Es como una brisa con música, como una fuerza que acelera el ritmo del
cuerpo y produce una emoción que se delata en el rostro. No es sonrisa, sino
una alegría que está naciendo por dentro, al mismo ritmo que se devela la
decisión de quienes no habían hablado. Ellos eran el 30 por ciento de
venezolanos indecisos. Ahora sólo quedan 20%, y del 10% que se decidieron, 8%
lo hicieron por Capriles y 2% por Chávez. Esto indica que el primero no se
siente perdiendo, pero igualmente el segundo piensa que no debe perder. Por eso el hermetismo, por eso es el
silencio.
Pero la alegría no se puede ocultar, es como la
tos y el dinero. La oposición se siente contenta con el avance de la
candidatura de Henrique Capriles. Se saludan y dicen: “estamos ganando”. En
realidad ellos sienten que habrá fiesta en el país, algunos ya piensan en la
navidad, escuchan gaitas, cánticos navideños, y al mismo tiempo se preparan
como testigos de mesa, movilizadores y apoyo para actuar en logística. De tanto
hacerlo, hacen el trabajo electoral como aquellos que escriben a máquina sin
mirar las teclas. Muchos ya son unos veteranos, y los más jóvenes están
ansiosos por demostrar su habilidad, resistencia
y coraje juvenil. Y siempre les recuerdan que los mejores irán a los
centros de votación más difíciles y más lejanos. Serán los últimos en regresar
y en llegar a la fiesta, pero los más aplaudidos.
Entretanto, el oficialismo anima a su candidato
y él, a pesar de su enfermedad, le demuestra coraje a las masas. Sin embargo,
su esfuerzo es insuficiente porque toda la carga está sobre sus hombros. Él
enseñó a los suyos que sólo era él y nada más que él, y ahora cuando necesita
de ellos, las masas los consideran unos incapaces. No resuelven nada, el
gobierno se vino abajo y su candidatura presidencial se estancó. Buscando
aliviar las cargas, el candidato del oficialismo ha tratado cambiar de caballo
en mitad del río, pero el equilibrio ha entrado en crisis por lo
contraproducente de la idea, no ve resultados en sus comandos, sus partidarios
le exigen que cumpla lo prometido, tal como ahora en Ciudad Guayana con los
contratos colectivos y los trabajadores de PDVSA, el combate contra el delito y
el desarme de la población, el contrabando de gasolina y la imposición del
chip, y la ausencia de servicios públicos en los estados donde tiene
gobernadores y alcaldes, quienes por no cumplir las ofertas tienen un rechazo
del 65 por ciento del electorado.
El pueblo apuesta por un cambio. Esa es la
realidad. Esa es la alegría que siente el venezolano en su interioridad. La
decisión se verá con más claridad en los próximos días. Hay un 20 por ciento
que no se ha manifestado todavía, pero sus compatriotas sienten que en lo más
profundo de su conciencia no está sembrada la idea de la presidencia vitalicia
como se pretende implantar, haciéndola ver como una reelección inmediata e
indefinida.
En 13 años, ya sabemos a qué sabe. Tiene un sabor amargo. Eso si,
cuando va desapareciendo, siente uno una alegría silenciosa. El 7 de octubre
nos veremos con ellos para celebrar por la felicidad de un país que asumirá de
nuevo el respeto a la ley y a sus instituciones. Entretanto, mírate en el
espejo de quienes trabajan por el triunfo, para que veas la felicidad de tu
rostro.
leninvalero1@hotmail.com
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