“Lucrecia era esposa de un sobrino del rey romano Tarquino llamado el soberbio. El hijo de Tarquino, Sexto Tarquino, la violó, e intentó intimidarla con falsas historias que él airearía para que no lo contara, Lucrecia dijo la verdad frente a su familia y se suicidó, la consecuencia es la caída frágil de la monarquía en Roma”
Al reflexionar sobre este pasaje de la historia sobre el referido rey, me permite cada mañana relacionarlo con nuestro acontecer y ver a Venezuela, pasar y pasar. Cada noche, me acuesto sin salir del asombro por las cosas que suceden en nuestro país. Hoy, como de costumbre, paseándome entre las noticias, y al igual que ayer, observo nuevos acontecimientos que se suman a los anteriores pero con un denominador común, en la mayoría de ellos: gente reclamando ante diversos organismos o en las calles debido a que ¡LA CONSTITUCIÓN FUE VIOLADA! al igual que sus derechos individuales o colectivos de estos ciudadanos, de cualquier tendencia política.
Llama la atención, lo repetitivo del hecho, ante los ojos y la mirada indiferente de muchos venezolanos como si les importara un bledo (quizás impotencia) sobre estos desafueros en contra del ordenamiento jurídico y se tratara de una violación a algo abstracto y no como lo más sagrado que puede tener un país LA CONSTITUCIÓN. Se suman - y es lo grave – las Instituciones al servicio del Estado, previstos en la ley con funciones específicas para atender al bienestar y desarrollo de los que vivimos en esta Patria, y que por el contrario, violan a diario la Carta Magna –perdonen la expresión- por donde y cuando les da la gana, empezando por el Presidente y se excusan dando falsas historias o argumentos inverosímiles, algo parecido al hijo de Tarquino, anteriormente citado.
Suficientes eventos históricos señalan, sobre el como algunos gobiernos han tenido que ceder o en su defecto, fueron sustituidos ante la presión de pueblos que vivieron violaciones a los contenidos de tan sagrado documento, esencia por excelencia que da la vida propia e identidad a una Nación. Me pregunto entonces: ¿Qué es lo que tiene que pasar para que los venezolanos reaccionemos lejos de acostumbrarnos a que pisoteen nuestros derechos contemplados en La Constitución?
Así mismo, son bien conocidas las figuras públicas que tienen su grado de corresponsabilidad por todo lo que está sucediendo, producto de los desmanes del régimen, y que se doblegan o se suman a los desafueros con tal de tener o conservar espacios de poder, aunados a los intereses económicos sin importar las arbitrariedades y que aceptan en forma complaciente. (La historia los tiene registrados). Es por ello que viene a la memoria la desgracia del Rey Tarquino; y el como se desmoronó su monarquía al conocerse la verdad que, -por ejemplo- comparándolo con los bancos intervenidos, cabe preguntarse si son el inicio del fin de este régimen al conocerse ese secreto no muy bien guardado. A diario, estoy sin perder la esperanza que un día como cualquier otro, este pueblo despierte de su pesadilla y con fiereza y gallardía responderá en salvaguarda y rescate de su dignidad y la de su Constitución que tanto ha sido VIOLADA.
RICHARD GONZÁLEZ C.
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