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miércoles, 3 de septiembre de 2014

ALFREDO SCHMILINSKY OCHOA, EL CONTRABANDO

El problema del contrabando no se soluciona con medidas policiales. Claro, para un gobierno como el actual - y lo de gobierno es un decir-, estas son las únicas medidas que a sus escasos cerebros de pigmeos mentales se les puede ocurrir. Lo malo para ellos y para los venezolanos es que van a resultar totalmente inefectivas e inútiles. Pero además de eso, lo que van a promover, como lo estamos viendo, es la corrupción de los efectivos militares que participan en la represión de la salida ilegal de alimentos.

Estos ineptos debían saber que para lograr la solución de cualquier problema es necesario identificar previamente las causas que lo originan. Es lo mismo que ocurre con las enfermedades, que si no se diagnostican y determinan sus causas, no podrá prescribirse la terapia indicada y, por consiguiente,  jámás podrá prioducirse la curación de la patología. En el caso del contrabando, es indudable que la causa de este delito radica en la relación cambiaria que existe entre la moneda venezolan y la colombiana. Una relación tan desventajosa para la moneda nacional, que con un peso colombiano se pueden  obtiener, aunque parezca increíble, 50 bolívares. Con lo cual con unos cuantos pesos bastan para adqurir toneladas de alimentos, que luego son llevados a Colombia, donde son vendido a precios que permitirán la obtención de fabulosas ganancias.

Para el combate del contrabando de extracción sólo hay una medida efectiva: la revaluación de nuestra moneda. No hay otra. Lo demás es recurrir a subterfugios, a medidas efectistas y fáciles pero absolutamente inútiles. Sin embargo, los enormes e irracionaes compromisos contraídos por estos gobiernos al margen de las posibilidades reales del país, han creado un enorme hueco fiscal que hacen imposible la revaluación. ¿Por qué? Porque en la medida en que el bolívar se revalúe, el ingreso de esta moneda al fisco disminuiría sustancialmente, con lo cual al gobierno se le haría imposible el cumplimiento de muchas de las obligaciones contraídas.

¿Qué demuestra esto? Que la crisis estructural que vive en estos momentos el país no se soluciona con medidas aisladas ni tampoco con placebos. Porque para el mal de nuestra economía la represión policial es como inyectarle agua destilada a un canceroso. Por lo tanto, se requieren soluciones globales, integrales, soluciones que ataquen a fondo las verdaderas causas de la grave emergencia que en estos momentos vive el país. Y una de esas causas, además de la corrupción desenfrenada, es la enorme burocracia que, como un agresivo carcinoma, corroen y minan los tejidos vitales de la nación. De allí la urgente necesidad de realizar una poda radical en esta área de la administración pública; una poda que disminuya por lo menos en un 50 por ciento esa brocracia, en su mayoría clintelar y parasitaria. Y hacerlo, antes de que el mal haga metástasis y no quede otra que llamar a María, que en esdte caso no sería otra que el fatídico FMI. 

Pero eso no es todo, porque como lo dijimos en una reciente nota, hay que reducir el gabinente, sobrecargado de ineptos y mirones, y llevarlo a unos 15  ministros como mucho. Porque es cuando menos escandaloso que nuestro país, con apenas 30 millones de habitantes, tenga más ministros que países desarrollados como el Reino Unido, Francia y hasta los mismos Estados Unidos. Pero, además, el estado tiene que desprenderse "a como dé lugar" de las empresas básicas de Guayana. Y eso por una razón muy sencilla: porque el estado se desprende de esas empresas, o esas empresas acaban no sólo con el estado sino también con el país. Así de sencillo. ¿Tendrá este gobierno el coraje de realizar estas acciones que saquen el país del espeso y profundo tremedal en el que el inescrupuloso capo de Sabaneta lo metió? Lo dudo. En primer lugar, porque el chavismo no está para beneficiar el país sino para beneficiarse de él. Y en segundo lugar, porque estamos próximo a unos prcesos electorales. De cualquier manera, si no proceden a efectuar estas imprescindibles y elementales rectificaciones...bueno, de todos modos el padre es dios y en el pecado llevarán la penitencia. 

Alfredo Schmilinsky Ochoa
alfredoschmilinsky@hotmail.com
@alfredosch   

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miércoles, 20 de agosto de 2014

LEANDRO AREA PEREIRA, CONTRABANDO DE DISTRACCIÓN

Se desconocen cifras reales y totales sobre la materia pero deben ser multimillonarias las que arroja el negocio del contrabando entre Venezuela y Colombia. 

Porque de actividad lucrativa no controlada hablamos y además con arraigo cultural y social desde tiempos remotos. Si tomamos nada más como muestra los datos aportados por distintos actores y medios sobre los resultados que arroja el decomiso de contrabando durante los primeros días del cierre nocturno de la frontera entre ambos países, imagine usted la cifra de delito acumulado que resultaría al multiplicar los datos referidos por 15 años de gobierno bolivariano.

El tratamiento del tema económico, que lo es también de seguridad, no es para nada nuevo en nuestra relación. Que esto de poner orden los asuntos bilaterales, incluyendo lo comercial, ha estado presente en la preocupación de ambos países desde 1833 al menos, hace casi ya dos siglos, es cierto. 

Así es por ejemplo que cuando ambas naciones, Venezuela y a la sazón la Nueva Granada, ya separadas de la Gran Colombia, redactan el fallido “Proyecto de Tratado de Amistad, Alianza, Comercio,  Navegación y Límites”,  sueñan entre otras cosas que “Habrá siempre y perpetuamente amistad y unión firme, sincera e invariable y correspondencia íntima, igual y perfecta, entre el Gobierno, los Pueblos y los Ciudadanos de la República de Venezuela y el Gobierno, los Pueblos y los Ciudadanos de la República de la Nueva Granada”.

Si Immanuel Kant escribió su obra más importante “Hacia la Paz Perpetua” en 1795, que nosotros hayamos elaborado este proyecto de paz perpetua binacional tan solo 38 años después, habla muy bien de nuestro aggiornamento intelectual para la época y de nuestra visión excesivamente romántica de la realidad. El fatal idealismo.

Ahora bien, en este caso decir la verdad no estorba y al hablar de contrabando entre nosotros debemos incluir desde presidentes de la república, pasando por los exquisitos cigarrillos Piel Roja, y no se diga de intentonas golpistas, guerrilla, gasolina, políticos perseguidos, narcotráfico, especies exóticas; de todo como en botica. Por eso nos preguntamos hoy, por qué el gobierno venezolano decide unilateralmente, según lo afirmado por la Canciller Holguín, cerrar parcialmente de la noche  a la mañana  la  frontera incluyendo el sector Táchira-Norte de Santander conocido como “la frontera más viva de América Latina”. Hay muchos tipos de contrabando pero desde hoy el de “distracción” puede ser uno de ellos.

Tan complejas y ricas son nuestras relaciones que cuesta creer que ese tema tan puntual se haya convertido en el más importante de la agenda entre ambos gobiernos, a menos que sea una medida de presión o de chantaje, pero con qué objeto, a cambio de qué, de cuánto, de quién. Algo debe pasar entre bambalinas aunque a lo mejor no es más que un complejo de Robin Hood mal administrado.

Entiendo sí que el gobierno de Colombia, es decir de J.M. Santos muy en particular, no va a profundizar en una crisis de alcabala, en la que va a salir perdiendo, “que no nos descarrilen”, puesto que Venezuela es actor principal en los diálogos de paz que se adelantan en territorio de los hermanos Castro. ¡Qué acompañante ni qué ocho cuartos! Más bien, parte y comparte, aliado de las FARC y Santos amigo de Chávez, “mi nuevo mejor amigo”, y ahora de Maduro, por los mismos motivos y ahora con más razón. Está en juego y a cualquier precio su ambición de existir que es la de pasar a la Historia junto a Bolívar, “El Libertador”, Santander, “el Hombre de las Leyes”, y él ahora como “el héroe de la paz o el pacificador de la república” cuyo título definitivo está aún por verse. Y eso no es poca cosa para un supuesto jugador de póker, como lo pintan los cachacos de allá,  con tanto “espejito, espejito” guiñándole al mirarse y susurrándole al oído.

Pero volviendo al contrabando en tiempos del socialismo del siglo XXI que está en crisis, tanto o más que la oposición en Venezuela, eso de echarle la culpa a Colombia de la situación venezolana es cuento que no debería engañar a nadie, por infantil y rupestre, pero engaña, culpabiliza a otro, estigmatiza, despierta un sentimiento anti colombiano que siempre gusta por aquí, desde aquella noche septembrina, y que no piense usted que ha desaparecido por completo de estas tierras caribes. Ahora no es el Golfo ni los límites, ni los carros robados, sino que la crisis económica venezolana es culpa de Colombia que la ejecuta con acción u omisión, ese es el mensaje,  a través del contrabando de “distracción” habíamos dicho, que no es que sea poca cosa, ni que reporte exiguos números de pulpería, como ya lo hemos visto, pero que lo que busca en sustancia, en nuestra demagogia chabacana de todos los días, es achacarle a un responsable externo imperio alterno, los males que aquí padecemos y a quién más que a la eterna y cercana Colombia y cuyo único responsable en verdad es el gobierno de los de aquí y los de allá,  al de La Habana me refiero.

Porque esas gandolas o tracto mulas como dicen allá,  que no son invisibles, que pasan por los puestos fronterizos, quién las controla, requisa, si no las Fuerzas Armadas de por aquí y la Policía Nacional de por allá. Y todos sabemos que no hay nada más falso que sonrisa en alcabala. Allí queda y está buena parte de la corrupción, de la coima y eso se sabe desde siempre. Lo que pasa es que ambos Estados se han hecho históricamente de la vista gorda, dejando que el problema crezca como la mala hierba, para mantener el statu quo de la crisis fronteriza que ha sido desde antaño dominada y administrada por militares y curas. Creo que no hay lugar de América Latina donde no haya sido así. La presencia del Estado por esos lares ha sido una ficción. Vacío ocupado.

Y si hay contrabando es que hay contrabandistas; y si hay contrabandistas y contrabando es que están dadas las condiciones para que allí impere su ley, y debo suponer que estos malhechores actúan al abrigo de la inexistencia permisiva del Estado. ¿O es  que para eso no está o no funciona para dejar que ellos sí estén? Entonces si hay contrabandistas, dónde están, quiénes son, si todos los conocen por qué no los atrapan.

Por eso es que para nosotros observadores de esas realidades de frontera, y siempre preocupados por mantener las mejores relaciones con los vecinos, afirmamos que mientras existan las condiciones culturales, sociales, económicas y políticas que hoy prevalecen como las causas y origen del problema, el contrabando seguirá existiendo, porque además ese no es un problema estrictamente fronterizo, porque los cabecillas que manejan esas mafias multimillonarias no se encuentran necesariamente en la frontera sino que además manejan otros oscuros rubros y pudieran tener oficina en diversos lugares del país y hasta, por qué no, en el extranjero.

El contrabando, que es perjudicial, existe, ha existido y existirá, pero el gobierno de Venezuela nos cuenta una de vaqueros, envenena y adormece con el discurso de que allí radica  la razón de nuestros males económicos, como la carestía, la inflación y demás padecimientos ciudadanos. Pero eso no se lo deben creer ni los que se la pasan cantando aquél aguinaldo que decía: “Casta paloma de gentil plumaje, emblema tierno de risueña paz”. Aunque tal y como andan las cosas es mejor vacunarse por si acaso.

Leandro Area Pereira
leandro.area@gmail.com
@leandroarea

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