El Estado enfoca la atención al desarrollo humano dentro de los parámetros tradicionales aplicados por un gobierno tras otro, sin que haya modificaciones de forma ni de fondo en la acción para la población. Se acentúa la oferta de más educación, vivienda, salud, seguridad y vialidad en las etapas anteriores a eventos electorales, basándose en trabajos realizados por expertos que elaboran los planes basados en experiencias previas y estimaciones de lo que se puede hacer. Se ofrece lo que se debe hacer con las empresas del Estado, con la centralización o descentralización, con el rol del petróleo, con la estimulación de la participación de la empresa privada. Se usan los distintos enfoques que han sido y siguen siendo la fórmula tradicional de intentar resolver las necesidades del país para lograr el desarrollo. Los deseos y necesidades de la gente se barajan a través de encuestas con el fin de determinar lo que puntualmente pueda ser atractivo desde el punto de vista electoral, pero no se hace un esfuerzo efectivo para determinar las necesidades por y para la gente. Se establece a través de los mejores criterios de la dirigencia correspondiente, lo que la gente necesita; se sufren los mareos de izquierda-derecha y los resultados siguen siendo una ingrata sorpresa cada vez que se evalúan. El plan, generalmente, contiene un crecimiento porcentual del PIB, un aumento del empleo, el financiamiento de la actividad industrial, el aumento del área de siembra, el aumento de la producción del petróleo, el aumento del crédito para las pequeñas y medianas empresas, la reducción de la pobreza, la reducción del analfabetismo y el mejoramiento de la planta física educacional y hospitalaria.
¿Y la gente? ¿Qué necesita la gente y cuáles son sus prioridades?
¿Se le puede ofrecer lo mismo a todo el mundo todo el tiempo? ¿Quién y de qué manera solicita la opinión de la gente sobre sus necesidades? ¿Se logra esta información a través de caminatas por las barriadas pobres saludando a los electores potenciales? ¿Con preguntas a 1.200 personas distribuidas a través del mapa nacional se determinan las necesidades específicas de los residentes de Carapita al igual que y en contraste con las de Macuro? ¿Quieren todos vivienda en preferencia a más seguridad o mejor educación? ¿Quiénes prefieren mejor servicio médico de alta calidad? ¿Y qué quieren los que no necesitan vivienda porque ya la tienen? ¿Y todo se lo tiene que dar el Estado? ¿Y el empleo? ¿Y la capacitación de la gente para el trabajo? ¿Y de qué manera podría lograrse que muchos electores solucionaran o contribuyeran por esfuerzo propio a solucionar sus necesidades? ¿Hay programas conjuntos entre el Estado y la empresa privada? ¿Y entre el Estado y la gente? ¿Cuál es la responsabilidad de la gente? ¿Y cuál la de las empresas? ¿Y la del Estado? ¿Y las carreteras de quién construiremos primero? ¿Y cuál es la responsabilidad de cada cual? ¿Y qué papel tienen las empresas en cuanto al desarrollo humano? ¿Cómo participan?
Se requieren respuestas, pero hay que conocer las preguntas antes de responderlas. Preguntémosle a la gente qué quiere y en qué orden lo prefiere. Démosle la oportunidad de participar y atendámosla en sus verdaderas necesidades. No basta con demostrar el interés. Busquemos lograr el desarrollo humano y, consecuentemente, el desarrollo.
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