Parece
increíble, casi de “El extraño mundo de Subuso”, que el lema del régimen sea
idéntico al consejo que le daba un godo de uña en el rabo y ladronazo como él
solo a sus funcionarios y validos. ¡Ojo,
que no me estoy refiriendo al Capitán Hallaca!
Aunque la descripción le cae.
Me
estoy refiriendo a Laureano Gómez, el expresidente colombiano. Es asombroso que unos fulanos que juran ser
los modernizadores del socialismo, los
arquetipos de la pureza administrativa y los dechados de la eficiencia
ejecutiva se guíen por las recomendaciones de uno de los más radicales líderes
conservadores y, sin duda, uno de los principales culpables del surgimiento de
las guerrillas en su país. Pero, si uno
analiza mejor, debe concluir que el nortesantandereano que desmanda hoy en
Venezuela se parece mucho a su paisano mencionado antes.
Ambos, para mandar, se fundamentaron en la reducción de las libertades ciudadanas, la exacerbación de las policías políticas, el empleo de “patriotas cooperantes” para denunciar a los adversarios políticos y la represión más amarga contra quienes fuesen contrarios, o meros indiferentes, al “evangelio” que descendía desde el palacio presidencial. Y en tratar de disimular las chambonerías y latrocinios cometidos por él y sus subalternos.
Porque
es la única manera que tienen para tratar de perpetuarse en el poder. Ya no les sirven ni el exacerbado
clientelismo, basado en el empleo de los recursos públicos para lograr que los
electores voten por ellos; ni la aberración cínica de las medidas populistas
que alientan el desprecio por el trabajo, incitan al limosneo y corrompen a los
venezolanos de mentes más sencillas.
Como no pueden construir un país próspero y democrático de verdad —porque
se robaron los recursos y porque son una manga de ineptos—, tienen que apelar a
las mentiras y las ocultaciones de las atroces realidades que sufre la
nación. Aunque el ilegítimo recurre a
las amenazas y los ditirambos al muerto fallecido en sus aburridas y largas
cadenas, son más frecuentes las apelaciones a las excusas absurdas y a las omisiones.
Por un lado, hacen reverdecer las teorías
conspirativas de la “burguesía apátrida” que hace una “guerra económica” aupada
por los “imperialistas”. Por el otro,
nada dicen de los latrocinios que abundan en su entorno. Y en eso lo siguen todos los miembros del
gabinete. Es una pantalla tupida la que
tratan de construir, pero la realidad es más fuerte. Si la cortina de hierro no pudo impedir el
derrumbe de la URSS, ¿qué podrá lograr la débil mampara que tratan de erigir
estos incompetentes para evitar que se vea el desmoronamiento moral y la
debacle de la economía? No pasa de ser
un parabán de coleto tapizado con hojas de “Vea” y “El Correo del Orinoco”. Y eso puede que sirva para ocultar lo que
sucede al otro lado en una pensión infame en el medio del llano barinés, pero
en parte alguna más.
Ellos
lo saben. Y por eso apelan a otra
herramienta del arsenal comunista: el empleo de jueces y fiscales para encausar
y poner tras las rejas a quienes dicen las verdades. Ya el ilegítimo le dio órdenes a la
mechi-pintada de abrirle un proceso a Ricardo Hausman. Y esta ya debe haber designado al esbirro
legal que ha de cumplir la fechoría. Y
todo, por aquél haber dicho una verdad: no hay reservas suficientes para pagar
los intereses de la “soberana deuda” (como la bautizó Laureano, el bueno, el
nuestro) y comprar comida y medicinas. O
se hace lo uno o lo otro; pero no las dos cosas. Y lo que se dice por ahí es que optará por lo
primero. Porque es que —recuerden— entre
los tenedores de bonos venezolanos hay mucho copartidario millonario…
Por
lo mismo, el turco que manda en Aragua ya pidió que se enjuicie al médico que
alertó sobre las misteriosas muertes ocurridas en el Hospital Central de
Maracay. No informa de las medidas
profilácticas que deben ser tomadas, no desmiente las muertes (solo reduce el
número de ellas); simplemente busca que no se sepa la realidad. El médico únicamente ha hecho lo que la
deontología de su profesión le manda: alertar de un posible peligro para la
salud de la comunidad. Pero hasta que el
representante del partido Baaṯh en Venezuela —¿o se habrá pasado para el IS?—
no vea en chirona al informador del hecho, no va a estar tranquilo.
Cárcel,
también, para un oficial subalterno y unos individuos de tropa por el delito de
contrabando. ¡Bien presos! Pero eso no pasa de ser otra cortina de humo
para tratar de ocultar lo que todo el mundo sabe: que la gasolina y los
alimentos subsidiados que pasan para Colombia ilegalmente son negocio de
personas de mucha más gradación en el escalafón militar. Pero esos son copartidarios…
Como
los casos mencionados en los párrafos anteriores, mucho otros. La judicialización de la protesta mantiene en
prisión a muchos jóvenes injustamente. Esta
semana, los jueces del horror van a ordenar —seguramente— nuevas medidas de
encarcelamiento contra los que fueron detenidos en las protestas de la semana
pasada en Caracas y Barquisimeto. Eso es
inicuo.
Pero
va muy acorde con las prácticas de Laureano (el malo, el paisano de Nikolai):
el empleo de medidas autoritarias y de esquemas represores en contra de quienes
pudieran oponérseles. ¡Y, cuidado si no
llega, como propuso el bogotano, a las
"acciones intrépidas" y los "atentados personales", por parte
de la policía política, para evitar la caída del régimen!...
Humberto
Seijas Pittaluga
hacheseijaspe@gmail.com
@seijaspitt
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