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sábado, 9 de mayo de 2015

ANÍBAL ROMERO, HITLER: 70 AÑOS

El pasado día 30 de abril se cumplieron setenta años del suicidio de Adolfo Hitler y Eva Braun en Berlín. Gran número de películas, de documentales, reportajes y libros han familiarizado a un amplísimo público acerca de los detalles de ese episodio siniestro, que tuvo lugar en un “bunker” o refugio subterráneo ubicado bajo los jardines de la devastada Cancillería del Reich, sometida al implacable cañoneo de las tropas rusas. 

La escenografía de esos hechos, recreada por el cine y ampliada por la imaginación, se asemeja en ocasiones al desenlace catastrófico, bajo el fuego y la destrucción, de alguna ópera de Wagner, lo que Hitler seguramente habría contemplado con satisfacción. Y afirmo esto no sólo por su conocida afición a la música wagneriana, sino porque su destino final en medio de un verdadero infierno se amoldó a la imagen y realidad de un régimen centrado en su figura y volcado a la guerra, una figura prácticamente todopoderosa hasta que el cianuro y un disparo terminaron con su vida.

El impacto que un determinado individuo es capaz de tener sobre el curso histórico puede en ocasiones ser enorme, y se corre el peligro de perder de vista que no actuamos en un vacío sino que formamos parte de un contexto, que en parte limita el rango de nuestra acción y a la vez constituye el ámbito de su despliegue. 
La compleja y cambiante dinámica entre la influencia del individuo y la presión del marco histórico en que se desenvuelve exige un análisis ponderado, para evitar los extremos de una excesiva exaltación del papel de la personalidad única y sobresaliente (en sentido político y no ético), o de una asfixiante exageración del peso de las circunstancias sobre el destino de las personas.
En el caso particular de Hitler ese esfuerzo de equilibrio analítico me parece fundamental, para evitar la tendencia, bastante común en el estudio del Tercer Reich, a disminuir y en ocasiones desestimar la relevancia que ciertos factores políticos y socioeconómicos jugaron durante ese tiempo, estableciendo los parámetros en que se insertó ese personaje enigmático y carismático, dotado de un inmenso poder para hacer el mal, que fue el Führer nazi.
Sería absurdo e inútil negar las capacidades de Hitler como político y estratega, pero hay que tener igualmente presentes, entre otros, cinco factores de extraordinaria importancia que crearon las condiciones para el ascenso y conquista del poder por el movimiento nazi y su líder entre 1919 y 1933.
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En primer término hay que señalar el hecho crucial de que una buena parte del pueblo alemán no se enteró, sino hasta el último minuto, que su país había perdido la Primera Guerra Mundial. En un tiempo en que los medios de comunicación eran todavía rudimentarios –comparados a lo que hoy tenemos--, cuando la inmensa mayoría conocía las noticias tan solo a través de periódicos estrictamente censurados y plagados de propaganda tendenciosa, el pueblo alemán estuvo convencido hasta el fin que su país se hallaba en camino hacia la victoria.
Hay que añadir lo siguiente: en esa época una cosa eran los frentes de batalla y otra muy diferente la existencia de la gente común en las ciudades y pueblos, en los que millones de civiles proseguían sus vidas tan sólo sujetos a las restricciones del racionamiento. No había aún bombarderos de largo alcance que llevasen la muerte a las ciudades, y los sufrimientos de los soldados eran filtrados por la distancia, la propaganda y la censura.
De modo que la derrota de 1918 dejó a millones en Alemania sencillamente estupefactos, entre ellos el propio Hitler, quien al saber la noticia se hallaba en un hospital militar recuperándose de una ceguera temporal, producida por gases venenosos en un combate.
Esta situación de sorpresa e incredulidad, agudizada por la irresponsabilidad de jefes militares que ocultaron la verdad, y por la timidez de un liderazgo civil chantajeado por un nacionalismo ya estéril, abonó el terreno para que, en segundo término, se generase toda una serie de teorías conspirativas sobre las causas del fracaso militar alemán. Pronto empezó a extenderse la especie según la cual un triunfante ejército alemán había sido traicionado por siniestras fuerzas internas, enemigas de la Patria, que presuntamente asestaron una “puñalada en la espalda” a las fuerzas armadas ocasionando una incomprensible rendición. Los judíos, los masones, los comunistas, los partidos democráticos y sus líderes fueron convertidos en chivos expiatorios por una propaganda incesante, difundida por los mismos que habían conducido Alemania a la guerra y la derrota.
En tercer lugar, un deficiente, mal concebido y aún peor implementado tratado de paz, el de Versalles (1919), acentuó el resentimiento y confusión de los alemanes, dando fuerza a las teorías conspirativas y apartando a grandes masas de la ruta de una comprensión balanceada y racional de los eventos. A pesar de sus fallas, el Tratado de Versalles hubiese logrado su objetivo esencial –evitar el resurgimiento militar de Alemania y una nueva guerra- si Inglaterra y Francia hubiesen estado dispuestas a hacerlo cumplir, pero ese no fue el caso. Económica y psicológicamente debilitados, ingleses y franceses tardaron demasiado en hacer frente a Hitler. Pero esta es otra historia…
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Todo lo anterior formó parte del caldo de cultivo en el que Hitler y el nazismo surgieron y comenzaron a crecer, hasta eventualmente convertirse en el principal partido político de Alemania –aunque jamás ganaron una mayoría absoluta. Los otros ingredientes, en cuarto y quinto lugar, fueron la crisis económica y la miopía y torpeza de las fuerzas democráticas, así como de los estamentos conservadores, ante el novedoso y en apariencia casi avasallante fenómeno revolucionario nacionalsocialista y su carismático y hábil jefe.
Conviene señalar, sin embargo, que luego de su fallido intento de golpe de Estado llevado a cabo en Munich en 1923, y de su permanencia posterior de nueve meses en la cárcel, la suerte de Hitler y su movimiento cambió sustancialmente y empeoró a lo largo de varios años. A medida que las condiciones económicas y sociales mejoraban, y la República de Weimar se estabilizaba, el radicalismo nacionalsocialista perdía fuelle. Por desgracia para Alemania y para el mundo, la crisis de Wall Street en 1929 y sus terribles consecuencias a escala mundial reabrieron las puertas a Hitler. La inflación desatada y sus secuelas de empobrecimiento para la clase media y miseria para los obreros y campesinos, dieron a Hitler el empujón que requería para alcanzar finalmente el poder.
Pero esa meta no se habría logrado sin los errores políticos de sus adversarios. La dificultad que los políticos “normales” tienen para entender a tiempo la audacia sin límites de un verdadero revolucionario, se pusieron de manifiesto claramente con el caso de Hitler y el movimiento nazi. Ni siquiera los comunistas lograron comprender oportunamente la naturaleza y magnitud de la amenaza que con voracidad se cernía sobre ellos.
Dos reflexiones vienen por último a cuento: De un lado, el rumbo de Hitler hacia el poder no fue algo irresistible o predestinado. Hubo vaivenes y retrocesos, y el contexto socioeconómico, así como la ceguera política de otros, jugaron un papel clave. 
De otro lado es necesario insistir sobre lo siguiente: a los políticos democráticos y a los electorados demócratas en general, les cuesta mucho trabajo enfrentar una política genuinamente revolucionaria, entendiendo por tal una política radical de objetivos ilimitados. Intentan usualmente contenerla mediante las técnicas aprendidas en tiempos distintos y marcos históricos diferentes. El resultado de ello es siempre el fracaso, pues por definición un revolucionario no transige. Solo cede ante una fuerza superior a la suya y generalmente lo hace para seguir luchando otro día.
Anibal Romero
aromeroarticulos@yahoo.com

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martes, 11 de noviembre de 2014

ENRIQUE MELÉNDEZ, SOBRE LA TUMBA DE MARX

ENRIQUE MELÉNDEZ
         En efecto, la caída del Muro de Berlín acabó con el mito de Marx; que, a su vez, fue el mito de Rousseau, y hasta el mito de Hobbes; es decir, el mito basado en el proyecto de una humanidad, que instauraba un Estado que hace del lobo, que hay en el hombre, un ángel. Incluso, desde la Ilustración ya se hablaba de la famosa sociedad del constructo; la sociedad que es capaz de construir el hombre, en una especie de reto, en términos de  perfección, a la naturaleza, y, en ese sentido, se habló de la razón de la ciencia y de la técnica, capaz de emprender ese reto.

         Todo esto es verdad, sólo que, supuestamente, Marx es quien descubre las leyes históricas, y de allí que, con toda la pretensión del caso, a su doctrina le da carácter de científica: el socialismo científico. No olvidemos que Marx pertenece a la más rancia tradición positivista; esa que creía tener el poder del saber en las manos, a partir del conocimiento científico y tecnológico; lo que entonces se comenzó a conocer como una epistemología, y así que Marx proclama que lo que está haciendo en El Capital; sobre todo, es ciencia; un compendio enciclopédico, por lo demás, de tres tomos, y que en las escuelas de filosofía se estudia en tres seminarios, cuando menos, para poder entender aquello. Incluso, en la década de 1970 se escribió un libro “Para entender El Capital”, escrito por un manualista del marxismo de nombre Louis Althusser.
         Marx fue un gran propagandista, y aquí se basó su primer triunfo; el arrogarse la potestad de la ciencia para su teoría, unido a un excelente estilo literario,  y fue cuando entonces expresó que hasta el momento en que él descubre las leyes de la historia, los filósofos no habían más que interpretado al mundo, y que de lo que se trataba era de transformarlo. Es cuando nace lo que en la terminología marxista se conocerá como la filosofía de la praxis; derivado, además, del hecho que había quedado aquella sentencia de Hegel de que, a partir de las revoluciones democráticas modernas, todos los pueblos quedaban condenados a llevar a cabo una revolución por la emancipación de su condición social, a partir de la proclamación de los derechos humanos, y es cuando Hegel dice que entonces la revolución queda como una categoría histórica.
         Marx va más allá de esos derechos humanos, y se pregunta: ¿cómo es posible que los medios de producción todavía estén en manos de la burguesía explotadora, y no del colectivo social? Esto tenía que ver mucho con aquella idea suya del comunismo primitivo, y al cual también tendía a volver la sociedad, una vez que el hombre se emancipara consigo mismo de su tendencia a la inercia; que es el principal principio de la Ilustración. He allí una de las claves con las que también se venía jugando desde la teoría de Hegel; esto es, el método dialéctico; el famoso método que proclamaba que, a partir de la superación de las contradicciones, se iba avanzando en cuanto se refiere al progreso de la humanidad; a pesar de haber sido antecedidos por el pensamiento trágico, que había dudado de ese progreso; de un Spinoza y un Kant (Spinoza concluía su Etica señalando que lo ideal sería el estado excelso; pero que es muy raro); las contradicciones del individuo y la sociedad, el uno y las partes; no sólo a partir del establecimiento de la igualdad entre los seres humanos, sino también a nivel psíquico, pues el triunfo de la revolución proletaria implicaba la liberación del hombre de su estado de enajenación, alienación y cosificación, a la que lo había postrado la sociedad de consumo, y el mundo industrial. He allí lo que se conoció como “el hombre nuevo”.
         Fue en verdad un ambicioso proyecto de humanidad, y aunque yo durante muchos años estuve envenenado con estas tesis; precisamente, lo veía mucho para ser formulado por un hombre; es decir, que un hombre diera con las leyes de la historia, que hasta entonces les habían pasado desapercibidas a las mentes más iluminadas, y que a partir de ese descubrimiento tuviera lugar la reproducción del reino del cielo en la tierra; la sociedad angelical, por excelencia, cuyo tributo se lo debíamos a Hobbes; quien había dicho que el hombre era lobo del hombre, y que el Estado, a través del peso de la fuerza, a través de la coerción, lo dosificaba de tal manera que lo volvía ángel del hombre.
         Ahora, esta teoría no hubiera sido posible sin la instauración del Estado-nación; esto es, el Estado que se transforma en el administrador de un reino; mientras integra en una división política territorial a principados, condados y marquesados, donde impone una lengua, con un centro de poder, y que se conoce como la capital del reino; que es lo que da origen a la nacionalidad: la sociedad de la ciudadanía, en una metamorfosis que se ha tenido, luego de haber sido una sociedad de siervos, y de ahí a la proclamación de los derechos del hombre hay un paso.
         La otra tesis que supo vender muy bien Marx fue la de la llegada de la humanidad a la edad de oro; sobre todo, porque éste le había comprado por completo a su maestro Hegel, todo el esquema de su método dialéctica, con la diferencia de que, si Hegel se fijaba en que el progreso de la humanidad se iba llevando a cabo en la historia, gracias a la intervención del espíritu absoluto; Marx consideraba que ese progreso se iba dando en la ciencia y en la técnica; de allí su visión de mundo materialista, por el contraposición al idealismo hegeliano; pues, por lo demás, Marx se ponía de acuerdo con Hegel, cuando éste señalaba que la infancia de la humanidad se podía ubicar en la civilización de los griegos; la adolescencia en la civilización del imperio romano y de la Edad Media, y luego la madurez en ese mundo de la ciencia y de la técnica, que ellos comenzaban a ver, a propósito del desarrollo de lo que se conoce también como la revolución industrial; “donde las máquinas iban a trabajar por el hombre”.
Enrique Melendez O.
melendezo.enrique@yahoo.com
@emelendezo

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miércoles, 13 de marzo de 2013

WOLFGANG SCHAUBLE,VE PRESUPUESTOS ALEMANES COMO "FUERTE SEÑAL" PARA EUROPA, ALEMANIA QUIERE QUE EUROPA TENGA UN GOBIERNO PROPIO Y UN PRESIDENTE, DICE QUE SE MEJORARÍA LA INTEGRACIÓN, FUENTE: DPA | 2013-03-13

El ministro alemán de Finanzas, el cristianodemócrata Wolfgang Schäuble, asiste al consejo de ministros de Economía y Finanzas de la Unión Europea (ECOFIN), celebrado en la sede del Consejo Europeo en Bruselas, Bélgica, hoy martes 5 de febrero de 2013. EFE/Olivier Hoslet
Berlín, 13 mar (dpa) - El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, afirmó hoy que los futuros presupuestos del gobierno alemán para acabar con la deuda de manera más rápida de lo pensado es también un claro mensaje para los demás países de la Unión Europea.
"Los puntos centrales del presupuesto para 2014 y del plan financiero 2013-2017 acordados hoy por el Ejecutivo alemán, centrados en un presupuesto sostenible y consecuente, no excluye el crecimiento", afirmó Schäuble durante una rueda de prensa en Berlín. "Esto es también una fuerte señal para Europa". "Un crecimiento sostenible, así como un mayor número de puestos de trabajo sólo es posible si se cuenta con una política financiera sólida", insistió.
Por su parte, el vicecanciller y ministro de Economía, Philipp Rösler, secundó las palabras de Schäuble defendiendo el programa acordado de manera conjunta por el ministerio de Finanzas y el ministerio de Economía, bajo la máxima de que un presupuesto saneado junto con un fortalecimiento al mismo tiempo de la competitividad es también para Europa "el camino correcto".
El presidente del Partido Liberal (FDP) aprovechó también la ocasión para calificar el hecho de conseguir el déficit estructural cero en las cuentas federales de 2015 y lograr superávit fiscal en los dos años siguientes como un "éxito conjunto de la coalición".
El gobierno alemán acordó hoy las bases de su presupuesto una semana antes de lo previsto, de tal manera que la canciller alemana, Angela Merkel, pueda acudir al consejo de la Unión Europea, que tendrá lugar este jueves y viernes en Bruselas, con el borrador bajo el brazo.
El borrador aprobado por el Ejecutivo contempla un nuevo endeudamiento de 6.400 millones de euros, dentro de un gasto total de 296.900 millones de euros. Mientras que en 2015 Alemania no contraerá nuevas deudas por primera vez desde hace más de 40 años.
A nivel estructural -deduciendo influencias especiales de la coyuntura económica y efectos puntuales- el presupuesto alemán debería estar equilibrado ya en el 2014.

El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schauble dijo, EL AÑO PASADO,  que la eurozona debe sacar conclusiones de la crisis en forma de una mayor integración.
El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schauble, se ha mostrado partidario de que la Comisión Europea se convierta en un auténtico Gobierno europeo y de que se elija a un presidente de Europa, dentro de una profunda reestructuración de las instituciones del Viejo Continente en aras de avanzar en la integración del bloque del euro.
Schauble, conocido por ser uno de los más europeistas entre los miembros del Gabinete de Angela Merkel, defendió durante su intervención en un acto académico en Aquisgrán la necesidad de "avanzar hacia la transformación de la CE en un Gobierno".
"Soy partidario de la elección de un presidente europeo", añadió el ministro de Finanzas de Alemania, quien subrayó la importancia de que la eurozona saque conclusiones de la crisis soberana acerca de la necesidad de alcanzar un mayor grado de integración. "Debemos garantizar que los mercados financieros mantienen la confianza en la moneda común", afirmó el ministro alemán.
http://www.teinteresa.es/mundo/Alemania-quiere-Europa-gobierno-presidente_0_701331553.html#WaQ1jnt4helM0VwQ

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