Si bien es cierto que los resultados favorables al régimen en la consulta de octubre suelen generar un efecto expansivo que podría contaminar la nueva votación, también lo es que en los últimos dos meses es más que evidente el fracaso del régimen
Este domingo 16 la sociedad democrática
afronta un nuevo desafío: mantener o aumentar el número de gobernaciones que
hoy enfrentan al proyecto chavista. Si se toman en cuenta los resultados de las
últimas consultas electorales y en particular los seis millones y medio de
votos obtenidos en la escogencia del 7 octubre, ello es posible. Sin embargo,
no se trata de un ejercicio puramente aritmético. La fortaleza del oficialismo
en las urnas, amén de que una porción significativa de venezolanos suscriben su
propuesta ideológica, radica en el ventajismo de Estado que de diversas maneras
influye finalmente en la decisión de los votantes.
Un ventajismo que tiene como aliado la
conducta de un CNE parcializado y al servicio de los planes oficialistas.
Situación que no es nueva, pero que se hizo demasiado ostensible en la reciente
contienda, tanto que la dirigencia opositora por primera vez consignó
evidencias de numerosas irregularidades, incluida la actuación impropia de la
FANB en la "Operación República".
La MUD, días después, exigió ante
el órgano electoral la revisión de medidas y la eliminación de dispositivos que
además de innecesarios sirven al continuismo. ¿Acaso esas recomendaciones
fueron atendidas por el CNE? ¿Quién garantiza que las "triquiñuelas"
como las llamó el candidato Capriles no se repitan en la jornada del domingo?
No obstante ello, más que una razón para el desánimo y el abstencionismo
debería operar en el electorado como un estímulo para una participación activa
en el entendido de que se trata de votar además contra un cuadro de descarada
utilización de los recursos públicos. En la misma línea el voto democrático
opera nuevamente en dos direcciones: la escogencia en este caso de gobernadores
y consejos legislativos, pero también él implica una toma de posición ante el
dilema democracia o autoritarismo.
Si bien es cierto que los resultados
favorables al régimen en la consulta de octubre suelen generar un efecto
expansivo que podría contaminar la nueva votación, también lo es que en los
últimos dos meses es más que evidente el fracaso del régimen.
Los problemas nacionales (inseguridad,
deterioro de los servicios, inflación, etc.) se han agravado ahora mucho más
con la ausencia por razones de salud del presidente Chávez. Una situación que
impide la toma de decisiones y que se une a la conocida negligencia e
ineficiencia del Gobierno, la cual habrá de persistir dada la complicación de
la enfermedad presidencial. Vacío que se acentuará, además, hasta que se
despeje la interrogante sobre lo que ocurrirá el 10 de enero, fecha en la cual
el país podría entrar en un escenario político impredecible.
De esta manera, votar el domingo más que un
deber resulta una necesidad democrática.
@manuelfsierra
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