18 de abril de 2008
El oficialismo está compuesto por una minoría que hace bulla, porque controla los medios del Estado e invierte fortunas en propaganda. Además, todos sus integrantes siguen un sólo lineamiento. Mientras que la oposición cuenta con la inmensa mayoría de los venezolanos, pero sus esfuerzos se dispersan, porque cada sector está ocupado, defendiendo su propio nicho.
El Régimen está muy consciente de su inferioridad numérica, por eso mantiene dividida a la oposición, lanzando ataques simultáneos en diversos flancos: el nuevo diseño curricular, confiscaciones de empresas, invasiones de fincas, la Ley de Policía Nacional, creación de nuevos batallones de reserva, y así sucesivamente.
Los ataques continuos –publicitados en cadena nacional– cumplen la función de “guerra psicológica”, cuyo objetivo es desmoralizar al adversario, haciéndole creer que está perdido. Para colmo, la oposición no cuenta con un liderazgo fuerte, capaz de reorganizar las fuerzas y redefinir el curso de acción.
Esta dinámica, aunque frustrante, es fácil de romper; basta reproducir políticamente el mismo mecanismo de concentración de energía que utiliza el láser. Por sus siglas en inglés, láser significa Amplificación de Luz por Emisión Estimulada de Radiación, y es un dispositivo que produce una luz intensa, porque la concentra de manera coherente y direccionada.
Para neutralizar la manipulación oficialista, los venezolanos debemos imitar el principio del láser, escogiendo un sólo tema político –el más efectivo e importante– y concentrarnos todos, de manera coherente y direccionada, en amplificar ese único tema. En diciembre pasado este esquema funcionó muy bien, porque había uniformidad de criterio, respecto a impedir la Reforma.
Los partidos políticos consideran que la clave está en las elecciones regionales. Pero ese tema no preocupa al Régimen; por el contrario, está muy interesado en que haya una alta participación, para proclamar al mundo que en Venezuela sí hay democracia. En el peor de los casos, perderá unas cuantas gobernaciones y alcaldías, pero seguirá en el poder.
En cambio, el tema de las FARC es altamente delicado para el oficialismo, porque unos funcionarios que trabajan con el narcoterrorismo colombiano no pueden –evidentemente–seguir ejerciendo cargos de gobierno. En otras palabras, se justifica plenamente su remoción.
En resumen: propongo llevar a cabo una movilización –tipo láser– en la que todos nos concentremos en denunciar y cuestionar los vínculos del Régimen con las FARC; vínculos que han sido ratificados por el propio Chávez, al guardar un minuto de silencio y enviar tropas a la frontera por la muerte de Raúl Reyes.
Si se promueve esta discusión, el Régimen se verá obligado a dar explicaciones, a negar sus vínculos, a decir mentiras y, en fin, a abandonar su línea ofensiva, para fortalecer su línea defensiva.
¿No es hora de que la oposición pase a la ofensiva?
El oficialismo está compuesto por una minoría que hace bulla, porque controla los medios del Estado e invierte fortunas en propaganda. Además, todos sus integrantes siguen un sólo lineamiento. Mientras que la oposición cuenta con la inmensa mayoría de los venezolanos, pero sus esfuerzos se dispersan, porque cada sector está ocupado, defendiendo su propio nicho.
El Régimen está muy consciente de su inferioridad numérica, por eso mantiene dividida a la oposición, lanzando ataques simultáneos en diversos flancos: el nuevo diseño curricular, confiscaciones de empresas, invasiones de fincas, la Ley de Policía Nacional, creación de nuevos batallones de reserva, y así sucesivamente.
Los ataques continuos –publicitados en cadena nacional– cumplen la función de “guerra psicológica”, cuyo objetivo es desmoralizar al adversario, haciéndole creer que está perdido. Para colmo, la oposición no cuenta con un liderazgo fuerte, capaz de reorganizar las fuerzas y redefinir el curso de acción.
Esta dinámica, aunque frustrante, es fácil de romper; basta reproducir políticamente el mismo mecanismo de concentración de energía que utiliza el láser. Por sus siglas en inglés, láser significa Amplificación de Luz por Emisión Estimulada de Radiación, y es un dispositivo que produce una luz intensa, porque la concentra de manera coherente y direccionada.
Para neutralizar la manipulación oficialista, los venezolanos debemos imitar el principio del láser, escogiendo un sólo tema político –el más efectivo e importante– y concentrarnos todos, de manera coherente y direccionada, en amplificar ese único tema. En diciembre pasado este esquema funcionó muy bien, porque había uniformidad de criterio, respecto a impedir la Reforma.
Los partidos políticos consideran que la clave está en las elecciones regionales. Pero ese tema no preocupa al Régimen; por el contrario, está muy interesado en que haya una alta participación, para proclamar al mundo que en Venezuela sí hay democracia. En el peor de los casos, perderá unas cuantas gobernaciones y alcaldías, pero seguirá en el poder.
En cambio, el tema de las FARC es altamente delicado para el oficialismo, porque unos funcionarios que trabajan con el narcoterrorismo colombiano no pueden –evidentemente–seguir ejerciendo cargos de gobierno. En otras palabras, se justifica plenamente su remoción.
En resumen: propongo llevar a cabo una movilización –tipo láser– en la que todos nos concentremos en denunciar y cuestionar los vínculos del Régimen con las FARC; vínculos que han sido ratificados por el propio Chávez, al guardar un minuto de silencio y enviar tropas a la frontera por la muerte de Raúl Reyes.
Si se promueve esta discusión, el Régimen se verá obligado a dar explicaciones, a negar sus vínculos, a decir mentiras y, en fin, a abandonar su línea ofensiva, para fortalecer su línea defensiva.
¿No es hora de que la oposición pase a la ofensiva?
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