Para abrir una empresa en Singapur solo se requieren tres días, la corrupción es inexistente...
Lee Kuan Yew |
Ese es el título de las memorias de Lee Kuan Yew (LKY), primer ministro de Singapur de 1959 a 1990. En ellas relata cómo durante su gobierno reconstruyó a su país, una isla de 707 km² situada entre Malasia e Indonesia. En 1959 era una colonia británica donde existía una base militar, la cual era la principal fuente de empleos de la isla. En 1965 hubo un choque político y económico porque repentinamente los ingleses la abandonaron. LKY pensó que las posibilidades de sobrevivir eran muy remotas, pero se armó de valor y disciplina para construir un ejército de la nada y transformar la economía.
Su asesor -Albert Winsemius, economista holandés- en 1960 le aconsejó que para tener éxito debía eliminar al comunismo porque imposibilitaba cualquier progreso económico. LKY quedó perplejo, pero se dijo a sí mismo que no debía enfrascarse en polémicas dogmáticas, sino ser pragmático, buscando soluciones directas a los problemas que enfrentaba. Adoptó el siguiente lema: su gente bajo ninguna circunstancias debía tener una mentalidad de mendigo ni victimarse ante el mundo. Les anunció que: debían depender de ellos mismos, de su trabajo productivo, inteligencia, creatividad, emprendimiento e integridad. Sí alguna asistencia habrían de recibir debía ser a través de la industrialización. Tenemos que crear una nueva clase de economía, tratar nuevos métodos y esquemas que nadie antes haya tratado en el mundo. La moral y la confianza serían decisivas en la batalla para sobrevivir.
Con esa idea aprendió del éxito de los países desarrollados para crear un oasis del primer mundo en el tercer mundo. Consideró fundamental invertir en infraestructura, electrificación y crear los estándares necesarios para atraer la inversión: seguridad jurídica, respeto a la propiedad privada, excelentes medios de transporte, comunicación, salud y servicios. La educación y el reentrenamiento de la fuerza de trabajo fue primordial, e incluso LKY se fue a la universidad de Harvard a recargar sus baterías: su meta era llegar a la cúspide entrenándose en los requerimientos para la industrialización, atraer la inversión, manejar los negocios, incentivar la competencia y el comercio internacional. Estableció contacto con los ejecutivos de las empresas más importantes del mundo, reuniéndose en ciudades de Estados Unidos, Inglaterra y Europa. Para formar los equipos que contribuyeran a la reconstrucción, envió a entrenarse a los estudiantes más destacados a las mejores universidades del mundo.
Creó el Directorio de Desarrollo Económico cuyo objetivo era concentrar en una sola institución todos los requerimientos para abrir un negocio y evitar que se constituyeran diferentes ministerios donde la burocracia se corrompe y entorpece cualquier negocio. En la actualidad para abrir una empresa en Singapur solo se requieren tres días, la corrupción es inexistente y cuenta con la mejor calificación del Índice de Transparencia Internacional.
Adicionalmente, LKW se comprometió con los ciudadanos y con aquellos inversionistas que confiaban en sus promesas, a mantener disciplina fiscal, monetaria y cambiaria. Creó los incentivos fiscales y comerciales necesarios para fomentar la producción, el empleo y las exportaciones, promovió armonía entre trabajadores, empresas y sector público para que contaran con un ambiente de excelencia laboral, remuneraciones competitivas e ingresos reales que no fuesen destruidos por la inflación.
Singapur se convirtió en un centro de atracción de los inversionistas que operan eficiente y rentablemente a pesar de no contar con recursos naturales o un mercado doméstico grande, especializándose en la producción de electrónicos, tecnológicos, manufacturas, refinerías petroleras (es el tercer centro de refinación después de Rotterdam y Houston), petroquímicos, servicios de transporte marítimo y aéreo. También creó un centro financiero internacional que compite con Nueva York, Londres y Tokio.
Hoy en día Singapur es uno de los países más prósperos del mundo: con un ingreso per cápita de $53.523. En los últimos 11 años, en promedio anual, el producto creció 5,26%; la tasa de desempleo es 3%; la inflación es 1,7%; el superávit fiscal es de 5,17% respecto de una balanza de pagos de $28.500 millones; y reservas internacionales de $200.000 millones. Sus exportaciones alcanzan los $400.000 millones anuales, y su puerto marítimo maneja el mayor volumen de carga en tonelaje. Un ejemplo del cual nuestros líderes deben aprender.
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