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en http://picosong.com/9FfF/
Aunque
ya había escrito desde hace varios meses que el régimen desembocaría en el
establecimiento de un mecanismo electrónico para administrar el consumo de
alimentos (ver ¿Control del Racionamiento o de la Insurrección Popular?
http://ticsddhh.blogspot.com/2014/03/control-del-racionamiento-o-de-la.html)
, en clara violación a nuestros Derechos Humanos establecidos en la
Constitución, hay un aspecto que no había querido profundizar dada su
naturaleza técnica, pero que ahora creo necesario comentar, a la luz de tanto
papel escrito en relación a las captahuellas que pretende implantar el gobierno
para la adquisición de nuestros consumos básicos.
Una
de las tesis fundamentales que he sostenido en este blog y que sale como consecuencia
de las principales hipótesis de mi trabajo doctoral, es que la tecnología
resulta ser el mejor aliado de regímenes políticos del corte del que tenemos en
Venezuela, constituyéndose en su sostén porque se llega a controlar hasta la
más mínima pieza de información del ciudadano. Es por eso lo tecnológicamente
avanzado de su proceder en todos los órdenes de la administración. El ejemplo
más representativo de esto es nuestro actual sistema electoral.
Un
sistema institucional que no tenga contemplada la privacidad de la información
de las personas y su respectiva vigilancia, permite a un gobierno autoritario y
sin escrúpulos deslizarse por la senda del abuso en una época donde la
información de las personas es un bien que se transa en un mercado y se
considera como un objeto de consumo.
De
acuerdo a los conceptos más avanzados que se manejan del desarrollo, éste pasa
por el respeto de los Derechos Humanos; y ahora, en un siglo caracterizado por
la identificación univoca de la persona humana por la vía de las más
inimaginables tecnologías, pasa igualmente por el respeto a sus datos de
carácter personal.
Nadie, y repito NADIE, tiene el derecho de conocer SIN MI CONSENTIMIENTO, cualquier pieza de información acerca de mi persona. Lo que hago, lo que compro, con quien me relaciono, a quien llamo por teléfono, donde vivo, que hablo, donde voy, donde trabajo, y en general cualquier cosa que me caracterice como ser humano. En virtud que hay necesidad que ciertos entes del Estado requieran de alguna pieza de esa información personal para la administración, el ciudadano cede parte de ella pero de una manera regulada por la Ley. Es el caso del Registro Civil y Electoral.
Venezuela
esta todavía muy lejos de contar con un sistema institucional que vigile al
Estado y los privados de cometer abusos y delitos en contra de la población
como consecuencia de contar con los datos masivos de la gente sin regulación
alguna. Argentina, Chile y Costa Rica tienen los sistemas de protección de
datos para los ciudadanos que no tenemos nosotros. Es importante saber que el
régimen no solo viola el Art. 117 de la Constitución al impedirnos comprar lo
que deseemos, sino el Art. 60 que indica que “Toda persona tiene el derecho a
la protección de su honor, vida privada, intimidad, propia imagen,
confidencialidad y reputación. La ley limitará el uso de la informática para
garantizar el honor y la intimidad personal y familiar de los ciudadanos y
ciudadanas y el pleno ejercicio de sus derechos”.
Ahora
bien, habiendo establecido este previo institucional necesario para comprender
el contexto, es importante entonces entender el mecanismo técnico para la
identificación y recolección de datos de las personas en los comercios.
La
única información técnica disponible del funcionamiento de este sistema lo dio
el Superintendente de Precios Justos en una demostración en vivo del supuesto
sistema que estará pronto en funcionamiento en todos los comercios, en un
supermercado privado en Maracaibo (ver Superintendente demuestra el uso de
captahuellas…
http://www.noticierodigital.com/2014/08/superintendente-demuestra-uso-de-captahuellas-y-paga-el-jefe-de-finanzas-del-psuv/).
De
allí se desprende que el sistema registrará las huellas de los ciudadanos
partiendo de la cédula de identidad (el Superintendente entregó su cédula y
luego registró las huellas de los dedos índices de la mano derecha e izquierda)
para proceder a la compra. De acuerdo a la noticia, el registro se realizó en
una caja, lo que nos conduce a pensar que en una implementación final todas las
cajas de los supermercados deberán poseer la captahuellas para que se proceda
al control de la compra que persigue el régimen.
El
sistema demostrado por el Superintendente, además de identificar a la persona,
limita la cantidad de artículos que se pueden comprar por semana: “Este sistema
me permite comprar por persona cuatro harinas, cuatro aceites por semana….”,
indicaba el funcionario.
A
finales de los años 80’s tuve la oportunidad de dirigir, en mi condición de
Director de Sistemas de una transnacional de tecnología, la primera
implementación de un supermercado completamente automatizado en el país, con la
incorporación de la tecnología de códigos de barra para la identificación de
productos. Los supermercados son sistemas complejos. Los datos de registro de
precio y código por producto deben estar permanentemente actualizados a fin de
llevar el control constante del inventario de productos, que debe a su vez
coincidir con los correspondientes cierres en dinero al finalizar el día. Tiene
una complejidad mayor a la de la agencia de un banco.
No
es fácil hacer que una cadena de supermercados realice esta labor con su propia
gente y asimile una tecnología de esa naturaleza. Generalmente emplean personas
sin conocimiento técnico, delegando estas actividades de control a sus gerentes
o empleados de mucha confianza, muy cerca del gerente.
En
consecuencia, solo algunas grandes cadenas, no todas, implementaron en su
tiempo ese tipo de sistemas, dado que no veían un fácil retorno de esa costosa
inversión, que implicaba cajas computarizadas, lectores de código de barras,
redes internas, servidores y elementos de alimentación del sistema, así como de
transmisión hacia una casa matriz central, donde se realizan los cierres y
sincronización de inventarios de todos los supermercados de la cadena.
Prácticamente el supermercado se convertía en una suerte de centro de computo y
control, y realmente es así.
Entonces,
en primer lugar, esas captahuellas solo se podrán instalar en esos ambientes,
donde sea posible incorporar la programación de un periférico adicional
(captahuellas) por caja con su correspondiente programación de control para
detectar quien va, y al ser registrado, proceder al control de lo que adquiera,
lo que a su vez deberá ser almacenado para una siguiente compra de la persona.
Incorporar esa programación dentro de la implementación existente es algo que
toma tiempo y pruebas técnicas para cada caso y cada tecnología pre existente
en el supermercado. Y lo más importante, no se podrá hacer sino en ese tipo
sofisticado de establecimiento, y siempre quedará como opción de compra para la
gente el chino de la esquina que no tiene esa maquinaria.
Para
el caso de aquellos establecimientos que no tienen la tecnología, la cosa es
cuesta arriba. Primero deberá existir la experiencia del uso de la tecnología
de identificación y control de precios de productos en el supermercado antes de
entrarle a una captahuellas para identificar a una persona. Esa labor amerita
semanas de entrenamiento previo de todos los involucrados en cada
establecimiento, con lo cual esa “demostración” realizada por el
Superintendente de Precios Justos no es más que un delirio de su imaginación,
engañado por unos técnicos que le aseguran una cosa que no se puede hacer de la
manera simplona en que lo planteó.
Entonces,
¿como el régimen pretende controlar lo que uno compra técnicamente sin el
respaldo de sistemas funcionando para eso, y sin contar con el hecho de que es
posible que cualquiera pueda comprar en cualquier otro establecimiento (por
ejemplo, un supermercado de otra localidad)? Tendrían que disponer, luego de
conectadas todas esas captahuellas en cada establecimiento, con los sistemas
funcionando a cabalidad y controlando la compra semanal de las personas- lo que
hemos visto que es algo así como “la guerra de las galaxias”- de un centro de
acopio de toda la información de la compra diaria de cada ciudadano por numero
de cédula, y proceder a resolver un sistema para impedir que este compre en
cualquier otro establecimiento de la misma ciudad. No digo que no sea posible,
sino que es una ridiculez técnica tratar de implementar una solución como esa.
Lo
que creemos quienes vivimos la implementación del CNE en el Referéndum
Revocatorio del 2004 es que van a intentar que las personas no compren más de
una vez en el mismo establecimiento, colocando una captahuellas fuera del
comercio. Es lo más sencillo. Supongo que obligaran a los establecimientos a
adquirir el aparato y el software de control para eso, lo que sería intentar de
controlar algo que no se puede controlar. Controlarían si compramos algo en un
sitio pero no en otro, salvo que centralicen los datos de las personas en
línea. Y en caso de ser así, de igual manera no podrían controlar lo que
compramos en cualquier lugar. En cualquier caso sería un engaño de intimidación
para la gente como lo fue en el 2004 y lo sigue siendo ahora y la manera de
hacerle ganar dinero a algún intermediario del régimen, sin contar que será un
fracaso técnico, que a juicio de SUMATE nos costará 140 millones de dólares.
A
riesgo de parecer que “ayudo” al régimen, les daré una recomendación técnica
gratis: Fidel resolvió ese “super sistema” en Cuba hace más de 50 años con un
cartón para cada persona, indicando allí lo que cada uno podía comprar, y lo llamó
“Tarjeta de Racionamiento”. Cero captahuellas, cero cajas automatizadas, cero
computadoras, cero telecomunicaciones, cero todo. Un simple cartón. Atrévanse a
implementarlo, a ver si pueden… De esa manera se quitan la careta de una buena
vez, y le ahorran a los venezolanos, no solo unos reales que se pueden usar en
alimentos y medicinas, sino una charada que al final todos sabemos adónde irá a
parar: llamar al pan, pan y al vino, vino, y viendo si el venezolano se lo cala
o no. Ustedes deciden…
Luis
Manuel Aguana
luismanuel.aguana@gmail.com
@laguana
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