Esta
es la labor que se propuso el chavismo desde un comienzo; cuando Chávez llega a
la presidencia de la República ya estaba acordado el uso de los mecanismos más
perversos y odiosos para destruir nuestra alma, pervirtiendo sus principios y
valores, para desestabilizar nuestra cordura, lo que significaba aplicar dispositivos
de alteración de la mente a escala colectiva.
Esto
era parte del plan de arrasar y destruir al capitalismo, de aplanar el mundo
para construir la fantasía socialista anunciada en los discursos del entonces
candidato Chávez.
Ya
el famoso Psiquiatra Carl Jung, que había descubierto ciertos eventos de
consecuencias colectivas, nos decía: “Somos acechados de una manera amenazante
por guerras y revoluciones, que no son otra cosa que epidemias mentales. En
cualquier momento unos millones de personas podrían ser poseídas por la locura,
y nuestros líderes podrían precipitarnos en un baño de sangre de guerra y
radioactividad… En vez de estar expuestos a animales salvajes, rocas que caen e
inundaciones, el hombre está expuesto hoy a las fuerzas elementales de su
propia mente.
La
vida mental en un poder en el mundo que supera con creces los demás poderes de
la tierra…”
¿Cuál
es la manera que los ingenieros sociales y manipuladores de masas, inducen a la
locura colectiva?
No
es una pregunta especulativa, hay estudios y gente ocupada, desde hace mucho
tiempo, en responderla, y con un efecto práctico, una enajenación colectiva
principalmente para ganar guerras, conquistar pueblos y someter a los otros a
los designios de un grupo.
Sun
Tzu, en su obra El Arte de la Guerra, dejó por sentado, hace ya 2.500 años, que
la manera más eficaz de ganar una guerra era justamente por medio de la derrota
mental, sin disparar una sola flecha… corrompa usted un pueblo, elimine las
posibilidades de defensa ante el absurdo, ataque sus hábitos diarios, su
rutina, cambie la manera como les funciona el mundo y verá ese pueblo
degradarse en animales salvajes. Ataque usted la cultura de un pueblo,
disuélvala, contradígala, confúndala y muy pronto el grueso de la población entrará
en un estado de psicosis muy peligrosa.
El
estudioso de la historia de la cultura, Anthony Wallace, encontró en su extensa
investigación que, en períodos de turbulencia social, cuando se producen
cambios muy bruscos en una cultura, cuando bajo las nuevas condiciones las
viejas respuestas no funcionan, los antiguos
métodos
no se sostienen, cuando las maneras tradicionales de funcionar en sociedad
dejan de prevalecer y los valores cultivados dejan de tener estima, todo eso
lleva a la desmoralización, que resulta en estrés psicosomático, en un abuso de
drogas y alcohol, en miedo, en paranoia, en enfermedades.
Cuando
Adolfo Hitler era un muchacho y peleaba en las trincheras en la Primera Guerra
Mundial, los psiquiatras estaban atentos a cómo el estrés y la conmoción del
enfrentamiento armado afectaban la mente de los soldados, de estos estudios
surgió un considerable material de cómo manipular el estrés de grandes grupos,
de cómo disminuir sus efectos negativos o aumentarlos, una persona sometida a
altos grados de estrés es fácilmente manipulable; imprímale intensidad al
temor, y la gente responderá regresando a una etapa infantil donde se
inmoviliza
por el miedo y se hace dócil.
Este
conocimiento de cómo trabajar sobre la mente de los individuos, en los grandes
grupos, se sistematizó, se experimentó con ella y se anotaron escrupulosamente
sus resultados.
Cuando
Hitler llegó al poder, Goebbles, su Ministro de Propaganda, ya tenía a
disposición un material con qué trabajar al pueblo alemán, avasallándolo con
burocracia, violencia y militarismo. Paralelamente, los genios de la propaganda
y la manipulación mediática, como Will
Muzemberg
que organizó para la dictadura de Stalin la propaganda internacional, y el
psiquiatra Brigadier General John Rawlings Rees, director de la guerra
psicológica británica, recopilaron sus conocimientos y aprovecharon la Segunda
Guerra Mundial para hacer uso de ellos y profundizar en estos manejos, que
luego usó Stalin en Rusia, en un gigantesco laboratorio humano, desarrollando
las técnicas más oscuras del lavado de cerebros y dominación de masas, posteriormente
se dieron los estudios sobre psicosis y esquizofrenia del Dr. Laing para
comprender lo frágil que es la “normalidad”; de allí este conocimiento pasó a
Cuba, donde fue incluido dentro del arsenal para colonizar pueblos y someterlos
a la doctrina comunista.
En
el capitalismo, todo servicio de inteligencia que se respete tiene por lo menos
un departamento dedicado a las artes negras de la desinformación y la
propaganda de guerra, los experimentos de institutos privados de investigación
social con el colectivo no han parado, las universidades todavía estudian como
reprogramar a la mente humana.
El
chavismo ha utilizado de manera perversa, pública y notoria todas estas
técnicas de manipulación en contra de la población venezolana, sus personeros
se ufanan del poder mediático que han concentrado para sus procesos de
indoctrinación y control mental, sus instituciones funcionan con expertos
extranjeros en la confección de noticias, estadísticas, rumores,
descalificaciones, matrices de opinión, líneas editoriales, censura, creación
de tendencias, amenazas, manejo de la información con fines políticos.
Su
fascinación con la fórmula de que “una mentira repetida mil veces se convierte
en verdad” es obvia.
Pero
es allí, justamente, donde han fracasado, en la gestión de la información; el
abuso de la amenaza y la manera como manipulan es tan burda que, la gente ya se
pone en guardia ante sus avances; aún así, el daño ha sido inmenso, por medio del
bombardeo constante de promesas de violencia, falsificación de la historia, del
lenguaje ordinario, ataques a las instituciones fundamentales como la familia,
la iglesia, la propiedad privada, provocando desabastecimientos, siniestros industriales
y cortes de luz, arruinando al país, promoviendo la
impunidad
y la corrupción, de esta manera han enfermado a la población de miedo, la han
llenado de inseguridades, le han movido el piso a una parte importante de
venezolanos.
Los
grandes comunicadores del régimen, los inventores de la guerrilla comunicacional,
de la guerra de cuarta generación, del poder popular, de darle voz a los que no
la tienen, de la hegemonía comunicacional, ahora se les ocurrió dotar a los
militares (pobres militares, los usan para todo) de una televisora y que para
transmitir, por un canal abierto valores patrios a la población, tal aberración
solo va a incrementar la manipulación y con una guerra psicológica aún más virulenta,
pero esta vez, sin que pueda existir la crítica ni la repulsa a su contenido y
presentación.
Atacar
de esa manera a la población, es lo más cercano a una violación, violencia
gratuita, subliminal desde la comodidad del poder, como lo hacen los cobardes
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