La burla, desprecio y descalificaciones de
quienes se oponen al régimen, es el abreboca de todo discurso (¿) o
intervención que a diario realiza a través de medios impresos y audiovisuales
del estado, el inquilino del Palacio de Misia Jacinta. Es algo así como si se
tratara de una provocación, sin ton ni son contra quienes considera sus
enemigos acérrimos, a los que no hay que darles cuartel, ni paz en ningún
momento.
En lenguaje corporal lo dice todo. Cuando uno
observa y escucha a Maduro, Cabello, Rodríguez y otros personajillos de la
llamada Quinta República, es decir de quienes detentan hoy el poder, o de
furibundos militantes del PSUV, inmediatamente comprende que la prepotencia de
estos, magnifica todo lo que para ellos
es bueno y descalifica aquello que según estos próceres de la mentira hace daño
al régimen socialista, marxista bolivariano y por ende comunista, como lo
afirmara en cierta ocasión el propio Fidel Castro.
Prevalidos del poder, abusan a diestra y
siniestra. Hablan de libertad de expresión y ordenan cerrar un programa radial
por el solo hecho de que lo conduce una periodista de la oposición, severa crítica de las atrocidades que a
diario perpetran quienes mal conducen los destinos del país; pretenden
mediatizar Twitter, Facebook y otras redes sociales, tribunas en las cuales los
ciudadanos exteriorizan sus angustias, vicisitudes, problemas y cuanta e
infinita situación se le presenta. Es decir, osan acallar la voz un pueblo
sumido en la más profunda y crítica situación, jamás ni nunca experimentado
desde que se fundo la República. Prepotentemente exponen al escarnio público a
quienes solo por el hecho de protestar la califican de apátrida, imperialista,
burgués, enemigo del pueblo y un sin fin de dislates propios de su enfermiza
mente.
Con la prepotencia en esta aciaga hora que
vivimos los venezolanos, en la que mediante tergiversaciones y absurdos, según
el lenguaje revolucionario del régimen, se pretende que acatemos ciegamente los
dictámenes que salen de los estamentos públicos, los cuales deben ser
obedecidos ante la amenazas de sanciones que, afiladas en los talleres de la
obsecuencia, caen desde lo más alto como una guillotina.
La prepotencia los conduce a tal extremo que
ellos creen que si así mandan hay que obedecerles cual mansos corderos. En
otras palabras, se creen dueños absolutos de la verdad del país, y en
consecuencia toda aquella persona que disienta de sus políticas públicas (¿) es
conspiradora y aliada del imperialismo y atenta contra al revolución socialista
del siglo XXI, por cierto descartada por su propio mentor Dieterich , quien se
alejó de Hugo Chávez, de quien fue su asesor político
La prepotencia los conduce a negar todo acto
de corrupción que existe en las filas del PSUV y en el gobierno mismo, y se
acusa y persigue a quienes la denuncian aduciendo falta de pruebas y
descalifican a la prensa independiente y con ella a sus periodistas, a quienes
los exponen al desprecio, malquerencia y odio, en tanto que panegiristas del
régimen, militantes de una doctrina que sostiene la vigencia de un Estado sin
división de poderes, bajan la cerviz
cual temblorosos siervos ante el mandamás.
La prepotencia en los más altos rincones del
poder, se ha ido plegando en un marco de pretendida normalidad democrática, lo
cual les da pie para que abusen abiertamente de su autoridad. ¿Por qué?. Pues
primeramente porque la tienen, pero lo peor es que abusan de su poder, porque
parecen no poder evitarlo. Por eso inundan los discursos y condicionan las
conductas, para que se instale en todo el cuerpo social, cual endemia. Por las
razones anteriormente indicadas, desparecen rápidamente el respeto, la
civilidad y la tolerancia, lo que en consecuencia llena a la sociedad de
arbitrariedad y violencia en todos sus aspectos.
La prepotencia en la política es un fenómeno
patológico, nada habitual, casi desconocido y para muchos desconcertante, por
cuanto deviene en un “burdo estilo de gobierno”.
Para algunos socialistas de nuevo cuño, o lo
que es igual para los chavistas, gobernar es sinónimo de intimidar, agredir o
denostar, y lo que es peor, los incita a pregonar constantemente la “lucha de
clases”, sin definir sus mensajes, políticas y mucho menos sus propuestas
concretas, y se dedican a sembrar en la mente de los venezolanos el odio y
resentimiento
Carlos
E. Aguilera A
careduagui@yahoo.com
@_toquedediana.
Miembro
fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)
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