MILOS ALCALAY |
El fenómeno de la emigración se ha convirtiendo en uno de los más graves
problemas del primer cuarto de este Siglo. La falta de de reglas claras ha
creado múltiples obstáculos. Por una parte, millones de indocumentados son víctimas sometidas al
temor, la explotación y la penuria, mientras que otras veces vemos como
fundamentalistas extranjeros actúan como protagonistas de dramas que afectan a
los nacionales por sus actitudes de desequilibrio en la convivencia en su país
de asilo.
El debate planetario debe centrarse en el
difícil y complejo dilema de identificar respuestas que se fundamenten en la
dignidad debida a los nuevos peregrinos de la esperanza en búsqueda de un
destino mejor, pero imponiéndoles también reglas que deben cumplir en su nuevo
Hogar de Asilo.
En el brillante mensaje del Papa Francisco
ante la plenaria del Parlamento Europeo, el Sumo Pontífice desarrolla el tema
al identificar el drama que se constata en las problemáticas asociadas a la
inmigración recomendando “poner en práctica legislaciones adecuadas que sean
capaces de garantizar al mismo tiempo la acogida a los inmigrantes adoptando
políticas correctas, valientes y concretas”. “Es necesario actuar sobre las
causas y no solamente sobre los efectos” afirma el Papa.
El grave problema de los inmigrantes
indocumentados también estuvo en el centro de la intervención del Presidente
Barak Obama de los Estados Unidos, quien adoptó una serie de medidas
Presidenciales que benefician a cinco millones de ilegales –la mayoría de ellos
latinoamericanos- a los que anunció su compromiso de permitirles que “salieran
de las sombras” evitando ser deportados. La batalla por la legalización de los
indocumentados constituirá un arduo debate en el Congreso, pero ya está
introducido como una agenda impostergable.
El drama de los indocumentados en Estados
Unidos afecta principalmente a los latinoamericanos, por lo que de inmediato el
Presidente de México al igual que los Mandatarios Centro Americanos al
aplaudir ese respaldo inicial, dispusieron
que sus Consulados en el país del Norte ayudaran a sus nacionales a acogerse a
las nuevas facilidades.
Por supuesto que mientras otros Gobiernos de
la región ofrecen medidas consulares y legales de apoyo a sus emigrantes, no
pasa desapercibido el silencio y el hostigamiento de la administración del
Presidente Maduro a sus ciudadanos, ya que en vez de ayudar a los cientos de
miles de venezolanos que están en la diáspora, mas bien colocan obstáculos para
perjudicar la opción de los nuevos emigrantes criollos, como se evidencia en
múltiples ejemplos como el cierre del Consulado en Miami; la anulación de las
becas a los estudiantes venezolanos; la ausencia del pago adeudado a las
aerolíneas internacionales y el consecuente cerco que impide la salida de venezolanos;
las dificultades para legalizar papeles para el exterior; las restricciones de
CADIVI para la obtención de divisas y tantas otras trabas que demuestran la
ausencia de respuesta a la nueva realidad de la emigración venezolana. En ese
mismo sentido aumentan las dificultades de los indocumentados que viven en
Venezuela: hijos de Colombianos nacidos en nuestra patria sufren a diario las
dificultades cada vez mayores al no poder comprar productos que exigen
cedulación, o ser tratados como paramilitares, contrabandistas o terroristas,
volviendo a lanzarlos a las sombras y a las penurias cuando antes, el mismo
Gobierno “cedulaba” para obtener votos! Urge una posición de Estado!
Milos Alcalay
milosalcalay@yahoo.com
@milosalcalay
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