La visita de los Cancilleres de UNASUR y las
declaraciones a la prensa nacional por parte
del Canciller chileno me transporto al aeropuerto de Santiago de Chile
una noche, con toque de queda a las 10:00 pm, fría y oscura. La reminiscencia
no es gratuita porque en esa oportunidad llegaba a Chile como Consejero de
asuntos políticos en la embajada de nuestro país.
Los chilenos vivían una etapa
aciaga de su historia bajo una dictadura militar, quien paradójicamente había
abierto las fronteras de su país a parte de los muchos exilados políticos y
permitía una muy sui generis apertura revestida de cierto talante democrático.
Sectores amplios de la oposición, desde las seis fracciones en que estaba
dividido el Partido Socialista, la Democracia Cristiana, la Social Democracia,
Radicales, Izquierda Cristiana y sectores de derecha, ya en franca oposición a
la dictadura, insurgían a través de una vía pacífica y democrática, en lo
posible debido a los estrechos márgenes permitidos por el gobierno.
Así las
cosas, la oposición podía participar en la prensa escrita y radial, pero no en
la televisión, las direcciones nacionales de los partidos no tenían casa
propia, pero funcionaban a través de los escritorios jurídicos de algunos de
sus militantes.
De esta manera pude
conocer, en un bufete de la calle ahumada, a los tres dirigentes demócratas
cristianos que dirigían para la época las tres corrientes internas. Gabriel
Valdez, quien luego sería el primer Canciller en el retorno de la democracia,
Juan Hamilton y al “chico” Zaldívar. Los socialcristianos siempre han sabido
sobrellevar pacíficamente sus diferencias internas.
Con el Partido Socialista,
fue un poco más complicado, puesto que, como ya se señalo, estaba escindido en
siete tendencias. Seis que estaban por recobrar la vía pacífica para salir de
la dictadura y una fracción dirigida por Clodomiro Almeyda que insistía en la
vía insurreccional con el Partido Comunista y el MIR, pertenecientes al Frente
Patriótico Miguel Rodríguez .
Me entreviste con los dirigentes de las seis
opciones que no estaban con la vía insurreccional, también en seis oficinas
distintas. Así pude conocer a Ricardo Lagos, cabeza de una de ellas en el
barrio santiagueño El Bosque, si mal no recuerdo; a Carlos Briones, quien había
sido Ministro del Interior en su oficina, a Manuel Mandujano Navarro, líder del
llamado grupo histórico, quien tenía viejos vínculos con Venezuela y había
estado en nuestro país fundando el Instituto Pedagógico Nacional y el Liceo
Aplicación, ya que formaba parte de la delegación chilena de educadores que nos
visitó en 1936. También lo hice con los dirigentes socialistas pertenecientes
al llamado grupo MAS, con Víctor Sergio Mena; con dirigentes de la llamada
Unión Socialista Popular (USP); con los Socialistas No Comprometidos; con el
grupo Chispa y los llamados Comandantes, además
de lideres pertenecientes al grupo de Almeyda, quien si permanecía en
estricta clandestinidad con el PC y MIR. Este contacto con los socialistas me
permitió conocer a personalidades como Hernán Vodanovich, Víctor Mena, Luis
Herrera G, Sergio Navarrete y Heraldo Muñoz, actual Canciller chileno, hoy de
visita en Venezuela. Con el Partido Radical, a través de Enrique Silva Cimma,
con la Social Democracia, de Luis Bossay, Levian Muñoz y Mario Sharpe; con la Izquierda Cristiana de Sergio Bittar;
con gente del Partido Derecha
Republicana, de Hugo Zepeda; Partido Liberal, de Claudio Zerda y Guillermo
Toro; Partido Nacional de Carmen Saenz, Pedro Correa Opazo, Fernando Ochagavía
y Patricio Philips; también con sectores diversos, tanto del movimiento
sindical, estudiantil etc.
Durante más de tres años estuve en ese querido país tratando
de ayudarlos para el reencuentro de una nueva y fuerte democracia. Es necesario
reconocer en Jaime Lusinchi, recién electo Presidente de la República, en gesto
que le enaltece, su decisión de
enviarnos al Embajador Héctor Vargas Acosta y a mí, a ejercer esas actividades
diplomáticas, ya que su intención en
realidad comprendía la estructuración de un equipo político para ayudar en lo
posible el retorno pleno de la democracia chilena. Ni el Embajador ni yo
militábamos en el partido de gobierno venezolano, éramos independientes,
provenientes ambos de largo ejercicio de oposición en el país. Pero por
diversas razones de solidaridad política, estábamos plenamente identificados
con la causa chilena. De esta manera, los dirigentes y el pueblo chileno
recibieron apoyo político, moral y material amplio por parte del gobierno
venezolano sin distingos de ideologías, desde la izquierda, pasando por el
centro y hasta la derecha, cuyo mínimo común denominador común era la
aspiración del retorno a la civilidad republicana.
Cuando salí definitivamente de
Chile en 1987, ya se había logrado tejer con paciencia franciscana una urdimbre
de tejido unitario que dio comienzo al proceso ya indetenible de unidad, por
encima de las diferencias, que culmino con el triunfo electoral del llamado
Partido por la Democracia, con presidentes de diversas ideologías como el
demócrata cristiano Eduardo Frei y los socialistas reelectos Ricardo Lagos y
Michelle Bachelet.
Todos estos recuerdos
almacenados en mi memoria resurgieron al escuchar las declaraciones formuladas
en suelo venezolano este siete (7) de
abril por Heraldo Muñoz, (cuyo pseudónimo era “Díaz” en el lenguaje semiclandestino
implementado por el Embajador y por mí) en su carácter de Canciller de la
República de Chile y miembro de la Delegación de UNASUR en comisión mediadora y
de buenos oficios ante la Crisis Nacional que vivimos los venezolanos.
Aun conservo material de apoyo
en aquella gestión, donde aparecen los pseudónimos de todos los actores
políticos de la época y que implementamos por razones de seguridad en nuestra
nobel experiencia diplomático-política. Lo anterior pertenece al anecdotario y
me permito señalar, con la venia de los lectores, algunos de ellos: Ricardo
Lagos (Daniel), Carlos Briones (Darío) Manuel Mandujano (Dumas), Aniceto
Rodríguez (Isidro Quiroga) Clodomiro Almeyda (Danton), Sergio Navarrete
(Drago), Víctor Mena (Demetrio) Enrique Silva Cimma (Ramiro), Gabriel Valdez
(Limbo), Andrés Zaldívar (Loyola), Juan Hamilton ( Loreto), Radomiro Tomic
(Luis), En la Iglesia Católica, Monseñor Fresno era (Pedro Pablo), Vicario
Cristian Precht (Juan), Monseñor Sergio Valech (José) y el Cardenal Silva Henríquez (Tomas), Junta de
Gobierno y otros, Augusto Pinochet (Tarugo) Jose Toribio Merino (Nerón),
Fernando Mattei (Icaro), Cesar Mendoza (Tamayo), Patricio Carvajal (Romero
Villate), Humberto Gordon (Estrada), etc., etc. Algunos venezolanos mayores y/o
conocedores de historia, podrán observar la concatenación de los pseudónimos
con personajes de la dictadura perezjimenista, muchos de ingrata recordación.
También los chilenos que vivieron y conocieron a algunos de los personajes
citados, ya que algunos han desaparecido, podrán hacer evocación de una etapa
negra del querido Chile. El pseudónimo del Embajador Héctor Vargas Acosta era
(Carlos Julio), el del Consejero Político
José Rafael Avendaño Timaury (Álvarez). Teníamos en el equipo una
Asistente chilena, la periodista Angélica Beas (Yula). Yula, por cierto fue el
pseudónimo que utilizo la Dra. Clarisa
Sanoja en la lucha clandestina correspondiente a la Resistencia a la
dictadura de Marcos Pérez Jiménez (1948-1958).
Hay otros países pertenecientes
a UNASUR que también recibieron solidaridad venezolana en el proceso de la
reconquista de vida democrática, como Uruguay, Argentina y Paraguay.
De esta manera, y situándonos de nuevo en el año 2014, es importante que esa delegación multinacional, y el Canciller Heraldo Muñoz, en lo particular, como interlocutor político en la época dictatorial chilena y ahora en funciones diplomático-políticas, interpongan sus buenos oficios para que la sindéresis se reinstale de nuevo en la mente de la dirigencia política venezolana y que ésta, a través del proceso de Negociación Política, evite la alternativa violenta que se vislumbra si no se logra un acuerdo nacional estructurado con frialdad de catedrático que impulse de nuevo al país por la vía constitucional y para ello, sin pecar de reiterativo, es menester que los Poderes Públicos garantes del pleno ejercicio democrático sean reestructurados a cabalidad y cuya apología no es necesario exponer: Independencia plena y división de los poderes públicos a cabalidad; CNE; TSJ; Contraloría General de la República; Ministerio Público, Defensoría del Pueblo, en lo formal. En lo político, la libertad de los presos políticos y el retorno de los exilados. Estas condiciones son inobjetables para ellos por la incuestionable experiencia política que les ha tocado experimentar.
Sin lo anterior, solamente se
“correrá la arruga” y utilizando jerga castrense, constituiría un mero “saludo
a la bandera” con las consecuencias conocidas, todas previsibles y no deseadas
por la mayoría nacional e internaciional.
José Rafael Avendaño Timaury
cheye36@hotmail.com
@cheye36
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