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viernes, 1 de mayo de 2015

EUGENIO MONTORO, LA GUERRA DE ALÁ

        La guerra en el Medio Oriente es cotidiana. Israel, en especial, está en la mira de los árabes como si fuera un negro en una celebración del KKK, pero también son rebeliones internas por el poder usualmente aguijoneadas por otros países.

         Como se sabe el Islam es protagonizado por dos ramas, los sunitas y los chiitas. La historia y en especial la religión han ido moldeando los diferentes grupos  y países y tenemos para todos los gustos. Irán, por ejemplo, es una teocracia chiita. Arabia Saudita un reinado sunita. Turquía es una república islámica sunita.
         La obediencia a su religión anima a muchos grupos islámicos a participar en acciones para aumentar sus adeptos y disminuir sus enemigos. La manera de como lo hacen es muy variada. Para nosotros la decapitación televisada de un infiel es algo difícil de creer pero para el que lo hace es heroico y en sintonía con lo que ordenan sus libros santos. Matar para defender el Islam aunque signifique el suicidio es un acto de piedad y orgullo.
         El objetivo último del Islam es la conversión total del planeta a esa religión y para eso vale cualquier medio. Pareciese que el tiempo llega y han aparecido importantes movimientos armados como el Estado Islámico y la organización Isis que operan en Irak y en la frontera de Siria. Estos grupos reciben apoyo de Irán (los de tendencia chiita) o de Arabia (tendencias sunitas) con la intención de ir ganado terreno e influencia.
         Hasta ahora la paciencia y el disimulo fueron usadas por Irán y los Sauditas para suavizar sus diferencias pero, tal como era previsible, finalmente se encontraron en el suelo de uno de sus vecinos: Yemen. Aquí se acabó el viejo estilo y las acusaciones directas y amenazas son ahora  diarias. 
La guerra en Yemen es el principio de una guerra de mayor nivel entre antiguos y formidables enemigos como lo son Irán y su bien organizado ejército y Arabia Saudita con mucho dinero y amigos de poder.
         Ya los Estados Unidos ha reforzado su armada en el Golfo Pérsico previendo la escalada del conflicto. Curiosamente todo ocurre en la fase final de un acuerdo con Irán de detener su paso hacia la bomba nuclear.
         Las carreras por un reforzamiento en las armas ya se iniciaron en estas naciones. Rusia apoyará a Irán y USA a Arabia. La búsqueda de armamento nuclear será clave en esta ocasión de enfrentamiento principalmente religioso.
         Pakistán posee tecnología nuclear y es sunita y algo podría inclinar la balanza. Sea como fuere el futuro se anticipa de grandes incertidumbres y tumulto y nuevamente el volumen de petróleo que sale del Golfo Pérsico será la variable de presión.
         Venezuela ha estado muy cerca de Irán en los últimos años y eso la hace débil frente a un eventual enemigo cercano como lo serían los gringos.
         Curioso mundo este . Todo cambia rápido, hasta parece buena excusa para posponer las elecciones. Veremos.
Eugenio Montoro
montoroe@yahoo.es
@yugemoto67

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jueves, 12 de septiembre de 2013

ANIBAL ROMERO, SIRIA Y LA GEOPOLITICA

La crisis siria se enmarca en un complejo contexto geopolítico. Existen en el Medio Oriente dos ejes fundamentales de confrontación. Durante décadas el eje principal enfrentó a Israel contra buena parte del mundo árabe e Irán. 


Actualmente este eje ha pasado a un relativo segundo plano y el conflicto clave se centra dentro del propio ámbito islámico, dinamizado por la pugna ancestral entre grupos religiosos y tribales. A la cabeza de los bandos se encuentra, de un lado, Arabia Saudita y el vasto universo sunita; de otro lado está Irán, liderando el sector chiíta. Teherán apoya a Assad (chiíta) en Siria, y también lo hace Moscú. Washington rechaza la expansión iraní, el empeño nuclear de los Ayatolas y la influencia rusa.


Israel, entretanto, percibe el programa nuclear de Irán como una grave amenaza a su seguridad; ello, sin embargo, no necesariamente le lleva a desear con alborozo el fin de Assad y su régimen, pues sabe que los rebeldes sirios no son esos personajes idealistas, simpáticos y democráticos que inventaron CNN, la BBC, y el resto de la idiotizada prensa occidental en general. Israel sabe que Al Qaeda se ha infiltrado ampliamente en Siria, y que una victoria sunita en ese país podría traer peores consecuencias que la permanencia del actual carnicero en Damasco. Basta con informarse de lo ocurrido en Egipto con la Hermandad Musulmana, así como en Libia luego de la intervención “humanitaria” y la muerte de Gadafi. Egipto tuvo que retornar a la dictadura militar, y Libia es hoy un foso de anarquía, caos y fragmentación tribal.

Si lo anterior suena confuso, pues me temo que en efecto lo es. La única forma de hallar una brújula que nos guíe para entender el tema es poner los pies sobre la tierra, y asimilar de una vez por todas que las grandes naciones no actúan por motivos “humanitarios” sino por intereses estratégicos concretos.

El problema para Washington en Siria tiene dos aspectos: Por una parte que Irán se anote un triunfo, si es que Assad, el aliado de Teherán, gana la guerra civil. Por otra parte que las armas químicas de Assad acaben en manos de Al Qaeda, Hezbolá, Hamás, y quién sabe qué otras organizaciones terroristas por el estilo. En realidad, y aunque luzca cínico sugerirlo (y así son con frecuencia las cosas en política internacional), a Washington lo que le convendría es que nadie ganase la guerra civil siria, y el único objetivo geopolítico sensato que podría lograr Barack Obama con un ataque más o menos en serio contra el régimen sirio, sería degradar la capacidad ofensiva de Assad, la de sus tropas, su fuerza aérea y sus armas químicas, e impedir que el tirano en Damasco logre una victoria decisiva.

Washington ha afirmado que el objetivo de un ataque no será derribar el régimen. Todo indica que se han percatado de que los famosos rebeldes no son los chicos buenos de las películas de Hollywood. Arabia Saudita, de su lado, está aterrorizada ante el avance nuclear iraní; parece decidida a presionar sin pausa por la caída del régimen en Damasco y de ese modo asegurar el triunfo sunita. ¿Y Al Qaeda? Ni la mencionan, pero allí está.

La enorme decepción de la llamada primavera árabe, los tremendos fracasos en Irak, Afganistán, Egipto y Libia, la carnicería siria y el progresivo desmembramiento de países enteros según divisiones religiosas y tribales, incluidos seguramente el Líbano y Jordania, inducen a pensar que el panorama geopolítico del Medio Oriente no hará sino complicarse. Hay problemas sin solución y “soluciones” mal concebidas que más bien agravan los problemas.

SUNITAS, CHIITAS Y JARIYITAS.
 

En el año 657, en la batalla de Siffin, se dividió la comunidad musulmana en tres grupos que perduran hasta la actualidad. Los partidarios de Alí creían que solo aquellos que tuviesen directamente la sangre de Mahoma podían ser califas. A estos se les denominó chiitas.
Por otra parte estaban los sunitas, que pensaban que el califato debía recaer en la persona que tuviese el mayor poder o influencia y que eran partidarios de Muawiya.
Por último estaban los jariyitas, que sostenían que cualquier persona podía ser califa siempre que fuese el mejor de los musulmanes, sin importar ni siquiera si era un esclavo. Defendían que era la comunidad la que tenía que elegir al califa y no los poderosos y los notables, y que estaba justificado matar a un mal califa.
En el año 661 un jariyita mató a Alí, y Muawiya quedó como califa inaugurando la dinastía omeya. Sus seguidores, los sunitas, se convirtieron en la opción mayoritaria y en la actualidad son más del ochenta y cinco por ciento de los musulmanes del mundo.
Por su parte, los chiitas siempre han sido minoritarios, y hoy en día son cerca del doce por ciento de los musulmanes. Tienen un peso muy importante en Irán, Irak y Asia Central. El chiismo ha sido en muchos momentos una opción para marcar la identidad cultural de ciertos territorios por medio de la diferencia religiosa.

Por último, los jariyitas siempre fueron aún más minoritarios y actualmente rondan el millón de seguidores.


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martes, 15 de mayo de 2012

CARLOS VILCHEZ NAVAMUEL, EL ISLAM EN EL MUNDO, DESDE COSTA RICA

Wikipedia nos define al Islam como “Una religión, monoteísta, abrahámica, cuyo dogma se basa en el libro del Corán, el cual establece como premisa fundamental para sus creyentes que «No hay más Dios que Alá y que Mahoma es el último mensajero de Alá»”
El Islam es la tercera de las religiones más importantes en el mundo y se originó en el año 610 dc en Arabia, después de que Mahoma recibiera una revelación de parte del Ángel Gabriel en el monte Hira.
Un artículo publicado el año pasado en el periódico ABC de España nos informaba entre otras cosas que el número de musulmanes crecía al doble que el resto de la población mundial, y que el  23.4% de la población mundial profesa la religión del Islam.
Se le dice Musulmán -de la palabra árabe muslim-  a aquella persona que profesa la religión del Islam, se calcula que  en el mundo hay cerca de 1200 millones de musulmanes apostados principalmente en los países árabes como Arabia Saudita, Egypto, Libia, Siria, Bareín así como también países que no son árabes como en Irán Irak, Azerbaiyán, Pakistán, Afganistán, algunos datos nos revelan que en Europa donde hay mas de 53 millones, que en los estados Unidos hay más de 10 millones y que curiosamente en nuestra región, específicamente en Brasil ya existen un millón de seguidores del Islam, la mayoría conversas y cuentan con 127 mezquitas.   http://infocatolica.com/?t=noticia&cod=10093
Como todo sistema de creencia, una vez muerto el profeta en 632 dc, la discusión se centró en quien sería su sucesor o representante, en consecuencia esta religión terminó fracturándose  principalmente en dos partes los Sunitas y los Chiitas, aunque como se sabe existen otros movimientos diferentes como el jariyismo que es el tercer grupo más importante y el sufismo, en menor importancia.
La misma enciclopedia digital nos dice que “Los suníes representan el 85% por ciento de todos los musulmanes, y consideran que la sucesión de Mahoma corresponde a un árabe miembro de la tribu de Quraish, de la que procedía Mahoma. El nombre Suní vino desde Sunna, monte árabeAhl as-Sunnah ul-Muhammad wa’l-Jamā‘ah, o mejor dicho “pueblo del ejemplo de Mahoma y de la comunidad.”  Los suníes reciben su nombre debido a la importancia que dan a la Sunna, colección de dichos y hechos atribuidos a Mahoma y transmitidos en forma oral. O sea que no sólo se basan en el Corán sino también en la Sunna, lo cual permite adaptar el Corán a las exigencias de la época.”
También esta fuente nos dice que “Los chiíes, que suponen aproximadamente el 10% por ciento de los musulmanes, consideran que Alí fue el iniciador de la línea sucesoria de Mahoma. Etimológicamente, chií viene de Shiat 'Alī (partido de Ali).  Los chiíes consideran que los califas posteriores a la muerte de 'Alī han sido usurpadores. Los jariyíes pensaban que la dignidad califal emana de la comunidad, que debe elegir libremente al más digno "aunque sea un esclavo negro". http://es.wikipedia.org/wiki/Sunismo
La principal diferencia entre los sunnitas y los chiitas es que los primeros creen que el líder de los creyentes -el califa- debe ser investido como tal mediante la baya, o acto solemne de reconocimiento, en tanto que para los chiítas queda investido a perpetuidad en la línea de descendencia del profeta Mahoma.
http://www.webislam.com/articulos/28620-el_conflicto_entre_sunnitas_y_chiitas.html
Según algunos expertos, los Sunnitas son menos fanáticos y más educados que los Chiitas, sin embargo existen sectas extremistas como los Wahabi en Arabia Saudita que dicen seguir el Corán de forma literal, pero muchos reniegan de esto y aseguran que el Wahabismo no es el Islam.   http://www.islam.cl/2012/01/wahabismo-no-es-islam.html
Como se sabe, muchas personas desconocen que la mayoría de los musulmanes son fieles creyentes que viven en paz, sin embargo, el gran problema que enfrenta este sistema de creencia es que entre esta gran masa de creyentes, existen algunos grupos fundamentalistas, fanáticos, convertidos hoy día en terroristas que odian a los occidentales, podemos mencionar por ejemplo al  Ejército Islámico en Irak,  Grupo Salafista para la Predicación y el Combate, Grupo Islámico Combatiente Marroquí, Abu Sayyaf,  Jaish e Mohamed, Movimiento Islámico de Uzbekistán, pero el más conocido es Al Qaeda  o Al Qaida, una organización paramilitar, yihadista, que por mucho tiempo fue dirigida  por Osama bin Laden quien murió en el 2011, creen en la guerra santa, son radicales, violentos y emplean prácticas terroristas, este grupo se plantea como un movimiento de resistencia  islámica  alrededor del mundo, y se responsabilizaron de los atentados del 11 de septiembre del 2001 en los Estados Unidos de América.
carlosvilcheznavamuel@gmail.com   

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martes, 13 de marzo de 2012

ANÍBAL ROMERO: GEOPOLÍTICA DEL MEDIO ORIENTE

Llega a su fin en el Medio Oriente una larga y convulsionada etapa de relaciones estratégicas, que podríamos designar como la etapa “nasserista” en referencia al controversial líder egipcio. Dicho período se caracterizó por la preeminencia del enfrentamiento árabe-israelí y la cuestión palestina, la función del nacionalismo como cemento interno de los Estados árabes, la relativa subordinación de tradicionales tensiones religiosas y étnicas, y el papel crucial de poderes externos a la región en su curso geopolítico.
La nueva realidad presenta otros ejes de enfrentamiento. Por un lado el fin del nasserismo, que a su manera todavía encarnaban las dictaduras en Egipto, Irak, Libia y Siria, lejos de significar el salto a una etapa de libertad ha abierto las puertas a la desintegración y la anarquía. El nacionalismo pierde intensidad y la división religiosa entre sunitas y chiítas, así como las rivalidades tribales, desvían las miradas árabes fuera de Israel y minimizan el tema palestino. La amenaza del Irán chiíta, empeñado en convertirse en poder regional dominante, hace cundir el pánico entre las monarquías sunitas de Arabia Saudita y los Emiratos; mientras tanto Libia comienza a desmembrarse, y los antagonismos entre regiones y decenas de milicias armadas  despedazan al país.
Los acomodados y atemorizados gobernantes en Arabia Saudita, Qatar, Kuwait y  Bahrain, temen mucho más a un Irán que agita las masas chiítas y procura armarse con armas nucleares, que a una Israel cuyos propósitos estratégicos son bien conocidos y se centran en su propia supervivencia. La insurgencia chiíta, promovida por Teherán también en Irak, hace temblar carcomidas estructuras y despierta el fantasma de un fundamentalismo religioso que podría extenderse como reguero de pólvora. Por su parte, Assad procura sostener la alianza de minorías que articula su gobierno en Siria y lo hace con apoyo iraní, ante la creciente desafección de la mayoría sunita.
Este complejo rompecabezas, que por momentos pareciera favorecer a Israel en vista del relativo debilitamiento de algunos de sus vecinos, es capaz de transformarse radicalmente en corto tiempo. Por un lado, el programa nuclear iraní es percibido en Jerusalén como una amenaza existencial. Un ataque preventivo de Israel contra las instalaciones atómicas de Irán desataría un conflicto de grandes proporciones y forjaría ambiguas alianzas. Por otro lado, la anarquía que se expande desde el seno de las hambrientas masas egipcias y penetra hacia el resto de la región, bien podría conducir a los acosados jefes militares en El Cairo a suspender el tratado de paz con Israel, que suscribieron en su momento Sadat, Begin y Carter, para restaurar la fuerza del nacionalismo antisionista como médula espinal de la política árabe.
¿Atacará Israel a Irán? Si lo hace presumo que no contará con el apoyo de Barack Obama, ya en franca retirada de Irak y Afganistán, concentrado exclusivamente en su reelección, y consciente del impacto negativo del aumento del precio de la gasolina sobre el electorado estadounidense. Precios altos del combustible son la condena a muerte para una segunda Presidencia del actual ocupante de la Casa Blanca.
En síntesis, el Medio Oriente no se debate hoy entre la libertad y el autoritarismo sino entre la estabilidad y el caos; y en el plano estratégico el eje no pasa por el nacionalismo árabe frente a Israel, sino que se focaliza en la crisis interna de una civilización islámica escindida entre chiítas y sunitas, que aún evaden el tránsito a la modernidad.

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