miércoles, 17 de septiembre de 2014

HUMBERTO SEIJAS PITTALUGA, ¡TAPEN, TAPEN!, SESQUIPEDALIA

Parece increíble, casi de “El extraño mundo de Subuso”, que el lema del régimen sea idéntico al consejo que le daba un godo de uña en el rabo y ladronazo como él solo a sus funcionarios y validos.  ¡Ojo, que no me estoy refiriendo al Capitán Hallaca!  Aunque la descripción le cae.  

Me estoy refiriendo a Laureano Gómez, el expresidente colombiano.  Es asombroso que unos fulanos que juran ser los modernizadores del socialismo,  los arquetipos de la pureza administrativa y los dechados de la eficiencia ejecutiva se guíen por las recomendaciones de uno de los más radicales líderes conservadores y, sin duda, uno de los principales culpables del surgimiento de las guerrillas en su país.  Pero, si uno analiza mejor, debe concluir que el nortesantandereano que desmanda hoy en Venezuela se parece mucho a su paisano mencionado antes.  

Ambos, para mandar, se fundamentaron en la reducción de las libertades ciudadanas, la exacerbación de las policías políticas, el empleo de “patriotas cooperantes” para denunciar a los adversarios políticos y la represión más amarga contra quienes fuesen contrarios, o meros indiferentes, al “evangelio” que descendía desde el palacio presidencial.  Y en tratar de disimular las chambonerías y latrocinios cometidos por él y sus subalternos.

Porque es la única manera que tienen para tratar de perpetuarse en el poder.  Ya no les sirven ni el exacerbado clientelismo, basado en el empleo de los recursos públicos para lograr que los electores voten por ellos; ni la aberración cínica de las medidas populistas que alientan el desprecio por el trabajo, incitan al limosneo y corrompen a los venezolanos de mentes más sencillas.  Como no pueden construir un país próspero y democrático de verdad —porque se robaron los recursos y porque son una manga de ineptos—, tienen que apelar a las mentiras y las ocultaciones de las atroces realidades que sufre la nación.  Aunque el ilegítimo recurre a las amenazas y los ditirambos al muerto fallecido en sus aburridas y largas cadenas, son más frecuentes las apelaciones a las excusas absurdas y  a las omisiones.  

Por un lado, hacen reverdecer las teorías conspirativas de la “burguesía apátrida” que hace una “guerra económica” aupada por los “imperialistas”.  Por el otro, nada dicen de los latrocinios que abundan en su entorno.  Y en eso lo siguen todos los miembros del gabinete.  Es una pantalla tupida la que tratan de construir, pero la realidad es más fuerte.  Si la cortina de hierro no pudo impedir el derrumbe de la URSS, ¿qué podrá lograr la débil mampara que tratan de erigir estos incompetentes para evitar que se vea el desmoronamiento moral y la debacle de la economía?  No pasa de ser un parabán de coleto tapizado con hojas de “Vea” y “El Correo del Orinoco”.  Y eso puede que sirva para ocultar lo que sucede al otro lado en una pensión infame en el medio del llano barinés, pero en parte alguna más.

Ellos lo saben.  Y por eso apelan a otra herramienta del arsenal comunista: el empleo de jueces y fiscales para encausar y poner tras las rejas a quienes dicen las verdades.  Ya el ilegítimo le dio órdenes a la mechi-pintada de abrirle un proceso a Ricardo Hausman.  Y esta ya debe haber designado al esbirro legal que ha de cumplir la fechoría.  Y todo, por aquél haber dicho una verdad: no hay reservas suficientes para pagar los intereses de la “soberana deuda” (como la bautizó Laureano, el bueno, el nuestro) y comprar comida y medicinas.  O se hace lo uno o lo otro; pero no las dos cosas.  Y lo que se dice por ahí es que optará por lo primero.  Porque es que —recuerden— entre los tenedores de bonos venezolanos hay mucho copartidario millonario…

Por lo mismo, el turco que manda en Aragua ya pidió que se enjuicie al médico que alertó sobre las misteriosas muertes ocurridas en el Hospital Central de Maracay.  No informa de las medidas profilácticas que deben ser tomadas, no desmiente las muertes (solo reduce el número de ellas); simplemente busca que no se sepa la realidad.  El médico únicamente ha hecho lo que la deontología de su profesión le manda: alertar de un posible peligro para la salud de la comunidad.  Pero hasta que el representante del partido Baaṯh en Venezuela —¿o se habrá pasado para el IS?— no vea en chirona al informador del hecho, no va a estar tranquilo.

Cárcel, también, para un oficial subalterno y unos individuos de tropa por el delito de contrabando.  ¡Bien presos!  Pero eso no pasa de ser otra cortina de humo para tratar de ocultar lo que todo el mundo sabe: que la gasolina y los alimentos subsidiados que pasan para Colombia ilegalmente son negocio de personas de mucha más gradación en el escalafón militar.  Pero esos son copartidarios…

Como los casos mencionados en los párrafos anteriores, mucho otros.  La judicialización de la protesta mantiene en prisión a muchos jóvenes injustamente.  Esta semana, los jueces del horror van a ordenar —seguramente— nuevas medidas de encarcelamiento contra los que fueron detenidos en las protestas de la semana pasada en Caracas y Barquisimeto.  Eso es inicuo.

Pero va muy acorde con las prácticas de Laureano (el malo, el paisano de Nikolai): el empleo de medidas autoritarias y de esquemas represores en contra de quienes pudieran oponérseles.  ¡Y, cuidado si no llega, como propuso el bogotano,  a las "acciones intrépidas" y los "atentados personales", por parte de la policía política, para evitar la caída del régimen!...

Humberto Seijas Pittaluga
hacheseijaspe@gmail.com
@seijaspitt

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