El
problema del contrabando no se soluciona con medidas policiales. Claro, para un
gobierno como el actual - y lo de gobierno es un decir-, estas son las únicas
medidas que a sus escasos cerebros de pigmeos mentales se les puede ocurrir. Lo
malo para ellos y para los venezolanos es que van a resultar totalmente
inefectivas e inútiles. Pero además de eso, lo que van a promover, como lo
estamos viendo, es la corrupción de los efectivos militares que participan en
la represión de la salida ilegal de alimentos.
Estos
ineptos debían saber que para lograr la solución de cualquier problema es
necesario identificar previamente las causas que lo originan. Es lo mismo que
ocurre con las enfermedades, que si no se diagnostican y determinan sus causas,
no podrá prescribirse la terapia indicada y, por consiguiente, jámás podrá prioducirse la curación de la
patología. En el caso del contrabando, es indudable que la causa de este delito
radica en la relación cambiaria que existe entre la moneda venezolan y la
colombiana. Una relación tan desventajosa para la moneda nacional, que con un
peso colombiano se pueden obtiener,
aunque parezca increíble, 50 bolívares. Con lo cual con unos cuantos pesos
bastan para adqurir toneladas de alimentos, que luego son llevados a Colombia,
donde son vendido a precios que permitirán la obtención de fabulosas ganancias.
Para
el combate del contrabando de extracción sólo hay una medida efectiva: la
revaluación de nuestra moneda. No hay otra. Lo demás es recurrir a
subterfugios, a medidas efectistas y fáciles pero absolutamente inútiles. Sin
embargo, los enormes e irracionaes compromisos contraídos por estos gobiernos
al margen de las posibilidades reales del país, han creado un enorme hueco
fiscal que hacen imposible la revaluación. ¿Por qué? Porque en la medida en que
el bolívar se revalúe, el ingreso de esta moneda al fisco disminuiría
sustancialmente, con lo cual al gobierno se le haría imposible el cumplimiento
de muchas de las obligaciones contraídas.
¿Qué
demuestra esto? Que la crisis estructural que vive en estos momentos el país no
se soluciona con medidas aisladas ni tampoco con placebos. Porque para el mal
de nuestra economía la represión policial es como inyectarle agua destilada a
un canceroso. Por lo tanto, se requieren soluciones globales, integrales,
soluciones que ataquen a fondo las verdaderas causas de la grave emergencia que
en estos momentos vive el país. Y una de esas causas, además de la corrupción
desenfrenada, es la enorme burocracia que, como un agresivo carcinoma, corroen
y minan los tejidos vitales de la nación. De allí la urgente necesidad de
realizar una poda radical en esta área de la administración pública; una poda
que disminuya por lo menos en un 50 por ciento esa brocracia, en su mayoría
clintelar y parasitaria. Y hacerlo, antes de que el mal haga metástasis y no
quede otra que llamar a María, que en esdte caso no sería otra que el fatídico
FMI.
Pero
eso no es todo, porque como lo dijimos en una reciente nota, hay que reducir el
gabinente, sobrecargado de ineptos y mirones, y llevarlo a unos 15 ministros como mucho. Porque es cuando menos
escandaloso que nuestro país, con apenas 30 millones de habitantes, tenga más
ministros que países desarrollados como el Reino Unido, Francia y hasta los
mismos Estados Unidos. Pero, además, el estado tiene que desprenderse "a
como dé lugar" de las empresas básicas de Guayana. Y eso por una razón muy
sencilla: porque el estado se desprende de esas empresas, o esas empresas
acaban no sólo con el estado sino también con el país. Así de sencillo. ¿Tendrá
este gobierno el coraje de realizar estas acciones que saquen el país del
espeso y profundo tremedal en el que el inescrupuloso capo de Sabaneta lo
metió? Lo dudo. En primer lugar, porque el chavismo no está para beneficiar el
país sino para beneficiarse de él. Y en segundo lugar, porque estamos próximo a
unos prcesos electorales. De cualquier manera, si no proceden a efectuar estas
imprescindibles y elementales rectificaciones...bueno, de todos modos el padre
es dios y en el pecado llevarán la penitencia.
Alfredo
Schmilinsky Ochoa
alfredoschmilinsky@hotmail.com
@alfredosch
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