Nuestra política exterior, durante estos ya
largos quince años de gobierno, se ha caracterizado por un permanente olvido de
nuestros objetivos nacionales para verse subordinada a los intereses ideológicos de lo que han llamado
“el socialismo del siglo XXI”.
Si algo caracterizó a la democracia venezolana
fue su continuidad en la política exterior. Esto se logro mediante el diseño de
una política de Estado que, sin importar el partido gobernante, se orientaba a
través de principios y de una estructura burocrática constituida por
funcionarios de carrera que alcanzaron un elevado nivel de eficiencia y
profesionalismo. Los aciertos de esta política fueron muy numerosos. Sólo
recordaré cuatro: el respaldo a la democracia
en la América Latina, el impulso a la integración regional, la
defensa intransigente de nuestra soberanía territorial y la firma de ventajosos
acuerdos de delimitación de áreas marinas y submarinas en el Caribe. En el caso
específico de las relaciones con Colombia se establecieron, en el Acuerdo de
San Pedro Alejandrino en 1989, dos principios fundamentales: la bilateralidad y
la globalidad.
Sorprendentemente,
en el año 2009, se estuvo a punto de firmar el acuerdo Gómez-Rondón, en el cual
Venezuela incumplía el principio de la globalidad y abandonaba su tradicional
posición histórica frente al Golfo de Venezuela al aceptar para el trazado de
la línea propuesta como límite el método denominado de la equidistancia y de la
línea media. Además, el trazado de la línea Castilletes hacia el punto medio
entre la península de la Goajira y la de Paraguaná irrespetaba la tradicional
posición venezolana: la prolongación de la dirección general de la frontera
terrestre. Este inmenso error tuvo su origen en la absurda designación de Pabel
Rondón como embajador en Colombia y al mismo tiempo presidente de la Comisión
Negociadora en reemplazo del general José Antonio Olavarría, quien había
logrado consistentes avances en dichas conversaciones.
Esta
falta de continuidad en la conducción de las negociaciones fue aprovechada por
Pedro Gómez Barrera, presidente de la Comisión Colombiana, para convencer al
embajador Rondón, quien demostró tener muy poco conocimiento sobre el tema, de
las ventajas de dicho acuerdo. También influyó el interés que tuvo Hugo Chávez
en transformarse en un factor dominante en la política colombiana, con la
finalidad de imponer un gobierno cercano ideológicamente a la Revolución
Bolivariana. La actitud firme y patriótica de Francisco Nieves Croes, miembro
de la Comisión Negociadora, quien denunció ante la opinión pública los
inconvenientes de dicho acuerdo y la presión de la Armada evitó que naufragaran
nuestros intereses en el golfo de Venezuela. Los venezolanos deben estar
atentos. Nicolás Maduro puede tener las mismas ambiciones de Hugo Chávez…
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