De acuerdo con la Real Academia, entre las varias acepciones del vocablo pelele hay dos que merecen mención: muñeco de trapo que se pasea en las festividades carnestolendas o, puede ser también una "persona simple o inútil". Me imagino que esta segunda acepción debió ser la seleccionada por el vasto jurisconsulto Carlos Escarrá para referirse al Cardenal Urosa Savino.
El uso de este vocablo con fines descalificativos es ya una práctica usual en este régimen cuando hay que referirse a cualquier ciudadano que no está de acuerdo con él o con sus ejecutorias. De manera que tal cosa no debe ni extrañarnos ni desvelarnos, aunque tratándose de tan preclaro prelado, nos incomode el trato que se le da. Lo que sí es cierto es que el personaje objeto del ataque es una importante figura de autoridad, que representa una de las pocas instituciones que no ha podido ser destruida. Tan es así que el Obispo Moronta, quien goza del aprecio del comandante, se expresó públicamente en contra de las destempladas palabras dirigidas al purpurado.
Lo importante es no engancharse en una burda estrategia cuya finalidad es la de ahumar la verdadera composición química del régimen, al cual se le hace cada vez más difícil esconder las "bondades de la revolución", de allí que el régimen se esconde detrás de banderas cuya finalidad es desviar la atención ciudadana hacia los hematomas que realmente le duelen. Por cierto que estas magulladuras son autoinfligidas, cosa que es más grave aún. Sin ir muy lejos, el asunto de los contenedores, especie de mácula indisoluble en el ya voluminoso expediente negro de este régimen.
La gravedad de lo que no se puede tapar con un dedo, obligará al régimen a endurecer sus ataques hacia otras instituciones con la finalidad de debilitar más el ya débil tejido institucional de lo que aún queda de sociedad democrática. Quizás el más emblemático de los ejemplos es el sector financiero, cuya destrucción se manifiesta tanto en el control operativo de sus actividades, como en la anulación de sus voceros jerárquicos cuyas vidas están siendo allanadas cuando no encarceladas.
El régimen está lleno de Carlos Escarrá, quienes validos de un poder absoluto que no les pertenece, avanzan hacia un objetivo vital como es impedir que la sociedad democrática logre obtener una decorosa representación en la Asamblea Nacional. Y eso lo van a intentar lograr a costa de lo que sea. Y es aquí donde la sociedad sí debe aguzar el entendimiento. Repetir que nos estamos jugando el destino, no es una afirmación cargada de dramatismo. Está más bien cargada de preocupación y desazón pues no parece ser esa la preocupación de muchos de los afectados. Pensar que lo que a otros está pasando no necesariamente nos ocurrirá a nosotros es no estar convencidos de quién está en el poder y cómo lo ejerce.
El Cardenal Urosa no ha dicho nada que desde el líder del proceso hacia abajo no se haya dicho o hecho. El régimen acusa a la Iglesia de asumir un rol político. Ha pedido incluso a los sacerdotes que se quiten la sotana y se incorporen a la tribuna política. Bajo ninguna circunstancia deben quitarse la sotana, al contrario, de lo que se trata es que con la sotana puesta ustedes deben defender al verdadero pueblo de Dios. La circunstancia le impone a una de las pocas instituciones vivas y creíbles que existe en el país que defienda, desde su trinchera, a todos los hijos de Dios que, diferente al proyecto revolucionario, somos todos.
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