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domingo, 28 de noviembre de 2010

EL CONFLICTO DENTRO DEL CHAVISMO CIVIL Y MILITAR LO TIENE ATRAPADO. POR ESO ES "DIALÉCTICO". CARLOS BLANCO. TIEMPO DE PALABRA

TRAVESÍA AL ABISMO: El Presidente se ha embarcado, dicharachero y embustero como es, pero con contagiosa alegría, en ese viaje insólito hacia ninguna parte. Ha preparado sus cachivaches, su libro de cabecera, la chequera, las medicinas de la mañana, del mediodía, de la merienda, de la noche y de toda hora, ha requerido la compañía de su delicada Eva, y ha abordado, lleno de nocturnidad y de cólera, la nave del mal. Su libro de cabecera que tiene como resumen de sabiduría es una recopilación de sus propios discursos, en los que se inspira para los nuevos que le corresponderá pronunciar; caso peculiar de generación espontánea en el cual las ideas emergen de la nada y hacia la nada vuelven.

Lleva su rabia intacta, como si la ofensa creciera cada vez que la recuerda para no dejar que el resentimiento se amortigüe y siempre esté allí como reserva de combustible para aniquilar a alguien: su particular manera de amar al prójimo como a sí mismo, es decir, con todo el odio del mundo. El viaje promete llegar a su destino, a lo que existía antes de todo, tal vez a la infancia, a la pobreza originaria, es posible que al béisbol y al joropo tramado, quién sabe si a una representación teatral con el candor de teatro de pueblo en la que volverá a hacer el papel de Bolívar con recitaciones estilo "los zapaticos me aprietan/las medias me dan calor/el beso que me dio mi madre/lo llevo en el corazón".

Pero donde sea que atraque el navío será en el muelle del puerto que no existe, donde todo se disuelve como si fuera el infierno. Ese viaje es el de la radicalización, el de la extrema izquierda a la cual ha convocado en su más reciente y sonado delirio.

Radicalización. El Presidente ha anunciado la radicalización a pocos días de haber atacado a los radicales dentro de su propio movimiento. ¿Cómo se entiende esta discordancia? Para Chávez no hay problema en decir una cosa un día y la contraria al día siguiente; tal vez crea que decir y desdecirse sea pensamiento dialéctico-materialista como el de Marx, sin reparar que sólo expresa un juicio confuso. La dialéctica es algo demasiado espeso en manos de un aprendiz de comunista con charreteras. Sin embargo, en los giros y dichos recientes la mezcolanza se ha tornado mayúscula y muestra que la procesión, con cirios, curas, feligreses, diablos y almas en pena, anda por dentro.

Cuando el caudillo ha atacado a los radicales es porque tiene un brollo interno descomunal. Los aficionados al marxismo le dicen que el problema que tiene es que va muy lento, que hace demasiadas concesiones a los blandos de adentro, que no serían más que aprovechadores profesionales. El hombre se da cuenta que le tienen cogido el flanco izquierdo y que para muchos comunistas está mostrándose como un blandengue. Mientras que hay quienes le dicen lo opuesto: hemos perdido a la clase media y a los trabajadores organizados porque vamos muy rápido y muy mal.

Chávez no sabe cómo moverse en un escenario en el cual tiene que decidir una jugada de la que no tiene fácil regreso. Si radicaliza el proceso significa desmantelar completo el aparato productivo, abandonar las pamplinas democráticas y adelantar el golpe de estado que ha ofrecido para 2012. Si hace un giro hacia el centro para lograr algún enganche con los sectores que ha despreciado y arruinado, puede ganar algo en este terreno tan importante para los efectos electorales, pero perdería a los más radicales con el riesgo de ser acusado de ¡traidor a la revolución!

Un colaborador de Chávez le dijo hace algún tiempo a este narrador que el caudillo a quien más se parecía era a Perón. Cuando tenía que abatir a la izquierda usaba a la derecha y cuando su desafío era estrujar y humillar a la derecha le soltaba las bridas a la izquierda. Sin embargo, Perón era Perón, se contenía a sí mismo como figura y proyecto. Chávez no. Este necesita certificados revolucionarios de movimientos y líderes externos, y de grupos, motines y personalidades internos. No tiene las manos libres y se ve que ahora tiene que tomar una decisión.

Complicaciones. El contexto de esta polarización dentro del chavismo es que la base popular se ha evaporado en proporción alarmante. Chávez ya no puede, como hacía Fidel Castro en los primeros años de la revolución, llamar al pueblo, convocar centenares de miles y resolver las crisis de las alturas con un empujón de masas desde abajo. Chávez es prisionero de los grupos a los cuales sirvió de portaviones y el problema es que ha creado unas fuerzas que ahora tienen un cierto grado de autonomía. Véase el caso de los "moderados" militares y dirigentes políticos enriquecidos, así como los de la boliburguesía que se ha conformado con esa casta de interventores, directores, gerentes que chupan como electrodomésticos -aspiradoras, batidoras y lavadoras- insaciables. Debe incluirse a aquellos de los ministros, parlamentarios y dirigentes que no son ladrones pero han cambiado de status social y no están dispuestos a volver al pasado: no quieren volver a montarse en autobús, ni a vivir en urbanizaciones populares, ni a redondearse la arepa con esfuerzo. Son los que repiten con fuerza: "¡No! a mi pasado". No quieren radicalización y son los que controlan los mecanismos económicos y sociales del chavismo, especialmente de aquél que ve ahora al Comandante como una rémora.

Está el otro sector, el radical, que tiene dos brazos: el de los intelectuales y el de los políticos. El primero está conformado por los asesores que de cuando en cuando aterrizan en la tesorería bolivariana, y por algunos extremistas internacionales reconocidos. Por allí han pasado Norberto Ceresole, el fascista antisemita de las primeras horas, hasta Eva Golilla junto a otros de variable respetabilidad. Todos ellos lo primero que le dicen al Jefe es ¡Atrévete! Échale pichón porque para mañana es tarde. Los inteligentes -que los hay- saben que no tienen fuerza para hacerlo y sólo están levantando el expediente con el que documentarán la traición a la revolución.

El otro sector es el de los políticos radicales del Gobierno. Son los chantajistas que le hacen ver que si no se conserva extremista y recalcitrante dejará de tener la legitimidad revolucionaria mediante el certificado de aptitud expedido por los cubanos, zánganos que intercambian elogios rojos por dólares verdecitos y petroleros. Estos radicales tienen las ventajas económicas y sociales del otro grupo pero como administradores del poder presidencial. No tienen interés económico privado porque, como Chávez, disponen del presupuesto nacional como propio.

El conflicto dentro del chavismo civil y militar lo tiene atrapado. Por eso se ha vuelto "dialéctico"; es decir, incoherente y de alta peligrosidad.

http://www.tiempodepalabra.com/
twitter @carlosblancog

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miércoles, 9 de junio de 2010

AVANZA IMPLOSION DEL SOCIALISMO BOLIVARIANO, JACKSO DIEHL, WASHINGTON POST

Un artículo publicado en la edición digital del diario estadounidense Washington Post, el analista y editor Jackson Diehl sostiene que las cifras del Banco Central de Venezuela reflejan una economía “completamente fuera de sincronía con el resto de la región, y quizá la única en el mundo en cuanto al grado de su actual estado de penuria”.

En un artículo en la página digital de Washington Post, Jakcson Diehl se pasea por la situación actual de la economía venezolana y su incidencia en el gobierno de Hugo Chávez.

"Chávez ha estado últimamente de bajo perfil, sin grandes giras ni discursos enardecidos en la ONU", indica Diehl. La administración de Barack Obama, "que una vez se comprometió a propiciar un 'acercamiento' con el caudillo venezolano, ahora lo evade calladamente".

La razón sería sencillamente la implosión acelerada del socialismo bolivariano de Chávez.

Según Diehl, las cifras del Banco Central de Venezuela reflejan una economía "completamente fuera de sincronía con el resto de la región, y quizá la única en el mundo en cuanto al grado de su actual estado de penuria".

Señala Diehl que los economistas privados temen que la contracción económica en Venezuela sea peor de lo que se admite. Indica que la crisis venezolana "fácilmente sobrepasa el colapso de Grecia, que se contrajo en 3% en el primer trimestre".

La inflación en Caracas, prosigue, triplica la de Argentina. "Y hasta Zimbabwe luce mejor que Venezuela", con una expectativa de crecimiento económico este año de 6% y una inflación menor a cinco puntos porcentuales.

Los extremistas aseveran que Venezuela realmente está mejor que el resto del mundo porque Chávez está destruyendo el capitalismo. O tal vez se deba a que la implosión de Venezuela es irrelevante para el resto de la región.

A juicio del articulista, "el país hace aguas y las actuaciones desesperadas de Chávez por detener la caída libre sólo empeoran las cosas". El artículo reseña la medida gubernamental tomada "abruptamente" hace una semana para eliminar el mercado permuta, que cubre 30 a 40% de las importaciones.

Al resto de Latinoamérica sí le importa la implosión del socialismo chavista, asegura, "es que simple y llanamente la administración de Obama ya no tiene qué preocuparse por el hombre fuerte, ya que está haciendo un excelente trabajo de autodestrucción".

La popularidad del caudillo en el continente americano se encuentra por debajo de 40%, mientras que su respaldo en Venezuela ha caído a menos de 50%. Frente a las próximas elecciones parlamentarias, Chávez "ha recurrido a la táctica iraní de inhabilitar a los principales oponentes (…) Tratará de robar la votación y si eso no funciona, despojará al legislativo de su poder".

Así las cosas, sentencia Diehl, Chávez parece incapaz de detener la debacle económica del país y de su revolución. Le queda tan sólo una opción: "rendirse ante el descontento creciente o gobernar totalmente por la fuerza".EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA

domingo, 13 de julio de 2008

*AMÉRICO MARTIN ESCRIBE PARA EL NUEVO HERALD: “DEL TIMBO AL TAMBO”


*AMÉRICO MARTIN ESCRIBE PARA EL NUEVO HERALD: “DEL TIMBO AL TAMBO”

Es tentador acercarse al meollo de los vertiginosos cambios del gobierno de Venezuela por la vía de las peculiaridades emocionales del presidente Chávez.

Psiquiatras venezolanos muy calificados se han prodigado en este sentido y no son pocos los que aceptan sus conclusiones. Aunque respeto mucho esa área del saber estoy poco preparado para aventurar especulaciones a este respecto. He pedido entonces que volvamos a las tradicionales y objetivas armas de la política, que nos proporcionan explicaciones suficientes.

En días o semanas y para desconcierto de sus seguidores internos y alarma de los externos, Chávez ha introducido cambios tan considerables y antagónicos en su estrategia que para muchos no son creíbles. Se trata, dicen, de añagazas destinadas a mejorar su zarandeada imagen de cara a las decisivas elecciones del 23 de noviembre de este año. Cuatro meses nada más para que probablemente cambie radicalmente el mapa político y las fuerzas autocráticas sean fuertemente rechazadas por la mayoría de los venezolanos.

No es poca cosa lo que ha ocurrido. De la esperanza en una victoria militar de las FARC en Colombia, que catapultaría a Chávez en el hemisferio y el mundo, al llamado que ha dirigido a su secretariado para que deponga las armas, abandone la guerrilla como método y busque un espacio político legal. Paralelamente, de insultar a Uribe con los epítetos más escandalosos y mover tropas venezolanas a la frontera, a darse un próximo abrazo con él y adelantar una amplia colaboración económica, cambiando el epíteto por el adjetivo amigable.

La impecable operación de rescate en Colombia hizo enmudecer a quienes querían aparecer como protagonistas de última hora en el necesario diálogo humanitario, y proporcionó una demostración práctica del significado de la política uribista de seguridad democrática, además de la elevada competencia y popularidad de las fuerzas armadas colombianas. Fortalecido Uribe, debilitado y desengañado Chávez, no cabía sino esperar que el bolivariano doblara una apuesta revolucionaria para la que no tiene fuelle interno ni externo, o diera marcha atrás con sus hasta hoy enemigos jurados: Colombia y EEUU. Pues no es menos sorprendente que Chávez hable también de normalizar las relaciones amistosas con la potencia norteña, ''cualquiera que sea su gobierno''. Es una marcha atrás equivalente a la campana que salva al boxeador antes de terminar el conteo.

La gran pregunta es: ¿se sostendrá semejante cambio pasada que sea la emergencia? Conociendo a Chávez, muchos lo dudan. Yo prefiero atenerme al peso de los hechos. Más allá de sus convicciones o deseos, Chávez parece haberse estrellado con el fracaso de su política interna y de su política externa, que no es sino proyección de la anterior. Este hombre quiso fundar un socialismo autogestionario, de cooperativas y empresas sociales que sustituirían al ancien régime capitalista. El sector ''social'' de la economía no se interesa en el lucro, la rentabilidad o la competitividad. Por esa razón no puede sobrevivir sin el subsidio crónico. En consecuencia, Venezuela ha caído en la vorágine de las importaciones, en un entorno gravemente inflacionario, dominado por la escasez, el desempleo estructural y la fuga masiva de capitales. No menos despiadado ha sido el traspié del sueño de exportar la revolución, diseñar una integración política más que económica, y hacer del ALBA el centro del conflicto contra EEUU y demás potencias capitalistas. Les parecía esencial apuntalar las FARC y engarzar a la codiciada Colombia en el engranaje revolucionario. El sueño se ha desvanecido.

Toda opción política supone un costo. El presidente Chávez no escapa a esa ley. ¿Cuánto tendrá que pagar dentro y fuera de su país?