajo, pero que lograron lo que tú, y la pandillita que te acompaña no han conseguido: sacarse el rancho de la cabeza. ¡Esos venezolanos humildes; pero trabajadores, lo lograron! Hoy son prósperos y, en algún momento, cuando en nuestro país había democracia, se respetaban las garantías y la propiedad privada, todo lo apostaron y construyeron en nuestro país.
Resulta de todo esto -y es evidente que la revolución no puede esconder más- es que su pretensión radica en ensalzar lo chabacano, lo mediocre, lo vulgar, lo orillero. Incluso, la propaganda del régimen se ha encargado de hacer ver que eso es lo popular. Y con el cuento del drama de la pobreza, ha habido una campaña sistemática para atacar a la democracia venezolana. Una cosa es la justicia social y otra cosa es lograr la depauperación de toda la gente que conforma la sociedad. Este desgobierno, a través de su maléfica propaganda, inyecta mensajes para enaltecer la pobreza. Esta revolución mercadea que la pobreza es chévere. Y nos la impone: es evidente que cada día todos somos más pobres.
Lo lamentable es que en la Venezuela de hoy se necesita trascender esos planos de pobreza. Ya sabemos que hay núcleos de personas inteligentes y de buena voluntad; pero, no consiguen los cauces para incorporar al ser. Tiene que existir un grupo que, con criterio, exponga los escollos que hicieron que el comunismo haya fracasado en todas las naciones donde intentaron imponerlo. Y siempre llego a la conclusión de que ese grupo existe; pero, tiene miedo porque al promover sus ideas, cree que podría ir en contra de los pobres y perder sintonía con esa gente que es la que, al final de cuenta, la que más les importa. Existe una masa de dolor y de necesidades que esta revolución la hace cada vez más grande. Lo trágico es que no vemos, por ahora, una alternativa a este desgobierno con respecto al tema de la pobreza, porque evidentemente no se puede regresar a lo que había antes de Chávez, que hizo implosión. Soy un convencido de que el espíritu de insurgencia debe estar basado y apalancado en un criterio válido que saque a la gente de la indigencia. Ese drama de los desposeídos, que se resume en la frase “caña, parrilla y anarquía,” después de ya casi medio siglo de democracia, pareciera que es poco lo que la sociedad civil venezolana ha aprendido en términos de valoración de la misma pobreza y de las más genuina generación de un sentido de contribución y compasivo frente a ella. Antes de Chávez había pobres y olvidados. 
Hoy, con Maduro, hay más pobres; pero, reconocidos. ¡Qué daño nos ha hecho el caudillaje que a todas luces colma la escena de las expectativas colectivas! Porque en esta revolución se confunden la inclusión y el desprecio, gracias a los lineamientos que impone la maquinaria comunista.

José Domingo Blanco (Mingo),
mingo.blanco@gmail.com
@mingo_1

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viernes, 20 de junio de 2014

JESUS ELORZA GARRIDO, COMUNA Y DEPORTE

El perfil autoritario e intervencionista del gobierno bolivariano en materia deportiva, comenzó a mostrarse con la firma del Convenio con Cuba en el año 2002 que implicó la traída al país de más de 10.000 “entrenadores” deportivos para el desarrollo del Programa Barrio Adentro Deportivo y el fortalecimiento de los Consejos Comunales.

A partir de ese momento, se desarrolla una intolerancia ideológica del régimen en el sector deportivo que fue consolidándose con la aprobación de la Ley Orgánica de los Consejos Comunales en el 2009 y la Ley Orgánica de las Comunas en el 2010.

La etapa final del proceso totalitario en el sector deportivo, esta contenido en la Ley Orgánica de la Actividad Física y el Deporte aprobada en el 2011, cuyo articulado brinda un marco legal para transformar al sector en un régimen autocrático, centralista, antidemocrático y totalitario fundamentado en La Comuna.

Los principios rectores contemplados en el referido texto jurídico son:

- El dogma, según el cual el Estado Revolucionario debe controlar todos los aspectos de la vida ciudadana. Eliminando de hecho, los derechos a la libre asociación, la autonomía de las organizaciones, la libertad de empresa y la propiedad privada.

- Acabar con la descentralización del sector. El deporte será centralizado y dirigido únicamente por el “Sistema Nacional de la Actividad Física y Deportiva”
- La modificación estructural de la Organización Deportiva Nacional al establecer como Unidad Básica del Sistema a los Comité de Deporte y Recreación de los Consejos Comunales. Lo que va a permitir el control de las asociaciones y Federaciones.

- La incorporación de la “Ética Socialista” como uno de los principios fundamentales para la promoción, organización y administración del deporte, la actividad física y la educación física. Este hecho es naturaleza anticonstitucional por que pretende promover a través del deporte un sistema social no contemplado en nuestra Carta Magna.

- Transferir a los Consejos Comunales y a las Comunas, la administración directa del servicio público deportivo prestado por los municipios y los estados. Lo que significaría en la práctica la liquidación de los Institutos o Fundaciones que a nivel regional y municipal son los encargados de dirigir las actividades deportivas.

- El establecimiento de un Fondo Nacional Para el Deporte con el objetivo único de arremeter contra la economía privada a través de tasas impositivas y cuya millonaria recaudación será administrada unilateralmente por el Ministro del Deporte.

Amparados, en el principio de “La Propiedad Social de los Medios de Producción” contemplado en la Ley de las Comunas, sin lugar a dudas, se procederá a la eliminación del Deporte Profesional…no debe extrañar que por ejemplo los equipos de béisbol adquieran una nueva revolucionaria nomenclatura “UBCH Leones del Caracas o Águila no caza moscas del Zulia”

Solo queda como materia pendiente, para ser incorporado en el corto plazo, un articulado en donde se establezca que “Para ser atleta, entrenador o dirigente deportivo hay que estar inscrito OBLIGATORIAMENTE en el Partido Único de la Revolución…..al final, la comuna será como una dictadura.

Jesus Elorza Garrido
jesuselorza@hotmail.com
@jesuselorza

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martes, 6 de noviembre de 2012

ÁNGEL AMÉRICO FERNÁNDEZ, LA COMUNA Y SUS MARCAS

La palabra comuna deriva del francés “commune” a la vez heredado del latín medieval “communia” para hacer referencia a una división territorial-administrativa menor y de gobierno local. Las comunas son entonces equivalentes a las estructuras municipales de las ciudades constituidas con una dirección gubernamental y fiscal, vector en menor escala del gobierno de la Nación. De modo que en la historia europea, comunas hay en Francia,  España e Inglaterra entre otras, pero siempre con una connotación de territorio pequeño, el átomo de la división política y del régimen fiscal.
Es esa la huella de las comunas en Europa Occidental, una simple forma organizativa democrática para que los ciudadanos se ocupen de los “asuntos comunes” en sus Repúblicas y puedan participar y tener contacto con la instancia primigenia del gobierno. 
Otra cosa distinta ocurre cuando el término comuna comienza a ser penetrado con valoraciones y contenidos ideológicos y es extraído de cuajo del plano territorial y administrativo para insertarse como engranaje capilar de la teoría marxista y una cierta manera de entender el poder y las estructuras de la economía.
El primer rastro de esa vertiente es posible hallarlo en los hechos que tuvieron como punto culminante la toma de la comuna de París en 1871 por parte del movimiento obrero francés. Resulta claro que Marx estuvo muy atento al curso y desenlace de ese acontecimiento histórico al que definió en sus escritos como la primera revuelta del proletariado organizado en la historia, donde se avistaba una “forma política” que desmontaba el régimen de la burguesía, democracia directa, gobierno proletario y el pueblo en armas, una revolución “contra el Estado mismo”, una reabsorción del pueblo de su propia vida social.
A partir de allí el término comuna quedó marcado con otros contenidos y valoraciones ideológicas, se fue rellenado con otra historia, otros metarrelatos que ponían “en acto” un tinte revolucionario, una revuelta proletaria contra el Estado Burgués. “Era sólo la clase obrera la que podría formular mediante la palabra “comuna” e iniciar mediante la combatiente comuna de París, esa nueva aspiración” (Marx). La “comuna” quedaba así investida con un halo casi mítico, ligada a la luchas de la ideología socialista en el plano político y hasta existencial.
Sin embargo, Marx no pudo ver la experiencia histórica triunfal socialista en Rusia de 1917, en la que las comunas “soviets”, a contrapelo de la utopía parisién, significaron una nueva arquitectónica del poder, una nueva organización del espacio (objetivo y subjetivo) de los sujetos y unas nuevas estructuras de la producción, donde la característica relevante fue el despotismo del Estado-partido en conjunción con economía centralizada/planificada, y dominación total sobre el individuo.
En China comunista, las comunas y la organización comunal son inseparables de la “colectivización forzada del campo” y los fusilamientos en masa. Otra marca más para esta particular forma de regimentar la producción, asegurar el dominio de un funcionariado burocrático y regimentar hasta la vida íntima y sensorial de los actores sociales.
En Cuba, las comunas están imbricadas a un proceso que se resume en una economía totalmente estatizada, prohibición a las personas para ejercer negocios independientes, un sistema de vigilancia por cuadra desempeñado por los llamados Comité de Defensa de la Revolución y tarjetas de racionamiento.
Esa es la huella/rastro/marca de las comunas dejadas por el proceso histórico. Las palabras no son “neutras”, el origen de un término puede parecer un cristal, pero es la historia la que le llena de contenido, valoraciones, zaga ideológica… y también de cicatrices.
En Venezuela el régimen ha venido apurando a sus ministros para que apalanquen la formación de “comunas”. Demás esta decir que estas comunas no se inscriben en la mera imagen “municipal” como sugiere una visión llena de candor  de algunos cuando alegan que comunas hay en todos partes como Francia, España o Chile. A contrapelo, sostenemos sin ambigüedades que las comunas anunciadas para el país están ubicadas en el marco de leyes socialistas, que la estructura comunal fue derrotada en el Referéndum Constitucional de 2007 y que el grueso de esas leyes fueron aprobadas por vía habilitante de manera espuria, pues esos poderes legislativos eran para atender emergencia de las lluvias en 2010. Además, no se puede obliterar el discurso del funcionariado oficialista que ha sido explícito al señalar que van “esbaratar” Alcaldías y Gobernaciones para avanzar hacia el Estado Comunal.
El propio contenido de las leyes socialistas prevé  que la comuna va a ser la unidad primaria de división política constituyendo desde la base una propuesta inconstitucional que fecunda un Estado estructuralmente distinto al que aparece definido en la Constitución de 1999, en evidente ruptura con el Estado liberal, representativo y de corte occidental de la carta magna. Al propio tiempo, el proyecto de Estado comunal parece incardinado a un modelo político de “democracia popular asamblearia” que en la historia ha venido matrimoniado con regímenes autoritarios, despóticos y de culto a la personalidad.
Pero, más allá del asunto constitucional, hay que meter el escalpelo en “la función latente” (Merton) para hurgar en la comuna como estrategia de dominación en beneficio de un orden instrumental y monolítico que concentre el poder y evite su “fuga” hacia polos alternativos. Si a ello se suma el contexto de prácticas políticas de hostigamiento al sector privado y las recurrentes expropiaciones, hay razones para pensar que la instauración de un Estado comunal pudiera replicar formas de economía altamente centralizada en sintonía con una “ficción” de poder popular que enmascare formas aberradas de bonapartismo.
Finalmente, si decimos comuna es “propiedad del común” tenemos una tautología, pero si decimos “comuna socialista” le asignamos una predicación, una categoría… y gustaba decir Aristóteles que las categorías son “los modos del ser”.
angelferepist@gmail.com

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