Hace
varios años, el maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa publicó el libro titulado:
"Andrés Bello, educador", en el cual reflexionaba sobre la magna obra
civilizadora del gran caraqueño y en el cual exaltaba la noble condición de su
humanismo, mediante el cual contribuyó a fundar a las nacientes repúblicas
latinoamericanas sembrando en ellas ilustración, republicanismo, instituciones
y ciudadanía, como objetivos de la educación, sin la cual no se forma
cabalmente la nación.
EDUCAR PARA LA PAZ Y LA LIBERTAD |
Uno
de los capítulos del libro es el referido al tema: "Libertad y
Educación", en el cual el autor
destacó la dramática tarea que tuvo que emprender el sabio Bello a quien
le correspondió vivir: "la angustia de un mundo que nacía entre las
enfurecidas y destructoras fuerzas de la guerra, de naciones que hacían su
tránsito del servilismo a la libertad" y que en medio de ello: "buscaban
ansiosas salir del estado de barbarie en que las había sumido la tiranía, sin
encontrar sendero abierto porque todos desembocaban en el odio y la
matanza", según Prieto.
Se
empezaban desde entonces a enfrentar en nuestra historia dos fuerzas opuestas:
por una parte, la civilización y la República, la cultura y el derecho, que
fueron indispensable fundamento de la revolución política y de la lucha por la
independencia, y por la otra, la
realidad representada por un pueblo ignorante y jefes ambiciosos, ajenos al
ejercicio racional del gobierno y de la política, quienes habían encontrado en
el empleo arbitrario e indebido de las armas: "la manera de dar
satisfacción a sus apetitos de mando y a sus aspiraciones de riqueza", tal y como señalaba
Prieto. En medio de ese drama, resaltó
la presencia de hombres como Bello que fundaron la educación republicana para
asegurar la independencia y superar los errores y vicios que amenazaban con sus
actos destruir los logros alcanzados. Resultaba esencial formar a nuestras
naciones americanas para la libertad y que la educación en ellas fuese el
instrumento para modificar los viejos hábitos coloniales y las nuevas formas
del autoritarismo y la arbitrariedad.
No
puede concebirse entonces la educación sin libertad, ni la libertad sin la
educación para crear y desarrollar al individuo y a una nación, y como bien lo
señalaba Montesquieu: "en ninguno pesa más la obligación de proteger este
ramo importante de la prosperidad social que en los gobiernos
republicanos", por el valor en que se fundan y por los derechos que
sustentan.
Igualmente,
a juicio de Prieto, en el pensamiento de Andrés Bello no sólo está presente la
misión de instruir, de difundir conocimientos, sino que los mismos correspondan
a las realidades nacionales, que se extienda la educación, en palabras del
propio Bello: "a las clases menos acomodadas", "porque no es
sólo en bienestar de una pequeña porción de la sociedad el que se debe
promover".
Era
y es necesario impartir en nuestra América una educación civilizadora, democrática
y libre, y según el concepto de Bello con respeto a la Universidad, ésta debía
ser no solo centro de formación profesional, sino también conservador y
transmisor de la cultura, de la investigación, del humanismo y de la ciencia, y
además: "creadora de modelos presentados al pueblo", como observó
Prieto, lo que evidencia el carácter esencial e influyente que por naturaleza a
la Universidad le corresponde en la obra de construir un país.
Andrés
Bello defendió el valor prioritario de la educación y la importancia de su
institucionalidad. En la célebre exposición que hizo sobre el presupuesto
universitario ante el Congreso de Chile el 03-09-1845, confrontó a los
legisladores ante la indispensable reflexión sobre si la Universidad era o no
necesaria, preguntando categóricamente: "¿Y cuál es el objeto que merezca
una más seria atención a la legislatura que la instrucción del pueblo en un
Gobierno Popular? Yo no conozco ninguno". Con tal alegato, Bello estaba
sosteniendo con ejemplar firmeza el derecho a la educación, a la existencia
digna de la Universidad y la verdadera obligación de un gobierno democrático
ante las mismas.
Pero
si alguna reflexión del ilustre Bello testimonia la finalidad que la libertad y
la educación deben tener en el hombre y en la sociedad, encontramos aquella que ofreció a la juventud
al indicar como mensaje sustantivo: "aprended a juzgar por vosotros
mismos: aspirad a la independencia del pensamiento", para ser individuos,
para ser ciudadanos, para ser hombres libres, por encima de la voluntad de cualquier otro, por
encima de la voluntad de los gobiernos jamás superior a la autoridad de la
nación, al mandato de la Ley y a la soberanía del pueblo.
Jose
Felix Diaz Bermudez
jfd599@gmail.com
@jfd599
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