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sábado, 29 de agosto de 2015

JOSÉ DOMINGO BLANCO (MINGO), DAME MÁS…

El desgobierno es el gran saqueador y acaparador en este momento. No se me ocurre calificar de otra manera a quienes tienen bajo su control tanta comida que arriba a la nación. Barco que llega, cargamento cuyo destino es la Corporación CASA. En menos de una semana, el régimen ha recibido más de 15 toneladas de rubros alimenticios, en su mayoría pollo y leche. En otro escenario, el anuncio sería muy alentador: saber que están llegando alimentos a un país donde falta de todo, por supuesto que sería un motivo de alivio. Pero, con esta administración, todo tiene una intención oculta… No olvidemos que el 6D hay elecciones –si es que no buscan tretas para obligar su suspensión, a sabiendas de lo que dicen sobre ellos todas las encuestas.

Para esta nueva contienda tienen que jugárselas con todas las artimañas que tengan bajo la manga. Hay que ofrecer mucho más “Pan y circo” que en otras ocasiones. Los números no los favorecen y el descontento de sus electores se va expandiendo, como un virus contagioso, entre sus antiguos partidarios. “Amor con hambre no dura” – y amor sin Chávez tampoco. Y esta escasez, sumada a los altísimos costos, está haciendo tambalear el romance entre el pueblo chavista -mal acostumbrado a las dádivas- y sus máximos representantes –a quienes la escasez, la inseguridad y la inflación, parecieran no hacerles ni un rasguñito.

Por eso, el régimen necesita que lleguen a Puerto Cabello barcos, muchos barcos, cargados con toneladas de comida. Comida que ya tiene un fin bien claro: comprar votos. Llevarla a Mercal, Pdval y Bicentenario para que la gente “se coma el cuento” de que el desgobierno salió victorioso de la Guerra Económica, planificada con saña por la extrema derecha. Un pañito caliente al problema de fondo que no es otro que su incapacidad para poner a producir como es debido las industrias que expropiaron y el fracaso de un modelo económico, de comprobado éxito en la generación de pobreza en otros países. Aún guardo la esperanza de que ese pueblo iluso, que en otras oportunidades se benefició de medidas tan populistas como el “Dakazo”, reaccione y no caiga de nuevo en el engaño.

Y aun cuando estamos bien lejos de la época de los “espejitos por pepitas de oro”, el desgobierno pretende seguir aplicando esta máxima que, pareciera, da dividendos políticos. El voto cuenta y “cuesta”. Por eso, esta semana, los medios gobierneros no han parado de anunciar ferias de libros y útiles escolares, reparto de medicinas e insumos en hospitales, Cestas Alimentarias Socialistas (cargadas con comida importada) que serán vendidas a precio solidario y en los puestos de trabajo para que la inmensa nómina del Estado no tenga que ir a hacer colas para abastecerse.

El problema de la crisis económica venezolana no se resolverá con las elecciones parlamentarias. Mucho menos repartiendo Cestas Socialistas. No se soluciona importando pollo de Brasil. Ni medicinas de Portugal. Tampoco se resuelve expulsando a esos colombianos que, en su momento y a conveniencia, cedularon para que votaran por el PSUV. Esa no es la solución a la causa-raíz de los problemas que vivimos. En Venezuela necesitamos entender que las crisis se acaban cuando el dinero circula. Cuando las industrias producen, cuando el clima de confianza es el adecuado para atraer las inversiones extranjeras.

“Es agosto, en una pequeña ciudad de la costa, en plena temporada. Cae una lluvia torrencial y hace varios días que la ciudad parece desierta. Es evidente que la crisis está azotando el lugar. Todos sus habitantes tienen deudas y el crédito es la única opción que les alarga la sobrevivencia. Por fortuna, llega un turista extranjero, de esos a los que se les nota la riqueza. Entra en el único hotelito del lugar y pide una habitación. Coloca un billete de 100 dólares sobre la mesa de la recepcionista y se va a ver las habitaciones. El jefe del hotel agarra el billete y sale corriendo a pagar sus deudas con el carnicero. Éste, toma el billete y corre a pagar su deuda con el criador de cerdos. El criador de cerdos, por su parte, al ver el billete, vuela para pagar lo que le debe al proveedor de alimentos para animales. El dueño de la tienda de alimentos para animales, agarra el billete y se apresura a liquidar su deuda con María, la prostituta, a la que hace tiempo no le paga. En tiempos de crisis, hasta ella ofrece servicios a crédito. La prostituta, con el billete en mano, sale a pagar la deuda en el hotelito donde solía llevar a sus clientes. Al entrar, María le entrega los $100 dólares al dueño del hotel. En ese momento, baja el turista que acaba de echar un vistazo a las habitaciones, dice que no le convence ninguna, toma el billete y se va. ¡Nadie ha ganado un centavo; pero, toda la ciudad ha pagado sus deudas y mira el futuro con confianza!”… Imagino, después de leer este pequeño relato, todos sabrán cuál es la moraleja.

José Domingo Blanco (Mingo)
mingo.blanco@gmail.com
@mingo_1

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domingo, 7 de diciembre de 2014

CHARITO ROJAS, EL CIRCO DE RIPLEY

 
CHARITO ROJAS
“Al pueblo, pan y circo”. Juvenal, poeta romano del siglo I, refiriéndose a la costumbre de los emperadores de regalar trigo y entradas para los juegos circenses como forma de mantener al pueblo distraído de hechos controvertidos, proveyendo a las masas de alimento y entretenimiento con criterios asistencialistas.

Diciembre abre con titulares espantosos: El petróleo venezolano cae a su nivel más bajo en años, 67,53 $; la OPEP negó propuesta venezolana de reducir la producción; Ramírez después de esta paliza en Viena salió corriendo a negociar más préstamos en China; Cencoex confesó que medicinas no fueron prioridad en la asignación de dólares en esta época decembrina, pues eran más importantes los productos navideños; empresas del sector farmacia y equipos médicos dieron vacaciones colectivas adelantadas porque no tienen materia prima; los estudiantes venezolanos en el exterior se organizan para exigir que les reanuden la asignación de dólares para honrar las deudas contraídas y evitar la indigencia; clínicas dicen que sus inventarios alcanzan solo para las emergencias en navidad, todas las operaciones y consultas fueron canceladas para el 2015;los comerciantes alertan sobre la sequía de inventarios, mientras que el “dakazo II” arrasa con los restos de dignidad de algunos; no hay pasajes porque el gobierno aún debe $ 3.500 millones a las líneas aéreas; no hay carros ni repuestos porque el sector no recibe divisas; no hay producción en las industrias básicas de Guayana por la misma razón; todos los productos agrícolas que proveían Agroisleña desparecieron porque Agropatria no tiene dólares para importarlas. Hasta los puertos están en crisis: los barcos no descargan hasta que el producto sea cancelado. En dólares por supuesto.

Mientras esto sucede y los ciudadanos que no están enchufados peregrinan buscando alimentos y medicinas, repuestos y lo que sea porque todo está escaso o desaparecido, el gobierno monta un rumboso festival musical, que al decir de Jorge Rodríguez, el alcalde siquiátrico, costó 14 millones de dólares, pero otras cuentas ubican la cifra en 26,6 millones de dólares. Un insulto, por ejemplo, para los estudiantes venezolanos en el exterior, quienes con 2 millones de dólares cancelarían deudas y concluirían sus estudios superiores.

En un alarde ofensivo de indiferencia ante las dificultades de la economía venezolana, el Gobierno monta “Así suena Caracas”, un festival con artistas nacionales y extranjeros, que comenzó el 28 de noviembre y fue prolongado hasta el 7 de diciembre. Para eso sí hay bastantes dólares, pero no para suministrar acetaminofén a una población abatida por el chikungunya y el dengue. Cuestión de prioridades.

Siete locaciones al aire libre, doce salas cerradas, ubicadas todas en el centro y el oeste de Caracas, donde se presentan nada menos que 137 bandas de rock, salsa, reggae. 41 de estos grupos son extranjeros, es decir, cobran en dólares, algo insólito en un país donde hay un control de cambio que ha arruinado a la mayoría de empresas de espectáculos nacionales. Quienes saben de eventos podrían dar las cifras millonarias de costo del montaje de gigantescas tarimas, monstruosos equipos de sonido y luces, personal, transmisión, fuegos artificiales, promoción y publicidad.

Desde la plaza Diego Ibarra hasta el otrora culturoso Teresa Carreño, son escenarios de esta fiesta de dólares que ofende profundamente a venezolanos que no pueden ni comprar una Barbie para sus niñas en esta navidad, a quienes rondan de farmacia en farmacia suplicando pañales para sus viejos; a quienes maldicen mientras hacen una cola implacable para obtener un litro de aceite, dos paquetes de harina o una batería.

Y el festival, organizado por la Alcaldía de Libertador, es dirigido a público rojo rojito. El incidente con Chino y Nacho así lo demuestra. El dúo iba a presentarse en este evento, contratado como otros grupos venezolanos que viven de su trabajo. Hubo un aluvión de tweets reclamando a Jorge Rodríguez la contratación de “escuálidos”, “traidores”, “apoyantes de la invasión del imperio”, “adoradores de Capriles”, aderezados con fotos de los cantantes con la bandera venezolana y con líderes opositores. La actuación del dúo fue suspendida y el mensaje clarísimo, navideño, solidario, inclusivo, justo, socialista y humanitario es: si no eres de los míos no te doy ni agua.

El sectarismo no respetó ni siquiera a agrupaciones consagradas como Desorden Público, que levantó polémica cuando durante su presentación anunció que iba a cantar una canción contra la corrupción. Inmediatamente la transmisión por el oficialista Ávila TV se fue a cuñas, mientras el cantante entonaba “Si van a seguir robando, cámbiennos los ladrones”. Luego en una cadena el presidente felicitó al grupo: “Desorden Público cantó canciones de los años 90, buenas críticas contra la corrupción”, creyendo que eran canciones de la cuarta, cuando son estrenos de ésta época revolucionaria. Juzguen por los títulos: “Llora por un dólar” y “Todo está muy normal”.

Los venezolanos sabemos cómo suena el país, es un coro que termina en “oso”: doloroso, quejumbroso, furioso, ansioso, nervioso. Y sobre todo desesperado, porque no ve que este régimen totalitario, promotor de la violencia y la ignorancia, tome ninguna medida sensata para evitar el despeñadero de las finanzas nacionales y por tanto, de la economía personal de los venezolanos no enchufados, que son la abrumadora mayoría. Los ingresos por petrodólares han mermado en más del 30% y el presidente anuncia que reducirá gastos suntuarios en un 20%, mientras toca congas en el epulónico festival.

Las proyecciones que se atreven a hacer los economistas más experimentados coinciden en que el gobierno perdió su gran oportunidad en este año no electoral, de hacer ajustes a las finanzas y ordenar el gasto público. Muy al contrario, todos los días crean nuevos ministerios, oficinas, comisiones, supervisiones, gobiernos extra constitucionales que sólo traen más gastos y burocracia. Hasta un ministro para resolver el papeleo enloquecedor en las oficinas públicas tenemos.

También coinciden en que los efectos del bajón del barril se comenzarán a sentir fuertemente a partir de febrero; afirman que la inflación pasará del 100%. Para ellos, 2015 será un año de hiperinflación que solo podrá combatirse estimulando ferozmente la producción nacional. Para eso, el gobierno deberá dejar de sabotear al sector privado, deberá también eliminar el control de precios y el control de cambios, que según algunos expertos, será una medida inevitable si quieren sobrevivir a la tormenta perfecta que les espera muy pronto.

Este país no es de contrastes, es de locura. Pedro Carreño, personaje cuya palabra tiene menos confiabilidad que un andamio de anime, es aplaudido cuando dice que “Aquí no hay juicio injusto para nadie”, refiriéndose a María Corina Machado, mientras el Cardenal Jorge Urosa Savino es insultado casi en gaceta oficial porque afirma estar seguro que la dirigente no está involucrada en magnicidio alguno. Esto es de Ripley, el señor de “Aunque usted no lo crea”, quien se asombraría de ver que un gobierno gaste en rumba los dólares que niega a los venezolanos para estudios, medicinas o repuestos.

¿Pan y circo? ¡Qué va!, Venezuela no tiene ni siquiera pan. Puro circo y payasos, míster Ripley. Y aunque ustedes no lo crean, están creciendo los enanos.

Charito Rojas
Charitorojas2010@hotmail.com
@charitorojas

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jueves, 9 de agosto de 2012

CARLOS VILCHEZ NAVAMUEL, LA POLÍTICA DEL ESPECTÁCULO, DESDE COSTA RICA

En Abril pasado salió publicado un nuevo libro del Premio Nobel de Literatura 2011 Mario Vargas Llosa, titulado    “La Civilización del Espectáculo” en  un conjunto de ensayos el escritor nos dice entre otras cosas que “El triunfo del periodismo amarillista y la frivolidad de la política son síntomas de un mal mayor que aqueja a la sociedad contemporánea: la idea temeraria de convertir en bien supremo nuestra natural propensión a divertirnos. 
En el pasado, la cultura fue una especie de conciencia que impedía dar la espalda a la realidad. Ahora, actúa como mecanismo de distracción y entretenimiento. La figura del intelectual, que estructuró todo el siglo XX, hoy ha desaparecido del debate público. Aunque algunos firmen manifiestos o participen en polémicas, lo cierto es que su repercusión en la sociedad es mínima.” http://www.alfaguara.com/es/libro/la-civilizacion-del-espectaculo-2/
A la par de esto, Vargas Llosa trata  otro tema que algunos ya conocen pero que sin embargo no le dan mucha importancia, se trata de “La política del espectáculo” Y es que esto es muy cierto, hoy día las campañas políticas se manejan como si fuera eventos musicales o fiestas deportivas donde se convocan a miles de personas para hacer de ello un gran espectáculo y donde los políticos se hacen cirugías, utilizan el maquillaje y tienen que aprender los oficios del teatro y la televisión  incluyendo la dicción.
En un comentario que aparece en el sitio “Letras libres” donde tratan sobre este libro se dice  que: “El ejercicio de la política es inevitablemente teatral. Para movilizar a las masas y persuadirlas con un mensaje, un eslogan o un conjunto de ideas, o para contagiarlas de optimismo, confianza en el líder o fe en el porvenir, la oratoria y la puesta en escena han sido siempre armas invaluables. Mussolini lo entendió mejor que nadie, y uno de sus discípulos, el general Juan Domingo Perón, encumbró a las tarimas al profesional más dotado para cumplir cabalmente esta tarea: una actriz. El entrenamiento que Evita Perón había obtenido en las tablas y en los radioteatros fue, seguramente, lo que le permitió mezclar oratoria, teatralidad y fervor –ingredientes indispensables de esa deriva perversa de la política latinoamericana que es el populismo– para conectar con las masas.”  http://www.letraslibres.com/revista/dossier/triptico-sobre-politica-y-espectaculo
Lo anterior nos confirma que para ser un político exitoso hoy día, se debe aprender a desarrollar sus capacidades histriónicas porque de lo contrario no atraerá multitudes.
El octogenario cubano Fidel Castro inventó un personaje llamado Fidel que tenía unas características muy claras, siempre vestido de militar, barba, gorra, el habano en la boca, y una verborrea contra el imperio, así  consiguió lo que quería, y así se perpetuó en el poder.
El presidente venezolano Hugo Chávez, discípulo y seguidor de Fidel, pretende hacer lo mismo que su maestro cubano, es el caso más destacado en los últimos tiempos, con su capacidad histriónica ha engañado a la mitad de los venezolanos por 14 años y lo continúa haciendo, algunos analistas afirman que Chávez  ha gastado durante todo este período más de 2000 horas en cadenas de radio y televisión, lo que lo han convertido en un personaje del espectáculo en Venezuela, su vestimenta para los eventos públicos, su forma de expresarse, sus largos programas de televisión y radio son solo algunos elementos que utiliza para atraer a sus seguidores,  el tipo, insulta, canta, llora, declama poesía, habla sobre sus problemas diarreicos, dice barbaridades y sus seguidores lo aplauden cual si fuera un payaso, un artista de esos que cuentas chistes o un  actor de teatro cine o televisión, convirtiendo así la política en un verdadero espectáculo.
Nada nuevo si revisamos la historia: “Panem et circenses” (Pan y circo) decían los antiguos romanos, lo que cambia es la tecnología.
carlosvilcheznavamuel@gmail.com

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