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jueves, 8 de julio de 2010

SOLIDARIDAD CON EL CARDENAL UROSA TRAS LOS INSULTOS DEL PRESIDENTE CHÁVEZ, COMUNICADO DEL PRESIDENTE DEL CONSEJO NACIONAL DE LAICOS

CARACAS, jueves 8 de julio de 2010 (ZENIT.org).- El presidente del Consejo Nacional de Laicos de Venezuela, Manuel Arcaya, hizo público un comunicado este miércoles en el que expresa su solidaridad con el cardenal Jorge Urosa Savino, tras los insultos sufridos por este de parte del presidente del país Hugo Chávez.

El origen de esta nueva crisis Iglesia-Gobierno tuvo lugar este lunes cuando el presidente venezolano Hugo Chávez y su par ecuatoriano, Rafael Correa, asistían a una sesión solemne en la Asamblea Nacional para celebrar los 200 años de la independencia de Venezuela.

El presidente Chávez cargó contra el cardenal arzobispo de Caracas Jorge Urosa a quien calificó como “indigno”. Dijo que es un “troglodita” que está tratando de “meter miedo al pueblo, hablando del comunismo”, por lo que dijo “no merecemos un cardenal como ése, éste pueblo merece otro cardenal”.

Durante el acto oficial, transmitido en cadena nacional de radio y televisión y en compañía de Correa, dijo que “el pueblo ya no es manipulable ni por sotanas, ni por nada” y dijo que quienes son afines al proceso revolucionario se sienten “bien alejados de la jerarquía eclesiástica católica”.

En su comunicado el presidente de los laicos venezolanos, Manuel Arcaya, afirma: “Nuevamente, ahora en la cabeza de nuestro cardenal Jorge Urosa Savino, la Iglesia ha sido víctima de un burdo intento de descredito y división por parte de la máxima autoridad civil y política del país”.

“Como Presidente del Consejo Nacional de Laicos de Venezuela –añade--, en representación de los laicos venezolanos, los movimientos laicales, los Consejos Diocesanos de Laicos, y a título personal, manifiesto nuestra mayor solidaridad con Su Eminencia y rechazamos categóricamente los adjetivos e improperios de los cuales fue víctima”.

El presidente de los laicos venezolanos dice compartir “con Su Eminencia, la gravísima preocupación de que el país está siendo llevado al Comunismo al estilo cubano, tal y como expresa el gobierno cuando habla de que quiere ir al ‘mar de la felicidad’”.

Y subraya: “Al hecho mismo del agravio, se añade el escenario y el evento en que se produjo. Cuestión que sólo desmerece al agraviante”.

Manuel Arcaya asegura que “en las actuales circunstancias, el país está siendo sometido a una intensa, consciente y perversa campaña del gobierno para generar desesperanza”.

Por ello, señala, “se nos presenta entonces, una oportunidad para involucrarnos como Iglesia, todos, en una gran actividad de llevar la esperanza al pueblo de Dios”.

“La campaña de desesperanza del gobierno –subraya--, tiene como objetivo generar tristeza y pasividad, sentimientos que son ajenos a nuestra fe. Como Consejo Nacional de Laicos, manifestamos nuestro compromiso de hacer nuestros mayores y mejores esfuerzos para contrarrestar esta perversa campaña”.

Este año electoral, recuerda, “se nos presenta como una oportunidad para involucrarnos en los problemas que aquejan al país y revisar las propuestas de fondo de los candidatos que los distintos partidos políticos nos ofrecen porque nuestra participación activa y consciente tendrá consecuencias en el futuro inmediato”.

En este sentido, cita las palabras del Papa Benedicto XVI con ocasión de la XXIII Asamblea plenaria del Consejo Pontificio para los Laicos, donde recordaba la “necesidad y urgencia de la formación evangélica y del acompañamiento pastoral de una nueva generación de católicos comprometidos en la política, que sean coherentes con la fe profesada, que tengan rigor moral, capacidad de juicio cultural, competencia profesional y pasión por el servicio al bien común”.

“Conscientes de los retos actuales que nos presenta la convivencia humana –concluye--, los laicos nos disponemos a enfrentar las circunstancias llenos de confianza al saber que nuestra fe en Dios y su hijo, Jesucristo, nos ofrece la posibilidad real de superar el mal y de alcanzar el bien. Esta certeza nos permite encender la esperanza cristiana, a pesar del pecado que marca profundamente la historia de la humanidad”.
Desde Roma, donde asistía a unas reuniones en la Santa Sede, el cardenal Jorge Urosa emitió un comunicado donde no solo rechazaba los ataques de Chávez sino que reiteraba su preocupación por las consecuencias que el modelo socialista que impulsa el Gobierno podrían traer sobre el sistema democrático vigente desde 1958.

El cardenal Urosa respondió a los improperios de Chávez afirmando que “el Presidente no tiene licencia para insultar, difamar ni injuriar a ningún venezolano”.

“Sin presiones de ningún sector, y sin que nadie me mande a decir nada, sino obedeciendo sólo a la voz de mi conciencia como venezolano y como arzobispo de Caracas ante la realidad que estamos viviendo, he emitido algunas declaraciones recogidas en algunos medios de comunicación social”, dijo, al tiempo que lamentó que el mandatario no se guíe por esa máxima que aboga por no matar al mensajero, pues “en lugar de reflexionar y ponderar los argumentos expuestos, y rectificar su línea de conducta, se limita a descalificar y ofender”.

Aunque el presidente Chávez asegura que su proyecto no es igual al de la extinta Unión Soviética o Cuba, para el cardenal hay signos, como las constantes expropiaciones o nacionalizaciones de empresas, que revelan lo contrario.

“La pretensión de copar todas las actividades productivas a través, por ejemplo, del progresivo acaparamiento de la importación, distribución y comercialización de alimentos, va en la línea de desmontar el aparato productivo nacional para que todos dependamos del Gobierno hasta para comer. Eso ¿a quién beneficia? No a productores, campesinos y obreros venezolanos, sino a los de otros países, y, junto con el progresivo endeudamiento del país, conduce a la ruina de nuestra economía, así como a una dependencia foránea, totalmente contraria a la necesaria soberanía alimentaria”, dijo el cardenal.

También denunció el cardenal que mientras el Gobierno se dedica a instaurar su modelo “socialista marxista” descuida tareas como garantizar la seguridad ciudadana, ofrecer mejores servicios de salud y educación; y construir infraestructuras.

Por su parte, el diario vaticano L'Osservatore Romano, publicaba este miércoles un artículo titulado “Libertad de expresión para la Iglesia en Venezuela”, en el que informaba sobre los ataques al cardenal Urosa (http://www.zenit.org/article-35981?l=spanish).

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miércoles, 17 de septiembre de 2008

*EL CONSEJO NACIONAL DE LAICOS A LA OPINIÓN PÚBLICA -VENEZUELA-


*EL CONSEJO NACIONAL DE LAICOS A LA OPINIÓN PÚBLICA

*COMUNICADO DEL CONSEJO NACIONAL DE LAICOS

LA PAZ DEBE REALIZARSE EN LA VERDAD; DEBE CONSTRUIRSE SOBRE LA JUSTICIA; DEBE ESTAR ANIMADA POR EL AMOR; DEBE HACERSE EN LA LIBERTAD.
( JUAN PABLO II)

En el mismo espíritu que llevó a nuestros obispos a considerar "moralmente inaceptable" la Reforma Constitucional propuesta a los venezolanos el año pasado, el Consejo Nacional de Laicos, analizadas las últimas 26 leyes decretadas por el Presidente de la República, se siente en el deber de dirigirse a toda la comunidad venezolana, para hacer conocer sus conclusiones.

Con esta leyes se quiere legitimar lo que fue rechazado el 2 de diciembre, irrespetando la decisión de la mayoría del pueblo venezolano, violando una vez más la dignidad y los derechos humanos fundamentales, no sólo por el espíritu y los contenidos de las mismas, sino además, y sobre todo, por violentar la voluntad del país, decretándolas de un modo irregular, antidemocrático e impositivo, lo cual niega el derecho a la participación ciudadana, reconocido por nuestra Constitución y que constituye "uno de los pilares de todos los ordenamientos democráticos y una de las mejores garantías de permanencia de la Democracia" (DSI,190).
Estas leyes implican una mayor ideologización institucional; un exagerado control del ciudadano y sus bienes; de la administración pública, de las instituciones y la economía; impulsan un mayor centralismo y la concentración del poder:

- Imponen la voluntad de un sector por encima de la voluntad de la mayoría expresada el 2D.
- Restringen el derecho a la propiedad privada y constituyen un Estado dueño de todo.
- Desvirtúan la FAN, poniéndola al servicio de una ideología política.
- Niegan la participación ciudadana, concentran todo el poder en una sola autoridad y revierten el proceso de descentralización.

Todo ello se opone a los valores y principios fundamentales del Evangelio y de la Doctrina Social de la Iglesia: el respeto a la dignidad de la persona humana, a la verdad, a la libertad, a la justicia, al bien común, a la solidaridad, a la subsidiaridad, a la libre y responsable participación en la construcción democrática de una nación y en la instauración de una convivencia fraterna y pacífica, iluminada por el precepto evangélico del Amor.

Anhelamos un Estado que promueva la justicia social y favorezca el bien común para todos los ciudadanos: que no condicione los derechos a la vida, a la vivienda, al trabajo, a la salud, a la educación... al hecho de ser partidarios de una ideología; que vele y asista a toda la población, sin discriminación alguna; que detenga la ola de inseguridad y de odio social.

Impulsados por la esperanza cristiana y con la confianza puesta en Dios, Señor de la historia, sentimos la responsabilidad ineludible de colaborar en la construcción de una Venezuela de todos y para todos. Por ello, rechazamos las leyes aprobadas por el Ejecutivo Nacional, incompatibles con el sistema constitucional del cual forman parte, y renovamos nuestro empeño, e invitamos a todos cuantos ansían el bien del País, a comprometernos fielmente en: trabajar por la reconciliación y la convivencia pacífica entre todos los venezolanos; suscitar y/o participar libre y responsablemente en todas aquellas iniciativas que promuevan los valores democráticos y el servicio al bien común de la sociedad; solidarizarnos con todos los venezolanos, especialmente con los más pobres. Todo ello nos exige la indeclinable participación en el ejercicio del derecho y deber de votar en las próximas elecciones del 23 de noviembre.

Invitamos a difundir este comunicado en nuestras familias y ambientes de trabajo, en nuestras parroquias, barrios y urbanizaciones, en los diferentes sectores de la Iglesia y de la sociedad venezolana.

Caracas, 15 de septiembre de 2008.