Tres partidos lideran bloque contra opción de Capriles
Antonio Ledezma, ya recorre el país (Kisai Mendoza)
Terreno desconocido es lo que se dispone a afrontar a partir de ahora la oposición venezolana agrupada en la MUD. Las flechas indican la dirección hacia una fecha indeterminada para las elecciones presidenciales y en medio de la incertidumbre toda una comunidad política se apresta a organizar unas primarias sin precedentes en la historia política venezolana.
Hace cinco años, cuando las oportunidades de triunfo eran mínimas, por no decir nulas, el conflicto no afloró porque la candidatura, si bien podía significar un lanzamiento dirigido al futuro para posicionar un líder, en el fondo lo único que aseguraba era la derrota.
Ahora, cuando el panorama ha cambiado radicalmente y cualquier candidato de oposición ganaría las elecciones a Chávez si estás se celebraran el próximo domingo, sobran los aspirantes y tres generaciones de dirigentes están en liza.
La apuesta, una vez más (los lugares comunes suelen ser grandes verdades) es dilemática y lo que está en juego no es la suerte de un partido o de una específica parcialidad política. Ni siquiera estaremos ante la disyuntiva de escoger entre dos modelos (que también lo haremos) sino decidiendo si le entregamos, de una vez por todas y por tiempo indefinido el país a un hombre o comenzamos un largo y complejo proceso de reparación y de reconstrucción.
Si bien las primarias son el método democrático por excelencia y su necesidad es incontestable, el sentido de la responsabilidad histórica de la oposición pondrá a prueba porque en cuestión de semanas deberá restañar heridas, olvidar agravios y hacer borrón y cuenta nueva para enfrentar, en unidad, a un candidato formidable, con decenas de miles de millones de dólares a su disposición, amén de todos los recursos del poder, que maneja sin ningún escrúpulo.
¿Les pedimos contención, prudencia y discreción a los precandidatos? Sí, pero quizás sea innecesario porque la cosa será candente y en democracia, siempre que no se salten los límites éticos, la pelea es peleando. ¿Les exigimos madurez para reconocer la derrota de todos menos uno? También.Y no sólo eso sino que se pateen el país como si hubieran ganado.
Pero, ¿cómo evoluciona una campaña ya en marcha?
Es público y notorio que un precandidato parte con ventaja cómoda. Sobre la base de una gestión reconocida como gobernador y montado en una tesis central de Primero Justicia, la necesidad de una nueva generación al poder, Henrique Capriles lidera las preferencias sin haber iniciado las dos vueltas por el país (mínimo) que deberá cumplir en la fatigosa tarea del mano a mano, cara a cara, tan decisivo como nunca lo fue ante la desventaja mediática de la oposición.
Frente a eso, que luce como un fenómeno potencial, otros factores de oposición han dado un giro en la conformación de fuerzas, iniciativa reconocida por Henry Ramos. Así, de un esquema de bloques ideológico, el social demócrata, el social cristiano, el de la izquierda y el de PJ, ahora se hacen esfuerzos por armar un solo gran bloque, que vaya más allá de lo ideológico y del cual serían base constitutiva Acción Democrática, Copei y un Nuevo Tiempo, además de Proyecto Venezuela y Convergencia.
No son pocos los obstáculos a enfrentar. En primer lugar, elegir y/o designar un candidato, que ya tiene P.J en la calle, entre ocho aspirantes: Antonio Ledezma, Pablo Pérez, César Pérez Vivas, Eduardo Fernández, Oswaldo Alvarez Paz, Manuel Rosales, Henry Ramos y Henrique Salas Feo.
Luego está el tema de la designación (al parecer será por consenso) del precandidato, tarea nada fácil si se considera el número de aspirantes. La estrategia de campaña, dependerá del perfil del ganador a la hora de enfrentar a un adversario que hará énfasis en su juventud, en su gestión exitosa como gobernador y en su frescura incontaminada, ante unos adversarios en su mayoría símbolos de la cuarta república.
No obstante, ya dirigentes como Henry Ramos y Antonio Ledezma han dejado entrever algunas señales que harán la "contra" a esos argumentos: falta de experiencia, desconocimiento de los atributos de un jefe de Estado, incapacidad para enfrentar a Chávez y como presidente para dirigir un gobierno que tendrá en contra la Asamblea Nacional, las Fuerzas Armadas y los poderes públicos. Además de que, como lo ha dicho Ramos Allup, "todos venimos de la Cuarta".
Planteado en esos términos la lucha sería entre un candidato que busca los votos por abajo con una maquinaria (PJ) de regular capacidad y otro apoyado en cuatro plataformas organizativas y de movilización que pueden equilibrar la balanza.
Ese cuadro hipotético, pero en construcción, augura una campaña polarizada, como será la nacional, contra Chávez, a menos que en camino se inserte la quinta rueda, la rueda suelta, que tiene nombre y apellido: Lepoldo López.
Con respetable porcentaje de popularidad aún estando fuera de la carrera, su reahabilitación trastocaría el cuadro y perjudicaría a Capriles en la disputa del voto joven (el 70% de los electores) que rechaza a Chávez, pero también el pasado que representaría un candidato del gran bloque, quizás con excepción de Pablo Pérez.
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