Lo
primero que hay que aclarar es que el Rey no ha abdicado. Lo que ha hecho es
comunicar a Rajoy (y a todos los españoles) su decisión de abdicar, no su
abdicación. Y esa distinción es importante, como luego veremos. Así pues, a
fecha de hoy, Don Juan Carlos I sigue siendo Rey de España, y no sabemos con
exactitud hasta cuándo.
¿Por
qué el Rey anuncia precisamente ahora su decisión de abdicar? ¿Y por qué no ha
puesto fecha a esa abdicación?
Para
responder a esas preguntas, y entender qué está pasando, les invito a fijarse
en dos detalles ciertamente llamativos de lo que ha sucedido hoy:
1)
La extremada precipitación con la que se han desarrollado los acontecimientos.
El anuncio ha sido realizado por sorpresa. Tanto es así, que ha habido que
adelantar el regreso del Príncipe (que estaba fuera de España); ha habido que
cancelar la comida que el Rey tenía hoy en Barcelona; ha habido que convocar de
urgencia un consejo de ministros extraordinario para mañana martes; ha habido
que cancelar actos que los miembros del gobierno tenían preparados... ¿Por qué
tanta improvisación? Aparentemente, no tiene ningún sentido. Y menos si, como
nos dicen, el Rey tenía tomada la decisión desde enero, y Rajoy y Rubalcaba la
conocían desde marzo. ¿Qué es lo que ha pasado, que ha obligado a acelerar las
cosas tan chapuceramente?
2)
La anormalidad protocolaria del anuncio. De la misma manera que no tendría
ningún sentido que la dimisión de Rajoy la anunciara la vicepresidenta Sáenz de
Santamaría (sino que tendría que ser el propio Rajoy quien la comunicara a los
ciudadanos), tampoco tiene ningún sentido que la abdicación del Jefe del Estado
sea anunciada por alguien distinto del Jefe del Estado. El que haya sido Rajoy
el que comparezca en primer lugar es algo completamente anormal, desde el punto
de vista protocolario: lo normal hubiera sido que el propio Rey comunicara a
los españoles su decisión de abdicar, y que después Rajoy hubiera comparecido
para hacer las declaraciones que quisiera. Así se hizo en Holanda: la reina
Beatriz hizo una comparecencia televisiva anunciando su decisión de abdicar, y
a continuación hizo su declaración el primer ministro holandés. Y así se hizo
también en Bélgica: primero habló el rey Alberto y luego el primer ministro.
¿Por qué, entonces, se invierte el protocolo normal y sale Rajoy a comparecer
primero?
La
respuesta a todas estas preguntas es, como vamos a ver, muy simple.
El
Rey no ha puesto fecha a su abdicación por la sencilla razón de que no puede
abdicar mientras no se le garantice, mediante Ley Orgánica, que va seguir
gozando de la misma inviolabilidad de la que goza ahora. Si no se le
garantizara esa inviolabilidad, el Rey correría el riesgo de que algún partido
(por ejemplo ERC, o Bildu, o Podemos) o algún particular presentara una
denuncia contra él por cualquier presunto caso de corrupción (por ejemplo, el
caso Urdangarín). Y si un juez decidiera admitir una denuncia contra el
ciudadano Juan Carlos de Borbón, nos podríamos encontrar con el espectáculo de
un ex-Rey sentado en el banquillo.
Ni
el Rey, ni Rajoy, ni Rubalcaba, van a consentir esa eventualidad. Por tanto, el
Rey comunica su decisión de abdicar, pero no la materializará hasta que se
apruebe, como Rajoy ha anunciado, la correspondiente Ley Orgánica.
Hasta
aquí, todo normal. Pero ese procedimiento (elaboración de la necesaria Ley
Orgánica que proteja al Rey, y posterior abdicación) podría haberse realizado
con tranquilidad en los próximos meses. ¿Por qué, entonces, se aceleran los
acontecimientos y se anuncia por sorpresa la abdicación esta mañana? Aquí es
donde entran en juego las elecciones europeas del pasado 25-M.
Para
elaborar esa Ley Orgánica que blinde judicialmente al ex-Rey, PP y PSOE tienen
que apoyarla sin fisuras, tanto en el Parlamento como ante la opinión pública.
Y si el resultado hubiera sido el que todas las encuestas preveían (descenso
del bipartidismo, pero sin hundimiento), ese proceso podría haberse
desarrollado tranquilamente y sin sobresaltos, en los plazos previstos: de aquí
al otoño.
Pero
hete aquí que el 25-M ha traído un hundimiento por sorpresa de los dos partidos
mayoritarios, y que ese resultado ha provocado el anuncio de dimisión de
Rubalcaba. En principio, eso no hubiera debido representar un problema, si la
sucesión de Rubalcaba hubiera sido convenientemente controlada. Pero de
repente, el PSOE ha estallado en pedazos, y lo que parecía una sucesión
controlada se ha convertido en un proceso bastante imprevisible, en el que
puede salir elegido secretario general cualquiera, y en el que el PSOE podría caer
en la tentación de escorarse a la izquierda y hacia el populismo, para
contrarrestar el ascenso de Podemos.
Lo
cual quiere decir, claro está, que podría darse el caso de que la nueva
dirección del PSOE no estuviera dispuesta a apoyar la Ley Orgánica que el Rey
necesita para blindarse. Y esa es la causa de tanta precipitación: alguien se
ha molestado en echar las cuentas de los días que hacen falta para tramitar una
Ley Orgánica, y se ha dado cuenta de que, o se empieza a tramitar ya, o se
corre el riesgo de que la ley no esté aprobada antes de que Rubalcaba pierda
definitivamente el control del partido.
De
ahí el anuncio sorpresa, de ahí la convocatoria de un consejo de ministros
extraordinario para mañana y de ahí la premura en tramitar la Ley.
¿Y
por qué esa anormalidad protocolaria, consistente en que Rajoy comparezca antes
que el propio Jefe del Estado? Pues porque no estamos ante una abdicación
normal. ¿Qué fue lo que hizo la Reina Beatriz de Holanda? Anunciar que iba
abdicar y poner fecha a esa abdicación. Pero Don Juan Carlos I no podía hacer
lo mismo, porque la suya es una abdicación condicionada: condicionada a que se
apruebe la Ley Orgánica prometida. Una abdicación que, por tanto, no tiene
fecha todavía.
Y,
como el Rey no podía anunciar fecha concreta, ni tampoco hubiera quedado bien
que fuera él quien enunciara la condición de abdicación, por eso ha tenido que
salir Rajoy en primer lugar y encargarse él de enunciar esa condición:
"... será necesario aprobar una ley orgánica específica...". Una vez
dejado eso claro por Rajoy, el Rey podía salir a la palestra y hacer una
declaración en la que se obviara ese espinoso asunto, y se obviara también el
poner fecha a la abdicación.
Si
alguien nos hubiera dicho hace dos semanas que las elecciones europeas no solo
iban a provocar la dimisión de Rubalcaba, sino que también iban a precipitar la
abdicación del Rey, creo que nadie lo habría creído.
Luis
del Pino
@ldpsincomplejos
http://blogs.libertaddigital.com/enigmas-del-11-m/por-que-el-rey-abdica-ahora-pero-no-todavia-13010/
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