... La devaluación del bolívar anunciada por el presidente Hugo Chávez abre paso a un conjunto de inquietudes sobre la salud real de nuestra economía y su vulnerabilidad en el corto y mediano plazo. Ya no es posible aseverar que estamos vacunados contra la crisis y hay razones para dudar con respecto al verdadero impacto que tendrá esta decisión sobre las grandes mayorías.
Era una medida que se venía retrasando quizás por razones más políticas que económicas, pero que incluso estaba siendo sugerida por no pocos especialistas en ese campo tan complejo e impredecible como lo es la economía. La devaluación para los llamados rubros esenciales está en el orden del 20%, al pasar el tipo de cambio de 2,15 bolívares a 2,60. Pero los productos y servicios que no entran en esa categoría pasarán a ser adquiridos con un dólar a 4,30 bolívares, es decir, se produce una devaluación del 100%.
Y esto impactará, sin duda, a una economía como la venezolana dependiente casi en absoluto de las importaciones, y también sometida a la presión que implica el llamado dólar paralelo.
Se ha dicho que uno de los efectos positivos de estas decisiones es que se crean las condiciones para promover las exportaciones.
Y entonces uno, que no es economista ni pretende serlo, se pregunta cuánto tiempo ha de esperarse para que el aumento de las exportaciones pueda hacerse realidad y traducirse en un aparato productivo ágil y con capacidad competitiva.
Y también es tiempo de preguntarnos si se ha hecho todo lo necesario para ello.
Por eso es importante que los responsables del manejo de la economía venezolana hablen con toda la claridad posible y necesaria, y no dejen de explicar con lujo de detalles lo que nos espera a los venezolanos, y la estrategia a seguir de aquí en adelante para hacer que no nos devore la espiral inflacionaria y para impedir también que los especuladores, que los hay, hagan de las suyas. Creo que la población espera mucho más que ver guardias nacionales cerrando negocios. Ante una nueva situación, me imagino que debe haber una nueva estrategia. Es importante que nos digan, sin tapujos, cuál es el camino a seguir para salir de esta dura cuesta que se nos avecina, y que nos expliquen por qué hace un año se negaba con firmeza las posibilidades de que se adoptara una medida devaluacionista y ahora se hizo inevitable. Y que de paso los conductores de nuestra economía admitan las equivocaciones de cálculos, de acciones u omisiones, que condujeron a estos anuncios del pasado viernes.
La devaluación, por mucho que se diga, se argumente o se pretenda minimizar sus consecuencias genera pobreza, sobre todo en una economía dependiente de las importaciones. El salario real se verá afectado.
Por eso también es necesario saber qué se va a hacer, cómo piensa actuar el Gobierno frente a esto, y cuál va a ser la respuesta cuando los trabajadores reclamen, con justo derecho, medidas que compensen el retroceso en el poder adquisitivo del llamado bolívar fuerte. La historia de las devaluaciones en nuestro país indica que siempre la cuenta y los platos rotos los pagan las mayorías asalariadas. Dígannos si esta vez la cosa será diferente o si hay que ponerse alpargatas para bailar joropo una vez más.
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ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, MOVIMIENTO REPUBLICANO MR, REPUBLICANO, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO,POLÍTICA, INTERNACIONAL,
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Y esto impactará, sin duda, a una economía como la venezolana dependiente casi en absoluto de las importaciones, y también sometida a la presión que implica el llamado dólar paralelo.
Se ha dicho que uno de los efectos positivos de estas decisiones es que se crean las condiciones para promover las exportaciones.
Y entonces uno, que no es economista ni pretende serlo, se pregunta cuánto tiempo ha de esperarse para que el aumento de las exportaciones pueda hacerse realidad y traducirse en un aparato productivo ágil y con capacidad competitiva.
Y también es tiempo de preguntarnos si se ha hecho todo lo necesario para ello.
Por eso es importante que los responsables del manejo de la economía venezolana hablen con toda la claridad posible y necesaria, y no dejen de explicar con lujo de detalles lo que nos espera a los venezolanos, y la estrategia a seguir de aquí en adelante para hacer que no nos devore la espiral inflacionaria y para impedir también que los especuladores, que los hay, hagan de las suyas. Creo que la población espera mucho más que ver guardias nacionales cerrando negocios. Ante una nueva situación, me imagino que debe haber una nueva estrategia. Es importante que nos digan, sin tapujos, cuál es el camino a seguir para salir de esta dura cuesta que se nos avecina, y que nos expliquen por qué hace un año se negaba con firmeza las posibilidades de que se adoptara una medida devaluacionista y ahora se hizo inevitable. Y que de paso los conductores de nuestra economía admitan las equivocaciones de cálculos, de acciones u omisiones, que condujeron a estos anuncios del pasado viernes.
La devaluación, por mucho que se diga, se argumente o se pretenda minimizar sus consecuencias genera pobreza, sobre todo en una economía dependiente de las importaciones. El salario real se verá afectado.
Por eso también es necesario saber qué se va a hacer, cómo piensa actuar el Gobierno frente a esto, y cuál va a ser la respuesta cuando los trabajadores reclamen, con justo derecho, medidas que compensen el retroceso en el poder adquisitivo del llamado bolívar fuerte. La historia de las devaluaciones en nuestro país indica que siempre la cuenta y los platos rotos los pagan las mayorías asalariadas. Dígannos si esta vez la cosa será diferente o si hay que ponerse alpargatas para bailar joropo una vez más.
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