En todo régimen democrático la existencia de una oposición legítima y organizada es un requisito indispensable para garantizar el buen desempeño del partido de gobierno y el respeto a los derechos ciudadanos. El consenso y el disenso son prácticas políticas propias de una democracia efectiva porque garantizan la convivencia, el debate, la discusión y finalmente el acuerdo en bien de todos.
El recto accionar del partido gobernante es importante, pero igualmente lo es el derecho a cuestionar, a censurar a criticar, por parte de los partidos o grupos de oposición. No puede haber democracia legítima ni plena sin ojos vigilantes y sin voces críticas. La democracia política requiere de opositores, es una exigencia, una cuestión fundamental. El papel de la oposición es variado y depende de las circunstancias de cada sociedad.
Pero básicamente, su función es controlar el ejercicio del poder, cuestionar las políticas y las decisiones de gobierno, canalizar el descontento ciudadano y aportar soluciones constructivas para mejorar. Oponerse no quiere decir actuar contra la democracia sino dentro de ella para promoverla y fortalecerla, no para distorsionarla.
Desde luego, la oposición tiene derecho a presentarse como alternativa de gobierno, como otra posibilidad. Este ha sido el propósito de la llamada Mesa de la Unidad (MUD). Ha pretendido ser una opción de mejor gobierno, con ese fin surgió y consecuente con esa idea ha actuado. Pero la MUD más que un partido es todavía una coalición de fuerzas políticas diversas que trabaja intensamente por consolidarse como partido, tarea nada fácil en Venezuela donde la cultura política es una asignatura pendiente y donde el llamado gobierno socialista-comunista, dueño del poder, siempre ha pretendido diseñar un gobierno y que revolucionario a la medida de sus intereses, es decir, una izquierda genuflexa, manipulable, conciliadora por principio, que no cuestione, que no exija y que se contente con las migajas del régimen, con los puesticos burocráticos y las tajaditas presupuestales.
Cuando la oposición no responde a ese esquema, y ese es el caso de la MUD, le llueven los ataques, el macartismo, los señalamientos, los trucos divisionistas. La historia del país está llena de ejemplos que ilustran la incapacidad de la débil democracia venezolana para aceptar y respetar la oposición política. En la mente de la clase política prevalece el unanimismo como fórmula política, es decir, la democracia recortada, disfrazada.. Las disidencias dentro de los partidos tradicionales, Acción Democrática y Copei, han tenido una existencia fugaz, las han dejado actuar para luego engullirlas sin disimulo
Eso pasó con el MAS, CON PPT y con PODEMOS. Más adelante, la oposición intentó organizarse mejor y legitimarse a través de la MESA DE UNIDAD NACIONAL (MUD), un movimiento pluralista, diverso, que agrupó sectores minoritarios de derecha (moderados y liberales) de izquierda moderada, socialistas, e insurgentes. Una mezcla difícil pero viable.
Fue posible consolidar esta fuerza para las pasadas elecciones del 26 de septiembre para elegir a los diputados opositores a la Asamblea Nacional. Los ataques contra este grupo de oposición fueron fulminantes tratando de provocar su desaparición.
Actualmente, la oposición política legal se viene manifestando a través de la MUD, pero esa oposición legítima no logra consolidarse definitivamente, no se lo permite el régimen. ¡Que se calle y que abandone sus pretensiones de paz y de justicia social!
A la MUD no la pueden deslegitimar tan fácil. Los ataques son de otro estilo. Según la Fiscalía General de la Nación, la oposición montó una campaña de desprestigio al poder judicial, en desarrollo de la cual buena parte de los opositores al régimen socialista-comunista fueron acusados de ser miembros o simpatizantes de la extrema derecha. Cuando eso no cuajó, aprovecharon las pugnas internas de la MUD para aupar en coro y con ecos la división que llevara a su destrucción
Es descarada la saña y la cizaña con la que algunos medios de comunicación afectos al gobierno socialista-comunista impulsan y estimulan la lucha intestina contra la MUD. Si es cierto que hay fallas en la administración de Caracas y de todas las ciudades del país, ¿por qué no esperar que sean los organismos de control los que señalen culpables y fijen sanciones? Y en el caso que miembros de la MUD resultaran culpables, ¿por qué esto va a conducir a la disolución del grupo político que la conforma, como pregonan algunos comentaristas?
Si así fuera, todos los partidos políticos de Venezuela tendrían que desaparecer porque en las cárceles hay representantes de todos ellos, señalados y/o condenados por delitos muchos más graves. Son esos mismos partidos que conforman la alianza del PSUV los que quieren arrebatarle la Alcaldía Metropolitana a Antonio Ledesma y las de oposición de todas las alcaldías opositoras a la MUD..
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