Accidente
en la refinería de Amuay, es el epitafio de la empresa que una vez representara
la independencia económica de Venezuela y los venezolanos. PDVSA
ha quedado hecha un carro que chirrea con el más mínimo movimiento
El
25 de Agosto de 2012 el pueblo venezolano recibió una bofetada con la noticia
de una explosión en la Refinería de Amuay, catalogado como unos de los
accidentes de mayor envergadura registrados en la industria petrolera mundial,
dejando al desnudo su desprestigio. Con ese accidente no solo se perderían
vidas, inmuebles, instalaciones, combustibles, productos, en el Complejo de
Refinación de Paraguaná (CRP), y, en las comunidades aledañas a las
instalaciones, sino que tanto Venezuela como los venezolanos sufrimos una
pérdida incalculable como país y como pueblo, sin importar credo religioso,
ideología política, ser ricos, pobres o clase media, universitarios o
analfabetas, oficialistas, oposición, Ni-Ni, indecisos, o desinteresados.
¿Por
qué perdimos? La respuesta es porque nuestra industria icono, esa que una vez
fuera respetada y llegara a ser la segunda empresa petrolera del mundo, la que
fuera nuestro orgullo, la que había dado origen a la riqueza que una vez nos
había permitido un desarrollo económico diversificado, ha sucumbido ante el
ataque del siniestro régimen Castro comunista, que siempre vio en el petróleo
de Venezuela una fuente inagotable de riqueza que le permitiera financiar
la expansión de “su revolución” a todo
el Hemisferio Occidental y demás aliados antidemocráticos. Se transformó en un
parásito que se enquistó en el gobierno
de Chávez un presidente (afortunadamente saliente) que ama mas a la revolución
castrista que a su pueblo, y ha mantenido el desangramiento de la economía
venezolana, al que además le ha sumado
la codicia de todos sus aliados del ALBA, y estados forajidos.
No
solo han sido los regalos de combustible y donaciones de millones de dólares,
regalos de todo tipo en calidad y cantidad a todos los oportunistas y
sanguijuelas que le hacen carantoñas. Son los empréstitos a China, pagaderos
con las ventas de petróleo a futuro y a precios irrisorios; es el endeudamiento
con Rusia por la compra de chatarra militar, la concesión de obras a
Bielorusia, a Argentina, a Brasil, los cambalaches de petróleo por pantalones y
caraotas, etc.
Todo
esto por supuesto representó que la planificación de expansiones, el
cumplimiento con el mantenimiento programado, el adiestramiento, las normas de
seguridad industrial y ambiental, la actualización en equipamiento, en
transporte, la inversión en tecnología de todo tipo se dejaran de lado, se
retrasaran, no se cumplieran en una industria que es exigente para poder mantener un nivel competitivo que
le permita generar riqueza. La PDVSA de Ramírez perdió “los papeles” como se
dice popularmente y con esa pérdida los venezolanos de todos los colores,
perdimos la principal fuente de sustento, a la que se suma el destrozo de todas
las industrias básicas de Guayana, del medio ambiente, de la industria privada,
es decir hemos sido dejados en la calle, en la mayor pobreza y endeudados por
generaciones.
Los
acólitos del gobierno hablan de sabotaje, el primer mandatario nacional y los
funcionarios del gobierno guardan silencio, dejando correr los señalamientos de
sus aliados, hay funcionarios dentro de la empresa que parecen haber olvidado que en los últimos seis años la
empresa ha sufrido una hilera de accidentes uno tras otro, que han dejado
fallecidos, que demuestran que su
deterioro había ido en crescendo, que estaba endeudada, que las cifras
presentadas no cuadraban, esa pésima administración, irresponsabilidad,
desidia, olvido de las que fueran la visión, misión, principios y valores de
PDVSA por parte de quienes se supone servían a la nación desde tal plataforma
es el verdadero sabotaje, y, no solo contra la empresa sino contra el pueblo
venezolano, verdadero y único dueño de la riqueza de nuestro subsuelo.
El
accidente en la refinería de Amuay, es el epitafio de la empresa que una vez
representara la independencia económica
de Venezuela y los venezolanos, quienes vemos en los muertos, los heridos, el
destrozo de las comunidades aledañas, las pérdidas asociadas a este desastre,
una tragedia que nos afecta a todos en lo más hondo, son las lágrimas que se unen a las decenas de muertes
violentas semanales, de la ausencia de justicia, de la pretensión de borrar nuestra historia, de no darle
importancia a las intenciones de achicar nuestro territorio por parte de quienes
ven en nuestro país una tierra arrasada por la cual las autoridades del país no tienen el más
mínimo interés.
Con
la explosión en Amuay, no solo murieron varias decenas de falconianos, quedaron
destrozadas 1.691 viviendas, sino que PDVSA
ha quedado hecha un carro que chirrea con el más mínimo movimiento,
hecha humo por el motor al quemar aceite, tiene las ruedas desgastadas, adentro está rota, no le
funcionan ni el radio, ni los parabrisas y tiene los vidrios mugrientos,
llegará un momento en el que se parará y no podrá volver a andar. Ese día los carroñeros rematarán los hierros que puedan ser vendidos y al pueblo
venezolano lo único que le quedará son recuerdos y miseria.
Con
la tragedia en Amuay ¡TODOS los venezolanos perdimos sin distinción alguna!
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