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LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA
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sábado, 16 de mayo de 2015

ALFREDO CORONIL HARTMANN, LA DESOBEDIENCIA CIVIL COMO MECANISMO NO TRADICIONAL DE DEFENSA CONSTITUCIONAL, EL GRUPO DE LOS 20,

El “Grupo de los 20”, al organizar este encuentro, en los propicios espacios del diario El Nacional, me ha encomendado abordar brevemente el tema de lo que en doctrina jurídica se conoce como “resistencia a la opresión”, en este breve pie para el debate, debo comenzar diciendo que, es posiblemente el más tradicional, aunque poco frecuente, mecanismo de defensa constitucional.

“Estas no son de hoy, ni de ayer, sino de siempre
Fueron y son
Y de su aparecer primero
Nadie sabe
Y yo con transgredirlas
Por temor de algún hombre, no debía
entristecer a los dioses”

Son palabras de Sófocles, en boca de su inmortal Antígona, cuatrocientos años antes de Cristo, versos admirables sobre la opresión y la resistencia.

La prosapia milenaria y la belleza estética, no son derecho positivo, dirán los abogados fundidos a la pirámide de Hans Kelsen, los estudiosos del derecho somos, por razones prácticas, mayoritariamente ius-positivistas, la defensa de la seguridad jurídica nos obliga a ello. No obstante todos, abogados o no, escuchamos como un eco creciente las palabras de Antígona, cada vez que la opresión levanta sus cabezas de hidra y se cierran al pueblo los caminos formales y pacíficos de resistirse a ella. Es la fuerza intangible y paradógicamente avasallante del Derecho Natural, el “derecho de la justa razón” como lo definiera inmejorablemente Marco Tulio Cicerón.

No obstante, en el derecho positivo, los antecedentes tienen prosapia y pátina histórica, los barones ingleses, en la “Carta Magna” de 1215, arrancada a Juan “sin tierra”, lo expresan con inequívoca claridad: “Hay leyes del Estado, derechos que pertenecen a la comunidad. El Rey debe respetarlas, si las viola, la lealtad cesa de ser un deber y los súbditos tienen el derecho a insubordinarse”. En “La Bula Aurea” de Andrés II de Hungria en 1222, “El Privilegio de los Aragoneses” de Alfonso III en 1287, en ”Las VII Las Partidas” de Alfonso X de Castilla “el sabio” (1252-1284), en la “Declaración de Independencia de los Estados Unidos” de 1776, y en la “Declaración de los Derechos del Hombre” de la Revolución Francesa de 1789. Por ejemplo.

En realidad, en la Europa posterior a la desintegración del Imperio Romano, dos corrientes de pensamiento jurídico se enfrentan y entrelazan, la tradición imperial romana absolutista del bajo imperio, marca la dirección centralista y el culto al poder absoluto, aún más divinizado, de los “Césares”, que marcó la pauta para los titulares del Sacro Imperio Romano Germánico, quienes pese al redundante título que ostentaban, fracasaron en sus propósitos, neutralizados por el carácter electivo de sus emperadores y hondas raíces culturales germanas y sajonas, y la Francia capética “La hija primogénita de la Iglesia”, que con enorme paciencia e innata sabiduría llegó a construir el absolutismo más sólido de Europa.

En efecto, para “los barbaros” en este caso los normandos, anjevinos, celtas y sajones. El poder siempre está sometido, en algunas materias o instancias, a la aprobación de los vasallos. En cambio, para la culta Francia, país de legistas, donde algunos monarcas, como Felipe IV “el hermoso” y su ilustre abuelo Luis IX “San Luis” fueron ellos mismos, hondos conocedores del derecho, la marcada y sostenida tendencia es a la centralización total y el absolutismo monárquico, ello se patentiza al extremo, cuando un hombre, de olímpico desprecio por el boato y las formas, que se vestía con una sencillez irritante y se rodeaba de gentes del común, como Luis XI, es –precisamente- el primer monarca que adopta el título de “Majestad”, hasta entonces reservado a los titulares del Sacro Imperio Romano Germánico, en lugar del tratamiento de “Alteza”, que utilizaron sus ancestros y los demás reyes de Europa y no contento con ello declara: “El Rey de Francia no reconoce superior sobre la tierra”. No obstante ser un convicto y confeso francófilo, debo admitir que en esta materia simpatizo con los “barbari”.

La Constitución de Venezuela de 1961 en su artículo 250 lo consagra y el actual Estatuto Político lo reitera en el artículo 333 y lo amplía en el 350.
De tal manera que, tanto en la fuente inmutable del Derecho Natural, como en la transitoria del Derecho Positivo, el derecho de Resistencia a la Opresión tiene en nuestro país legalidad plena, indiscutible y justa. Desde luego siempre en el entendido que las vías ordinarias no sean practicables. Si hay libre juego democrático, separación de poderes, respeto a los derechos humanos, libertad de expresión plena, respeto a la propiedad privada, derecho a la salud, a la alimentación, a la educación, pluralidad, justicia confiable, seguridad jurídica y personal e inclusión, no hay opresión.

De allí que algunos déspotas inteligentes, trataran de no dar pié al recurso de “resistencia a la opresión” que, en el fondo, no es otra cosa que la lucha por la justicia. Hasta nuestro dictador emblemático, el General Juan Vicente Gómez, quien no fue un hombre de grande frases, sino de expresiones cazurras y sabias lo sintetizó en su lacónico lenguaje: “Gobierno no busca pleito”.

Qué duda cabe, para cualquier régimen no cabalmente democrático y aún más para una dictadura, el mejor negocio es una sociedad civil alejada de las preocupaciones por los problemas colectivos, volcada a sus trabajos o a la administración de sus haberes, “hombres de trabajo” mientras menos se les irritara mejor.

 Pasada la transición incruenta de Carlos Delgado Chalbaud, la “dictablanda” como la llamaron algunos, las contenidas aguas de la tiranía se propagaron. El muy desmejorado “alumno” del Benemérito, que fue Marcos Pérez Jiménez, enfrentado a una colectividad más moderna, por algo habían pasado por las aguas lustrales del trienio democrático 1945-1948, encarceló y torturo mujeres y persiguió a los familiares de los resistentes, hechos impensables en los “27 años de paz” –del hombre de La Mulera- Marcos Evangelista violó flagrantemente el decálogo gomecista, practicó torpemente el fraude electoral y mantuvo una conducta personal nimbada por el escándalo de las orgias sexuales con vistosas artistas importadas, por sus ministros de alcoba, sus motonetas y extravíos, la Base Naval de La Orchila fue escenario de su exhibicionismo, ya la ostentación y el nuevo riquísmo impregnaron el estilo venezolano de despotismo. No obstante, al menos en público, en programas televisivos en apariciones oficiales, se respetaron las formas, la magistratura, la República. Nos avergonzábamos puertas adentro.

Fue necesario que a los 15 ó 20 años de decadencia de la democracia civil, respondiera con apabullante frivolidad, esta sociedad inmadura y escandalosamente frívola como es la nuestra, eligiendo ampliamente como presidente a un personaje deplorable, inconmensurablemente ignorante, primitivo hasta la rusticidad, a un grado que pocas veces he visto en lo peones de mi tierra llanera.

¡Mentira! mil veces falso, que lo eligió una pobresía abandonada y sufrida, ignorada por los 40 años de la democracia civil, todos los estratos socio-económicos contribuyeron a ello. Recuerdo como encontrándome en el bar “El Pingüino” en la señorial (es lo único señorial que allí queda) sede del Caracas Country Club, con un grupo de amigos, entre ellos, que yo recuerde Valentina Azpurua de García Vallenilla, Carlos Morales Paul y Federico Uslar Braun, se nos acercaron un par de “burritos de oro” a felicitar a Federico, por el triunfo de Chávez que, según ellos, era la reivindicación de Isaías Medina Angarita (¿?) desde luego, mi muy querido Federico, ajeno por completo a las sutilezas, los despachó con cajas destempladas y nos quedamos hablando del analfabetismo de nuestras “altas clases”. Pues sí, desde esas altas clases, una gran porción de la clase media profesional y desde luego elementos de las denominadas clases populares se sumaron en un lamentable “voto castigo” contra las ya desvencijadas estructuras partidistas, capitaneadas por lo más mediocre de las dirigencias, otrora esclarecidas. de los partidos políticos.

Lo que hemos vivido, a partir de entonces, no tiene parangón histórico, ni en Venezuela ni en el mundo, Ecuador, es cierto, tuvo un Abdala Bucaram –lo liquidó rápido- y Bolivia su Mariano Melgarejo –pero al menos era valiente- hoy padece al medio-Evo grotesco y sedicente novelista-historiador que afirmara que los bolivianos “derrotaron a las legiones romanas” ¿cuántos centuriones y soldados perderían los conquistadores del mundo, en el aún no descubierto altiplano? ¿Quién sería el derrotado general: Pompeyo “El Grande”, Agripa, Julio César o Trajano? En todo caso es un digno alumno de Chávez y del incunable Maduro.

El actual régimen, la revolución bonita, ha removido uno tras otro los supuestos que inhiben el derecho de resistencia a la opresión: la libertad de expresión, de reunión, de culto, de protesta pacífica, las elecciones libres, universales y secretas (contra las cuales aplica un permanentemente renovado arsenal de fraudes), la propiedad privada de los medios de producción y comercialización, el derecho a la vida, a la salud, a una educación para la vida y para la hombría de bien, sustituida por una caricatura para-militar, el irrespeto reiterado a los símbolos patrios, la profanación de los restos de El Libertador, la falsificación continuada de la Historia Nacional y Universal –ayer me encontré en plena Avenida Libertador, un retrato exaltando a José Stalin, repudiado hasta por el Partido Comunista Soviético- en pocas palabras a destruido el alma del país, sus valores, sus logros históricos.

¿Es posible la resistencia a la opresión en la Venezuela de hoy? Tristemente no lo sé, de lo que si estoy seguro es que no serán los próceres de la MUD quienes propugnen su activación, son, en el mejor de los casos, unos bueyes cansados, el peso les queda, dentro de una espantosa desigualdad de medios, a los limpios hombros de la juventud venezolana, que Dios nos de vida y fuerza para ayudarlos.

Alfredo Coronil Hartmann
acoronil2@gmail.com
@Alfredo43

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jueves, 16 de abril de 2015

ALFREDO CORONIL HARTMANN, REFLEXIONES SOBRE RELACIONES INTERNACIONALES, CON EL PRETEXTO DE LA “CUMBRE” DE PANAMÁ.

La denominada "Cumbre de las Américas" que tuvo por escenario la República de Panamá que, ni con canal ampliado será nunca: "... como el de Corinto para los griegos" según dijera el Libertador, tan dado al ditirambo, porque los griegos de la antigüedad eran cultores de un elevado sentido del rigor, exactamente lo contrario de la actual realidad política UNIVERSAL. No obstante, la peor opción siempre es callar, cuando el silencio le hace el trabajo al despotismo. Y quienes llevamos décadas haciendo periodismo político internacional no debemos enmudecer.

Es cierto que la guachafita, el bochinche, el "bululú" -diríamos los caraqueños viejos- se han globalizado y la seriedad si no se ha extinguido, al menos escasea. Y no es sólo en latino-América, la otrora sabia Europa exhibe signos inquietantes, los Estados Unidos no viven su mejor momento, los descendientes de los cultos Omeyas y Abasidas han sido sustituidos por matarifes sin imaginación, verdaderos Moloch del exterminio, al extremo de que ante el “Califato Islámico” y sus asociados, el viejo de la Montaña Hasan Inb Sabbah que organizó y llevo el asesinato a arte, luce como un “humanista renacentista”.
En la acera de enfrente, los fundamentalistas sionistas sacrificaron la gloriosa figura de Isaac Rabin, la extrema derecha francesa niega el holocausto y la española glorifica a Chávez. El cuadro es desolador.
Las dos grandes potencias comunistas de antaño, se debaten entre una diabólica versión, una “gigantomaquia” de las antiguas mafias  -mucho mas principistas- de cuño siciliano: aquella  "Onorata Societá" de Bonnano o Genovese  y esta versión, groseramente delictiva, a lo Martín Scorsese, del señor Putin y sus poderosísimos sindicatos del crimen. La razón, qué duda cabe, es una gran virtud, pero ha sido desfigurada por los herederos del gran Deng Siao Ping, hasta llevarla a un grado inimaginable de fría y desalmada eficacia económica, con ellos hemos venido a descubrir la dimensión del verdadero capitalismo salvaje... Sin atisbos de ideología alguna.
Todas estas ideas me revoloteaban en la cabeza –ojo, no en forma de pajarito- cuando recordé con deleite un brillante discurso de Felipe González, pronunciado en Ramala, con motivo de una reunión de la Internacional Socialista, que habíamos celebrado en Tel Aviv y en Palestina hace poco más de un lustro. Dijo entonces el querido y admirado amigo, que él tenía al menos 20 ó 30 años asistiendo a reuniones de la IS y que en cada una, le tocaba escuchar el que con mucha gracia andaluza, calificó de “discurso circular”. Fundamentalmente el
 mismo discurso, maquillado y adaptado a cada ocasión. E inevitablemente es así, lo trascendente de un discurso, en un foro internacional, radica más que en el brillo o la emoción despertada en la audiencia, en los apoyos logrados para poder expresarse en determinada forma o en los escoyos vencidos hasta llegar a ella, el trabajo del verdadero diplomático y del verdadero político, casi nunca se ve, se sienten sus efectos, a veces por muchas generaciones. Por ello es difícil para muchos “políticos” de hoy, que confunden la mas honrosa y exigente profesión de la tierra, con el marketing y el manejo mediático en general, entender como es y cómo actúa un hombre de Estado, además estos, admitámoslo son muy escasos. La verdad es difícil imaginar al barón de Mafliers, aquel asceta obsedido de fe y de patriotismo, aquel padre José de París bajo su humilde ropaje de capuchino, quien era capaz de engatusar al Papa, al emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, al Rey de todas las Españas, o al de Inglaterra y servírselos en bandeja a la creación del “Siglo de Luis XIV”, apoyando a los protestantes si era necesario, propiciando guerras sangrientas para provecho del “cristianísimo Rey de Francia” y de su asociado el Cardenal-Duque de Richelieu, o a Benjamín Disraeli, fisicamente débil y enfermo, mareando a aquel toro de fuerza y astucia que fue el príncipe de Bismark y construyendo el moderno imperialismo británico, o al príncipe de Tayllerand-Perigord canciller del país derrotado en Waterloo, salir del Congreso de Viena en plano de igualdad con los vencedores de Napoleón I.
 Peleándose por los reflectores y los 15 minutos de fama, de los modernos medios audiovisuales.
Estas consideraciones nos llevan a entender que el rasante del éxito –siempre relativo- suele no llevarse bien con las apariencias del éxito. Queda muchísima tela que cortar para saber quien fue el sastrecillo valiente que cosechó los laureles de Panamá, en Panamá –ya nos lo ha enseñado el cine- hay sastres para todos los gustos. El juego de Obama sigue siendo confuso, Raúl pareciera que ha sobrevalorado una simple moratoria. Queda una sola certeza, para gloria de la revolución bonita, Maduro puso la torta, todo lo demás es discutible…

Alfredo Coronil Hartmann
acoronil2@gmail.com
@Alfredo43

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viernes, 20 de marzo de 2015

ALFREDO CORONIL HARTMANN, ¡RAMOS ALLUP MIENTE!

No pretendo polemizar con quien ni está a la altura intelectual ni tiene la autoridad político moral para entrar en polémica con las armas de la verdad y la razón. La inescrupulosidad, la prepotencia y la ambición no son los mejores atributos de un polemista. Son inocultables y deprecian cualquier palabra que salga de su boca. Sí lo son la mentira, la compra de conciencias, el arrebato. Y sabe el país que ni miento, ni compro conciencias ni arrebato.

            Pero lo que me parece intolerable es que quien se atribuye la herencia del más grande de los políticos de la historia republicana, Rómulo Betancourt, lo desfigure hasta el absurdo para encontrar legitimación a su desaforado entreguismo a la dictadura. Falseando de manera canallesca el comportamiento y las ideas de Rómulo Betancourt frente a la dictadura de Marcos Pérez Jiménez.
            En un despliegue de descaro del que suele hace acopio quien afirma que es dueño de AD “porque es el que la tiene más larga y nadie puede oponérsele porque todos los dirigentes de AD viven de lo que les da”, el mismo que afirma que “el principal enemigo de AD es Henrique Capriles”, que "la única persona peor que Antonio Ledezma que ha conocido es Mitzi" y que Pablo Pérez “es un imbécil”, lo que no impidió que terminara dándole su respaldo en las primarias presidenciales, pasa hoy a Rómulo por su boca sucia atribuyéndole ordenar en 1957 “aguantar lo inaguantable, participar en elecciones que perderíamos aunque ganáramos, preservar los cuadros de sacrificios inútiles, evitar la cárcel, no confrontar donde teníamos todas las de perder y ninguna para ganar, no provocar golpes militares (visto que habían fracasado varios), ni nada que agravara la represión ya descomunal.” (El golpe es el voto, El Nuevo País, domingo 8 de marzo de 2015).
            Cinismo, desvergüenza, inescrupulosidad, aviesa falsificación. Creyéndonos tan imbéciles, como sus sigüises y lame rabos “que viven de lo que les tira por una secretaría”. Y lo reto a que demuestre sus afirmaciones con documentos en la mano. Le exijo, en nombre de mi respeto por Rómulo, que desmienta estas sus palabras escritas en carta a Carlos Andrés Pérez y Luis Augusto Dubuc en 21 de mayo de 1957: “He tenido algún trabajo en estos años y rumiado mucho desagrado; sobre todo, ando con el reconcomio de haber sido víctima, o cómplice, de una serie de presiones, desde el interior del país, y desde el exterior, para haber dejado de cumplir con el deber de hacerle la revolución a esa gente. Lo que está haciendo Fidel Castro, y con mucho más éxito, debí hacerlo yo en 1950; y deberemos hacerlo en 1957, si no hay elecciones libres. La opción es entre eso – tirar la parada – o dedicarnos, como los dominicanos, a “piquetear” los consulados de Trujillo. Es más: si en el 57 o comienzos del 58 no hay solución al problema venezolano – evolutivo o a la brava – no nos quedaría otro camino sino el de ponernos un bozal, y no hablar más en el exilio de los atropellos, etc., de esa gente. Por propio respeto, tendríamos que callarnos definitivamente.” Rómulo Betancourt, Antología Política, volumen sexto, 1953-1958, pág. 619.
            Cuando a horas del 23 de enero, Simón Sáez Mérida recibe la carta escrita en Nueva York el 14 de enero del 58 recomendándole prudencia y no violencia, dice negro sobre blanco: “Desde aquí veo el panorama nacional definitivamente favorable. El despotismo caerá en el curso de días – acaso haya caído cuando esta carta llega a manos de ustedes – o de semanas, o de meses. Pero caerá. La sentencia está escrita en el muro. Pero hay que darle, ahora sí, el empujón definitivo.”
            Las mentiras tienen las patas cortas. Por eso hieden. La verdad las tiene largas. Por eso resplandecen. Pobre partido del pueblo, en manos de un tartufo.

Alfredo Coronil Hartmann
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miércoles, 11 de febrero de 2015

ALFREDO CORONIL HARTMANN, PEDRO LEON ZAPATA.

La muerte de Pedro León Zapata es un abuso, dirían los españoles, con ese gráfico vocablo que es un sinónimo de ensañamiento: “un recochineo”. No por la edad que tuviese, 85 años, con su capacidad creativa y su humor, es si acaso una prolongada adolescencia. 
Es un abuso, porque Pedro León es un icono de la Venezuela decente, sensible, humana, un ser humano cálido, lo conocí siendo yo apenas un muy joven aprendiz de poeta, un grupo de escritores y artistas inventamos hacer un semanario humorístico: Rubenangel Hurtado, Carlos Gottberg, Régulo Pérez,  Zapata y algún otro maestro itinerante, yo tenía apenas 23 años y Pedro León era un mozo de 36, lo denominamos “El Infarto”, nunca, no obstante el peso intelectual y artístico del equipo, me hicieron sentir, “como cucaracha en baile de gallinas” mi minoridad era respetada y estimulada, sin embargo no sacamos muchos números, “La Cadena” impuso, con el salvaje capitalismo de las pedradas a nuestros pregoneros, un semanario similar. Pero gozamos un puyero, además del gobierno, víctima propiciatoria de toda empresa humorística, la farándula, la directiva del INCIBA, los empresarios, ni siquiera mi papá se escapó de la mamadera de gallo, le sacamos un versito con motivo de la visita de la exuberante Jeanne Mansfield a Caracas…
Su caricatura cotidiana en El Nacional era, junto a la mancheta de Miguel Otero Silva, el editorial del diario de opinión más importante del país. Todos los mandatarios y jerarcas de Venezuela recibían con mayor o menor humor los pinchazos de su ingenio y de su genio. 
Rómulo Betancourt era un gran admirador suyo, y los zapatazos que le dedicó no fueron siempre tersos, recuerdo en especial la versión de la propaganda del impactante documental “Aguas azules, muerte blanca” donde el escualo aparecía con una pipa en la boca y lo subtitulaba “el gran tiburón blanco, su ferocidad es indetenible y su voracidad insaciable” y ninguno se puso bravo con él, había que ser bien infeliz y bien pendejo para increparlo como lo hizo el héroe del museo militar.
Lo declaro un abuso, y que el Señor me perdone la irreverencia, porque sus conciudadanos nos sentiremos incompletos sin el zapatazo que siempre marcó derroteros y sed de justicia, porque la humanidad de Pedro León, su simple respiración en este nada metafórico valle de lágrimas, era una contra eficacísima del descreimiento y el desencuentro en que estamos sumidos los venezolanos.
Para Mara nuestro mejor afecto y solidaridad. Hasta luego Pedro León Zapata, como diría Juan Vicente Gómez, a quien tanto retrató: ¡Ah rigor!
Alfredo Coronil Hartmann
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martes, 20 de enero de 2015

RESPUESTA DE ALFREDO CORONIL HARTMANN A LA CARTA ABIERTA QUE EL 19 DE DICIEMBRE DE 2014, LE DIRIGIERA ROBERTO GILLES REDONDO

 ALFREDO CORONIL HARTMANN 
El día 19 de diciembre, el joven politólogo Roberto Gilles Redondo, me dirigió una Carta Abierta, que, casi con un mes de retraso, hoy alcanzo a responder. En absoluto debe asumirse esa inusual tardanza de mi parte a desinterés u ocupaciones estacionales o familiares, la verdad es que la obligatoria y repetida lectura de de su texto, me confirmaba en la necesidad de pesar y sopesar mi respuesta. La misiva está cargada de elementos, cuya profundidad y solidez me obligaba a ponderar cada vocablo, porque, sin él proponérselo ni menos arrogárselo, sus palabras adquirían para mí el carácter de un diálogo entre dos generaciones, en un momento dramáticamente inédito de la Historia de Venezuela. Todo ello enmarcado en ya más de un mes de trastornos de salud más o menos complicados, de los cuales aún no salgo totalmente.

Debo comenzar por agradecerte muy sinceramente, tus generosos conceptos sobre mi persona y trayectoria, mucho me alegra que un joven de tu formación y seriedad intelectual, logre percibir que no siempre en medio de cambiantes circunstancias, por sentido de obligación y respeto por uno mismo, por el país, por los valores, hubo quienes asumimos una actitud crítica, aunque pienso hoy en día, no suficientemente proactiva, para enfrentar el huracán que se venía formando.
Lo que no hicimos o no fuimos capaces de hacer, carece por completo de importancia, lo que la tiene y sobremanera, es lo que seamos capaces de hacer ahora, no mañana, ni pasado mañana. Tú subtitulas tu Carta Abierta como “El deber moral de la solución” y añades que “Para los venezolanos de hoy no debería existir otro tema”. El punto de partida de cualquier acción exitosa es el conocimiento de la realidad, lo contrario sería convertir el destino colectivo en un alea, en un juego de azar. Los venezolanos auténticos, quienes sentimos este país en la sangre y en los huesos tenemos necesidad, necesidad inaplazable, de tener conciencia de ello, no es el momento de torneos oratorios ni juegos florales, dejemos a los histriones en el teatro, a los declaradores de oficio en sus primeras o últimas planas, menos vocación mediática y más afán de trabajo, de obra tangible, de encuentro con el pueblo. Desde hace varios años, he venido repitiendo, con insistencia machacona, que hace ya tiempo perdimos la democracia, el estado de Derecho, y ahora estamos perdiendo la República misma, su territorio, sus riquezas, su soberanía, en resumidas cuentas su Alma, su voluntad de existencia, de permanencia, de vocación de futuro.
Venezuela ha sido un país que ha costado mucha sangre, lágrimas y sufrimiento hacer, no nacimos como la Venus de Botticelli ya adulta, esplendida, formada. La epopeya de la Independencia arrastro 2/3 de la población del país, todo el resto del siglo XIX fue de luchas fratricidas, la “Guerra Larga” o Guerra Federal fueron cinco años más de matanzas, destrucción y saqueos, para terminar dejando algunos beneficios marginales, no buscados por la camarilla gobernante, en el campo social ya atípicamente permeable de este país.
 Hasta que el general Juan Vicente Gómez derrotó en Ciudad Bolívar al general Nicolás Rolando, en 1903, Venezuela no había conocido la paz interna, esta duró casi cien años, hasta el cierre del siglo XX, cuando empezamos a transitar esta sedicente “revolución bonita” empeñada en retrotraernos, a contra pelo de la Historia, a los umbrales de la Guerra Federal.
No creo que hayamos “perdido la Patria”, aún no, estamos sí en vías de perderla. De todos nosotros, especialmente de la juventud, pero sin eximirnos los “viejos”, depende que no sea así. La Patria es un concepto de plenitud, en el que todo cabe, la Historia, los anhelos cotidianos y ancestrales, la cultura, las milenarias enseñanzas de la vida. Me permito hacer aquí un inciso, los Libertadores cometieron un grave error, que parece repetirse en cada grupo de poder, me refiero al afán de una sedicente “primogenitura”, todo EMPIEZA con ellos, no es cierto nuestra Historia no es de 200 años, no hay que confundir independencia política con esencia nacional, nuestra Historia arranca de la península ibérica, ese campo de batalla y de mezclas constantes de razas, de culturas y de pueblos, nuestros indígenas carecían de una cultura propia que pudiese haber añadido elementos sustantivos, ni siquiera los timoto-cuicas rama muy secundaria de los chibchas de Colombia.
Tienes toda la razón al sostener que, antes de Hugo Chávez, ya veníamos viviendo un proceso de desmantelamiento de nuestra democracia, debemos tener, en todo momento claro que Chávez no fue causa sino consecuencia. Lo que ocurrió fue que, en lugar de buscar el remedio, se agudizó con empeño la enfermedad. El Estado venezolano ya se había hecho inviable, un hidro-cefálico condenado a muerte. Para 1998 la magnitud del poder constitucional del presidente de la República lo hacía responsable de algo así como el 90 % de las instituciones de la Administración Pública. Semejante cúmulo de atribuciones y obligaciones son inmanejables, ingerenciables. El proceso de descentralización aun estaba en sus pininos y aún así lucia prometedor. Pero la “nueva” República requería aun mas centralización y hemos visto y padecido la incesante acumulación de absurdas, cuando no atrabiliarias facultades, en beneficio de hombres de tan mediana formación y capacidad como Chávez y Maduro y unos gabinetes ministeriales dignos de la corte de los milagros, que pintara magistralmente en sus obras el poeta François Villon.
No tenemos tiempo, es verdad, de escribir Historia, pero es el tiempo de hacerla. Sin conocer las hondas raíces, el trabajo podría terminar siendo superficial y además breve. Chávez y Maduro son accidentes, graves por el daño inferido al cuerpo social, pero accidentes, no pueden repetirse, tienes razón al evocar al cuervo de Edgar Allan Poe “nunca más, nunca más”.
Comparto tu angustia por la ausencia de un liderazgo opositor, no solo capaz de orientar, tampoco de transitar la difícil senda de una indispensable transición. Hay momentos en los cuales me pregunto si la actitud colaboracionista que exhiben, es cómo  piensa la mayoría fruto de ambiciones pecuniarias y falta de coraje o si obedece a otro tipo de miedo, el miedo a no saber qué hacer con un país que se deshace, abiertas las costuras y las iras. La MUD plausible iniciativa de crear un aparato electoral de oposición, devino en un hibrido, sin posibilidad de futuro al pretender constituirse en un supra-partido político, para todos los gustos. A mi juicio, su momento y circunstancia histórica periclitaron.
De las alternativas que señalas –fuera de la MUD- voy a referirme, por primera vez públicamente, a una que reviste características de obsesión sicopática entre algunos, muy queridos amigos míos, como Luis Manuel Aguana y en un grado algo menor de vehemencia Oswaldo Alvarez Paz. Me refiero, desde luego, a “La Constituyente” que no es y nunca ha sido una fórmula mágica para el cambio. Una nueva estructura constitucional, un nuevo Estatuto Político, es indispensable para enmarcar el nuevo Estado, inclusivo, democrático, abierto, puerta ancha al futuro, pero primero hay que producir el cambio. Ese futuro requiere ser enmarcado con gran seriedad, por las mejores mentes constitucionales del país, no puede ser un show arrabalero que devenga en un torneo de demagogia y gracias para la galería.
 A raíz del 18 de octubre de 1945, la Junta Revolucionaria de Gobierno, designó un estelar equipo de juristas y políticos para redactar el proyecto de la nueva Constitución, es importante señalar que en el escogido grupo no había sino un militante de AD (cierto que valía por muchos) el Dr.Andrés Eloy Blanco. Una vez elaborado, convoco la Asamblea Nacional Constituyente para sancionarla, este segundo paso ya no es necesario, la Constitución de 1999 incorpora la figura de los Referenda, la sanción del soberano no requiere ya correr el riesgo de la asamblea tumultuaria y superficial, las vedetes frustradas pueden quedarse en casa, Venezuela esta sedienta de seriedad y sindéresis.
Yo, al fin y al cabo el solitario voto de un septuagenario no va a cambiar nada, no estoy dispuesto a votar, no creo en ello, no voto. Me acojo a la expresión de Fermín Toro: “mi cuerpo lo podrán llevar, pero Fermín Toro no se prostituye”
Comparto contigo la convicción de que la presión popular, en su marco referencial constitucional, es la única salida realista. Para ello hay que eliminar los pretendidos “intermediarios” que en lugar de canalizar la fuerza mayoritaria del pueblo hacia una verdadera salida de la crisis, lo que hacen es mercadear como hetairas de puerto los anhelos populares en beneficios para sí mismos.
Sobre el Consejo de la Resistencia, en la Francia de la lucha clandestina contra el invasor alemán y contra los franceses colaboracionistas, es necesario hacer algunas reflexiones. En primer lugar, el vocablo “resistencia” evoca necesariamente el de clandestinidad, estamos conversando a través de un medio más que permeable, quizá el G-2 lea antes que tu esta respuesta, pero en todo caso ¿existe, hoy por hoy, un movimiento clandestino capaz de articular un Consejo Nacional de la Resistencia?, yo no lo sé. No se me escapa que quedan muchos aspectos pendientes y sobre todo mi deseo de conocerte personalmente y poder transmitirte “a beneficio de inventario” vivencias y análisis y sobre todo conocer los tuyos.
Recibe un cordial abrazo de un venezolano tan angustiado como tu

Alfredo Coronil Hartmann
acoronil2@gmail.com
@Alfredo43

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viernes, 21 de noviembre de 2014

ALFREDO CORONIL HARTMANN, EL HONOR TAMBIÉN SE PERDIÓ.

ALFREDO CORONIL HARTMANN
En la batalla de Pavía, cuando una cayapa de españoles, alemanes y flamencos, infligieron una grave derrota al cristianísimo Rey de Francia, Francisco I, el gran monarca, con el cual se inicia el renacimiento en las antiguas Galias, protector de un exiliado que conocemos como Leonardo  da Vinci, pudo decir –afortunado él- “Todo se ha perdido menos el honor”. Los que nacimos en estos 912.050 Km cuadrados, que al menos tenía, la extinta República de Venezuela, no podemos decir ni eso.
Aquí hemos perdido todo, comenzando por la identidad nacional, este trozo de tierra tan costoso en sangre, en interminables luchas por la libertad y luego por la democracia, está en acelerado proceso de disolución. Las instituciones baldadas, los partido políticos, aún aquellos de ilustre trayectoria Histórica, convertidos de letrinas públicas, en “vespasianos” como llamaban en París esas, avanzadas –para su época- instalaciones, que creara en el antiguo Imperio Romano, Tito Flavio Vespasiano. Las Fuerzas Armadas, rebajadas a ordenanzas del extranjero. Las universidades, vestigios de la dignidad perdida, en estado de sitio. Las “elites” intelectuales, profesionales, empresariales, políticas y sociales, inexistentes como clase. Desde luego individualidades dignas quedan, cada vez menos, desgarradas por el doloroso espectáculo de este lupanar decadente…
La conciencia de esta realidad me ha  hecho escribir cada día menos, he sucumbido a la creencia de que decir las cosas, como yo las veo, es contraproducente. Me he equivocado, solo a partir de la verdad, por dolorosa que esta sea, se puede construir algo positivo y durable, le debemos a los valerosos jóvenes, en los cuales reposa la golpeada dignidad nacional, no sólo el no integrarnos a los coros del gobierno y de la “oposición oficial” sino el no facilitar la caída con nuestra mudez, hay que vencer la nausea y escribir y escribir y escribir…
Ayer, un hombre que tuve por digno, alto ex funcionario de la democracia civil, dirigente de un partido político “nacido para hacer Historia” permitió o facilitó, que un libro suyo recibiera “las aguas lustrales” del bautizo de manos de uno de los mayores responsables del envilecimiento de la oposición oficialista y de la destrucción de su propio partido. Qué necesidad tenía el libro, que no debe ser malo, de ver la luz con ese estigma de blandenguería, sólo me alegré de que el hermano del autor, ilustre escritor, historiador y académico, de impoluta trayectoria, a quien mucho admiré y quise, no estuviese vivo para padecer ese bochorno.
Este artículo, doloroso, desgarrado, escrito desde el alma, no es sólo un desahogo –que bien lo necesito- es un mensaje a la juventud venezolana, en la cual veo la esperanza de redención y reconstrucción de la República. Rescátenla, pero deben recibirla “a beneficio de inventario”, no dejen que se les cuelen las manzanas podridas que se pretenden presentar como vestales, después de haber vendido el alma, antes o después de 1999. Creen un país inclusivo, abierto, donde no se exija sino la cédula de identidad y las credenciales de formación y trayectoria, pero también, una hoja de vida digna que es la mejor de todas. Quien no se respeta a si mismo mal puede respetar a los demás, hombres o instituciones. Reproduzco, de memoria, un trozo de la obra de teatro, en verso, de la gran poeta venezolana Ida Gramcko "Maria Lionza", estrenada en plena dictadura prezjimenista, perfectamente pertinente:
"Si la patria está triste
triste ha de estar el hijo que la bese
y alegre sólo cuando la conquiste
porque antes no le es fiel
ni la merece
...............................
Odio a los parias y odio
a los vendidos
también el odio puede ser fecundo..."

Alfredo Coronil Hartmann
acoronil2@gmail.com
@Alfredo43
Itaca noviembre de 2014.

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ALFREDO CORONIL HARTMANN, EL HONOR TAMBIÉN SE PERDIÓ.


ALFREDO CORONIL HARTMANN
En la batalla de Pavía, cuando una cayapa de españoles, alemanes y flamencos, infligieron una grave derrota al cristianísimo Rey de Francia, Francisco I, el gran monarca, con el cual se inicia el renacimiento en las antiguas Galias, protector de un exiliado que conocemos como Leonardo  da Vinci, pudo decir –afortunado él- “Todo se ha perdido menos el honor”. Los que nacimos en estos 912.050 Km cuadrados, que al menos tenía, la extinta República de Venezuela, no podemos decir ni eso.
Aquí hemos perdido todo, comenzando por la identidad nacional, este trozo de tierra tan costoso en sangre, en interminables luchas por la libertad y luego por la democracia, está en acelerado proceso de disolución. Las instituciones baldadas, los partido políticos, aún aquellos de ilustre trayectoria Histórica, convertidos de letrinas públicas, en “vespasianos” como llamaban en París esas, avanzadas –para su época- instalaciones, que creara en el antiguo Imperio Romano, Tito Flavio Vespasiano. Las Fuerzas Armadas, rebajadas a ordenanzas del extranjero. Las universidades, vestigios de la dignidad perdida, en estado de sitio. Las “elites” intelectuales, profesionales, empresariales, políticas y sociales, inexistentes como clase. Desde luego individualidades dignas quedan, cada vez menos, desgarradas por el doloroso espectáculo de este lupanar decadente…
La conciencia de esta realidad me ha  hecho escribir cada día menos, he sucumbido a la creencia de que decir las cosas, como yo las veo, es contraproducente. Me he equivocado, solo a partir de la verdad, por dolorosa que esta sea, se puede construir algo positivo y durable, le debemos a los valerosos jóvenes, en los cuales reposa la golpeada dignidad nacional, no sólo el no integrarnos a los coros del gobierno y de la “oposición oficial” sino el no facilitar la caída con nuestra mudez, hay que vencer la nausea y escribir y escribir y escribir…
Ayer, un hombre que tuve por digno, alto ex funcionario de la democracia civil, dirigente de un partido político “nacido para hacer Historia” permitió o facilitó, que un libro suyo recibiera “las aguas lustrales” del bautizo de manos de uno de los mayores responsables del envilecimiento de la oposición oficialista y de la destrucción de su propio partido. Qué necesidad tenía el libro, que no debe ser malo, de ver la luz con ese estigma de blandenguería, sólo me alegré de que el hermano del autor, ilustre escritor, historiador y académico, de impoluta trayectoria, a quien mucho admiré y quise, no estuviese vivo para padecer ese bochorno.

Este artículo, doloroso, desgarrado, escrito desde el alma, no es sólo un desahogo –que bien lo necesito- es un mensaje a la juventud venezolana, en la cual veo la esperanza de redención y reconstrucción de la República. Rescátenla, pero deben recibirla “a beneficio de inventario”, no dejen que se les cuelen las manzanas podridas que se pretenden presentar como vestales, después de haber vendido el alma, antes o después de 1999. Creen un país inclusivo, abierto, donde no se exija sino la cédula de identidad y las credenciales de formación y trayectoria, pero también, una hoja de vida digna que es la mejor de todas. Quien no se respeta a si mismo mal puede respetar a los demás, hombres o instituciones. Reproduzco, de memoria, un trozo de la obra de teatro, en verso, de la gran poeta venezolana Ida Gramcko "Maria Lionza", estrenada en plena dictadura prezjimenista, perfectamente pertinente:
"Si la patria está triste
triste ha de estar el hijo que la bese
y alegre sólo cuando la conquiste
porque antes no le es fiel
ni la merece
...............................
Odio a los parias y odio
a los vendidos
también el odio puede ser fecundo..."
Itaca 20 de noviembre de 2014.

Alfredo Coronil Hartmann
acoronil2@gmail.com
@Alfredo43

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martes, 19 de agosto de 2014

ALFREDO CORONIL HARTMANN, EL TIGRE, GEORGES CLEMENCEAU

Alfredo Coronil Hartmann titula ¡El Tigre!

16 de agosto de 2014
Georges Clemenceau Portada
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“Es preciso saber lo que se quiere; cuando se quiere, hay que tener el valor de decirlo, y cuando se dice, es menester tener el coraje de realizarlo”
Georges Clemenceau
Georges Clemenceau

Georges Clemenceau niñoEl 28 de setiembre en 1841, nació ese prodigio de contradicciones, de pasiones, ese huracán centelleante que fue Georges Clemenceau: polemista insuperable, periodista a tiempo integral, vigoroso escritor, sátiro persistente, orador legendario, médico en sus ratos de ocio, amante del arte y amigo de los artistas, tierno e implacable, leal y feroz en la persecución de los desleales. Este hombre que ha podido tener como epígrafe de su vida, una frase suya, que retrata de cuerpo entero, a ese prodigio de vitalidad sorprendente: “La acción es a la vez el principio, el medio y el fin”.
Torbellino humano, fue inmejorablemente descrito por Anatole France: “Su espíritu es adaptable y polifacético, su carácter vivo y agresivo. . . No tiene igual en cuanto al talento y la energía. Inmutable en sus principios, él se muestra en su aplicación de una agilidad desconcertante. La unidad profunda de su espíritu está llena de contrastes aparentes. Liberal de nacimiento… El es, de carácter y de alma, un hombre de autoridad. . . Es terrible y encantador, atrae y aterra”. Todo esto y muchas otras cosas podríamos decir de este personaje, sin ánimo de pretender hacer de este trabajo un ensayo biográfico, en el 173 aniversario de su nacimiento y el centenario de “La Gran Guerra”, de la cual emergió titulado universalmente: El Padre de la Victoria.
Georges Clemenceau 2La contradicción profunda de este revolucionario convertido en autócrata, de este ateo anti-clerical que salvó a su país y lo rescató del abismo, de la inminente derrota para proyectarlo en una hora crucial de su historia, podría retrotraerse hasta sus orígenes aristocráticos -había nacido en efecto, en la residencia patricia de una familia acomodada: el Chateaux de L´Aubraie, con puente levadizo y todo- que, más de una vez, le fueron reprochados, no obstante ser él, el primero en ironizar sobre los pujos nobiliarios de su familia. Cada vez que sus tías y hermanas sacaban a relucir el escudo de armas, otorgado, por Luis XIII, en el siglo XVII, cortaba la conversación con su brusquedad habitual: “Y, todo el mundo no desciende de Adán y Eva” , o aún con más énfasis añadía: “ ¿ Las viejas familias?, qué divertido, ¿es que todas las familias no tienen la misma edad?” .

Eugenio Lautier, entre otros muchos, lo apostrofaba de aristócrata, Jean Martet decía descubrir al gentil-hombre en sus hábitos, sus reacciones, sus maneras, su cuidado en el vestir”. Quizá por ello, durante los cuatro años de su residencia en los Estado Unidos 1865-1869, después de intentar abrir un consultorio médico en Nueva York, se inclinó mas bien por dictar clases en un “Colegio para Señoritas”, ubicado en Stamford, Conneticut, lo que hoy sería un finishing school. Enseñará Historia y Literatura y poco después añadirá equitación, lo que aumentará su prestigio entre sus alumnas, que ya estaban seducidas por su elegancia y su prestancia, se casó con una de ellas, Mary Plummer, la madre de sus hijos, sin ceremonia religiosa, lo que le costó la perdida de la dote. Con este perfil no es de extrañar que algunos biografos lo calificaran de dandy republicano. 

La verdad es que, el temperamento, esa agresividad que le valió el sobrenombre que utilizamos de título, el gusto por los duelos, su cruel ironía, el desprecio que era capaz de reflejar, su insolencia, su actitud frente a las mujeres que protegía y codiciaba activamente, encajan en el arquetipo de un personaje de Alejandro Dumas, sin embargo, al lado de todas estas características hay un sincero amor por el pueblo, su actitud casi tierna frente a los soldados en el frente, alguna vez con los obreros, si volteamos hacia la Historia esto es menos raro de lo que parece a simple vista, muchos príncipes fueron héroes populares. 

Recibió una educación rabiosamente republicana, en una casa llena de retratos de Robespierre, de Saint-Just, de Marat, esa enseñanza jacobina le fue inculcada, pero en su carácter afloraba el orgullo, los desplantes, el garbo –podríamos decir- del aristócrata.

Georges Clemenceau y MonetSu amistad íntima con Claude Monet, le valió al Estado Francés, la donación , por ese gigante de la pintura, de sus famosas “Ninfeas” o “Nenúfares”. Eduard Manet dejó varios retratos suyos, Auguste Ridin lo inmortlizó en bronce. Se cuenta que el gran escultor, perfeccionista y exigente con su obra, hizo innumerables proyectos, yesos y terracotas de Clemenceau, era alucinante, un gran busto colocado delante de una ventana impactaba sobre los demás, exudaba autoridad, energía, agresividad, era el de un JEFE, de un ser ya legendario, Rodín exclamó, contemplado su propio trabajo ” ¡Demonios! Clemenceau, es Tamerlán, es Gengis Khan!”. 

Además de perseguir a las bailarinas, frecuentaba L´Opera por amor a la música, el mundo del arte y la literatura era el “anti-stress” del gran combatiente.

Su odio por la injusticia lo convirtió en punta de lanza para la reivindicación del capitán -de origen judío- Alfred Dreyfus, por cuya causa hizo una verdadera campaña, y es suyo el título de famoso escrito que, Emile Zola le llevara a la dirección de “L´Aurore” y que había encabezado: “Carta Abierta al Presidente de la República” el Tigre, en presencia de Zola, lo tachó y puso: “J´accuse”.

Georges Clemenceau 6
En cuanto a las mujeres era, como dirían las feministas de hoy, un machista empedernido. No obstante, las protegió, procuró impulsar una legislación que mejorara su estatus jurídico, aunque las consideraba en algunos aspectos inferiores. Era un animal de sangre caliente, no menospreciaba a las costurerillas de París, a las condesas, cortejaba a las bailarinas de L´Opera, no desdeñaba ni a algunas señoras dedicadas a recorrer las aceras. 


Georges Clemenceau 4
El placer, sin embargo, jamás lo apartó de lo que realmente importaba, irónico, cínico, llegó a decir: “el mejor momento del amor es cuando uno sube por la escalera”. Sin embargo, era capaz de amar profundamente, dedicó siete años de su vida, ya en el umbral de los 90 años, a una hermosa relación con una joven dama, casada, Marguerite Baldensperger y hay un volumen entero – “Lettres à une amie” 1923-1929- que recoge la correspondencia amorosa, no precisamente platónica, de el Padre de la Victoria, en esa correspondencia hay este hermosísimo comentario: “Pon tu mano entre las mías, así yo te ayudaré a vivir y tú me ayudarás a morir. Ese será nuestro pacto. Besémonos”. 


Georges Clemenceau 5Se cuenta que cuando se vio obligado a extirparse la próstata, ya en edad avanzada, a los pocos días de ser dado de alta, afirmó: “he descubierto que hay dos cosas completamente inútiles: la próstata y la presidencia de la República”. Toda su vida es una paradoja.

Siendo ministro del Interior, insultó, en forma tan violenta, a un prefecto de policía, que el pobre hombre al salir de su despacho sufrió un desmayo, a las voces de los porteros, que gritaban ¡un médico, un médico! Clemenceau se abotonó la chaqueta y salió a prestarle sus servicios profesionales a aquel que acababa de caer fulminado por la agresividad de su verbo.

Como suele ocurrir, con este tipo de personajes, fue la prensa “enemiga”, la alemana, una de las más elogiosas y admirativas en relación a su personalidad -también la norteamericana-, y sus sentimientos mismos frente a la gran nación germánica eran ambivalentes.

El káiser Guillermo II escribió, cuando se enteró de que Clemenceau había formado gobierno: “Ahora los franceses tienen también un jefe de Estado impulsivo y un jefe con temperamento. Eso es lo que me han reprochado a mi toda la vida”.

En fecha mucho más reciente, durante la ocupación de París, en la Segunda Guerra Mundial, el modesto museo de la calle Franklin, recibió la visita del Mariscal Otto Von Stülpnagel, Jefe de las Fuerzas Alemanas, acompañado de su Estado Mayor, el pequeño templo estaba a cargo del viejo sirviente de Clemenceau, Albert (desde que falleciera en 1936 su fiel y devota enamorada, la señora Baldensperger, ella lo había fundado y se consagró a cuidarlo, hasta terminar de recopilar y seleccionar la última de las seiscientas setenta y ocho cartas de ese amor compartido, hasta ir a encontrarse con él, en “el reposo del ya no ser” según palabras del propio Tigre) el Mariscal le preguntó a boca de jarro: Albert, usted tiene que saber muchas cosas interesantes, podría decirnos ¿por qué el presidente Clemenceau nos odiaba tanto?, después de un natural titubeo, y ante la reiterada insistencia del visitante, Albert respondió: él siempre me dijo que “reconocía en el pueblo alemán virtudes mayores, como el coraje y la disciplina”, ¿y entonces? “pero para su propia desgracia -continuó a duras penas Albert- … y la de los otros, ellos escogerán siempre a dirigentes con los que nadie podrá entenderse”, ¿realmente dijo eso? ¡Sí Mariscal!, a lo que, Von Stülpnagel -añadió- “en realidad nada ha cambiado, ¿no es cierto?”, y volteándose hacia sus oficiales les dijo: “vean alrededor de ustedes señores, este cuadro de vida, Clemenceau ha sido uno de los más grandes hombres de Estado del mundo, esta simplicidad es una lección de modestia para algunos ¿no es cierto?’.

Georges Clemenceau 3El propio Clemenceau, con el humor ácido que lo caracterizaba, y en la oportunidad de estar pasando una temporada, tomando baños de aguas medicinales en Carlsbad -Alemania-, fue abordado por una campesina que, viéndolo con curiosidad, le preguntó: ¿No es cierto señor, que usted es Bismarck?… Casi, le respondió el Tigre…

Durante muy largos años, sus relaciones con su enfermera Sor Theoneste, constituyeron un largo “duelo” verbal sobre todos los temas, en el cual la dulce y santa hermana, terminaba obligándolo a cuidarse. En una ocasión Le Tigre se levantó con 2 pies izquierdos, mas insoportable que de costumbre, y la monjita le preguntó ¿ que desayuno Ud. hoy? que está peor que nunca, el presidente le respondió ¡ Comí cura !

Decidió no reposar, ni muerto, y exigió que se le enterrase de pie, en una tumba sin lápida; “no quiero palabras edulcoradas, alabanzas, panegíricos, yo viví, yo dije, es suficiente”, apenas una verja de hierro alrededor, al lado de la sepultura de su padre, en tierras de su familia, en esa Vendée natal tan fiera como él mismo. Dentro de su sarcófago, el bastón de hierro con el cual recorría las trincheras y un arrugado bouquet de muguets que le había regalado un soldado en el frente, ese fue su “equipaje”.

Muchos hombres hemos ido a pagar tributo de veneración ante el gran ciudadano, entre ellos dos grandes luchadores, Winston Churchill, paso dos largas y silenciosas horas y Charles De Gaulle, católico practicante y patriota que supo salvarle la cara a Francia en la tragedia de la Segunda Guerra Mundial.

De Gaulle tumba ClemenceauLa fotografía de De Gaulle, solo, contrito, ante la pequeña verja de hierro que rodea al indomable Tigre, el 12 de mayo de 1946, no necesita leyenda, sin embargo, él había dicho, con anterioridad: “En el fondo de su tumba vendeana, hoy 11 de noviembre, Clemenceau, usted no está dormido” *
*”Au fond de votre tombe vendéenne, aujord´hui 11 novembre, Clemenceau, vous ne dormez pas”

Alfredo Coronil
Alfredo Coronil Hartmann

Abogado, internacionalista y político venezolano




Alfredo Coronil Hartmann
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