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LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA
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domingo, 18 de agosto de 2013

SIMON GARCIA, VOTAR POR UN PAIS.

            Estamos al borde de la auspiciosa posibilidad de que las universidades suspendan las acciones emprendidas para defenderse. El gobierno necesitó una huelga para admitir y decidir las exigencias universitarias. 

La conquista de unos logros apreciables permite resituar la batalla, de ideas y eventos, en nuevos desarrollos de la autonomía, la calidad académica y el mejor cumplimiento de los compromisos de la institución con el país.

           
Advienen tiempos favorables al derrumbe de las murallas que el poder erige para autoperpetuarse. Hay varios huecos que pueden acelerar esos tiempos, acompañando a la gente en sus demandas y con una estrategia que sepa llenar la inconformidad con esperanzas sobre una viable declinación de la dominación totalitaria.

            Es posible alentar acciones, grandes y pequeñas, que sumen fuerzas y entretejan la apertura definitiva de un nuevo ciclo político  para reinventar la democracia, vincular la justicia social a la produccion de bienestar general y asumir los verdaderos desafíos del siglo XXI. Venezuela no puede seguir siendo el Museo del tercer mundo.  

            A riesgo de incurrir en la banalización, por vía de exagerar sus dimensiones y efectos posteriores, no puede dejarse de lado el lugar común que considera a las elecciones municipales como determinantes para el futuro de la democracia y la sociedad. Explicarlo, tal vez sea más dificil que afirmarlo.

            Esta elección está conectada al lugar nuclear de formación de la democracia, aquel donde se elabora de primera mano y muy próximo a nuestros intereses, vivencias y afectos cotidianos, los elementos de nuestra cultura cívica. Son trescientos treinta y cinco escenarios con sus peculiaridades.

            Pero, además de la simpatia hacia liderazgos locales, concurren varias escogencias. En primer lugar la opción de apoyar al nuevo liderazgo democrático, gente honesta y con proyectos para rescatar a nuestros pueblos y ciudades de la peste burocrática que arruina los servicios municipales y degrada la vida pública local. La unidad expresa innovación en la gestión local.

            La oferta oficialista, como ocurre en los regímenes neototalitarios, tiene un empaque ideológico. Precisamente, cuando el país requiere Alcaldes y concejales que piensen y se ocupen en cómo hacer más seguras,  vivibles y funcionales a nuestras ciudades, el poderoso Estado mete por los medios a unas figuritas que representan su involución.

            La elección implica también aclarar lo que el CNE y el TSJ no quisieron hacer. A los venezolanos les toca dictar su veredicto sobre si existe o no una mayoría irrefutable a favor de los cambios. Sin ella no habrá después.

            Por eso hay que sortear las emboscadas para que aceptemos confrontarnos en términos favorables al gobierno. Y También recordar, frente a la reapertura distraccionista del fervor constituyente, las palabras de Babeuf, “no necesitamos más constituciones sino más instituciones”. Nuestra mejor constituyente es votar el 8 por otro país.  

@garciasim

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domingo, 23 de junio de 2013

EMILIO NOUEL V., LA CORRUPCIÓN: ENTRE LA DESLEALTAD Y EL DERRUMBE

"La corrupción pone de manifiesto la falta de aceptación de reglas importantes de la democracia. El sistema democrático                                          es vulnerable a la corrupción porque no acaba de generar                                          suficiente confianza". Alberto Calsamiglia,
Viniendo de quien viene, ese llamado reciente a combatir la corrupción no puede producir mas que risa, comentarios burlones y descreimiento absoluto, sobre todo, por saber lo que sabemos. Y aun más carcajadas suscita la creación de una policía secreta anticorrupción, la Maduropol,  según el amigo José Luis Farías.

Nunca antes en la historia patria, desde que el “Autócrata Civilizador”, símbolo máximo del gobernante corrompido por excelencia, regía los destinos de esta tierra de gracia, la descomposición moral y administrativa gubernamental había alcanzado las cotas a que ha llegado en los años recientes.

Los casos de personajes que hace diez años eran casi pobretones de solemnidad y que han devenido en potentados y magnates de los negocios y las finanzas a la sombra del Estado petrolero, no son pocos; muchos están dentro del gabinete ministerial y su entorno. Historias tan estrafalarias como grotescas protagonizadas por los nuevos ricos, hoy animan las tertulias familiares y de amigos a lo largo y ancho del país.

En Venezuela se ha producido, pero con mayor rapidez, lo que en la China, con los llamados “príncipes”, descendientes de los líderes de la revolución comunista, convertidos en la actualidad en grandes multimillonarios. En nuestro caso, PDVSA, principalmente, ha sido la fuente de enriquecimiento de los “boliburgueses”. Contratos de transporte, seguros, suministros, divisas y emisiones de bonos han vuelto a unos cuantos grandes magnates, propietarios de lujosos inmuebles dentro y fuera del país, joyas y vehículos, caballos de carrera, medios de comunicación y pare usted de contar antes de que se vaya en vómito.
Ciertamente, la corrupción en el poder no es un fenómeno nuevo, ni los venezolanos somos los únicos que la padecemos. Es una lacra universal. En todas las latitudes se cuecen habas, países desarrollados y emergentes. Ninguno se salva, tampoco ningún sector político.

Soy de los convencidos de que es imposible acabar con ella de forma total, pero hay formas técnico-legales de llevarla a niveles mínimos "tolerables" para la sociedad. Somos seres humanos, por tanto, imperfectos. Siempre, y hasta el Juicio Final, habrá quienes que de una u otra manera sucumbirán a la tentación del tráfico de influencias, el fraude, el soborno, la extorsión y el peculado. Y no solamente en el ámbito público. En los negocios privados también se da el fenómeno, aunque con la ventaja de que no se hace con los dineros de todos.

En el fondo, la corrupción comporta, contiene, una deslealtad con la organización a la que se pertenece. Esto muy bien lo ha señalado Albert Calsamiglia, experto en este asunto. 

Cuando se ostenta un cargo en una institución pública o privada, ser desleal significa infidelidad con ella y sus integrantes. Es traicionarla, engañarla; es ser falso, hipócrita y no transparente, porque se pone delante el beneficio individual en detrimento de aquella, todo bajo un manto secreto.

Pero también es mostrarte ingrato con la que te ha dado una posición y confiado un encargo para que lo cumplas de acuerdo con ciertas reglas, porque, a fin de cuentas, con ello se favorecerán todos sus miembros. 

Cuando se es servidor público, la deslealtad opera contra toda la sociedad; es ella la que se perjudica, en especial, los más necesitados. Está más que demostrado que el dinero que se va por los desaguaderos de la corrupción gubernamental, es dinero arrebatado a las obras y planes sociales dirigidos a quienes están desamparados en nuestra sociedad. Son menos escuelas, liceos y universidades públicas; hospitales; obras de infraestructura y servicios de seguridad.  No son los ricos los afectados.

La palabra corrupción, de por sí, es algo terrible y también terrorífico, aunque de tanto usarla, como dice Alain Etchegoyen, la hemos banalizado. Ella alude a una muerte cercana, a una destrucción que se acerca. En una situación de corrupción hay algo que se ha roto, dañado, y ha comenzado a descomponerse. No es la muerte, es el movimiento hacia ella.

Los filósofos, como Montesquieu, decían que la corrupción evidencia cómo se está degradando un gobierno o perdiendo una república.

En nuestro país, lo que hemos visto y estamos observando es una pandemia de inmoralidad gubernamental que está quebrando, rompiendo, los cimientos de un régimen político que se dirige hacia su propia destrucción. Los riesgos de anomia y caos políticos son enormes. Y todos, sin excepción, podemos ser arrastrados y tragados por ese proceso demoledor.

Las fuerzas democráticas, conscientes de esta grave situación, tienen el deber de arbitrar las fórmulas políticas para sacar adelante el país antes de que lleguemos a ese desastre que se perfila a la vuelta de la esquina. Los más conscientes y decentes partidarios del oficialismo deberían igualmente tomar cartas en este asunto. La primera víctima será la democracia.

@ENouelV
emilio.nouel@gmail.com

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lunes, 3 de junio de 2013

CARLOS BLANCO , "UN GOBIERNO SIN CAPACIDAD DE ALIANZAS, PARECE DESTINADO A ESPERAR SU DESPLOME", TIEMPO DE PALABRA

Vámonos, aquí no nos quieren. Así dice García Márquez que le dijo el Libertador a José Palacios: "Vámonos volando, que aquí no nos quiere nadie". En medio de estas euforias patrióticas de la decadencia no es de extrañar que un día, desesperado, Nicolás suelte algo parecido a su edecán. Sería sano ante el desolador panorama que tiene quien el azar envió a una sucesión que no maneja.
El gobierno Maduro presenta síntomas de final. Tal vez sea el espejismo causado por las escaseces básicas y el clima camorrero que domina la sociedad; pero esta administración sobrevenida pareciera más bien que está a punto de entregar, aunque un tanto en desorden. Las retiradas militares y políticas son operaciones muy complicadas y los camaradas que administran la pulpería no tienen idea de cómo hacer. Estos próceres tienen el problema que señalaba Jorge Amado y gusta recordar el poeta Joaquín Marta Sosa, al referirse al izquierdismo militarista, "son de los que entran al futuro reculando".
DELFINES SIN ALETAS.
Un gobierno está en fase terminal cuando no se puede mover ni a la derecha ni a la izquierda, ni hacia arriba ni hacia abajo, ni hacia afuera ni hacia adentro. Esa es la situación en la que yace "el experimento Maduro". Si hace alianzas, los extremistas de adentro las detienen; si no las hace, carece de fuerza para cualquier iniciativa. Es un régimen agarrotado, cuyos músculos de tanto contraerse para asestar golpes fulminantes, poco a poco se quedaron crispados y aquel cuerpo que parecía atlético y rozagante, de 1999, hoy dormita empequeñecido, inmovilizado, tullido, en la silla presidencial. La parálisis oficial viene no solo como contrapartida del crecimiento de las fuerzas democráticas sino de la guerra a muerte en las entrañas del chavismo, en una pelea letal por los despojos del héroe, lo que no es más que una forma de dilapidar las arcas que Fortuna deparó a los delfines sin aletas.
Véase el episodio con el Presidente de Colombia. Este recibe a Henrique Capriles en forma "privada" que es una manera de disminuir la importancia del asunto, precisamente para no herir la susceptibilidad de unos camorristas con piel delicada; lo recibe en camisa para hacer más informal el encuentro. Entonces a Diosdado Cabello y a Elías Jaua les da la pataleta conocida que destruye la relación que Chávez había construido con Santos, y Maduro con la Canciller colombiana. La necedad hecha gobierno no advierte lo que ha destruido.
AMOR A JURO.
Los jefes del bochinche bolivariano se creen geniales cuando obligan a arrodillarse o, al menos, a sonreír a los empresarios que humillan. Son tan tontos estos alquimistas que estiman que su labor es más socialista mientras más ofenden y sojuzgan a los empresarios. No perciben algo elemental: la actividad empresarial es del interés de los dueños del capital, pero también de los trabajadores, de los consumidores y del tejido social del cual forman parte. El drama de los que se han cogido el botín es que no son marxistas ni tampoco han leído a Marx sobre el papel de los capitalistas.
Los productores, una y otra vez regañados, juegan el juego pero jamás trabajarán para la perpetuación del régimen escarlata. No necesitan sabotearlo, basta que restrinjan sus inversiones para que la mala hierba se coma el jardín revolucionario y llegue hasta el Cuartel de la Montaña. Eso hacen los enemigos; se sonríen con Maduro y en realidad se ríen de Maduro. 
Así, lentamente los jefes rojos, atrevidos e ignorantes, piensan que liquidan a los capitalistas cuando en realidad se suicidan. La ausencia de conocimiento histórico no les da para entender que cuando embisten contra empresarios, a los que de verdad sí destripan es a los pequeños y medianos, a los que no tienen paraguas grandes para aguantar la lluvia ácida del esperpento socialista. Esta conducta roja constituye una dimensión adicional del suicidio.
El dinero tal como lo estudió Marx, demanda su movimiento, su expansión permanente. Esto lo sabe hasta el otro yo del doctor Merentes. Cuando el dinero no se reproduce, se achica, deja de ser motor y expresión del capital. Tal es el fenómeno que se abate sobre Venezuela, tanto con la ferretería de la esquina como con Pdvsa. El de la esquina tiene menos pulmón y fenece más rápido, pero el gigante petrolero de antaño ahora tiene el mismo cáncer que se ha comido el papel toilette. El efecto letal de la ignorancia.
NO TIENEN JUEGO.
Como el gobierno provisional de Maduro no tiene posibilidad de moverse con flexibilidad porque se arrinconó a sí mismo, el único recurso del que dispone con relativa facilidad es la represión policial, militar, judicial, y de grupos paramilitares de choque. Su propósito es descabezar a la oposición, a veces amagan con destituir a Capriles de la gobernación y otras, enjuiciarlo; golpean y quieren liquidar a María Corina; ambicionan apresar a López; le caen a palos a Julio Borges; ofenden a Ledezma y a Ismael García; acusan a Pablo Pérez y a Salas Feo. Pero, ¿saben qué? No pueden. Si no lo hacen, pierden poder; si lo hacen, duran menos en sus chambas provisionales.
Véase la operación sobre Globovisión. Se la comieron. Le quitaron la planta a sus dueños y a la oposición. No advirtieron que el poder de denuncia de las fuerzas democráticas nacionales e internacionales podía contrarrestar la insolencia de los nuevos dueños que están obligados -léase, obligados- a entregar el canal en bandeja de plata al gobierno. La razón es elemental: si los anteriores dueños vendieron porque la presión oficial los forzaba, es obvio que la transacción realizada incluye quitarse de encima esa presión oficial, lo que significa complacer al gobierno. ¿Aparecerá la oposición en Globovisión? Sí, claro, como elemento decorativo (ahora más con el escándalo que impide su desconocimiento total)
EL DERRUMBE.
Un gobierno sin capacidad de alianzas, chantajeado desde adentro por los personajes que se comportan como copresidentes, obligado al extremismo para que -como lo revela la grabación- no lo cojan por el flanco izquierdo, parece destinado a esperar inmóvil su desplome. Sobre todo cuando la presencia y el control cubanos han generado una repulsa dentro y fuera del proceso, muy especialmente entre los militares institucionalistas, hartos de la sumisión a mandos extranjeros.
Hace un tiempo podía preguntarse cómo salir de un régimen como este y las respuestas eran inciertas. Ahora la pregunta es cómo un régimen tan desgastado puede mantenerse todavía. La represión es un factor de estabilidad en sociedades aisladas, desconectadas comunicacionalmente, pero no es el caso de Venezuela. Los peinillazos, las lacrimógenas, los enjuiciamientos, ni amilanan a los de adentro ni convencen a los de afuera. Ha llegado el momento de decirle a Nicolás, con discreción, si quieres no te calles, pero ¿por qué no renuncias?
Twitter @carlosblancog

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martes, 14 de mayo de 2013

RAÚL ZAPATA, EL GOBIERNO SE DERRUMBA

El Gobierno se derrumba, hace agua, por todos lados. Los índices de escasez e inflación, de alimentos y medicamentos, en su peor momento; todo lo que pudieron hacer, ya lo hicieron, rasparon la olla,  antes del 14 de abril. 
Más del 70% de lo que consumismos lo importamos; se agotaron las divisas, los  pronósticos de PDVSA, para el 2013, son un 7,8% menos; y pocos se arriesgaran a prestarles. Para conseguir apoyo político internacional, prácticamente regalan el 50% de la factura petrolera, a los países de Petrocaribe, y la factura a China no representa nuevos ingresos, es sólo para pagar la inmensa deuda con ese país, que la revolución ya se comió y bebió. 
Los resultado electorales, véase como se vea, son desastrosos, y las encuestas, por primera vez en muchos años, dan la ventaja al candidato opositor. El líder eterno, que los unía, dirigía y paraba las locuras, como bien dice Diosdado Cabello, no está, el Jefe actual, es un excelente segundo, pero carece del carisma y talento político que la situación exige. 
No pueden apelar a la represión, por que los oficiales de las Fuerzas Armadas –clase media—son abrumadoramente opositores, y ante cualquier desafuero actuarían, para detenerlos, --y lo saben--. 
Pierden apoyo internacional, por la negativa a auditar los cuadernos electorales, dado el pequeño margen del triunfo  oficial, que demostraría el fraude en las mesas, en que los testigos opositores fueron obligados, bajo amenaza, a retirarse, o se descuidaron; eso, aunque las irregularidades totales, no fueran superiores a la ventaja electoral chavista, los desacredita. Y por último, el miedo reverencial desapareció, con la muerte de Chávez, y la percepción general, de propios y extraño, es que se desmoronan.
Al gobierno sólo le queda recular, para intentar sobrevivir: olvidarse del socialismo y el anti capitalismo, invitar a los capitalistas nacionales y extranjeros a invertir en el país, dejar de insultar a la burguesía y EE.UU. establecer reglas de juego claras,  sincerar los precios, represados durante los últimos años --para solucionar el problema de escases-- asumiendo la explosión de la inflación, como consecuencia de todos los disparates económicos cometidos durante estos pasados años, de vacas gordas. Privatizar las empresas públicas que generan pérdidas o resultados insatisfactorias, es decir todas, Ponerle fin a la regaladera internacional, por razones políticas. 
Combatir seriamente la corrupción administrativa. Desarticular los grupos paramilitares, afines al partido de gobierno. Iniciar de inmediato un gran dialogo nacional, con todos los sectores.  Y por último, comprometerse en el respeto escrupuloso de la Constitución Nacional. De no estar dispuestos a dar marcha atrás, a la utopía comunista, millones más abandonarían ese barco, aunque algunos seguramente, se radicalizarían, obligando, a las Fuerzas Armadas, a actuar, contundentemente.
raulzapataa@hotmail.com 

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