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domingo, 20 de julio de 2014

ALBERTO QUIRÓS CORRADI, ¿TIENE FUTURO NUESTRA INDUSTRIA PETROLERA?

Este régimen nos destruyó el presente. Parece que también nos confiscó el futuro.

En una pequeña reunión de petroleros de los de “antes”, Arnold Volkenborn nos hizo una presentación del futuro de la industria petrolera venezolana que recoge información dispersa y la organiza de manera tal que las premoniciones fatalistas que todos teníamos se convierten en algo que se aproxima casi a una certeza, aunque el futuro tiene tantas incertidumbres que, por lo general, nos equivocamos en las predicciones.


Para reforzar el concepto de la incertidumbre del futuro, recordamos que hace 10 años los expertos pronosticaban que nuestro continente (Norte, Centro y Suramérica) sería, por siempre, importador neto de unos 6 millones de barriles diarios (b/d) de hidrocarburos.

Desde entonces ha habido una revolución tecnológica. 1) Se desarrolló la perforación horizontal que permite acceder con un pozo vertical a horizontes de varias arenas de producción para la cual se requería antes hasta de 24 pozos. 2) Se desarrolló una tecnología que permite perforar “costa afuera” a grandes profundidades. 3) Se desarrollaron tecnologías para “fraccionar” las lutitas y extraer gas y petróleo en abundancia que hasta hace poco no podían producirse. Los resultados han sido espectaculares. En Estados Unidos el petróleo de lutita es ya (2013) 2,7 millones (b/d) y 7,4 millones (b/d) de petróleo convencional. Para 2017 se calcula que se producirán de lutita 5 millones (b/d) y 10,4 millones (b/d) de petróleo convencional. Lo cual lo convertirá en el mayor productor del mundo y en exportador neto.

Por su parte, Canadá producirá de sus arenas bituminosas 5,8 (b/d) para el año 2030 (1,8 millones b/d en la actualidad) Gran parte de esta producción estará interconectada a través de oleoductos (muchos ya existentes) con Estados Unidos pero tendrá que buscar también otros mercados. Mientras todo esto se desarrolla Venezuela redujo sus exportaciones a su mercado natural (Estados Unidos) de 1,5 millones (b/d) a 700.000 (b/d). Brasil planifica producir entre 3 millones y 4 millones (b/d). México ha abierto su industria al capital extranjero. Argentina ha incrementado su producción de gas, natural y de lutita. Colombia posiblemente llegue a producir 1 millón (b/d). Perú exporta gas a Chile. Todo lo cual apunta a que América del Sur no solo será autosuficiente a corto plazo, sino que tendrá capacidad de exportación.

Los expertos apuntan a que en el mundo podría haber, en el relativo corto plazo, una oferta mayor que la demanda, lo cual plantea lo que haría, en ese caso, la OPEP; ya esta organización ha reducido su expectativa de producción de 31.000 millones (b/d) a 30.000 millones (b/d) en 2020, lo cual visto desde la perspectiva de hoy parece optimista.

No incluiremos cifras para el gas pero las conclusiones son las mismas que para el petróleo. Habrá gas en abundancia y ya Estados Unidos ha comenzado a exportarlo. El desarrollo atrasadísimo del gas costa afuera en Venezuela ya no encontrará mercado si alguna vez se terminan los proyectos actuales. (Estados Unidos está transformando los terminales para recibir gas licuado en puertos para exportarlo).
Hay mucho pero mucho más. No hemos mencionado las energías alternas que tarde o temprano reducirán la demanda por hidrocarburos. 

Pero, lo expuesto es suficiente como para concluir que: 

1) Será difícil desarrollar la faja petrolífera del Orinoco para producir petróleo crudo comerciable, para lo cual se necesita de mejoradores que, si empezamos hoy a construirlos, tardarán por lo menos 6 años para que estén operativos. 

2) El gas costa afuera tendrá que utilizarse en Venezuela y será mucho más costoso que el gas asociado que producimos actualmente y que ya no nos alcanza. 

3) Tenemos, todavía, petróleo liviano y mediano más fácil de comercializar que el de la faja, pero no hay ni exploración ni recuperación de pozos abandonados. 

4) Venezuela perdió el prestigio que conservó por muchos años de suplidor “seguro y confiable” y buen pagador por los servicios que recibía su industria petrolera. 

5) ¿Qué mercados tendrá Venezuela si nuestro continente no solo será autosuficiente sino un exportador neto de energía? Nos queda China y la India, ¿podemos competir para esos mercados con el Medio Oriente y el norte de África, cuando se cierre el mercado de Estados Unidos?

Este régimen nos destruyó el presente. Parece que también nos confiscó el futuro.


Alberto Quiros
quiroscorradi@gmail.com
@quiroscorradi

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domingo, 4 de mayo de 2014

SAÚL GODOY GÓMEZ, LA NUEVA INDUSTRIA PETROLERA

Creo, en lo más profundo de mi mente, que el estado no debe ser empresario, siendo la principal razón que ya gobernar es una actividad harto compleja y difícil, para distraerse en manejar empresas que no tienen nada que ver con su verdadera misión.  Por lo que me inclino a dejar la actividad petrolera en manos de empresas privadas, nacionales y extranjeras, que pudieran hacerlo de manera más eficiente y productiva.

Tengo un amigo petrolero, maracucho de vieja y noble raza, que me dice: “Si hay algo que sabemos hacer los venezolanos es producir petróleo”, y con base en esa apreciación, que doy por cierta - más de cien años en el negocio no es poca cosa - el plan petrolero del país tendría una especial consideración con los empresarios venezolanos que quieran invertir en el ramo.
Sigue pendiente la principal razón en la que se fundamenta nuestra industria petrolera, ¿Es el petróleo, así como todas las demás riquezas minerales, propiedad del Estado? Y pienso que debemos solventar de una buena vez este asunto que ha creado una maldición, con su consecuente carga de conflictos y ruina. La idea detrás de que el estado sea dueño de las riquezas del subsuelo es una herencia de la colonia española, nada tiene que ver con nosotros; luego, fue aderezada con el ingrediente socialista de que el petróleo es del pueblo y el estado lo administra en su nombre. A partir de ese momento, se les ha dado la impresión a los venezolanos de que todos tenemos derechos sobre este recurso, cuando la verdad es que se trata de una ficción, el petróleo ha sido siempre de los gobiernos de turno, jamás del pueblo y, últimamente, ha sido administrado por un gobierno extranjero para su propio beneficio.
Mi propuesta es que el petróleo siga la suerte de la tierra, de quien sea propietario de su superficie. No es un invento, es la manera como se hace en países desarrollados, lo que pasa es que la utilización de los recursos minerales de esa propiedad (incluyendo el agua) tiene una serie de regulaciones y normas a cumplir, obligaciones y derechos frente al Estado, que velará por que sea explotado correctamente, si la zonificación lo permite; con esto quiero decir que, si se trata de áreas protegidas, o no lo podrán explotar o tendrán más requisitos que cumplir.
El Estado velará porque todas las obligaciones impositivas que corresponden a su explotación - impuestos, regalías, bonificaciones a que tenga derecho - sean debidamente cobradas, pues de eso vive el Estado, de los impuestos, y el petróleo genera suficientes recursos fiscales para sostener al nuevo Estado venezolano, de manera cómoda (en sus modalidades nacional, regional y local).
Si, por casualidad, las tierras donde están las reservas petroleras son del Estado, éste podrá o bien venderlas, darlas en concesiones, alquilarlas o lo que le permita la ley, pero de ninguna manera debe permitirse que el estado sea socio o tenga participación, otra que los impuestos o cánones de arrendamiento, en las empresas petroleras que exploten el recurso.
En cuanto a toda la infraestructura que existe en el país y de la que el Estado es dueño, se iniciará de inmediato un plan de privatización de las mismas, desde refinerías, plantas mejoradoras, de subproductos, oleoductos, gaseoductos, pozos, muelles, etc.
La mayor parte de estas complejas instalaciones necesitan, con suma urgencia, de una reingeniería, para ponerlas al día; algunas de ellas hay que rehacerlas, debido al grado de obsolescencia que presentan, lo que supone la inversión de un monto de dinero importante en el tiempo, que el estado no tiene, por lo que se venderán o se traspasarán a las mismas firmas de ingeniería, para que hagan el trabajo, las acondicionen y, durante un tiempo, les genere el dinero que les costó repararlas; al final de ese período, esos bienes se darán a la venta al sector privado nacional e internacional.
La inversión extranjera se privilegiará, si viene acompañada de inversión nacional privada, se tomará en cuenta para el pago de impuestos el grado de transferencia tecnológica que se quede en el país, así como la contratación de mano de obra nacional.
En lo referente a las zonas mar afuera, a ser explotadas, los territorios submarinos seguirán siendo propiedad del Estado y sus afectaciones reguladas por las leyes ambientales y del derecho del mar; una parte de los dineros, que entren por concepto de explotación de gas y petróleo mar afuera, serán utilizados en el desarrollo de nuestro frente oceánico, en la investigación oceanográfica, climática, en la agricultura submarina y en la extracción de otros minerales estratégicos; en este punto debo agregar que, siendo la industria petrolera una actividad que por su naturaleza es “sucia”, es decir, que conlleva una serie de deshechos, de destrucción del medio ambiente y del uso de productos altamente contaminantes, se aplicará estrictamente en los sitios de producción el principio del menor daño posible al ambiente, y al devolver el espacio explotado, una vez concluidas las actividades, deberá ser retornado en las condiciones más cercanas o similares a su estado original antes de la intervención.
Las reservas probadas de petróleo serán explotadas de manera racional y de acuerdo a las necesidades del país, incluyendo la creación de un fondo de inversión social que será alimentado con un porcentaje de las ganancias por la actividad nacional petrolera, en la misma tónica que los fondos noruegos o los de algunos países árabes, con el fin de afrontar necesidades futuras.
El gobierno promocionará la inversión y la investigación de energías alternas al petróleo, para ir reduciendo progresivamente la dependencia del país en los hidrocarburos. Estoy convencido de que, en algún momento, dejaremos de tener un Ministerio de Energía y Minas, y bastará con el del Ambiente, para hacer contraloría ambiental sobre las empresas que se ocuparán de esas actividades.
Estas son las líneas gruesas de un plan para deslastrar al Estado de su rol de dueño y productor de petróleo, origen de graves distorsiones políticas y sociales, poniendo el aparato estatal a dieta, eliminando el petróleo como nutriente indispensable en su labor. De esta manera, la riqueza petrolera será efectivamente repartida entre diversos sectores del país, generando polos de desarrollo independientes de los planes gubernamentales; lo más importante es que el estado venezolano podrá ocuparse de gobernar como lo mandan las leyes y de promover nuevas fuentes de riqueza.
Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul

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