*EDITORIAL DE 200 DIARIO DE VENEZUELA 19 DE ABRIL DE 2008: “LUCHA DE CLASES”
"Tenemos por enemigo declarado al sol, por cuanto nos descubre los remiendos, puntadas y trapos".
Francisco de Quevedo (en El buscón)
El Despacho del Ministerio del Poder Popular para el Trabajo está estrenando un nuevo titular, el asambleísta Roberto Hernández, militante del Partido Comunista, y sus primeras manifestaciones durante su discurso inaugural no fueron precisamente de conciliación, no obstante que parte de su misión es servir de árbitro gubernamental para que se conduzcan, en armonía, las relaciones obrero-patronales.
En sus palabras, el ministro Hernández destacó el viejo axioma comunista de la lucha de clases, tan dañina a las economías de los países donde se han establecido o pretendido establecer.
Al frente del Ministerio del Trabajo, en diferentes gobiernos, han estado ministros de variadas tendencias políticas, pero ha prevalecido, en aras de la conciliación y la convivencia, la negociación y el espíritu para allanar las lógicas pero superables diferencias obrero-patronales.
El ministro Hernández, sin embargo, se estrenó apelando a la trajinada frase marxista de la lucha de clases, pugnaz ésta, que tantos conflictos trajo consigo, siendo hoy en día la práctica generalizada buscar entendimiento en medio del disenso lógico presente en las discusiones obrero-patronales cuando se discuten los componente contractuales de las convenciones colectivas.
Por lo visto, se insiste en el alto Gobierno en mostrar el rostro ominoso de la pugnacidad, del enfrentamiento, en lugar del de la conciliación y la convivencia como se estila en las naciones civilizadas.
Lo prudente es que el Gobierno ponga en marcha programas que incentiven el aparato productivo de modo de crear plazas de empleo y se reduzcan los niveles de desempleo, especialmente en un año electoral como el presente cuando habrá de elegirse nuevas autoridades regionales.
Como recordatorio, no debemos ignorar que cuanto mayor sea la injerencia del Estado, de los gobiernos, en la actividad económica, y se acose al sector empresarial, menguan las oportunidades de empleo incrementándose entonces el desempleo. Entre menor sea la intervención gubernamental y el sector empresarial pueda actuar libremente, cumpliendo siempre con las leyes, estará activándose una turbina que generará mayores oportunidades de trabajo.
La experiencia mundial ha demostrado hasta la saciedad que mientras mayor sea la intervención oficialista en la actividad productiva, habrá menos oportunidades de generación de empleos. Y Venezuela los necesita.
"Tenemos por enemigo declarado al sol, por cuanto nos descubre los remiendos, puntadas y trapos".
Francisco de Quevedo (en El buscón)
El Despacho del Ministerio del Poder Popular para el Trabajo está estrenando un nuevo titular, el asambleísta Roberto Hernández, militante del Partido Comunista, y sus primeras manifestaciones durante su discurso inaugural no fueron precisamente de conciliación, no obstante que parte de su misión es servir de árbitro gubernamental para que se conduzcan, en armonía, las relaciones obrero-patronales.
En sus palabras, el ministro Hernández destacó el viejo axioma comunista de la lucha de clases, tan dañina a las economías de los países donde se han establecido o pretendido establecer.
Al frente del Ministerio del Trabajo, en diferentes gobiernos, han estado ministros de variadas tendencias políticas, pero ha prevalecido, en aras de la conciliación y la convivencia, la negociación y el espíritu para allanar las lógicas pero superables diferencias obrero-patronales.
El ministro Hernández, sin embargo, se estrenó apelando a la trajinada frase marxista de la lucha de clases, pugnaz ésta, que tantos conflictos trajo consigo, siendo hoy en día la práctica generalizada buscar entendimiento en medio del disenso lógico presente en las discusiones obrero-patronales cuando se discuten los componente contractuales de las convenciones colectivas.
Por lo visto, se insiste en el alto Gobierno en mostrar el rostro ominoso de la pugnacidad, del enfrentamiento, en lugar del de la conciliación y la convivencia como se estila en las naciones civilizadas.
Lo prudente es que el Gobierno ponga en marcha programas que incentiven el aparato productivo de modo de crear plazas de empleo y se reduzcan los niveles de desempleo, especialmente en un año electoral como el presente cuando habrá de elegirse nuevas autoridades regionales.
Como recordatorio, no debemos ignorar que cuanto mayor sea la injerencia del Estado, de los gobiernos, en la actividad económica, y se acose al sector empresarial, menguan las oportunidades de empleo incrementándose entonces el desempleo. Entre menor sea la intervención gubernamental y el sector empresarial pueda actuar libremente, cumpliendo siempre con las leyes, estará activándose una turbina que generará mayores oportunidades de trabajo.
La experiencia mundial ha demostrado hasta la saciedad que mientras mayor sea la intervención oficialista en la actividad productiva, habrá menos oportunidades de generación de empleos. Y Venezuela los necesita.
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