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viernes, 21 de marzo de 2014

FERNANDO MIRES, LOS HÉROES DE LA RETIRADA

Ya son casi veinte años desde que Hans Magnus Enzensberger, uno de los más brillantes publicistas alemanes, escribiera su breve ensayo “Los héroes de la retirada” (Die Helden des Rückzugs). Y todavía es un punto de referencia en las discusiones políticas y académicas.

El tema es siempre actual. Trata de esos difíciles momentos que llevan desde el fin de una dictadura hacia el comienzo de una democracia.

El título dice mucho: Enzensberger designa efectivamente como héroes a personajes que han hecho posible el ingreso de sus naciones a vías democráticas sin pasar por cruentos traumas históricos. En la mayoría de los casos han sido políticos conocedores del arte del dialogo. Sus armas han sido la inteligencia y la cautela. Nunca pronunciaron frases gloriosas, más bien se distinguieron por su tacto y su prudencia.

“Cada cretino puede lanzar una bomba” –escribe Enzensberger- “Mil veces más difícil es desactivarla”. Efectivamente, el trabajo de desmontar una dictadura implica conocer técnicas que pocos dominan. Claro está que a los “héroes de la retirada” nunca le levantarán estatuas. No llenarán páginas en libros, ni serán objeto de homenajes públicos. Casi todos han sido enterrados en tumbas modestas. Algunos ya fueron olvidados. Pero la deuda que dejan, es enorme.

Enzensberger comienza su lista con Nikita Kruschev, aquel gris funcionario de Stalin que tuvo en ese memorable 20. Congreso de la URSS el coraje de revelar los espantosos crímenes de su predecesor. Desde ese momento la sospecha se convirtió en verdad: El comunismo soviético había sido edificado sobre la base de uno de los genocidios más grandes cometidos en la historia de la humanidad.

Kruschev no democratizó a la URSS, pero sin el “deshielo” (así fue calificada su política), nunca habría podido aparecer la Perestroika. En cierto modo la Perestroika fue iniciada por Kruschev y tras el interregno burocrático de Breschnev, retomada por Michael Gorbaschov, el segundo héroe de la retirada.

Los héroes de la retirada provienen de las mismas entrañas de las dictaduras. Para los puristas solo son cómplices del oprobioso pasado. Para los fans de las ex –dictaduras –todavía hay muchos- grandes traidores. Ese fue, según Enzensberger, el caso de Janos Kadar en Hungría.

Co-autor de las masacres de 1954, Kadar desmontó al comunismo pieza por pieza. A la hora de las grandes revoluciones de 1989-1990 la economía húngara era capitalista y la política -en comparación con la de los otros países de la órbita- liberal. En cierto modo la evolución “desde arriba” conducida por Kadar facilito la revolución “desde abajo” que tuvo lugar en Polonia. Pero Kadar no sólo fue un héroe de la retirada. Fue también un héroe de la ambivalencia. Una ambivalencia sin la cual nunca habría sido posible la retirada.

¿Y quién más ambivalente que el general Wojciech Jaruzelski cuando en 1980 dio un golpe de estado en Polonia? Si no hubiera sido por el golpista Jaruzelski –el general que nunca sonrió- la URSS habría invadido Polonia y cometido una masacre al lado de la cual la de Hungría habría sido un juego de niños. En gran medida el golpe de Jaruzelski protegió a Polonia y con ello a Solidarnosc. Así lo reconoció el historiador Adam Mischnik quien, durante Jaruzelski, pasó largo tiempo en prisión.

Para Enzensberger un gran héroe de la retirada fue el español Adolfo Suárez al haber planificado el tránsito hacia la democracia. Suárez, en verdad, hizo un verdadero trabajo de joyería desde el franquismo, pasando por la monarquía, hasta llegar a los sindicatos obreros, los socialistas y los comunistas. Pocos en España, entre otros Felipe González, saben lo que deben a Adolfo Suárez.

La llamada RDA también tuvo héroes de la retirada. El más decisivo fue Egon Krenz, estrecho colaborador de Honecker. Krenz, en contra de las presiones ejercidas por la fracción estalinista conducida por Erich Mielke y Margot -fanática esposa del dictador- dio la orden de abrir el muro.

En América Latina –aunque no mencionados por Enzensberger- hay también algunos héroes de la retirada. Quizás el caso más extraordinario fue el de Joaquín Balaguer. Mano derecha de Trujillo fue él quien condujo la transición de la República Dominicana si no hacia la democracia, por lo menos hacia una república civil. Como presidente osciló en sus diferentes gobiernos entre el neo-trujillismo y el neopopulismo. Nunca tuvo un principio, jamás siguió una ideología y quizás por eso, aunque la palabra héroe le queda muy grande, fue el actor que necesitaba su país para dejar atrás el siniestro pasado dejado por “El Chivo”.

El Chile que siguió a la dictadura de Pinochet tuvo, en parte, sus héroes de la retirada. Por ejemplo, el general Matthei, quien reconoció el triunfo del NO en el plebiscito justo cuando el dictador se preparaba para realizar un segundo (y aún más sangriento) golpe. A su vez, el primer presidente de la Concertación, Patricio Aylwin, si no fue un héroe de la retirada, lo fue al menos de la transición. Beato más que religioso, temeroso más que prudente, reprimido más que conservador, convirtió sus defectos en virtudes, justo las que requería el difícil momento por el que atravesaba Chile.


¿Quién será el héroe de la retirada en Cuba? Durante un tiempo no pocos creyeron que ese rol le correspondería al hermano de su hermano. Mas, Raúl solo se ha limitado a ejecutar reformas económicas. Pero en Cuba al menos ya no hay socialismo. Lo que existe es un rígido capitalismo militarista de Estado. Las libertades políticas -de reunión, de asociación y de prensa libre- continúan pendientes. La retirada en Cuba menos que política, será biológica.


Y la pregunta del millón: ¿Quién será el héroe de la retirada en Venezuela? Nadie puede todavía saberlo. Lo único que sí se sabe es que un sistema que ha causado la más grande crisis económica que ha conocido la nación, con una dudosa legitimidad de origen y de ejercicio y que, a través de un mandatario brutal e incompetente ignora los derechos de la mitad del país, tendrá que emprender más temprano que tarde una retirada (retirada no significa necesariamente caída). Quien o quienes serán los héroes de esa retirada no es la pregunta decisiva. Lo importante –por eso están luchando y muriendo los estudiantes- es que sí habrá una retirada. Sus héroes ya aparecerán. Quizás, en este mismo momento, ya están conversando entre ellos.

Fernando Mires
fernando.mires@uni-oldenburg.de

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lunes, 30 de diciembre de 2013

MARIAHÉ PABÓN, SORPRESAS TE DA LA VIDA, DE ANDAR Y VER

Como es mi costumbre ,escojo entre los columnistas habituales  del periodismo nacional, aquello que mejor se ajuste a los acontecimientos  que estamos viviendo y me ha parecido que el primer párrafo de la columna que en El Universal escribiera  Angel Oropeza,  con el título “Brujos retírense” ,viene al pelo.

Lean los 8 puntos que él anota como un mentís a los pronosticadores de oficio, quienes diariamente se dedican a amargarnos la vida con sus anuncios en los que siempre prima la desgracia casi total, el desbarrancadero absoluto, como si no estuviésemos ya al borde mismo del abismo creado por la diabólica Trinidad del Plan de la Patria comunista PDVSA, BCV y  PSUV,o sea Ramírez, Cabello y Maduro.

Brujos retírense

“Desde el siglo pasado, Venezuela ha tenido sólo 2 modelos políticos legitimados popularmente: el civil-democrático y el militarista-bolivariano. Pues bien, el líder único que personificó y dirigió en exclusividad el segundo de los modelos, desapareció después de haber sido reelecto para un 4to período.2) El sistema económico de sustento del modelo militarista-bolivariano, conocido como "socialismo petrolero", colapsó.3) Henrique Capriles, contra todo pronóstico, ganó las elecciones presidenciales de abril.4) Sin embargo –no olviden que estamos en Venezuela– la presidencia la ejerce legalmente otro.5) En medio de los funerales del presidente recién reelecto, la MUD desplazó al PSUV como primera fuerza política del país. Ocho meses más tarde, y en medio de la crisis económica más severa de los últimos tiempos, el PSUV recupera su sitial como el partido de mayor votación.6) El Papa Francisco, como muchos otros, tampoco sabe quién es en verdad el presidente de Venezuela. Así que decide cortar por lo sano, y recibe tanto a Maduro como a Capriles, en el mismo sitio y dedicándoles a los dos el mismo tiempo de audiencia.7) La economía venezolana, en apenas 8 meses, pasa de la moderación merentiana al giordanismo radical comunistoide.8) Y, frente a quienes sospechaban que estaba cerca una ola de saqueos como síntoma de la "inminente" explosión social, éstos efectivamente comenzaron, pero no contra el gobierno, sino ¡ordenados por este último!

A correr, se ha dicho

Nos encontramos ahora en la línea de lo que nos espera para el 2014 que no necesita brujos, porque ya estamos en la autopista del desabastecimiento alimentario, esperando que el Gran Sacerdote nos anuncie el precio de la gasolina, mientras el inefable jefe de  Indepabis nos ha  confiado que el año entrante tendremos electrodomésticos chinos o japoneses de dudosa duración y garantía,pero muy bonitos y suponemos muy baratos.

Los números no mienten

Mi Gurú de cabecera es siempre Víctor Salmerón que tiene nombre de poeta pero no escribe en la página cultural  de El Universal sino en la de economía, de una manera clara que me llega al hígado  que es a donde debe llegar este informe: “en 98,8 de cada 100 establecimientos comerciales no había aceite de maíz, en 84,3 faltaba la leche completa en polvo, en 80,8 el azúcar, en 73 la harina de maíz precocida, en 64,3 la harina de trigo y en 58,4 la mantequilla.”

Claro que el bueno de Samán que tiene nombre de árbol nos cobija con la Buena Nueva que el año entrante vamos a tener electrodomésticos a montones y otro vocero nos alegra al  anunciarnos que Evo ha enviado ya  48.500 toneladas de ázucar para completar las  60 mil que ya cancelamos y que a lo mejor el boliviano se está haciendo el olvidadizo para no cumplir, porque tiene encima el drama  de  tener que someter a una población de muchachitos a doblar su cerviz en minas y fábricas ,para  poder alimentar a un inmenso sector adulto mayor que  no puede trabajar y está pasando hambre.

Billetes ociosos

En la línea poética económica de Salmerón leemos que una máquina maravillosa que bien quisiera tener en mi casa fabrica billetes que salen listos  del Banco Central de Venezuela no para acariciarlos por su sedosidad sino para financia las empresas públicas, acelerando  la inflación: “Cuando las empresas tienen el dinero en caja lo gastan en proyectos como la Misión Vivienda y, una vez los billetes ingresan a la economía, forman parte del torrente que se dirige a la compra de dólares en el mercado negro o impulsan la inflación porque elevan la demanda en tiempo récord.”

La verdad es que si a cada uno de nosotros nos dieran todos los días una clase de economía doméstica en lugar incitarnos a seguir comprando cosas inútiles, podríamos acercarnos al mínimo de felicidad posible.

¿ De qué cosas importantes hablaría Maduro con Fidel ? ¿ No sería de la proyección realizada por siete investigadores que componen el Observatorio Venezolano de la Violencia en donde se resalta que 2013 cerrará con unas 24.700  muertes violentas y una tasa de 79 fallecidos por cada cien mil habitantes.? Ese es el punto que no parece tener importancia, cuando en el momento en que estoy escribiendo leo que han asesinado a 3 Guardias Nacionales para quitarles sus armas.

A todos mis amigos les deseo lo mejor para 2014, sin brujos  de mala entraña.

mariahe pabon
mariahep@yahoo.com

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jueves, 7 de noviembre de 2013

SAÚL GODOY GÓMEZ, JENOFONTE Y EL ARTE DE LA RETIRADA,

De los historiadores de la Grecia antigua, entre los que destacan Hecateus, Herodoto, Tucídides, Polibio, la figura de Jenofonte resalta, entre otros muchos aspectos, por haber sido el primer soldado en dejar sus memorias de combate, inaugurando una tradición que luego retomaría Julio Cesar y seguiría hasta nuestros tiempos con figuras como T.E. Lawrence, convirtiendo el género en un clásico del estudio de las artes militares.
Pero su papel como historiador es mucho más complejo, no sólo escribió su memorable Anábasis, conocido también como La expedición Persa, o La Retirada de los Diez Mil, en la que participó como jefe militar, sino que retomó la historia de Grecia que dejó su antecesor, Tucídides, durante la Guerra del Peloponeso, y la llevó hasta la caída de la hegemonía de Tebas, de allí surgieron Las Helénicas; escribió también una de las primeras crónicas, Historia de mi tiempo, una biografía, Agesilaus, y uno de los primeros manuales de formación para los príncipes, La Educación de Ciro, género que se haría muy popular durante el Barroco y el Renacimiento.
Para el gran helenista John Bagnell Bury, en las conferencias que dictó en la Universidad de Harvard (1908), Jenofonte queda muy mal parado, al criticarlo en su rol como historiador, diciendo que era poco profundo y banal, que se dejaba llevar por sus apetencias e intereses, descuidando la imparcialidad, acusándolo de ser un simple “corresponsal de guerra”.
Jenofonte es un personaje harto interesante; nacido en Atenas (430 AC.) de una familia importante, que le permitió ser caballero (los que poseían caballos en aquel tiempo podía pertenecer a la caballería en el ejército) aunque en realidad no estaba dentro de sus intereses ser un soldado profesional, aunque sí le gustaba viajar y conocer otros pueblos. Tuvo contacto y fue influenciado en Atenas por el gran maestro, Sócrates, a quien tuvo como guía en su obra y vida, pero dadas sus amistades, Jenofonte fue acercándose cada vez más a Esparta, al punto de mudarse y hacer vida en la eterna rival de su ciudad natal, situación que le trajo incómodos problemas de lealtad.
Fue en Esparta donde se enroló en el ejército de mercenarios que Ciro, Príncipe de los Persas y aliado de Esparta, reclutó para marchar hasta Babilonia y desalojar del trono a su hermano, Atajerjes II.
Por su grado de nobleza e influencias Jenofonte logró un puesto entre los oficiales y luego de una marcha forzada, atravesando una buena parte de la Anatolia, Capadocia, y el desierto de Siria, soñando con las glorias y la recompensa que recibirían al instalar a Ciro como nuevo Rey de Persia, llegaron finalmente a las puertas de Babilonia donde en la primera gran batalla, en Cunaxa, Ciro muere en acción.
El mundo se les vino abajo a estos 10.000 espartanos, lejos de sus casas, en un territorio desconocido, rodeados de enemigos y sin Comandante en jefe ni generales, esperan lo peor; Atajerjes II les pide la rendición y que luchen para él, ya que los espartanos eran soldados fogueados en el oficio de la guerra y muy estimados como mercenarios en el mundo antiguo. 
El ejercito heleno tenía como costumbre resolver todo en asamblea, no había rangos superiores en prevalencia, ni la experiencia era suficiente para obtener el mando, se reunieron y permitieron que hablaran todos los que tuvieran algo que decir; luego de varias reuniones, fue Jenofonte el que mejor se expresó y esgrimió mejores argumentos, tanto que, a pesar de la oposición de algunos comandantes, fue nombrado jefe de la expedición, su plan fue la retirada inmediata por una nueva ruta, hacia el norte, buscando el litoral del Mar Negro, por el Ponto.
Es aquí donde empieza Anábasis; no es en realidad el recuento de una guerra, como en el caso de Julio César en Las Galias, sino de una retirada, que es, bajo los estudios militares, un caso excepcional y no menos difícil.
Italo Calvino, en su obra Porqué leer los clásicos, nos dice: “La impresión más fuerte que produce Jenofonte, al leerlo hoy, es la de estar viendo un viejo documental de guerra, como vuelven a proyectarse de vez en cuando en el cine o en la televisión. La fascinación del blanco y negro de la película un poco desvaída, con crudos contrastes de sombras y movimientos acelerados… El paso rápido de una representación visual a otra, de ésta a la anécdota, y de aquí a la notación de costumbres exóticas: tal es el tejido que sirve de fondo a un continuo desgranarse de aventuras, de obstáculos imprevistos opuestos a la marcha del ejército errante. Cada obstáculo es superado, por lo general, gracias a una astucia de Jenofonte: cada ciudad fortificada que hay que asaltar, cada formación enemiga que se opone en campo abierto, cada paso, cada cambio atmosférico requiere una idea ingeniosa, un hallazgo, una iluminación genial, una invención estratégica del narrador-protagonista-caudillo.”
El gran logro de Jenofonte como general fue conservar la unidad entre un ejército tan grande, en una de las rutas más peligrosas del mundo, tratando de mantener el orden durante los pillajes cuando entraban a un pueblo doblegado, la coherencia entre el continuo hostigamiento de las guerrillas locales o de los ejércitos de los Sátrapas, vencer las tentaciones de quedarse en un lugar y fundar un asentamiento en el épico viaje, prever la logística de aquella movilización… cada página de esta historia es una lucha continua en contra de los elementos, la geografía y los ejércitos enemigos, incluso hasta el final, cuando por fin llegan a Esparta, precedidos por una fama de violentos y desestabilizadores, y por miedo, les niegan el permiso para que entren a la ciudad, impase que sólo tiene solución cuando Esparta decide contratarlos como ejército, para que peleen otras de sus guerras.
De acuerdo al estudio preliminar a la obra, en la edición de Pinguin Classics, el estudioso George Cawkwell observa que el núcleo central de las fuerzas en conflicto lo constituía la infantería pesada, tanto la infantería liviana como la caballería eran útiles sólo en las escaramuzas del inicio o con un rol menor en los flancos. Cuando se daba la orden de atacar, los generales podían hacer muy poco, la mayoría se involucraba personalmente en los combates, y como no se usaban reservas para el apoyo o sostén de puntos clave, no había juego estratégico; Jenofonte fue uno de los primeros generales en no concentrar sus fuerzas en un único ataque frontal, utilizaba reservas con las que podía jugar para obtener la victoria, aprendió a depender de la infantería ligera y de la carga de caballería, sobre todo cultivó el concepto de tropas élites, profesionales para penetración de los frentes y para la contención, persecución y destrucción de los ataques tipo guerrilla. 
Todas las armas pesadas que se usaron en la Guerra de Troya, las paredes de escudos, los carros de guerra y los largos venablos para las marchas de contacto, fueron cayendo en desuso luego de las lecciones aprendidas en esta aparatosa retirada, donde tuvieron que enfrentar una multiplicidad de enemigos sobre los más variados terrenos.
Leer a Jenofonte es tomar un curso intensivo de la guerra post-peloponeso; los detalles son simplemente asombrosos, era la nueva forma de guerra que heredaron los macedonios, primero con Filipo, luego con Alejandro Magno, quien según algunos autores leía a Jenofonte con mucho cuidado; fue la primera vez que una retirada tenía sentido militarmente.
Alejandro, aparte de la Ilíada de Homero (tenía un ejemplar comentado por su maestro Aristóteles) utilizó a Jenofonte para aprender de esta primera incursión hacia Mesopotamia, utilizó varias de sus tácticas, como el cruce de los ríos ayudándose con las pieles de las tiendas, llenas de heno, como flotadores, hizo caso de las advertencias sobre los accidentes de la ruta, pasos estrechos en los acantilados, ciudades amuralladas que había atacado, pantanos, descripciones del terreno que le fueron de mucha utilidad, sobre todo en los sitios de Caria y Lycia, muy desfavorables para la caballería, o el uso de pasajes en las montañas para la conquista de Capadocia.
Jenofonte enseñó, en su Anábasis, cómo el combate nocturno era un arma poderosa contra los persas que, por creencias religiosas y costumbres ancestrales, consideraban la noche un mal momento para guerrear.
Jenofonte aprendió rápidamente que la velocidad era fundamental en una campaña (en su caso, una retirada) y aleccionaba a futuros comandantes: “En primer lugar, pienso que debemos quemar todas las carretas que tenemos, de modo que el ganado no sea nuestro capitán,  y que podemos tomar cualquier ruta que sea mejor para el ejercito. Segundo, también deberíamos quemar nuestras tiendas, porque son igualmente difíciles de cargar, y no nos ayudan ni en la lucha ni obteniendo provisiones. Es más, vamos a tirar todo nuestro equipaje innecesario, dejando sólo lo que nos sirva para pelear, para comer o beber, esto para poder tener el mayor número de hombres en armas y el menor peso muerto que llevar.” 
Jenofonte no fue sólo un corresponsal de guerra, fue un gran general, un héroe, un estratega y un historiador. – 

saulgodoy@gmail.com

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