En la jornada electoral no es precisamente él quien tendrá la
última palabra
Como dicen las abuelas, el líder máximo "nunca de puntada
sin hilo". El que la mayoría de sus últimas "apariciones" se
hayan dado rodeado del entorno militar o se efectuaran en un enclave castrense
tienen una significación. Ese retrato con oficiales va más allá del acto de
ascensos, del desfile del 5 de julio o de reuniones con generales y almirantes
en el ministerio. Al Jefe le interesa, quién sabe por qué, que todo el mundo
piense (¿sobre todo a lo interno?) que las Fuerzas Armadas son su coto particular
y privado y que en lugar del apellido "Bolivariana" de nueva data
puede escribirse "Chavista" como, por cierto, un general de alto
cargo confiesa como identidad en su cuenta de Twitter.
¿Cuál es la idea? ¿Meter miedo? ¿Decirnos a todos, hagan lo que hagan,
saquen los votos que saquen el próximo mes de octubre que "ellos"
serán el gran elector? ¿O que a todos nos quede en la mente que los encargados
de manejar el Plan República, así como la transparencia en el resguardo del
material electoral y de las instalaciones donde se efectuará el acto comicial
no son imparciales?
La verdad es que decir Fuerzas Armadas es hablar de un entorno
cerrado y no estamos refiriéndonos a la alta jerarquía que grita a los cuatro
vientos su lealtad a un hombre y no a una institución. Nos referimos al resto,
a esa cantidad de hombres y mujeres que sufren callados los mismos problemas
que todos vivimos. Ellos no están ajenos a la inseguridad, a que sus familiares
mueran víctimas del hampa, a que no les alcance el sueldo, a que sus hijos no
vean futuro y quieran buscarlo en el extranjero; ellos desean, como todos, lo
mejor para sus afectos, pero si hay miedo en la sociedad civil a la hora de
expresar estas penurias, ¿qué dejamos cuando hay un uniforme de por medio?
Ellos no son extraterrestres, saben lo que está sucediendo, la
diferencia es que por disciplina (principio básico en ese oficio) no se
arriesgan a criticar. El próximo 8 de octubre, como todos, ellos también se
expresarán con el voto y seguramente también mantendrán la misma actitud
institucional como la gran mayoría de ellos se comportó en los pasados comicios
parlamentarios. Pese a todas las sospechas que "algunos" quieran
sembrar con sus discursos parcializados hacia una tendencia política, tal vez
con la intención de desmoralizar al bando contrario, los hombres de uniforme
respetarán y harán respetar la voluntad popular. Esto no es un gesto de
gratuita ingenuidad sino que la luz de la experiencia de las últimas jornadas
electorales, así lo ha demostrado.
El líder se rodea de los uniformados tal vez con la intención de
que el país sienta que la FANB nunca admitirá a otro distinto a su persona,
pero en la jornada electoral no es precisamente él quien tendrá la última
palabra.
mariaisabelparraga@gmail.com
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