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martes, 29 de octubre de 2013

CARLOS BASANTA, EL INSOMNIO, ALGO MÁS QUE FALTA DE SUEÑO

El dormir, no es una forma de matar el fastidio cuando  no se hace nada por las noches, responde en la mayoría de los casos a los designios de un reloj biológico perfectamente sincronizado que marca un ritmo, al cual por ser relativo a las 24 horas del día recibe el nombre de Circadiano y que regula, además de otras funciones del organismo al sueño y la vigilia. El sueño es una necesidad básica para la supervivencia, tan importante como el comer o el beber, el ser humano necesita descansar, aunque cuando dormimos no estamos completamente apagados y nuestro complejo sistema orgánico continúa trabajando, es una oportunidad y regla de la vida para que el motor de nuestra vida se apacigüe y recarguemos las baterías. 

No dormir un numero de horas suficiente en número y calidad que nos permita el reposo, despertar a media noche y no poder volver a dormir, nos lleva a un despertar con la sensación de no haber dormido bien, no haber descansado, irritable, con dificultad para la concentración, entre otras muchísimas consecuencias. Situación en la cual nos hemos visto envueltos con relativa frecuencia. Una de cada tres personas adultas ha padecido o padece trastornos del sueño, pero  según estudios, solo el 10% de los afectados han sido correctamente diagnosticados y tratados.

¿Que es el Insomnio y que lo puede producir?

El insomnio es un trastorno del dormir y que implica no solo la dificultad para conciliar el sueño, sino también el mantenimiento del mismo, una vez iniciado, por el tiempo necesario para el descanso. Esta alteración puede ser producida por múltiples causas, desde los más simples como los ruidos externos producido por los vecinos en horas nocturnas, el alto volumen del televisor de los hijos, o el ronquido de tu pareja, el alcohol, el cual muy al contrario de lo que la gente piensa induce un sueño que no es reparador, el trabajo por guardias, situaciones estresantes durante el día, el uso de medicinas como estimulantes, diuréticos, pastillas para adelgazar, medicamentos para el asma y descongestionantes nasales, alguna enfermedades como la obesidad, el asma y otras enfermedades respiratorias, enfermedades del corazón, trastornos emocionales y psiquiátricos como la ansiedad, psicosis y la depresión, siendo importante señalar que el insomnio con mucha frecuencia es la expresión de estas alteraciones, sobre todo un síntoma de la Depresión.

¿Cuales pueden ser las consecuencias de no dormir bien?

Todos lo que en alguna oportunidad no hemos podido dormir bien, hemos sentido en carne propia el desespero que produce el querer dormir y no poder, nos hemos sentido al otro día con un ratón y sin haber bebido, irritables, somnolientos, obnubilados y con un rendimiento menor al habitual, hemos experimentado algunas de estas consecuencias de esta situación, pero existen otras que merecen ser comentadas por su importancia tanto para la salud como para nuestra vida diaria. Después de un periodo prolongado sin poder dormir, al cabo de 24 horas, los síntomas más frecuentes son fatiga, ardor y sequedad de los ojos, al prolongarse el tiempo de vigilia, los estudios experimentales y de observación han reportado alteraciones visuales como visión doble, visión borrosa, alteraciones en la escritura y para leer, incluso el individuo puede soñar despierto, alteraciones en la atención y concentración, disminución en el tiempo de reacción, todo ello con un gran riesgo para la producción de accidentes, se pueden producir alteraciones en la memoria inmediata, y disminución en la velocidad de realizar operaciones matemáticas básicas, además del establecimiento del círculo vicioso insomnio – ansiedad.

¿Como podemos prevenir el Insomnio?

La gran mayoría de las enfermedades o trastornos de salud se pueden prevenir y una de las armas más importantes de prevención es el cambio de estilos de vida, el adquirir hábitos saludables y aunque no lo creas para dormir deben existir condiciones y además tener buenas costumbres para ir a la cama, adopte un horario regular para dormir y despertarse, conviértalo en una rutina, haga ejercicios regularmente durante el día, trate de no hacerlo por las noches, porque el ejercicio físico favorece la secreción de hormonas estimulantes y aumenta la temperatura corporal, la cual debe disminuirse necesariamente antes de dormirte, use el dormitorio solo para dormir y tener relaciones sexuales, saque el televisor y los libros y manténgalo a baja luz y a temperatura baja, yendo a la cama a dormir cuando tenga sueño, elimine las comidas pesadas en la cena, no tome café ni fume antes de irse a la cama, lea algo liviano o divertido antes de acostarse, trate de manejar las situaciones estresantes, aprenda y practique alguna técnica de meditación y relajación y si el problema para dormir comienza a preocuparle busque ayuda especializada, no se automedique.

PILDORAS DE TU MEDICO

-        El sueño es un importante  indicador de nuestra calidad de vida, y sus alteraciones y consecuencias van a tener una repercusión significativa en nuestro bienestar físico, Psicológico y social, por lo cual si comenzamos a tener problemas para dormir debemos tomar los correctivos a tiempo con ayuda especializada, la automedicación puede ser peor que la enfermedad.

-        Los trastornos afectivos y emocionales el estrés crónico y otras alteraciones psicológicas están estrechamente relacionadas con el insomnio, desapareciendo este al recibir un tratamiento adecuado, el acudir al Psiquiatra no significa estar loco y puede prevenir cualquier desorden mayor.

-        El insomnio no es exclusivo de los adultos, los niños y adolescentes sufren con frecuencia, incluso desde recién nacido,  de problemas del sueño, los cuales con mucha frecuencia son producto de falsas conductas en el hogar como la sobre protección, problemas familiares, pudiendo cronificarse si no se detectan y se corrigen a tiempo.

    VACUNA CONTRA EL ESTRÉS

Un niño le escribe una carta a Santa Claus:
Santa, ya estoy dejando de creer en ti, soy hijo único y todos los años te escribo para que me mandes un compañerito  y no me has cumplido; espero que para navidad me mandes un hermanito.
  Y santa le responde: “Hijo me has convencido, pero necesito que me mandes a tu mamá. 

Estoy preocupada mi hija ya tiene 35 años y no tiene novio!,¿no te parece que necesita un Psicólogo?
 -Psicólogo, Médico, abogado, ingeniero, oficinista, obrero,….. ¡lo que venga!, no creo que se ponga exigente.

Hasta nuestro próximo contacto.
*Medico. Magíster en Salud Pública.
E. mail basantac@cantv.net
www.drcarlosbasanta.es.tl
Twitter: @drcarlosbasanta

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EGILDO LUJAN NAVA, LOS PERTURBADORES DEL 2013, FORMATO DEL FUTURO…

Un desencajado, compungido y hasta frío Nelson Merentes compareció esta semana por ante la Asamblea Nacional para, como Ministro de Finanzas y en representación del Poder Ejecutivo, presentar a consideración de los parlamentarios el proyecto de Presupuesto de Ingresos y Gastos de la nación para el  2014.

A no ser porque su recurrencia a cifras, porcentajes, proyecciones y similares obligaba a recordar lo que su Despacho dijo el año pasado que sucedería durante el que aún está en curso, y que no hay un solo resultado que haga suponer que en aquella ocasión no se mintió, Merentes habría pasado imperceptible, ausente, irrelevante. Porque para congresistas y ciudadanía, es verdad, esa presentación en Venezuela no supera la calificación de simple formalidad.

Y es así, debido a que desde hace casi diez años, los Ministros de Finanzas no se acogen a la obligación Constitucional de presentar una relación de ingresos y egresos supeditada la condicionalidad de lo serio. Ni tampoco hay un conglomerado ministerial y un Jefe de Estado que rindan cuentas ciertas de cómo es que se conduce la hacienda pública, muchos menos un Congreso y una institución Contralora que eviten la supervivencia del prolongado reinado de la desestimación de tener presente lo obvio: nadie allí administra dinero propio; nadie allí puede actuar considerándose con autonomía para hacer y deshacer, sin que semejante proceder no entre a colidir con las normas contra la malversación de fondos públicos, el enriquecimiento ilícito, la corrupción y hasta el fraude a la confianza ciudadana.

Nelson Merentes, en fin, el mismo que hace apenas poco más de doscientos días sembró en el espíritu de propios y extraños al Gobierno del que forma parte, la sensación de que, convertido en Jefe del Gabinete Económico, haría posible el milagro del entendimiento entre el equipo comandado por Nicolás Maduro Moros y los que se dedican a producir bienes y servicios en el país, o a importarlos cuando no se puedan producir, se hizo presente en el Hemiciclo para tratar de hacer lo mismo que lideró en abril pasado.

Pero no lo logró. Y no solamente por la comunicación corporal que arropó su verbo, cuando anunció que el gasto previsto para el venidero año estará por el orden de los 552 millardos de bolívares y que el endeudamiento estimado será de otros 141 millardos, sino también porque esa disparidad comunicacional sólo sirvió para aromatizar el ambiente, aún más, al verse obligado a comunicar aquello que, quizás, él hubiera preferido no citar. Y es que los ingresos de la petrolera Venezuela, no serán tan abundantes como para atender eficientemente la erogación programada, por lo que la diferencia tendrá que ser sacada del bolsillo de los casi 30 millones de personas que plenan el suelo venezolano, y que en el 2013, se han visto obligados a financiar una inflación cercana al 60%, cuota de empobrecimiento forzoso que, por cierto, se radicó en el país hace ya tres décadas, sin que durante ese período haya habido un solo gobierno interesado en evitar que eso ocurra.

Por supuesto, ante esa inobjetable realidad, lo más grave, es que tampoco hoy abunden las propuestas políticas que hagan suponer que, ante la eventualidad de un cambio en la actual conducción del Gobierno, no se seguirá dependiendo de la misma norma rectora hoy cuestionada.

Pero si para Merentes no debe haber sido cómodo estar allí, sabiéndose obligado a no referirse a esa respuesta que todos los días demandan millones de venezolanos, cuando indagan en soledad “¿en dónde están los dólares que ingresaron al país desde hace catorce años, en el mayor volumen de toda la historia republicana?”, peor tiene que haberse sentido en sus adentros al no admitir que con un Banco Central convertido en otro despacho ministerial, no es posible evitar la impresión de dinero inorgánico para financiar el gasto desenfrenado promovido por un Gobierno huérfano de visión de futuro. Y más si tal impresión en esas condiciones comenzó a tomar cuerpo cuando él, Merentes, presidía al ente emisor.

En todo caso, en el medio de malestares, decepciones, frustraciones, equívocos, estadísticas de feo rostro y curiosa conformación técnica, la impresión relacionada con los denodados esfuerzos que hacen las autoridades para que del proyecto presupuestario, se pase a la credibilidad parlamentaria y de la propia sociedad, emergen dos serias inquietudes que superan las suspicacias bien fundadas sobre la insinceridad de lo presentado en la ociosa Asamblea Nacional.

Y se refieren a si, hasta que esa institución apruebe el proyecto, es decir, antes de que se produzca la culminación de sesiones en diciembre próximo, y se conozcan los resultados electorales municipales del 8 de diciembre, finalmente, el Gobierno dará el gran paso de impedir que la economía continúe su rumbo desenfrenado hacia la hiperinflación, como lo han demostrado, con cifras y las evidencias extraídas de los cálculos, economistas como Alexander Guerrero.

Porque, definitivamente, el problema de la economía venezolana no se circunscribe a las “perturbaciones” que describió el Ministro Merentes: inflación, escasez y sistema cambiario. Sino a la concepción ideológica que los padres de dichas perturbaciones insisten en seguir empleando para continuar conduciendo la economía, animados y convencidos de que en el medio de barrotes, restricciones, controles y amenazas contra quienes reclaman libertad para financiar, producir, comercializar y disponer de una renta lícita, habrá suprema felicidad social.

Tales perturbadores, desde luego, engendraron las causas exacerbadas de los “enemigos” de la economía que identificó el representante del Poder Ejecutivo cuando quiso justificar lo injustificable en la Asamblea.

Tales perturbadores son dueños políticos y poderosos de voz y voto entre cuatro décadas de ministros que también alzan la voz para avalar, respaldar y fortalecer la creencia de que, gracias a los pasos dados  en materia económica desde hace ya casi quince años, el 9 de diciembre, con resultados políticos satisfactorios –o no- en el bolsillo, será posible dictar más y más radicales decisiones que consagren la conquista de la gran meta en el 2019.

Y no importa que eso sea en el medio de apagones, mala vialidad, disfuncionalidad del sistema de salud pública, carencias de inmuebles y de maestros y profesores en el de educación, inseguridad, desempleo y desabastecimiento de alimentos y otros bienes. Porque, después de todo, para tales perturbadores, también esa constituye una variable consagradora de  victoria política: la del ciudadano dependiente  de un Estado (Gobierno) que ya lidera el 52% de la conformación del Producto Interno Bruto nacional, sin que, por el momento, haya capacidad sustitutiva de parte de la ciudadanía emprendedora nacional y la fuerza corporativa internacional.

Si no se cree que eso es así, bastaría con evaluar los resultados de la última encuesta de la empresa Ivad, cuyo elemento más sobresaliente es que los amantes seguidores del bien mercadeado proyecto “revolucionario”, en casi un 50% está convencido de que la economía venezolana no da tumbos entre improvisaciones y equívocos, tampoco entre 5 y diez protestas sociales diarias en todo el país. Sino que, por el contrario, es un producto final apropiado para que, finalmente, el actual Ministro de Planificación, Jorge Giordani, no siga siendo calificado el peor ministro en su  tipo en todo el Continente, amén de padre formal del modelo por el que se rige la economía venezolana. Es que si las cosas son así, el “Monje” hasta pudiera terminar alzándose alguna vez con un Premio Nóbel de economía. ¿Por qué no?.

egildolujan@gmail.com
Enviado a nuestros correos por Edecio Brito Escobar (CNP-314)
E-Mail: edecio.brito.escobar@hotmail.com

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CARLOS E. AGUILERA A., UN PAÍS IRACUNDO

Los venezolanos siempre nos hemos ufanado de exhibir buen talante, sentido del humor, alegría, y un toque especial, que para gentes venidas de otras latitudes, era un  “algo tan singular que nos hacía personas amables, simpáticas y querendonas”. Pero ese encanto del que tanto nos preciábamos, ha ido despareciendo poco a poco como consecuencia de los avatares que venimos afrontando desde hace 15 años. No es una justificación, pero es la razón de ser de este fenómeno, que ha cambiado nuestra otrora imagen de gente feliz en todo el sentido de la palabra.

Muchos se preguntaran y ¿Cuál es la verdadera razón para que el (la) venezolan@ haya experimentado ese brusco cambio de su conducta y comportamiento social?. La respuesta ocuparía una larga y extensa lista de hechos que han hecho mella en el estado de ánimo, espíritu y carácter de las personas que cotidianamente uno tropieza en la calle, en  transporte público, comercios, instituciones del estado, empresas privadas y otros escenarios.
Comenzaríamos esta lista de hechos, por  el engaño de que fueron víctima quienes ciegamente depositaron su confianza y voto por el finado Hugo Chávez, quien se erigió en el defensor de los derechos de los ciudadanos y así lo predicó a lo largo de toda su campaña  electoral cuando aspiraba a la silla presidencial.  
A ello se sumaron una vez instalado en el poder, cientos de promesas incumplidas hasta la presente fecha, pero envueltas en un papel de regalo con una tarjeta que rezaba “Hecho en socialismo”: Expropiaciones, desempleo, corrupción, nepotismo, ineptitud, burocracia (de 13 Ministerios hoy 27), latrocinio, abuso de poder,  medios de comunicación cerrados, poderes secuestrados y pare de contar. Su hijo putativo Nicolás Maduro, heredero de la corona, tan cuestionado por su ilegitimo triunfo y también por su nacionalidad, sigue al frente del timón del barco que ha comenzado a hacer aguas, como consecuencia del mal manejo de las políticas públicas y la falta de sindéresis no solo verbal sino gerencial, lo cual ha generado una crisis económica y de valores, que jamás el país en toda su vida republicana había experimentado. Y lógico es suponer que todos estos hechos han erosionado el carácter del ciudadano común, que observa con desesperanza el presente y futuro suyo y el de su familia, encerrado en un cielo de oscuros nubarrones.
Un país con un gobierno que se precie de ser democrático, no puede vivir todos los días con mensajes subliminales, de quien lejos de encargarse en solucionar los graves problemas que afecta al ciudadano común, se ha dedicado desde hace seis meses a través del llamado “gobierno de calle”, a insultar y vituperar constantemente con lenguaje procaz, altanero y de guapo de barrio a sus gobernados, con el pretexto de combatir a quienes los califica de imperialistas, traidores a la patria, miserables, vagamundos, etc. etc . No puede ningún mortal que habita este suelo,  “calarse” como se suele decir coloquialmente, una cansona telenovela sin episodio final.
Un país en el que los medios de comunicación son constantemente amenazados en sus tediosas cadenas por el canal de todos los venezolanos (¿) y la red mediática de que dispone y que para colmo anuncia la creación del Cesppa , potencial órgano de inteligencia orientado a controlar a presuntos enemigos internos y externos  y a los medios de comunicación sobre los que recaen todos los males que aquejan a la república, no puede generar tranquilidad y sosiego a ningún venezolano.
Un país en el que sus nacionales y extranjeros viven en constante zozobra por el desbordamiento delincuencial, que todos los días suma víctimas inocentes a la larga lista de familias que lloran la ausencia física de sus seres queridos y que semana tras semana pareciera más un “parte de guerra” que una lista de venezolanos caídos a manos de desgraciados delincuentes, que han convertido a Venezuela en territorio en el que impera la ley de la selva, ha afectado innegablemente el estado de ánimo físico y espiritual de hombres, mujeres, adolescentes y niños que habitan en su territorio.
Un país en el que la vocería gubernamental predica la violencia cotidianamente, so pretexto de una supuesta invasión extranjera haciendo uso y abuso del poder que detenta, permitiendo impunemente que colectivos y motorizados circulen por las calles con armas de alto calibre y que sus cuerpos policiales no hayan sido depurados de taras y delincuentes uniformados, no  puede permitir a ningún hijo o hija nacidos en esta otrora patria feliz, disfrutar merecidamente de una holgada tranquilidad sin sobresaltos, temores ni miedos.
Para contrarrestar esta hecatombe, es menester sin lugar a dudas mantener en alto nuestro estado de ánimo con fe y esperanza, pues aún cuando  el chavismo nació bajo el amparo del fusil, y no vacilará en utilizar la pólvora, no habrá nada que impida que en algún momento inesperado se confinen los problemas y se obtenga el respaldo de la comunidad internacional. El gobierno bolivariano, marxista y socialista del siglo XXI, sabe que la cuenta regresiva va “in crescendo” día a día, y que pese a cuanto esfuerzo haga por mantenerse en el poder, éste se está debilitando, al extremo de que el propio Dieterich, augura su estrepitosa caída.
El país nacional sabe que el chavismo ha violado y pisoteado su propia Constitución y que por otro lado el ala petroriana del PSUV, liderada por Cabello, antes controlada por la barrera personalista del fallecido líder, no está contenta, pues los exabruptos de Maduro han pasado factura y la resistencia crece estrepitosamente, no sólo  en quienes alguna vez confiaron en la tan cacareada revolución, sino también en otros sectores mayoritariamente democráticos, y que cual alud venido desde la cima de un nevado, se llevará por delante a todo cuanto obstáculo se le presente.

Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)
careduagui@yahoo.com // @_toquedediana

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LEONARDO PADRON, LA CUENTA REGRESIVA


No recuerdo en qué ciudad me topé con un reloj digital que marcaba el paso del tiempo en unidades menores a un segundo. La velocidad con la que avanzaban los últimos dígitos era frenética. Sentí que me dirigía hacia la muerte de forma vertiginosa. 

La desazón fue tal que desvié la mirada. Pero es así. Estamos en cuenta regresiva. El corazón es un reloj de arena. Somos rehenes del calendario. Es sabido, el tiempo es oro y cada vez nos queda menos. Nos encaminamos hacia la desaparición. La fugacidad es nuestro reino. En el costado sur de Union Square, en New York, hay un enorme reloj digital de 15 números. Ostenta su magnitud en la pared de un amplio edificio. Muchos lo ven sin saber exactamente qué es lo que mide. Los más curiosos han logrado detectar que es un metrónomo. Mide el tiempo que ha transcurrido desde la medianoche que nos precede y el lapso que falta para la próxima medianoche. Te hace sentir emboscado entre dos oscuridades. Como diría Vicente Gerbasi: “Venimos de la noche y hacia la noche vamos”. En Times Square hubo durante muchos años un indicador gigante que medía la deuda nacional de Estados Unidos. Una cifra que aumentaba a cada instante, sin clemencia, y aterraba a todos los norteamericanos que alzaban la vista. Marcaba, además, cuál era la parte de la deuda que le correspondía a cada ciudadano. Un “reloj” perverso, sin duda. Tuvieron que eliminarlo porque se les acabaron los dígitos. Era una cuenta regresiva distinta. Una ansiedad en alza. El caso es que en Venezuela tenemos más relojes que en ningún otro lugar del mundo para calcular la versatilidad de nuestras angustias. En este país que, ferozmente, avanza hacia el pasado, cada quien tiene su propia cuenta regresiva.

***
Vivimos en función de fechas. Cuánto falta para navidad. Para el cumpleaños de un hijo. Para salir de vacaciones. Para la llegada del viernes. Para volver a ver a quien te marea los sentidos. La vida es un inventario de expectativas. Pero a los venezolanos nos ha dado por ser originales en los últimos años. Hemos ampliado nuestra lista de espera: Están las enfermas de cáncer de mama que esperan por máquinas de radioterapia. Las amas de casa que aguardan, en airadas colas, por la llegada de la harina y el aceite. Los educadores que esperan, impacientes, el aumento de sueldo. Los damnificados que llevan tres años viviendo en el inframundo de un refugio, mientras acechan el cumplimiento de una promesa que solo sabe postergarse. Los presos políticos que cuentan los días para abandonar una cárcel ilícita y cruel. Los prevenidos que esperan, alertas, el próximo apagón. Los empresarios y comerciantes que desgranan su impaciencia rogando que algún nuevo iluminado –los cambian cada 15 días– despeje el camino para que fluya la economía. Los medios impresos que parecen destinados a desaparecer cuando se les acabe la reserva de papel. Los viajeros que sienten la agresión de un dólar inalcanzable. Los hijos del exilio que ven el calendario como si fuera un péndulo calcinante. Los candidatos que insisten en la próxima elección. Los millones de venezolanos que aspiran que el desmadre nacional tenga fecha de extinción. Gente que cuenta los días para irse y gente que cuenta las horas para volver. Gente que sueña con el 8 de diciembre como un plebiscito. Gente que fantasea con un golpe de estado. Gente que especula con la renuncia de Maduro. Gente que aspira seguir chupándole plata al erario nacional. Gente que anhela eternizarse en el poder. Gente desesperada porque el destino se apure. Aquí todo el mundo está esperando algo. Todos tenemos un tictac urgido en nuestra mente. Los venezolanos aprendimos a vivir en cuenta regresiva.

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Hace apenas una semana me tocó ir a Valencia para sumergirme en las actividades de la Feria Internacional del Libro de la Universidad de Carabobo (FILUC). No me canso de repetir que es una de las ferias más importantes del país por su sólida agenda y su poder de convocatoria. Solo la feria de Altamira la supera en flujo de visitantes y venta de libros. Este año estuvo dedicada a España y eso implicó –naturalmente – la visita de unos cuantos escritores españoles. La paradoja es que podías oír hablar a Ernesto Pérez Zúñiga, Nuria Amat, Francisco José Cruz o Carlos Granés, pero no podías comprar sus libros. No hubo dólares para traerlos. Cadivi dixit. Los mismos dólares esquivos que subrayaron, una vez más, la ausencia de novedades internacionales. Un escritor sin sus libros es apenas la sospecha de un escritor. El único que tenía presencia de su obra en suelo venezolano era Javier Moros, por una hábil previsión de Editorial Planeta. Justamente a él, en uno de los foros, le oí invocar una frase de un autor inglés: “Too many books, too little time”. Esa es la zozobra de todos los lectores del mundo. Sabemos que hay joyas que incluso tenemos en nuestra biblioteca y quizás nunca logremos leer. El tiempo no deja de respirarnos en la nuca. Por cierto, Nuria Amat vivió su respectiva dosis de maltrato al intentar regresar a España. En el aeropuerto Arturo Michelena le requisaron hasta el alma. Fue todo tan ominoso que publicó lo sucedido en El País. Aquí un fragmento: “Fui llamada por la policía y tratada como delincuente y narcotraficante de alto nivel (…) Un tipo fiero estuvo una hora entera registrando mi maleta: oliendo como perro (con mi respeto hacia el perro) cada una de las páginas de los seis libros que llevaba, abriendo botones, chaqueta, con un cuchillo rompieron un zapato, pieza por pieza, ropa interior fue husmeada como ni siquiera he visto en las películas. (…) He vivido en países socialistas, he sido antifranquista con todas sus consecuencias, he estado en Cuba, y en Colombia he llegado al límite donde se considera zona peligrosa, y jamás me encontré con una situación parecida”. Izarra, entérate. Con estos pequeños cancerberos lo que hacemos es alejar a los viajantes. El turismo le tiene alergia al maltrato. El abuso necesita su cuenta regresiva.

***

En uno de los viajes a Valencia el chofer me relató el traumático episodio que vivió su esposa un día que fue víctima del tiempo. Necesitaba llegar puntual a una reunión de trabajo. El tráfico era –como dicta la costumbre– infernal. Se comunicó con su esposo por teléfono y él le dijo que la única opción era contratar los servicios de un mototaxista. Le obedeció a regañadientes pues nunca había usado ese medio de transporte. Eligió uno al azar. Se aferró al cojín con las dos manos y al primer giro venció el pudor y abrazó la cintura del desconocido. Todo transcurría normal, mientras el hombre esquivaba los carros y las normas de tránsito. Llegaron a un semáforo. El mototaxista vio a su derecha y descubrió a una mujer que manejaba su carro con el vidrio abajo. En su muñeca izquierda brillaba una pulsera de oro. El hombre sacó un arma inesperada, apuntó a la mujer, esgrimió una amenaza salpicada de groserías y en 30 segundos la pulsera había cambiado de dueño. Atrás, la pasajera del mototaxista no daba crédito a lo ocurrido. Había sido, de alguna manera, cómplice del robo. El se excusó: “Usted perdone, señora, pero es que la tipa me la puso papita”. A la cuadra siguiente se bajó de la moto temblando por todos los pliegues de su cuerpo. El chofer me relataba el cuento y agregó el colofón: “Por supuesto, me culpó a mí por lo que le pasó. Usted sabe como son las mujeres”. Risas generales en el carro, y al instante, una sombra de desazón. Unas ganas de que tanta impunidad y sobresalto se extingan para siempre. La cuenta regresiva que no termina de aparecer. Al regresar de la FILUC, a la semana siguiente, el taxi era una carcasa infame cuyo mayor agravio era que no tenía aire acondicionado. Exigimos otro carro. No se trataba de melindres. Era la conciencia de estar ante un acto suicida. Eran las 8:00 pm y si nos topábamos con tráfico en la autopista Regional del Centro –lo predecible– tendríamos los minutos contados para ser atracados. ¿Un carro con las ventanas abiertas? Tampoco se trataba de “ponérsela papita” a la mala suerte.

***

Nacemos para morir. Todos preferimos soslayar esa certidumbre. Chávez supo que estaba en cuenta regresiva de una forma detallada, dolorosa y contundente. 

Muchos dicen que su gran pecado fue ocultarlo a un país entero, en aras de un triunfo electoral que burlara a la eternidad. El país está amarrado a varias cuentas regresivas. Maduro y Cabello, el dúo dinámico del insulto, dicen que “más temprano que tarde” – es fatigante la forma en que repiten esa expresión – Henrique Capriles, Leopoldo López y Henri Falcón, líderes de la oposición, darán de bruces en la cárcel. Lo anuncian como quien ya ha firmado las boletas de auto de detención. Hasta comentan las proporciones de cada celda, el color de las paredes, las pesadillas que los visitarán. Alardean con una cuenta regresiva que no tiene asidero legal. La justicia, en este país, carga un carnet político en el bolsillo.

***

Hannah Arendt en su libro Hombres en tiempos de oscuridad le dedica un capítulo a Karl Jaspers y recuerda el momento en que le fue concedido el Premio de la Paz del Gremio de Libreros Alemanes en 1958. Subraya allí que se retribuía no solo una trayectoria literaria sino “el haberse puesto a prueba en la vida”. Me quedé detenido largamente en esas palabras. Quizás hoy a todos los venezolanos nos salpica esa frase de un modo u otro. Las circunstancias históricas nos están exigiendo ponernos a prueba. 

¿Cuántos años o semanas le quedan a estos tiempos de oscuridad? ¿Hasta qué punto la cuenta regresiva del oprobio que hoy vivimos no necesita de nosotros para activarse? Debemos entender cuál es nuestra parte en ese conteo. El cronómetro de un mejor país lo tenemos todos en la mano. Es cuestión de saberlo presionar. Cuando un corredor ansía una meta, su mejor aliado es ese instrumento del tiempo que marca el inicio de su proeza. La historia sabe de relojes. Hay cuentas regresivas que solo encarnan la conquista del futuro.

Leonardo Padrón
‏@Leonardo_Padron

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lunes, 28 de octubre de 2013

GABRIEL S. BORAGINA, LAS FUNCIONES DEL "ESTADO"



Correlacionado con el tema de los límites al gobierno se encuentra el de la funciones del "estado". En realidad, se tratan de las dos caras de una misma moneda (para utilizar un símil muy conocido y fácil de entender). Hay dos grandes campos en el análisis de este tema que pueden abordarse: uno es el jurídico y el otro es el económico, y si bien es indudable que las reciprocidades entre ambos son infinitas, conviene no obstante -a los fines didácticos- estudiarlos por separado.
Por ejemplo, el Dr. A. Benegas Lynch (h) advierte sobre una relación de dependencia directa entre las funciones del estado y el gasto público, destacando que la atención debe centrarse más que nada en el primero, dado que el segundo no es otra cosa que una consecuencia de aquel. Así lo explica este profesor:
"El concepto de la reducción de funciones del Estado nacional se contrapone abiertamente a la mera reducción del gasto público a la manera de los habituales ajustes latinoamericanos, destinados a equilibrar el presupuesto sin mayor preocupación acerca de la razón de ser del gobierno ni de los derechos de los ciudadanos. El problema esencial no es de caja: no es el déficit fiscal, sino el excesivo nivel del gasto, en cuanto proviene de funciones no específicas del gobierno republicano (v. Alberto Benegas Lynch (h.), Contra la corriente (Buenos Aires: El Ateneo, 1992), pp. 400- 401). Nuestras preocupaciones en este sentido se inscriben en la línea de los temores de los anti-federalistas americanos sobre la tiranía, inclusive tributaria, que puede provenir de un gobierno central diseñado con atribuciones fuertes, aunque sea elegido mediante procedimientos mayoritarios (v. Alberto Benegas Lynch (h.), “Los Papeles Antifederalistas”, en Libertas, Nº 10, Buenos Aires, ESEADE, mayo de 1989)."[1]
Otros autores, en cambio, como Murray N. Rothbard y Hans-Hermann Hoppe, han señalado, inversamente que, aun cuando las funciones del "estado" se redujeran a una sola, si en ella el gobierno gastara una cuantía similar a la que sufragaba por todas las demás funciones anteriores que hipotéticamente hubiera dejado de cumplir, el problema del gasto excesivo permanecería invariable. Es decir, independizan el número de las funciones del gasto.
Hans-Hermann Hoppe lo expone de este modo:
"Como ha explicado Rothbard, aún si el gobierno se limitara a la "protección" de persona y propiedad, y los impuestos se "limitaran" solamente a la prestación de ese servicio, entonces, cómo podría decidir el gobierno cuánta protección debe proporcionar y cuanto debe recaudar en impuestos? En efecto, contrario a la teoría del gobierno limitado, la "protección" ya no es una abultada “cosa” colectiva, diferente a cualquier otro bien o servicio a la sociedad. Ciertamente, "protección" podría significar cualquier cosa, desde una policía para todo un país, hasta el suministro de una cuadrilla de guardaespaldas armados y un tanque para cada ciudadano - una propuesta que llevaría a la bancarrota a la sociedad. Pero, ¿quién debe decidir sobre la cantidad de protección, ya que es innegable que todas las personas están mejor protegidas contra robo y asalto en caso de estar vigilados por un guardaespaldas armado, que si no lo están? En el mercado libre, las decisiones sobre cuánto y qué calidad, de cualquier bien o servicio, debe ser suministrada a cada persona se hace por medio de adquisiciones voluntarias de cada individuo, pero ¿qué criterio se puede aplicar cuando la decisión la toma el gobierno? La respuesta es, absolutamente ninguno, y tales decisiones gubernamentales sólo pueden ser puramente arbitrarias." (La Ética de la Libertad, pp. 180-81)."[2]
En términos simples, lo que quieren decir estos últimos autores es que si –ejemplificando- por 10 funciones que antes cumplía el "estado" se gastaba 10, y suponiendo que ahora se limite al "estado" a cumplir sólo 1 (por ejemplo, "seguridad") y en ella se siguiera gastando 10 (cuando se debería y correspondería gastar 1) el problema de la ilimitación del gasto no se resolvería limitando las funciones del "estado". Indudablemente se trata de un análisis agudo, dado que estos autores toman como ejemplo lo que se considera en general como una función "esencial" del "estado".
Desde un punto de vista político F. A. von Hayek explica cómo se delimitan las funciones del "estado": "Cuando los individuos se combinan en un esfuerzo conjunto para realizar fines que les son comunes, las organizaciones, como el Estado, que forman con ese propósito reciben sistemas de fines propios y medios propios. Pero la organización así formada no deja de ser una "persona" entre otras; en el caso del Estado, mucho más poderosa que cualquier otra, cierto es, pero también con su esfera separada y limitada, sólo dentro de la cual son supremos sus fines. Los límites de esta esfera están determinados por la extensión en que los individuos se conciertan sobre fines particulares; y la probabilidad del acuerdo sobre una particular vía de acción decrece necesariamente a medida que se extiende el alcance de esta acción. Hay ciertas funciones del Estado en cuyo ejercicio se logrará prácticamente la unanimidad entre sus ciudadanos; habrá otras sobre las cuales recaerá el acuerdo de una mayoría importante, y así, sucesivamente, hasta llegar a campos donde, aunque cada individuo desearía que el Estado actuase de alguna manera, habría casi cantas opiniones como personas acerca de lo que el Estado debiera hacer."[3]
Por nuestro lado, creemos que no hay que perder de vista que detrás de la "noble" máscara que recibe el nombre de "estado" se esconden individuos concretos de carne y hueso, tan humanos y falibles como cualesquiera otros, pero con el ingrediente peligroso del enorme poder conferido.

 [1] Alberto Benegas Lynch (h) Entre albas y crepúsculos: peregrinaje en busca de conocimiento. Edición de Fundación Alberdi. Mendoza. Argentina. Marzo de 2001 pág. 371.

[2] Hans-Hermann Hoppe. "Sobre la Imposibilidad de un Gobierno Limitado y Perspectivas de una Segunda Revolución en América". Artículo publicado en el Blog del Instituto Mises - Articulo Diario – Junio 28 de 2008, Pág. 22

[3] Friedrich A. von Hayek, Camino de servidumbre. Alianza Editorial. España. Pág. 92-93

gabriel.boragina@gmail.com

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LUIS GARCÍA MORA, EL VENDEDOR DE SACUDONES, AL LÍMITE


Maduro vende continua y reiterativamente un sacudón en su discurso, como si inconscientemente no quisiera estar ahí. Maduro “matriza” su salida. Y esto, en el discurso de un Presidente de la República, genera una ola desestabilizante que termina, primero, convocando e induciendo al desorden; y, en segundo término, sugiere que actúa sin medir las consecuencias de sus actos.

Por ejemplo: hace unas noches, de manera insólita, anunciaba la juramentación de un “Comando Anti-Golpe Nacional”, que estipularía el orden público en caso de “un golpe”.

Todo lo advierte, todo lo proclama, todo lo publica en esta especie de gobierno nominalista (groseramente manipulador).

Y apunta hacia todos lados.

Como esto del gran Viceministerio para la Suprema Felicidad Social, a imitación de las más despreciables dictaduras africanas de Mugabe o Idi Amín Dadá. O ese macabro y facho Centro Estratégico de Seguridad y Protección de la Patria (CESPPA), sin pie alguno en la Constitución y de la más profunda raigambre gorilista y videlista sureña.

Asegura, presagia, adivina y predice un golpe. ¿Entonces? ¿A qué atenerse?

Él es el Presidente de la República y nosotros somos sus gobernados.

¿Qué debemos hacer según él? ¿Salir a la calle a defender la Suprema Felicidad y olvidarnos de la crisis?

¿Sabe él cuáles son los problemas de los ciudadanos? ¿Cuándo los va a enfrentar?

No, poeta. Las cosas son y están demasiado duras. Es roca lo que se palpa en las calles de esta Venezuela autoritaria.

Uno no puede dejar de sentir un profundo asombro ante la compleja situación que le toca presenciar. Cifras, datos, encuestas y los últimos focus groups apuntan todos a una toma de decisiones urgente e inevitable ante tantas necesidades represadas que presionan las compuertas del 8-D y pugnan por alcanzar de una vez ese tan temido 2014.

Es el diagnóstico general: la actual situación está soportada por hilos.

Ahora bien, ¿esto es cierto o falso?

Si se analizan los números de las últimas encuestas de septiembre, como dirían Seijas, Keller o León, se evidencia la fractura entre el chavismo light y el duro. Por encima del 60% de las alcaldías gubernamentales se pueden perder. Es decir: para el 8-D se espera una debacle electoral. O como dice el taxista volteando a mirarme: “una pela con una chola de goma mojada”.

Y todo está referido a la situación interna del chavismo, que es un verdadero polvorín. No se toman decisiones urgentes en materia económica porque las pugnas internas y el caos se los impide.

Todo está orientado a la política inmediata. Es la hora miope de los cerebros tácticos.

“El consenso es que Maduro no funciona y todo puede precipitarse”, me dicen. Y Maduro, se ve, trata de aproximarse al sector militar aunque, piensa uno, con demasiada torpeza.

Hay una dinámica, según explicaba una voz supuestamente enterada, de acción y reacción donde los militares están cada vez más descontentos con él. De ahí que trate reiterativamente de esgrimir una militarización simbólica y exagerada de su personalidad y de su propia imagen pública. Es más: hay en este último Maduro una adhesión casi incondicional a la imagen militar, muy postiza, muy forzada, pero cierta. ¿Para protegerse? ¿De qué?

Observando los números, nos damos cuenta de que estamos en el estatus económico de 2002, pero con las cifras negativas, peores aún, y con precios del petróleo más altos. Y entonces el comentario: “el Estado está paralizado. La inflación crece todos los días. El que vende hoy, mañana no puede reponer. La escasez ya es estructural. Y todo es consecuencia de la incapacidad de cohesionar, de dar viabilidad. Y de pensar. No funciona el BCV ni Finanzas. Giordani es un pterodáctilo. Y Maduro no articula bien: no puede ni hablar”.

La emocionalidad social (según las encuestas) está en los mismos niveles de febrero del año 1992, cuando Chávez dio el golpe de Estado. Por primera vez en estos quince años el venezolano comienza a sentir que su situación personal está peor que la situación del país. Y eso, todo eso, amigo lector, es una bomba de tiempo.

El discurso del poder está disociado por completo de lo que está sintiendo y padeciendo el ciudadano. Como dicen: El Presidente le habla a su sombra. No tiene el pulso del dolor nacional. Y le dicen que importando juguetes y arbolitos de navidad para diciembre pasará este chaparrón. Y él va e importa juguetes y arbolitos de navidad. Por otra parte, está totalmente desconectado con un discurso ideológico casi infantil y, como dice Dieterich, con una oratoria pseudo-clerical y a veces casi angélica, para adentro, que obedece a la guerra interna, pero no a lo que está pasando en el país.

Ya se quemaron las reservas estratégicas alimentarias (que normalmente alcanzan a cubrir tres meses de seguridad). El estado improductivo no tiene con qué, y depende de los barcos.

Un país que vive en el muelle.

Y todo esto mezclado, amigo lector, entre tanta maleza y bananas, ¿no es un coctel Molotov? ¿Una bomba que hace tic-tac?

Cráteres

- Gobierno adentro, la lucha por el poder aún no ha sido resuelta. Hay quien dice que en uno de los viajes de Diosdado al exterior Maduro, Jaua y El Aissami le vaciaron las alforjas de alcaldes que ya tenía amarrada a unas primarias del PSUV para escoger los candidatos e hicieron nombramientos a dedo.

- Hay una necesidad real que está creciendo. En las encuestas el sector de No sabe / No contesta (o a quienes casi nunca les importa nada esto de la política) es hoy un tercio del país. Similar a los años ochenta y noventa, cuando el estallido social del 27-F de 1989 y los dos intentos de golpe de Estado de 1992. Como me dice un dirigente político: “Fueron los que escribieron en las paredes durante los noventa Golpe ya”. Un feeling que atemoriza, que muestra la insatisfacción política y la frustración económica. Y las instituciones no responden. Quizá tenga razón el rector del CNE Vicente Díaz al asegurar que “La factura la puede terminar pagando la clase política en su conjunto, si no se salen de la peleadera empinándose sobre las diferencias”.

- Pregunto con quien pregunta: ¿qué motiva a Nicolás Maduro a militarizar el Gobierno?

aguilaluis_7@hotmail.com

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OFELIA AVELLA, ¡AHORA VAN A SABER LO QUE ES SER POBRES!


En una de las muchas visitas que hacemos semanalmente al supermercado, una vez que me tocó el turno para pagar y entregué mi tarjeta de débito, quien me seguía, un señor muy pobre, obrero de una construcción cercana, dijo: "algún día pagaré con tarjeta". 

El llevaba escasamente dos cosas y pagaría en efectivo. Le contesté que podría lograrlo si este gobierno cambiaba. Le dije, además, que la tarjeta servía de poco cuando se tiene poco dinero en la cuenta o no se encuentra lo que se quiere comprar. Con este régimen -agregué- todos nos igualamos bastante, pero para mal.

Me quedé conmovida no sólo por las palabras del señor, sino por su rostro. Traslucía la desesperanza de muchos. La desesperanza y la rabia contenida. 

Pensé en las muchas veces que he escuchado a algunos decir -desde que este gobierno asumió el poder-, "¡ahora van a saber lo que es ser pobres!". Frase infeliz, no sólo por lo cargada de odio que está, sino por lo tristemente cierta que es, verificable a lo largo de estos quince años y en el colapso que nos espera. Frase, además, estúpida y contradictoria, ¿pues qué beneficio reporta seguir siendo pobres y volver pobres a quienes pueden producir? He aquí, pues, el núcleo del drama que vivimos. Drama que por fundarse en una mentira, precisa de mil mentiras para mantenerse.

El obrero de quien hablaba, así como muchos otros, no parecía desear ser pobre ni mantenerse pobre. Desear poder pagar con tarjeta, desear -sencillamente- poder comprar "un poco más" y "poder" pagar, hecho que desea todo ser humano normal sobre la faz de la tierra. La mentira de este régimen que sólo ha sembrado pobreza y odio, división y falsas esperanzas, ha consistido en hacer creer a los más pobres que vivirán en un paraíso que les era antes negado por culpa de los ricos. Esa guerra económica que se nos quiere hacer creer que es culpa de los empresarios, es sólo un montaje más de quienes han llevado este país a la ruina y obstaculizan el trabajo de los productores expropiando sus empresas, dificultando la compra de lo que requieren para producir y negando tanto trabajo a los venezolanos, para dárselo a los chinos, a los cubanos y a los brasileños.

Este señor quería ser mejor; quería elevar su nivel y sentir que "podía" pagar con tarjeta, llevándose -evidentemente- más alimentos consigo. Lo que digo parece pueril a algunos, pero tristemente hay algunos que parecen creer -todavía- que son los empresarios quienes fomentan la "guerra económica". ¿Quién, en su sana lógica, querría producir menos cuando lo que necesita es producir más para poder mantenerse a flote y pagar a sus empleados? Hasta en las empresas caseras se perciben las dificultades. La lógica de la vida se advierte en cualquiera que desee producir. Quien hace tortas desde su casa no logra conseguir ni la harina ni el azúcar ni la leche condensada, entre tantos otros detalles que necesita para cocinar. ¿Podría alguien creer que un ama de casa cualquiera, que vive en parte de la comida que vende, dejaría de vender para hacerle la guerra a alguien, a su competencia, en concreto? Pensarlo sería tan absurdo como difícil de creer, pues viviendo de eso, ¿de qué viviría si no vende?

Sé que lo que digo parece hasta ridículo, pero lo insólito es que algunos crean que los empresarios son los responsables de una supuesta "guerra económica". Quienes diseñan las mentiras son quienes impiden avanzar a los productores venezolanos, a punta de negar la libre iniciativa, la libre empresa y toda libertad fundamental. Son los mismos que expropian lo ajeno para quedárselo ellos; esos que no producen y le echan la culpa de su ineficiencia al otro. ¿Qué ser humano normal buscaría dejar de producir para ganar una guerra? Quien realmente trabaja no lo hace, pues conoce bien las implicaciones. Quien no produce, en cambio, tiene el tiempo disponible para perderlo y hacerlo perder a todos con sus enredos.

¿Cuándo comprenderán, algunos, que podría haber un cambio en puertas que desde ya les está susurrando al oído: "¡ahora van a saber lo que es ser ricos!"; "¡ahora van a saber lo que sería de ustedes y de sus familias si dejasen que la empresa privada invirtiera; si en lugar de cerrarla, abriesen la puerta a tantos trabajos honestos y oportunidades que podrían emerger, si no se dejan engañar por burdas mentiras y se disponen, en cambio, a inspirar la confianza que engendra vivir en la verdad!?".

Ofeliavella@gmail.com

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SANTIAGO QUINTERO, CUANDO EL PODER VIVE DE LA IGNORANCIA

Si  no se conoce lo que se tiene, se corre el riesgo de no tenerlo. Si no se sabe  lo que nos pertenece, terminará por perderse. Si no se sabe lo que somos, terminaremos por no encontrarnos. 

La ignorancia nos atrapará en su cómoda poltrona donde nos llena de conformismo e induce con su rutinario sopor el hábito de acostumbrarnos a olvidarnos de nuestro bienestar. De esa manera propiciamos que el Estado no atienda al ciudadano y sus requerimientos. De esa forma permitimos que los problemas continúen multiplicándose y generando otros, hasta ahogarnos en la displicente agonía colectiva.

Venezuela pareciera ser una de esas desafortunadas mujeres  que se enamoran de una pareja que la veja, golpea, humilla y maltrata. Su autoestima es lo suficientemente baja como para permitir que el Estado genere cualquier abuso y ella permanecer leal a quien la castiga. Ya es hora que sus hijos tomen por un brazo al concubino maltratador y lo echen de la casa. 

Su madre ha perdido el sentido de la dignidad y su humildad ha sido exacerbada por el poder que se ufana de su indefensión  y de su indigencia. A esa condición de postración y rendición concupiscente, es a lo que el maltratador llama patria. A la negación total de los derechos de la nación con la propia aceptación de la renuncia por parte de la víctima, llena de hematomas y magulladuras. El salvaje opresor fuerte es el que prevalece, mientras el intelectual consciente pasivo, se ocupa de contar las hojas de la hierba -calendario mientras crece. Uno activa el castigo maltratador y el otro lo permite, en un juego donde el amor al país está ausente y la conveniencia y el acomodo apremian.

Mientras tanto, la nación de la rica herencia va a las colas de la harina, el aceite, el pollo, el papel sanitario, la leche evaporada, a mendigar un caro mendrugo, a pedir por caridad su acceso a las sobras del festín de los colorados reinantes, de los orcos enflusados, de los combatientes regordetes y la milicia panzuda, obesa de ocio y laxitud. Y en cada una de ellas, recibe a empellones, el maltrato del nuevo sistema que surgió para "dignificarla" y darle la "Patria" que no tenía, es decir, el maltrato, la grosería, el basurero de los valores y principios, las sobras del mercado y el mercado de las sobras, la violencia con saña hacia el niño, la mujer y el anciano, porque en el país de los orcos, los débiles carecen de la virtud de defenderse al encontrarse en la "Patria" donde los derechos ciudadanos  no comprometen al Estado, no se firman ni se respetan, porque son el "escuálido" escudo detrás del cual establece su "guarimba"  la "contrarrevolución".

Así el derecho a la vida y a la libertad son no esenciales, porque la "Patria" puede  prescindir de sus ciudadanos cultos, de sus empresarios esforzados, de sus emprendedores decididos, de sus agricultores empeñados, de sus estudiantes disciplinados, de sus creativos talentosos. No necesita la patria de la producción de bienes ni de servicios. No necesita de la propiedad privada de los ciudadanos que los haga libres. Necesita de la esclavitud del pueblo rebautizada rimbombantemente con el nombre de Independencia. Y que viva el papelillo y la serpentina del pasquín de la Revolución disfrazada de la verdad del pueblo.

santiagoquintero@gmail.com

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RAFAEL BELLO, LA SOCIEDAD EN TODOS SUS ESTAMENTOS ESTÁ ACTIVA EN LA DEFENSA DE SU LIBERTAD, PUNTO Y FINAL

Es inevitable que las fuerzas democráticas asuman la reconstrucción del país. Venezuela está en estado de quiebra y por eso las variaciones diarias del valor de nuestro signo monetario. La moneda nacional es hojalata sin poder adquisitivo ya. Allí está galopante la explosiva inflación y la sociedad en general entre carencias increíbles en una nación de las principales productoras y exportadoras de petróleo en el mundo.

¿Qué le pasó a Venezuela? Simple y llanamente que la perversidad se hizo poder y la empobreció. Esta es la realidad que vive nuestro país. Por eso la calle hierve de impaciencia, porque no hay quien asuma como debe ser con coraje y determinación, la conducción política exigente para la reconstrucción nacional. Una oposición festivalera que se sienta en la misma mesa de quienes ocultan cuadernos de votación porque es la prueba de lo que todo el mundo conoce. Pero todos los demócratas no estamos en la misma línea de la complicidad y el miedo.

Aquí hay una realidad profundamente preocupante en la que está envuelta la sociedad venezolana. Esa realidad exige un comportamiento responsable de la conducción política de los sectores democráticos para afrontarla y sacar a la nación del despeñadero en que se encuentra.

La situación es muy grave y ha llegado el momento de actuar con las banderas de la democracia y la unidad nacional para enderezar la economía, reconstruir la industria petrolera y ponerle término a la entrega foránea de nuestros recursos energéticos. Hay que volver la mirada a Venezuela y fortalecerla en su valor intrínseco de nación independiente y soberana.

Hablan de conspiración, pero, la seguridad, la paz y la convivencia ciudadana, sufren los embates de la descomposición que ciega vidas a diario. La sociedad en todos sus estamentos está activa en la defensa de su patrimonio que es la libertad.

bello.rafael@yahoo.es

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RÓMULO LANDER HOFFMANN, LA ECONOMÍA Y EL MINPOPOPALAFE (*)

El fin último de la política económica, es el bienestar material o económico. O sea, la felicidad.

Entre los principales exponentes de este argumento se destaca Alfred Marshall, excepcional economista ingles (1842-1924) quien sostenía que la principal tarea del economista era el estudio del comportamiento de los hombres dentro del marco institucional en que vivían, que éstas eran cambiantes y que el comportamiento del hombre estaba, en gran parte, determinado por ellas.

En su obra “Principios de Economía” introduce el termino; "Bienestar económico", para hacer referencia a los elementales estándares de satisfacción social que permiten la "felicidad" del hombre en su sentido primario.

De acuerdo al concepto, el bienestar económico debería ser la meta a perseguir y es aquí, donde el papel del economista es preponderante, dado que deberíamos esencialmente; sugerir medidas, establecer criterios y desarrollar modelos que realmente permitan incrementar este bienestar.

Ahora bien, el principal inconveniente consiste en definir el modelo de medición, y que elementos seleccionar para determinar si el bienestar se mueve en un sentido o en otro al tomar una decisión de carácter político o económica.

Un buen punto de partida para la medición seria la identificación adecuada de las condiciones económicas en que se encuentra el modelo económico a modificar, para poder observarlo, y ponderar los logros (aumentos o disminuciones ) del bienestar material de la comunidad y por esta vía, incidir sobre la eficiencia del sistema.

Vamos a tratar de desarrollar dentro del contexto de la propuesta de Marshall, el tipo de políticas a utilizar para disminuir la pobreza y para redistribuir la renta sin caer en programas que si bien es cierto que desde el punto de vista meramente estadístico produce algunos dividendos políticos, desde el real, no genera ningún tipo de riqueza.

El primer punto, es cuestión de saber si el dinero tiene más valor para el término medio de los ricos, que para la media de los pobres.

El segundo punto, consiste en determinar si debemos asignar pesos distintos a los ingresos adicionales tanto de los ricos, como de los pobres.

El tercer punto se relaciona con la importancia asignada las necesidades de los que tienen elevados ingresos y la asignada a los que no lo tienen. Lo cual plantea por cierto, interrogantes casi existenciales como por ejemplo: ¿Necesitan las personas más alimento que vestido,? ¿más vestidos que elementos de distracción? o en contraste, ¿necesitan los ricos más caviar que teatro?, ¿podríamos establecer efectivamente una comparación entre estas necesidades para obtener de su observación un posible grado de la satisfacción que ellas generan en cada grupo?

El cuarto punto consiste en determinar si la mejora del bienestar de toda la sociedad a través de la redistribución de los ingresos entre pobres y ricos afecta o no los niveles (negativa o positivamente ) de renta de ellos. Por mi parte creo que la distribución de la riqueza por parte del estado, lo más que logra es nivelar por debajo la sociedad y en consecuencia, empobrecer a todo el colectivo.

Vemos pues, cómo la problemática del bienestar económico se nos presenta desde dos posibles situaciones: Logro de este bienestar a través de la eficiencia en la asignación de los recursos y consecuentemente desarrollo armónico de la economía, o logro desde el punto de la equidad.

El bienestar económico y en consecuencia la felicidad, es inversamente proporcional a la utilidad de los bienes poseídos, a su incidencia sobre el bienestar físico y a su eficiencia y productividad. Es por ello, que podríamos jerarquizar al bienestar de acuerdo a su condición. Nos explica Marshall que la satisfacción de las necesidades básicas, alimentación, vestido, vivienda, supone un grado de bienestar material comparativamente mayor que la de los lujos, que son opuestos a los bienes que satisfacen las necesidades básicas.

Esta comparación de las necesidades de los diferentes componentes del colectivo nos indican que los individuos antes que todo, utilizaran su renta en adquirir los bienes que le generen un mínimo de bienestar material, y en cubrir sus necesidades esenciales sin que un aumento de sus ingresos signifique forzosamente, un incremento en su bienestar general, especialmente si invierte este aumento por ejemplo, en bienes inmateriales, o no estrictamente económicos.

Se debe tener en cuenta pues, que la conveniencia de las medidas político económicas diseñadas y asumidas para generar cambios positivos en el bienestar económico, deben valorarse en función de su contribución a la eficiencia del sistema productivo, lo cual implica una producción desigual de los medios a sus áreas de competencia especifica. Léase: seguridad, defensa, vivienda, salud, educación y trabajo.

Deben entender quienes manejan el Estado que el intentar aplicar la propuesta de de Wilfredo Pareto de la máxima satisfacción para todos los individuos, es muy difícil de darse en la realidad verdadera, que una sociedad productiva no se constituye con imposibles teóricos, sino con realidades sociales. Que la estructura de los mercados y su funcionamiento, suelen diverger de los ideales. y que sin duda mucho menos depende de un organismo para dispensar y administrar felicidad.

(*) ministerio del poder popular para la felicidad

Amanecerá y veremos.

romulo lander

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