martes, 19 de agosto de 2014

CARLOS E. AGUILERA A., UN RÉGIMEN ENSOBERBECIDO

La burla, desprecio y descalificaciones de quienes se oponen al régimen, es el abreboca de todo discurso (¿) o intervención que a diario realiza a través de medios impresos y audiovisuales del estado, el inquilino del Palacio de Misia Jacinta. Es algo así como si se tratara de una provocación, sin ton ni son contra quienes considera sus enemigos acérrimos, a los que no hay que darles cuartel, ni paz en ningún momento.
En lenguaje corporal lo dice todo. Cuando uno observa y escucha a Maduro, Cabello, Rodríguez y otros personajillos de la llamada Quinta República, es decir de quienes detentan hoy el poder, o de furibundos militantes del PSUV, inmediatamente comprende que la prepotencia de estos,  magnifica todo lo que para ellos es bueno y descalifica aquello que según estos próceres de la mentira hace daño al régimen socialista, marxista bolivariano y por ende comunista, como lo afirmara en cierta ocasión el propio Fidel Castro.
Prevalidos del poder, abusan a diestra y siniestra. Hablan de libertad de expresión y ordenan cerrar un programa radial por el solo hecho de que lo conduce una periodista de la oposición,  severa crítica de las atrocidades que a diario perpetran quienes mal conducen los destinos del país; pretenden mediatizar Twitter, Facebook y otras redes sociales, tribunas en las cuales los ciudadanos exteriorizan sus angustias, vicisitudes, problemas y cuanta e infinita situación se le presenta. Es decir, osan acallar la voz un pueblo sumido en la más profunda y crítica situación, jamás ni nunca experimentado desde que se fundo la República. Prepotentemente exponen al escarnio público a quienes solo por el hecho de protestar la califican de apátrida, imperialista, burgués, enemigo del pueblo y un sin fin de dislates propios de su enfermiza mente.
Con la prepotencia en esta aciaga hora que vivimos los venezolanos, en la que mediante tergiversaciones y absurdos, según el lenguaje revolucionario del régimen, se pretende que acatemos ciegamente los dictámenes que salen de los estamentos públicos, los cuales deben ser obedecidos ante la amenazas de sanciones que, afiladas en los talleres de la obsecuencia, caen desde lo más alto como una guillotina.
La prepotencia los conduce a tal extremo que ellos creen que si así mandan hay que obedecerles cual mansos corderos. En otras palabras, se creen dueños absolutos de la verdad del país, y en consecuencia toda aquella persona que disienta de sus políticas públicas (¿) es conspiradora y aliada del imperialismo y atenta contra al revolución socialista del siglo XXI, por cierto descartada por su propio mentor Dieterich , quien se alejó de Hugo Chávez, de quien fue su asesor político
La prepotencia los conduce a negar todo acto de corrupción que existe en las filas del PSUV y en el gobierno mismo, y se acusa y persigue a quienes la denuncian aduciendo falta de pruebas y descalifican a la prensa independiente y con ella a sus periodistas, a quienes los exponen al desprecio, malquerencia y odio, en tanto que panegiristas del régimen, militantes de una doctrina que sostiene la vigencia de un Estado sin división de poderes, bajan la cerviz  cual temblorosos siervos ante el mandamás.
La prepotencia en los más altos rincones del poder, se ha ido plegando en un marco de pretendida normalidad democrática, lo cual les da pie para que abusen abiertamente de su autoridad. ¿Por qué?. Pues primeramente porque la tienen, pero lo peor es que abusan de su poder, porque parecen no poder evitarlo. Por eso inundan los discursos y condicionan las conductas, para que se instale en todo el cuerpo social, cual endemia. Por las razones anteriormente indicadas, desparecen rápidamente el respeto, la civilidad y la tolerancia, lo que en consecuencia llena a la sociedad de arbitrariedad y violencia en todos sus aspectos.
La prepotencia en la política es un fenómeno patológico, nada habitual, casi desconocido y para muchos desconcertante, por cuanto deviene en  un “burdo estilo de gobierno”.
Para algunos socialistas de nuevo cuño, o lo que es igual para los chavistas, gobernar es sinónimo de intimidar, agredir o denostar, y lo que es peor, los incita a pregonar constantemente la “lucha de clases”, sin definir sus mensajes, políticas y mucho menos sus propuestas concretas, y se dedican a sembrar en la mente de los venezolanos el odio y resentimiento
Carlos E. Aguilera A
careduagui@yahoo.com
@_toquedediana.
Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)

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