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jueves, 10 de septiembre de 2015

CRISTIAN SILVA, ¿QUIENES SON BACHACOS Y BACHAQUEROS EN VENEZUELA?...


..................
El Bachaco es un animalito peligroso, cargador por excelencia y píca durísimo.......... Un bachaquero es un nído de bachacos que en menos de una noche pueden "comerse" una planta de rosa por mas grande y bella que sea.

.................  Pero en nuestra Venezuela los nuevos "bachacos" no cargan ni comen rosas sino buscan desesperadamente mercados de MERCAL o PDVAL rogando a Dios encontrar algunos alimentos regulados no importa el tiempo bajo el sol que les lleve semejante aventura.   

................. Simplemente porque en Venezuela hay hambre, escasez de alimentos, especulación, inflación..... Y a todos nos toca vivirla y padecerla sin importar la clase social ni el partido de nuestra simpatía.

............... Es difícil tapar el sol con un dedo y también es muy difícil y traumatico hacer una cola  hasta de DIEZ  (10) horas para comprar algún alimento.

Allá lejos en mi pueblo en tiempos cuarto republicanos un refrán decía: ¡que animales tan dañinos; adecos, bachacos y chivos!  Pero como los rojos rojitos pusieron a los adecos fuera de servicio  ahora  se dice: ¡a corotos tan dañinos; chavistas, bachacos y chivos!....  ¡Jajaja!

En alcabalas de mi querida Cumaná, Araya, Cumanacoa, Marigüitar, San Antonio del Golfo, Casanay, Cariaco, San José de Aerocuar, Carúpano, Río Caribe, El Pilar, Tunapuy, Yaguaraparo, Irapa y Güiria cuando en forma selectiva o generalizada revisan equipajes y hasta cartera de damas se ha escuchado la expresión de algunos funcionarios: “no me interesa decomisar pañales, solo ando buscando modess para mi mujer”.

¡Dios!  Dado sea ese el caso o tantos otros donde si Usted lleva dos paquetes de alimentos le quitan uno o todos, yo me pregunto, ¿a cual hospital, asilo de ancianos, guardería, comedor popular o familia necesitada (que somos todos) entregan esos alimentos?

También se ha visto  camiones de PDVAL descargando mercancías en casas de familias y no es para venderlo en operativos de Consejos Comunales.  Entonces, ¿quiénes son los bachaqueros?

¿Serán los millones de Venezolanos desempleados o con sueldo mínimo que no les  alcanza para cubrir ni la decima parte del costo de la canasta alimentaria, ciudadanos obligados por “la necesidad y el hambre” a hacer colas inhumanas de diez horas  bajo un ardiente sol, comprar los limitados productos y revender parte de ellos para cubrir sus necesidades?

Y  aquellos ciudadanos que se apoderaron de veinte y cinco mil millones de dólares  en empresas fantasmas y los  venden y  revenden como les da la gana, no hay ley para ellos, ¿verdad?  Pero si existe para  ciudadanos comunes reventados por el hambre a quienes les quitan, les roban los paquetes de harina, la lata de leche, los maltratan, y de paso los llevan preso.
No me parece justo.
Los bachacos, bachaqueros y supuestos acaparadores no se acabarán cerrando nuestras fronteras sino cuando  haya  suficiente producción de alimentos, bienes y servicios y cuando el gobierno  elimine el control de cambio.  Señores, entiendan, USTEDES NO PUEDEN SER LOS DUEÑOS DE LA ECONOMÍA.  Esa actividad  pertenece a los particulares, a la empresa privada.  Ustedes no saben producir.  Regresen a sus dueños todas las empresas expropiadas en nombre de una supuesta “utilidad pública”.

A mis hermanos  Venezolanos  engañados  por  el  socialismo para “un mejor vivir” y ahora les da pena reconocerlo públicamente yo los entiendo.  Pero regresen a las filas de la democracia aunque sea en silencio. No renuncien al PSUV para que no les quiten sus beneficios.  Solo esperen pacientemente el 6 de diciembre y elijan una ASAMBLEA NACIONAL  mayoritariamente democrática  y comprometida  a recomponer el país.

Por su bienestar y el de su familia si todavía Usted está en el  chavismo salgase rápido antes de ser atrapado por el refrán Cumanés: “Chavista que no es bachaco anda siempre arrodillao, con el Comandante encima y el estómago pegao”…….. ¡Jajajaja!…………. ¡CANDELA!

Cristian Silva
cumanacristian@yahoo.es

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viernes, 24 de abril de 2015

TRINO MÁRQUEZ, DEMOLER LA ECONOMÍA

Durante los últimos días, Nicolás Maduro ha emitido dos declaraciones sorprendentes e insólitas. Ha dicho que va a demoler la economía, debemos imaginarnos que se refiere a la economía privada, y que les dará un “revolcón” a los empresarios que desataron la “guerra económica”. 

En medio de estas amenazas advirtió que a los hombres de negocio les quedan dos opciones: o se adaptan al cepo que les puso el gobierno o se van del país. Lorenzo Mendoza le respondió con un emotivo mensaje.

El señor Maduro no demuestra ningún propósito de enmienda. La economía no hay que demolerla. Ya ese trabajo sistemático de destrucción viene llevándose a cabo desde hace dieciséis años. El régimen rojo ha disparado proyectiles de todos los calibres contra el aparato productivo nacional y la iniciativa particular. 

Las expropiaciones y confiscaciones para transferirle al Estado empresas productivas en manos privadas comenzaron hace más de una década. Luego apareció la tesis del socialismo del siglo XXI que le dio un barniz teórico a las exacciones. Al lado de la sovietización de la economía, y para complacer al ala maoísta del oficialismo, surgió la idea del Estado Comunal y la economía popular, con las empresas de producción social, los núcleos de desarrollo endógeno y todos los demás aditamentos que adornan la “economía y la propiedad social”. Con todo este coctel molotov, se minaron las bases económicas de la nación. 

La tragedia desatada por Hugo Chávez pudo ser encubierta por los altos precios petroleros que se alcanzaron a partir de mediados de la década pasada. El gobierno pudo inundar de productos los estantes de los mercados populares y los supermercados por la enorme capacidad importadora de los petrodólares. Fue una época de abundancia y derroche.

Cualquier baratija que la gente buscase podía conseguirse. El sector importador vivió una época gloriosa. El régimen avanzaba en la aniquilación del sector privado sin que el país lo notara porque el déficit de producción interna era cubierto con importaciones masivas.

Sobraron las voces que alertaron acerca de los peligros que se corrían. Dinamitar el aparato productivo nacional mediante controles desmedidos, con el único fin de someter a los empresarios particulares y obligarlos a sujetarse a las normas del gobierno, traería consecuencias fatales para la nación. Chávez no oyó las advertencias. La borrachera petrolera le impedía ver lo que se venía, o simplemente no le importaba.

Su heredero ha continuado por ese camino con los resultados que estamos padeciendo. Chávez navegó en un mar de petrodólares. A Maduro solo le ha quedado un charco en el que chapotea. Los precios del crudo se desplomaron y la capacidad de elevar los ingresos mediante el incremento de la producción  no existe. Pdvsa está destruida y arruinada. Las compañías petroleras piensan mil veces antes de asociarse con la estatal venezolana. Esta es mala paga y está muy mal gerenciada. Quienes la dirigen le rinden cuentas al Psuv, no al país.

Los empresarios no reciben dólares. Las divisas del Cencoex están destinadas casi exclusivamente para organismos oficiales y para los militares. Desde hace meses el Sicad no convoca a ninguna subasta. Los dólares del Simadi cuesta un esfuerzo gigantesco conseguirlos; los particulares no quieren utilizar este mecanismo para vender divisas porque es muy engorroso  y, además, representa una pérdida frente al paralelo. En fin, los dólares oficiales no se consiguen por ningún lado. Los empresarios no quieren acudir al mercado secundario porque la Ley de precios justos les impide recuperar la inversión. Los sindicatos oficialistas completan el cerco.

Maduro en dos años ha devastado lo poco que había dejado su antecesor y padre político. Los empresarios están trabajando con los inventarios. Los costos de reposición no pueden financiarse. Numerosas empresas trabajan por debajo de su capacidad instalada porque no consiguen materia prima, ni insumos, ni repuestos. Artículos tan simples como el papel, los envases de aluminio o de plástico para envolver, escasean.

Las empresas estatizadas son las que peor funcionan. No hay cemento, cabillas, leche y café, todos productos fabricados por empresas rojas. Sin embargo, Maduro va a provocar un revolcón. En sus propios términos: va a radicalizar el proceso para tornarlo más socialista. No le basta con el tsunami que provocó. Quiere más ruina.

Mientras tanto, la Polar sigue produciendo en grandes cantidades.

Trino Marquez Cegarra
trino.marquez@gmail.com
@trinomarquezc

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JUAN DE DIOS RIVAS VELÁSQUEZ, LAS CLASES SOCIALES SE EMPOBRECEN CON EL SOCIALISMO DEL SXXI

Hoy en Venezuela se evidencia una movilidad social dispareja y sin apego a la realidad sociológica de América; está surgiendo una clase social “rica por el poder y la prevaricación” es visible que los funcionarios públicos de alto nivel (y algunos de bajo nivel) haga obtestación de riquezas (propiedades, carros, yates, cuentas bancarias y lujos desmedidos).  

Son grupos de personas cuyos intereses más o menos homogéneos derivan del lugar que ocupan en la Administración Pública y no en la producción como propietarios de factores productivos. Surgen de acuerdo a la posición que ocupan los individuos respecto a la estructura administrativa y económica distorsionada de hoy. 

Hay una “clase social” que surge de las mafias y el tráfico de materias primas controladas por el gobierno “poder cívico militar” donde reciben mucho dinero por contrabandear a Colombia y el Caribe, pero también por ser los jefes e integrantes de carteles que venden cemento, cabilla, comida, medicina, dólares, etc.

Todas las sociedades organizadas se han estructurado en grupos diferenciados a los que han correspondido privilegios, obligaciones e intereses distintos según el lugar que hayan ocupado en la producción social de la riqueza. En la Venezuela de hoy es el poder público (con sus excepciones) y su entorno quien controla y tarifa todo a valores con incrementos del 200 % y más, en una cadena codiciosa y extorsionadora donde Al Capone y su mafia se quedaron chiquitos.
La característica esencial de la sociedad venezolana, desde la conquista de su territorio por España hasta nuestros días ha sido su permanente relación de dependencia respecto a otras sociedades extranjeras, que han subordinado nuestro desarrollo económico, político y social a sus propios intereses. Este proceso no puede ser comprendido ni explicado en sí mismo, sino tomando en cuenta la influencia que han tenido hechos, situaciones y procesos que se desarrollaban fuera de nuestro territorio y que lo han orientado en el sentido que más convenía a las potencias dominantes de cada periodo. La dependencia, ha sido una constante en nuestra historia, que ha jugado un papel importante en el proceso de formación de nuestro país. Es la primera vez donde seguimos siendo explotados (Cuba, Alba, Trasnacionales asociadas con el Gobierno central y vista gorda como el caso de Exxon Mobil en el Esequibo) con la anuencia del Régimen Cibicomilitar y que nos pone en riesgo de hasta perder el Delta en un 50% de su territorio “tierra y marítimo”.
 A principios de 1830, la sociedad se dividía de acuerdo a su raza o color de piel. Los diferentes grupos sociales que imperaban en aquella época eran: Blancos Criollos: Eran los hijos de Españoles nacidos en territorios venezolanos, eran los descendientes de los conquistadores y encomenderos, poseían la riqueza agrícola y ganadera, eran dueños de la tierra y los títulos de nobleza y se mostraron muy activos en la vida comercial y financiera. Pardos o Mestizos: Constituyen los grupos de color producto de la mezcla de blancos, indios y negros. Eran el grupo más numeroso de la población, y carecían de derechos políticos. Cumplían funciones de artesanos, comerciantes menores, pulperos y asalariados. Indios: Prestaban servicios personales a misioneros y encomenderos, un alto porcentaje de esta población vivían en las selvas. Negros: (Esclavos, manumisos, cimarrones) Constituían el sector más bajo de la pirámide social. Los esclavos trabajaban en las haciendas, los manumisos como peones o arrendatarios y los cimarrones eran aquellos que se escapaban del dominio de sus amos y formaban fiestas y parrandas.
Los privilegios de los blancos criollos fueron distintos, además de los bienes económicos, disfrutaban de beneficios sociales, como el uso de adornos de oro, posibilidades para estudiar, ellos constituían la clase culta que defendían celosamente sus privilegios y luchaban por consolidarlos con la ruptura de la dominación española. Por su parte, los pardos aspiraban tener los privilegios de los blancos criollos. Antes de la disolución de la Gran Colombia se les concedió el derecho de gozar de educación pero en planteles especiales con preceptores de su mismo origen.
La economía actual está caracterizada por el subdesarrollo, la pobreza crítica y la corrupción desmedida. El sector mayoritario es el de la clase baja (La clase media está desapareciendo y emigrando), “los hijos de la Patria” el pueblo pobre está formado por los campesinos, obreros, tercerizados, empleados y trabajadores por cuenta propia; cuyos ingresos no superan los 5.642,48 Bs. mensuales, y son los que viven en zonas marginales, etc. Tomando en cuenta el alto costo de la canasta básica alimentaria de Bs. 35.124,45 (comprar una vivienda, carro, nevera, electrodoméstico, etc., es imposible) estamos en un retroceso social de proporciones de hecatombe de la justicia social, hemos retrocedido a la época de la colonia y la mentira y mal gobierno reina.
Luego se encuentra la clase media formada por pequeños empresarios y comerciantes, por profesionales y trabajadores especializados cuyos ingresos son suficientes para llevar una vida de supervivencia y con pocos lujos (se acabo la bonanza de consumo).
Por último, tenemos la clase alta compuesta por altos funcionarios públicos, grandes empresarios, banqueros y los dueños de grandes centros comerciales, extensiones de tierras en producción, bien sea agrícola o ganadera, es decir, aquellos cuyos ingresos, menos gastos sean suficientes para vivir y gozar de diversos lujos.

Juan de Dios Rivas Velásquez
rvjuandedios@gmail.com
@rvjuandedios

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JOSÉ VICENTE CARRASQUERO A., GOBIERNO PARALÍTICO

Desde que llegó al poder, el gobierno de Nicolás Maduro ha demostrado no tener las habilidades necesarias para enfrentar la crisis que empobrece día tras día a los venezolanos. Ha habido un debate sobre si el propósito es llevar el país a la situación menesterosa que vive en este momento o si es solo una cuestión de ineptitud para el desempeño de los cargos que ostentan.

Particularmente me inscribo en la segunda opción. El país está en manos de la clase política más incapaz que haya tenido la responsabilidad de manejar la república desde su fundación. Además hay que sumarle otras características nefastas. Junto a la incapacidad estamos frente a una ausencia total de escrúpulos que les permite mentir de forma descarada y trasladar sus culpas a otros sectores. Si todo esto fuese poco, han promovido y protegido la corrupción de una forma verdaderamente alarmante.
Viendo unas cifras publicadas por un importante analista del negocio petrolero venezolano, sostengo que a Venezuela le entró mucho más dinero en estos últimos dieciséis años que la sumatoria de todos los ingresos del país desde 1811 hasta 1998. Incluyendo cuando fue parte de la Gran Colombia.
Unos incapaces sin plan alguno de gobierno se emborracharon con semejante cantidad de dinero y comenzaron a gastar a diestra y siniestra sin ningún plan que dirigiera sus acciones hacia el logro de una visión de país previamente establecida. El único objetivo era mantenerse en el poder. Ignorantes como Jorge Giordani llegaron a decir que Venezuela tenía todos los dólares que necesitaba. Otra estupidez, producto de la incapacidad manifiesta, fue la de suponer que los precios del petróleo se mantendrían altos indefinidamente a pesar de las señales que estaba dando el mercado.
El manejo alocado y hasta ridículo de las finanzas públicas nos ha traído a la situación que está viviendo el país. Una que ya raya en la ingobernabilidad. Ésta entendida como la ruptura de la relación de gobierno entre quienes detentan el poder y la población. Venezuela se encuentra en una situación de anomia en la cual el crimen está a la orden del día.
Y ese es otro punto. Muchas personas sostienen que el auge criminal es un asunto diseñado por el gobierno. Nuevamente estoy en desacuerdo. El hampa se ha constituido en un poder que reta la capacidad del estado de monopolizar la violencia con la finalidad de garantizarles a los ciudadanos seguridad. En estos momentos, es innegable que la criminalidad desbordada es una grave amenaza a la estabilidad del régimen chavista. Es difícil pensar que alguien se meta en semejante problema si no es por su profunda ignorancia de los fenómenos sociales.
Las policías están siendo diezmadas y penetradas por el hampa. Sobre ese proceso el gobierno luce inerme. Montaron otro show con un súper-policía que supuestamente iba a poner orden. El asunto no ha hecho sino empeorar. Para eso están las estadísticas que desde ya, indican que Venezuela tendrá más muertos este 2015 que el año pasado. Una guerra perdida para la cual no tienen respuesta.
En su copia barata del discurso de los Castro, el problema de la escasez de dólares se lo atribuyen a una guerra económica con enemigos desconocidos. Su incapacidad se la atribuyen a un hecho que ningún ser racional es capaz de dar por válido. Si la guerra económica fuese una realidad, el presidente y todo su tren ministerial debiera renunciar inmediatamente. La triste realidad es que como dijo su ignorancia magnífica Jorge Giordani, entre empresas de maletín y gastos exorbitantes para garantizar ganar las elecciones de 2012, se endeudaron más allá de sus posibilidades.
Paralíticos como son, han decidido darle prioridad al pago de los vencimientos de deuda y su servicio por encima de la satisfacción de las necesidades de la población. He ahí la explicación de la guerra que ellos mismos se empeñaron en perder.
Otra guerra perdida fue la de la Cumbre de las Américas. Momentos que Maduro busca olvidar rápidamente entablando otra pelea de gallera ahora con los españoles. Luego vendrán los colombianos, los chilenos y todo aquel que cuestione las atrocidades que están sucediendo en Venezuela.
La triste verdad es que un gobierno paralítico como el actual tiene pocas posibilidades de salir de la trampa en la cual se metió gracias al ejercicio pleno de su incapacidad e ignorancia. Y con esto creo abonar a la idea de que lo que está pasando no es por diseño.
Las encuestas están demostrando que el gobierno es minoría. Eso tiene a la secretaría electoral del PSUV (CNE) haciendo triquiñuelas para ver cómo le quita diputados a las circunscripciones que gana la oposición. Avizoran la pérdida del poder e impiden que se realicen elecciones al Parlamento Latinoamericano, sin tomar en cuenta la gravedad del mensaje que están enviando a otros países sobre la calidad dictatorial del régimen.
No podemos esperar nada de este gobierno. Es un gobierno paralítico, es decir, sin capacidad de hacer lo necesario para salir de la crisis. Ya hay por ahí quien dice que los problemas con Estados Unidos y España le darán votos al gobierno para mantener la Asamblea. En mi humilde opinión  están equivocados. La gente no está para posiciones que desconozcan el trabajo que están pasando. Está muy equivocado el gobernador de Nueva Esparta cuando trata de emular a Chávez diciendo que la gente se va a restear con revolución a pesar de las penurias.
Como van las cosas, no hace falta ser brujo para ver una pérdida de la AN por parte del gobierno. Eso explica el tiempo que se han tomado para convocar las elecciones. De ahí en adelante vendrá el despeñadero. Lo siguiente será un revocatorio que mandará a Maduro a las duchas. A partir de ahí le tocará a otra gente tomar las riendas de la nación, ojalá que para bien de todos.
Los paralíticos seguirán haciendo lo que saben hacer: perseguir a los opositores difíciles, inventar historietas de malvadas maquinaciones que crean problemas que no saben resolver, reprimir violentamente las manifestaciones de descontento. No se puede esperar otra cosa que quienes vieron su cerebro paralizado por la ideología del fracaso.

Jose Vicente Carrasquero A.
botellazo@gmail.com
@botellazo

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domingo, 22 de marzo de 2015

SIMON GARCIA, LAS VERDADERAS AMENAZAS,

Las fuerzas democráticas deben andar con pies sensatos y cabeza clara ante la pretensión del gobierno de volver a dividir al país en base a disyuntivas ideológicas. Aunque antes no ha necesitado pretextos, ahora intentará aprovechar las medidas que le retiran a siete funcionarios gubernamentales el permiso para entrar a EEUU y confisca depósitos bancarios y bienes en el territorio de ese país. 

            El gobierno de Maduro ha adoptado medidas similares en materia de visas y ha confiscado bienes a empresas estadounidenses. Hasta allí el decreto del presidente Obama pareciera un ordinario acto de reciprocidad que afecta directamente a unos individuos determinados señalados en Venezuela por actuaciones represivas contra estudiantes y jóvenes. Lo nuevo y lo que el gobierno de EEUU está obligado a explicar es por qué “la situación en Venezuela es una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad de Estados Unidos”.
          El gobierno volvió a montar su tinglado. La identidad con nuestra tierra, nuestra gente, nuestra idiosincrasia y nuestra historia, todo eso que constituye la noción de patria (el lugar de nuestros padres) es una vena muy sensible y que tradicionalmente ha sido manipulada por dictaduras y fuerzas reaccionarias para conectar con el pasado lo que deben ser disyuntivas del presente.
            Pero si hay que identificar esa patria, es seguro que ella está en la gente, en su situación, en sus calamidades, en sus alegrías, en sus valores, en sus opiniones y en sus esperanzas. La patria es el soberano, no el gobierno.
            Pese a la esperada manipulación patriotera, la cadena del presidente Maduro estuvo muy por debajo del objetivo de levantar uno de los falsos términos de la polarización: de un lado el gobierno con su falso gorro patriótico y del otro “los enemigos de la patria”, un saco donde meten a opositores, disidentes, inconformes o decepcionados con el modelo y la gestión de este gobierno destructor del país. Los rostros de sus acompañantes reflejaban  sensaciones bien distintas a la dignidad.
            La respuesta gubernamental ni siquiera estuvo a la altura del grito caza/incautos “ni una gota de petróleo para los EEUU” o una contundente respuesta diplomática. Las contramedidas no buscaban poner al imperio en su lugar, sino compactar a sus seguidores y colocarle un chaleco de impunidad a funcionarios que deberían demostrar que están libres de sospecha. El gobierno acudió a su costumbre autocrática: premiar a los que son fieles al poder y confundir las cosas de un modo que no se pueda distinguir entre decencia y villanía.
            Sin apartarse de su plan de atornillar el modelo económico estatista y el ejercicio autoritario del poder, piden que se otorguen más poderes al presidente. La ley habilitante no será para llevar a cabo un plan nacional contra el desabastecimiento, ni parar la inflación, ni reducir las muertes físicas de más de siete venezolanos diarios, cuyo derecho a la vida debería preocupar más al gobierno que siete de sus funcionarios no puedan  comprar en Miami o guardar dinero en los aborrecidos bancos yanquis.
            El presidente Maduro pretende que la oposición se doblegue al gobierno en la bandeja de burdas manipulaciones. Pero la oposición no puede renunciar a sus deberes y a sus compromisos con el pueblo agredido por la crisis, para ayudar a reflotar los planes de hegemonía autoritaria de un gobierno que ya ha hecho demasiado daño a Venezuela.
            La soberanía del país debe defenderse frente a los EEUU si en verdad cualquier decisión suya vulnerara intereses del país.  Pero el gobierno no puede esperar solidaridades automáticas para desconocer una medida motivada en la defensa de los derechos humanos, en el combate a la corrupción y en la exigencia internacional de parar la represión gubernamental contra la mayoría de los venezolanos.
            La cúpula pide gestos antiimperialistas mientras cede atribuciones y autonomía frente a Cuba, se hipoteca servilmente con China o entrega el Esequibo a Guyana. Pretende imponer una visión ideológica y única de soberanía y de patriotismo para tratar de remendar su sobrevivencia en las próximas elecciones parlamentarias.
            Maduro habla del cabito Castro para pedirle a la oposición que lo apoye. Olvida que lo primero que hizo Don Cipriano en 1902 fue poner en libertad a todos los que estaban presos por hacerle oposición. Este gobierno solicita apoyo y justifica el secuestro de Lopes y Ledezma.      
              El presidente olvida que aquel fue un bloqueo naval de tres potencias europeas, no el retiro de un permiso para viajar a un país proclamado como el antimodelo. Que se les impida a funcionarios implicados en delitos universalmente condenables ir a Disney, no es una violación a sus derechos humanos.
              A la manipulación gubernamental hay que responderle explicando la verdad, a su odio con convivencia, a su violencia con paz, a su división con unión de todos, incluidos los que aún permanecen dándole su apoyo a los responsables de la crisis.
Simon Garcia
simongar48@gmail.com
@garciasim             

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miércoles, 18 de marzo de 2015

SAÚL GODOY GÓMEZ, EL DILEMA DIABÓLICO,

El ir a elecciones y por consiguiente votar, se ha convertido en un dilema diabólico para los venezolanos; eso es así porque el gobierno chavista y la oposición se han encargado de encharcar el proceso comicial de tal manera, que es prácticamente imposible salir ileso de este ejercicio de la ciudadanía tan común en las sociedades democráticas.

El Consejo Nacional Electoral (CNE) se ha convertido en el esperpento más oprobioso y maligno del régimen socialista bolivariano, una entelequia antidemocrática vestida de ropajes democráticos, pero muy efectivo al momento de provocar angustias, miedo, incertidumbre y desconfianza en los ciudadanos; cualquier proceso que toca lo convierte en trampa, sea esta real o figurada, en cualquier caso, mientras exista esta institución, tal como está conformada, no importa si los procesos se realizan con las más sofisticadas computadoras o utilizando ábacos o nudos para contar los votos, cualquier cosa que salga de esa fracasada institución, huele irremediablemente a “guiso”.
Y para los que pegaron un brinquito cuando puse como corresponsable a la oposición, lo digo porque han sido en extremo complacientes en aceptar y alcahuetear todas las marramuncias que esa organización en manos de adeptos al régimen, ha creado y puesto en práctica para asegurarle al gobierno, a su amo, su eterna pretensión de gobernar el país hasta el fin de los tiempos.
La causa final que mantiene con vida a esa inmensa organización, que consume toneladas del dinero de la nación para mantener su estructura “automatizada” y de comunicaciones, cuyos directores ganan sueldos faraónicos, y que, se supone, es árbitro imparcial de los procesos, es que permite el abuso del gobierno en todo momento y le amarra manos y pies a la oposición antes de soltarlos en el rin, sólo para llegar siempre atrás de los otros países que practican el conteo manual, y anuncian sus resultados con prontitud (ya estamos acostumbrados a los desagradables madrugonazos de sus voceros anunciando un nuevo y ominoso triunfo del chavismo); la misión del CNE no es electoral, sino la de proclamar al único posible ganador en la gran charada, al gobierno.
El votante, la gran excusa de nuestro sistema democrático, es quien finalmente debe decidir si sale de su casa a votar, a escoger los candidatos que prefiere; finalmente, y es quien, según los partidos políticos, debe defender su voto.
Se defiende el voto si hay alguien que quiere robarlo, o destruirlo, o cambiarlo, o anularlo, cosa que en una democracia normal estaría descartada, pues se parte de la premisa de que el voto es sagrado, que la voluntad del soberano es la última instancia en la escala de poder de las repúblicas; el que alguien quisiera manipular el voto del pueblo sería un anatema, el crimen máximo contra las libertades. Hay algo de eso, de hecho, porque el CNE ha designado a la Fuerza Armada como vigilante y garante de la pulcritud del proceso… esas mismas fuerzas armadas que se declaran chavistas y socialistas mañana, tarde y noche.
El votante, la voz del pueblo, es el gran juez de los procesos políticos, el que premia con la continuidad, si el gobierno ha sido efectivo y ha traído prosperidad a la casa, o dictamina su desalojo del poder por su pobre gestión y malos resultados; el votante en democracia es quien decide si hay cambios en el bullpen; el votante es finalmente el que garantiza la alternabilidad en el poder, por aquello de que una misma gente tanto tiempo en el poder tiende, inevitablemente, a corromperse y descuidar sus deberes.
El voto castiga o premia; el voto es el aceite que mantiene en funcionamiento los motores de las instituciones, porque se vota en varios niveles y en diferentes tiempos, a veces por el presidente, otras por sus representantes en la Asamblea Nacional, otras por sus gobernadores y concejales, otras en referendos y consultas populares… el voto es la opinión de los ciudadanos sobre el estado de la nación y la administración de las diferentes instancias de poder, y de lo que trata la democracia es de que ese voto sea claro, transparente, que esa voz soberana se escuche sin presiones y en entera libertad.
Pero basta de lo que debería ser, nuestra realidad es otra: tenemos una dictadura que le conviene hacerse pasar por democracia, tenemos una oposición electorera cuya única manera de entender la política es jugando a confeccionar listas y repartirse entre ellos los puestos salidores; ambos se necesitan, ambos se acuestan en la misma cama.
El gobierno les dice: “Yo te doy una oportunidad de poner tu gente donde hay, y tú me das el lustre de que soy democrático, aceptando mi invitación a jugar a que en Venezuela hay libertades”.
Porque la única manera como puedo comprender tanto colaboracionismo de los partidos de la oposición en lograr el CNE que hoy tenemos, es que el gobierno los haya mantenido, cultivado, permitiéndoles algunas victorias que puedan exhibir ante sus seguidores.
Contratos, dinero, cargos, parcelas de poder (mínimas), salvoconductos, prebendas, oportunidades, protección… ¿A cambio de qué? ¿Cuál es la ficha de cambio que usan en este ignominioso intercambio de favores?  Es nuestro voto, el que el día de las elecciones nos tengan haciendo fila para ejercer nuestro derecho democrático a expresar nuestra opinión, para que ésta termine siendo manipulada por el CNE y convertida en victorias vacías para la oposición… y tiempo para seguir usufructuando el poder, para el chavismo.
Maduro tiene en este momento un arma formidable y son los dólares que tiene represados (hambreando al país) para soltarlos en la campaña a Bs. 12, oo; dólares que, convertidos al cambio libre, son una montaña de dinero, capaz de comprar no sólo voluntades, partidos y votantes, sino a buena parte de la dirigencia de la oposición, algunos de los cuales, no me extrañaría, pero no me consta, ya deben estar disfrutando de estos dólares baratos y, empalagados, son capaces de entregar al país.
Pero, ¿Cómo lo hacen? ¿Por qué no nos hemos dado cuenta? La estrategia es sencilla: el PSUV le da a la MUD la oportunidad de tener más curules en la Asamblea Nacional, pero no tantas para hacer la diferencia en el manejo del órgano (no importa que vayamos todos a votar contra el gobierno, la magia del CNE hace realidad lo imposible); al final, será un avance para la MUD y sus partidos asociados, los partidos podrán enseñarle a sus clientes que ellos sí son efectivos, que sí se puede hacer carrera con ellos, que sí pueden ser financiados, sus miembros sólo tienen que esperar su turno y el día menos esperado el gran dedo los pondrá a competir en la gran carrera.
El gobierno estará contrariado, pero será puro show, mantienen el poder y han logrado algo mucho más valioso, le podrán restregar en la cara a la comunidad internacional que los partidos opositores, esos que denuncian al gobierno como régimen autoritario en cada foro e instancia mundial, quedan convencidos de que en el país hay democracia, que pueden competir libremente y hasta ganar algunas curules, porque el pueblo está con la revolución.
¿Una nueva teoría conspirativa? ¿Un fantasioso argumento de un venezolano enemigo de los partidos políticos, anti demócrata y anti político? Vamos a dejar la duda en el aire, sigan mi razonamiento.
Muy astutamente, los partidos políticos que sólo saben competir en elecciones y que sólo saben hacer política en los medios, manejan a los votantes bajo un dilema moral; en este punto debo aclarar que, para no meterme en aguas profundas de una moral basada en posiciones trascendentales, o metafísicas, o en argumentaciones universalistas, me acojo a la concepción moral del británico Alasdair MacIntyre, para quien la moral viene de mores, que significa costumbres y maneras de ser, y que estos mores sólo serían comprensibles si tomamos en cuenta las circunstancias en las que nacen.
Nuestras circunstancias son harto complejas y difíciles, se le ha permitido a la dictadura chavista avanzar demasiado en el control del país, nuestros partidos políticos han demostrado ser no sólo ineptos para detener este avance, sino que se han aliado al gobierno para hacerle más fácil el camino hacia el totalitarismo, jugando a que estamos en una democracia imperfecta; ellos parten de la falsa premisa de que Cuba y sus agentes, que nos gobiernan, o los países de Unasur y del Caribe, que son sus clientes, van a aceptar que los chavistas dejen el poder por perder en unas elecciones.
Todo el esfuerzo que ha sostenido la sociedad libre venezolana, que ha puesto sus muertos, sus presos políticos, sus sacrificios a todo nivel, está a punto de perderse si aceptamos ir a unas elecciones tan falsas como las ilusiones de algunos políticos electoreros, que uniéndonos a su comparsa legitimadora de un régimen tan criminal como éste, vamos a poner el punto final a esta pesadilla.
El asunto es que la MUD nos pone en un inexorable dilema diabólico: por una parte, los verdaderos demócratas van a las elecciones, sin importar las circunstancias; si éstas constituyen un chance de expresar nuestra opinión, debemos aprovecharlo; el que no vote, que luego no venga a reclamar… y esto, en boca de quienes han contribuido a llevarnos a ese callejón sin salida, donde si votamos le damos un baño de democracia a este gobierno forajido, con toda la seguridad de que el CNE nos va hacer perder. Por otro lado, si no votamos, pues no somos ciudadanos, ni somos demócratas. Porque el voto es un derecho y es, igualmente, un deber.

Todo se resume aparentemente en el acto de votar, cuando en la realidad, lo que importa es qué es lo que vamos hacer una vez que tomemos la decisión, cualquiera que ésta sea, porque ambas tendrán consecuencias. Y aquí repito lo que he afirmado varias veces, las elecciones son un frente de batalla más que tenemos que dar, a pesar de toda la trampa y el plomo en el ala que llevamos; debemos ir a votar pero, si votamos, es porque confiamos en que nuestros dirigentes están resteados con que somos mayoría – por eso el asunto de quiénes son nuestros dirigentes es tan importante -  y no hay vuelta a tras sino la victoria, porque estamos comprometidos a salir de nuestras casas a votar y a no regresar hasta que esa Asamblea Nacional sea nuestra por aclamación popular, ya que el CNE no nos va a reconocer el triunfo (ni las FFAA, ni el Tribunal Supremo, ni cualquiera de los amañados poderes públicos).

Si por el contrario, no votamos, es porque tenemos un plan, porque estamos demostrándole al mundo que en nuestro país hay una dictadura, porque contamos con una estrategia de desobediencia civil (volvemos al asunto ineluctable de que tenemos que contar con buenos dirigentes), porque sumamos a nuestras ventajas una estrategia para informarle al mundo lo que nos está sucediendo… y debemos continuar haciendo presión para que el gobierno no agarre aire, debilitándolo hasta que la situación se haga insostenible para el chavismo, evitando dejar libre el camino a los chavistas para que llenen la Asamblea Nacional de sus peones.

Suceda lo que vaya a suceder, la participación del pueblo es fundamental, la gran pregunta es ¿Estamos dispuestos a pagar el precio de la libertad? –

Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul

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