BIENVENIDOS AMIGOS PUES OTRA VENEZUELA ES POSIBLE. LUCHEMOS POR LA DEMOCRACIA LIBERAL

LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA

domingo, 6 de abril de 2014

PEDRO R. GARCIA M., SE INTENTA EN EL PAIS UN DEBATE SOBRE LA NATURALEZA Y SENTIDO DE LA DEMOCRACIA, PUNTO DE QUIEBRE,

UBICANDO ALGUNAS PISTAS…

El ciudadano fue definido por Aristóteles como “quien tiene el poder de tomar parte en la Administración Judicial o en la actividad deliberativa del Estado”.  En este sentido, más allá del derecho a la representación, de su residencia en su territorio, de sus derechos y deberes jurídicos, el énfasis de la condición de ciudadanía aparece puesto en el hecho de que el ciudadano “debe tomar parte activa en los asuntos que luego han de afectarle”.  En la misma dirección, ya Eurípides, el ultimo de los grandes dramaturgos atenienses, había distinguido entre “el pueblo constitucionalmente integrado” (demos, pueblo), que es propiamente el ciudadano, y “el pueblo fuera del control de la vida política convertido en masa amorfa”.  (Óchlos, multitud, turba). Platón también utiliza esta diferencia cuando dos interlocutores hablan de las mayorías, uno para referirse al “pueblo y el otro, a la turba”. “En la polis se ponía de manifiesto además una condición indispensable de todo ciudadano, sobre todo el integrante de una ciudad-estado democrática: se trataba de un hombre libre, quien, para ejercer sus derechos, contaba con el raciocinio crítico en lugar de la fuerza bruta, pues su juicio y criterios debían imponerse a través de la deliberación, la persuasión y el uso argumentativo de la razón”.

ANTECEDENTES HISTORICOS

La primera revolución democrática de los tiempos modernos se gestó en Inglaterra en el siglo XVII. Concluyó en una transacción con el poder real en la que éste hubo de reconocer la supremacía del Parlamento y los derechos inalienables de los ciudadanos ingleses.  El gran ideólogo de esta revolución fue John Locke, considerado el técnico de la democracia, el predicador de la tolerancia y el profeta de una clara distinción entre Estado e Iglesia.  Siguieron las revoluciones democráticas americana y francesa cabalgando sobre las ideas liberales de Montesquieu, Rousseau, Voltaire y especialmente, Emmanuel J. Sieyes, quien elaboró una síntesis de la ideología política precedente, justo en vísperas de la revolución de 1789.

Sin embargo, tanto la Declaración de la Independencia Americana, como la Declaración Francesa de los Derechos del Hombre y del Ciudadano exageraron la defensa del hombre individual, por ser ambas Declaraciones una reacción contra el poder del Estado, ya que “aunque consagran la igualdad de los hombres ante la ley, producen o permiten, la enorme desigualdad social, al no equilibrar las condiciones económicas de los ciudadanos al restringir las oportunidades de participación en la gestión económica y política.

Como toda obra humana, la democracia incurrió en desviaciones y errores tanto de principios como de realización practica, los cuales sirvieron y sirven de pretexto a las doctrinas de inspiración marxista. Sin embargo, en su esencia esta forma de gobierno, este ideal de vida común, que se llama democracia, responde a la vocación de nuestra especie para realizar en la tierra la ley del amor fraternal y la dignidad de la persona humana. Desde siempre se ha venido hablando de Derecho Natural, pero fue a partir de los tiempos modernos cuando el hombre adquirió conciencia clara y universal de sus derechos a partir de la filosofía jurídica de Locke, de inspiración Iusnaturalista.

La Democracia busca el equilibrio deseado entre las clásicas libertades individuales y los derechos de carácter económico y social.  El marxismo, por ser una reacción contra el poder de las elites económicas, apunta a la defensa extrema del hombre social frente al individuo, desconociendo derechos personales fundamentales, en el reverso el exagerado liberalismo, que es cegato y cuantitativamente ha demostrado que es incapaz de entender, el sufrimiento, las emociones y los deseos de los hombres.

Por eso la opción es la sociedad democrática en la que “el hombre puede encontrar su propia plenitud a través de la entrega sincera de si mismo y a los demás”-. Bergson escribió “La democracia es de esencia evangélica y tiene por principio el amor”. 

“Ante todo se debe aceptar que la Democracia no es un absoluto ni un proyecto sobre el futuro: es un método de convivencia civilizada. No se propone cambiarnos ni llevarlos a ninguna parte; pide que cada uno sea capaz de convivir con el vecino, que la minoría acepte la voluntad de la mayoría, que la mayoría respete a la minoría y que todos preserven  y defiendan los derechos de los individuos”.  Lo ha expresado con claridad, (Octavio Paz).

UNA ACOTACION NECESARIA

Esta aparente modestia de objetivos (en realidad no hay proyecto políticamente más ambicioso que el que sea compatible con la cordura). Siempre le resulta decepcionante al frenético, al visionario, al devoto de valores absolutos, sea el orden, la libertad o la justicia. Tampoco al que sueña con el “Hombre nuevo”, el más vacuo de los mitos y que ha servido como coartada para liquidar masas inocentes de hombres, mujeres y niños “Del plan antiguo” a lo largo de los siglos. La democracia no tiene como objetivo regenerar al hombre, si no posibilitar institucionalmente el cumplimiento autónomo y sociable de su condición indivisa, irrepetible.  El hombre así puede ser bueno, malo o regular; intentar extirpar esta ambigüedad moral de su destino no lo mejora sino que lo destruye. Creemos que se diferencia al demócrata del anti demócrata, no porque el primero tiene más fe que el segundo en la democracia, sino por que tiene menos. El anti demócrata le supone a la misma como ideal, unos efectos sorprendentes y milagrosos sobre la especie humana, que no puede tolerar sin amarga decepción, para él la democracia no basta, siempre debe llevar a algo más: debe garantizar la dicha de los ciudadanos, su salud física y psíquica, su tranquilidad espiritual, su prosperidad económica, su virtud religiosa. De ahí que toda democracia históricamente instaurada le parezca corrupta, insuficiente, pervertida y que no distingan otro tratamiento que no sea alguna cirugía autoritaria para corregir el desvío.

La pregunta por la naturaleza y sentido de la democracia, no es cuestión que interese a la rama política de la filosofía, sino a la filosofía en si misma como tal fue la democracia requisito histórico para su origen y es condición permanente, indispensable, inexcusable de su pleno ejercicio. También en las autocracias pos helénicas, en las monarquías absolutas, en las dictaduras y en las tiranías totalitarias, el filósofo lo ha sido en cuanto que ciudadano de la democracia ya una vez inventada para siempre, aunque transitoriamente suspendida; también como critico de la democracia, como cuestionador severo de sus insuficiencias o de sus vicios. Queremos enfatizar que la filosofía expresa el significado de la democracia, comparten igual destino en sus búsquedas y fracasos, en su autonomía y en sus quejas.

Hoy hay un debate incruento acerca de la vialidad de la democracia y de sus numerosos modelos, de que es y no es la verdadera democracia, que si puede darse democracia política en la sociedad en veloz crecimiento, que si se puede resguardar realmente contra los embates de el soborno, nepotismo, partidización, cleptocracia… por eso a los filósofos, no debería dejar de interesarles esa amalgama teórica de la democracia, después de todo la filosofía, no se preocupa tanto de las cosas que pasan como las que no pasan, y para pensar en lo que no pasa hay que volver a hacer el recorrido sobre lo que se supone ya conocido, hacerlo de nuevo presente. No como mera abstracción retórica sino como reorientación permanente de esfuerzo histórico, que debe ocuparnos especialmente en el país en este momento.

Pedro R. Garcia M.
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