Existen
cuatro pilares fundamentales en el desarrollo armónico y sostenido de un país;
en ellos se soportan todos los planes de acción para la construcción de una
sociedad capaz de alcanzar el mayor bienestar posible.
No se trata de la
panacea, no es algo novedoso, ni tampoco experimental. Ha sido probado desde
tiempos remotos comprobando sus excelentes resultados, perfectibles, como todo
lo humano. A saber, la salud, la educación, la libertad y la seguridad.
Mientras estos cuatro pilares no sean la prioridad de un gobierno,
sencillamente no habrá progreso en una nación y, como consecuencia, será cada
vez menor la posibilidad de alcanzar una vida digna.
Lamentablemente,
los venezolanos llevamos una década y media siendo gobernados por una partida
de sátrapas que muy alejados de querer el bien de los venezolanos han
pretendido despojarnos de todos nuestros derechos. Bajo el amparo de una
revolución que prometió cambios sustanciales en las estructuras de la nación,
con el fin de proveer una vida de oportunidades, estos revolucionarios de
pacotilla solo han logrado enlutar a nuestra patria generando más miseria,
muerte y dolor. ¡Vergonzosa revolución!
Es
absolutamente inaceptable que en un país con tanta riqueza su gente tenga que
sufrir verdaderos vía crucis para recibir los servicios de salud. Ellos, los
revolucionarios, pretendiendo ser hombres muy importantes de negocios, solo
hablan de la cantidad de petrodólares invertidos. Miden la eficiencia por el
dinero; solo que ese dinero se va menguando mientras recorre un largo camino de
corrupción. Al final, no hay vacunas para la influenza AH1N1, somos el segundo
país en Latinoamérica con más decesos por esta enfermedad, solo superados por
Brasil que cuenta con casi 200 millones de habitantes. ¡Vergonzosa revolución!
Contamos
con los mismos hospitales construidos en democracia; pero ellos, los
revolucionarios, se jactan de la red de CDI deteriorados por falta de
mantenimiento, con sofisticados equipos tapizados por el polvo ya que el
personal no fue instruido para su operación. Ni hablar de la injusticia
cometida contra todos esos muchachos a quienes engañaron vilmente haciéndoles
creer que los convertirían en médicos en tres años, quienes ahora andan
sufriendo de cojera intelectual nada mas y nada menos que en el manejo de la
salud de otros. Pero los revolucionarios traen verdaderos cambios, están muy
ocupados probando las terribles consecuencias del tetero y diseñando la mejor
toalla sanitaria al mejor estilo cavernícola. ¡Vergonzosa revolución!
Han
tenido las arcas repletas para comprar voluntades en el continente y más allá
de sus fronteras; sin embargo, el modesto presupuesto que genera la cesta
petrolera a 100 dólares el barril no les ha alcanzado para construir escuelas,
liceos y universidades. Lo más grave es que las que existen las han sometido al
desmantelamiento por sus malandros asalariados. Con premeditación y alevosía
llevan años reduciendo los presupuestos de las universidades. No tienen las
luces entre sus prioridades. Tampoco, tienen la moral para dirigirse a los más
valiosos profesionales de una nación, los educadores; sin los cuales no hay luz
sino una profunda oscuridad que nos dirige al caos. ¡Vergonzosa revolución!
Todos
los derechos contemplados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos
son adquiridos desde el momento de ver la luz de este mundo. La palabra clave
en esta declaración es libertad, puesto que el disfrute de estos derechos le
ofrece al individuo libertad para ejercer una vida plena, que debe ser
garantizada por el Estado. Tristemente, en nuestro país, la línea de separación
entre Estado y Gobierno se encuentra completamente desdibujada. Pero, la
revolución ha coloreado con su rojo sangriento las calles de nuestra nación.
Solamente en el 2012 se registraron 14.000 homicidios. La revolución cercena el
derecho a la vida mediante la impunidad al criminal. Mientras los ciudadanos
están completamente desprotegidos, ellos, los revolucionarios viven y se
trasladan en bunkers, custodiados al mejor estilo Rambo. ¡Vergonzosa
revolución!
"Una sola cosa nos explica bien la historia y es en qué consisten los malos gobiernos". Thomas Jefferson
@RosaliaMorosB
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