*JOSE LUIS MENDEZ ESCRIBIÓ: “EL EJEMPLO DE PDVSA 5 AÑOS DESPUES
Con ocasión de los juegos Olímpicos Pekín 2008 se puede ver en televisión una propaganda del gobierno nacional, en la cual Chávez trajeado y de corbata hace referencia al sabotaje de Pdvsa por veinte mil ex trabajadores y a la diferencia existente con la nueva generación de jóvenes profesionales, vestidos de rojo en las imágenes, que la integraban actualmente. La pauta publicitaria en cuestión, que apareció el pasado fin de semana, coincidió, no sé si por mera casualidad (la conclusión sáquenla ustedes mismos), con la publicación en la prensa de una notificación de auto de apertura por responsabilidad administrativa, a 3 de aquellos ex empleados de la petrolera estatal, a quienes junto a otros 182, Pdvsa decidió abrir una averiguación administrativa en el año 2006, con el objeto de investigar los hechos acaecidos entre diciembre 2002 y el primer trimestre del 2003, dentro del denominado Paro Cívico Nacional.
Después de cinco largos años buscar las razones por las que se vuelve a tocar este asunto parece sencillo: estamos en un año electoral y Chávez quiere sacarle punta al tema, además de llevarse unas cabezas por el medio. Sin embargo, tengo la sensación de que son motivos y no razones los que están en el fondo de todo. La estrategia electoral aunque existe, en este caso es circunstancial. Conociéndose como se conoce la personalidad de Chávez en estos diez años de gobierno, no es difícil entender que la actitud de aquellos veinte mil trabajadores, vistos como una elite y que alguien calificó de tecnocracia, haya sacado a Chávez de sus casillas, pues con ellos sufrió su primer importante rechazo. Ellos fueron, si recordamos bien, los primeros en decirle ¡No! de manera rotunda y decidida. Lo hicieron además, con una entrega personal de coraje y sacrificio que lamentablemente el resto de la sociedad venezolana, en una buena parte, no ha sabido interpretar, ni comprender, y mucho menos asimilar o imitar. Carne de cañón para unos, tontos útiles para otros, los ex Pdvsa cumplieron un papel que algunos trataron de subordinar a intereses subalternos, pero en el que, al final, la política de choque del gobierno, que no la revolución, cobró sus primeras víctimas. Lo cierto de todo es que a estas alturas del ciclo político de Chávez, ya casi nadie se acuerda de lo que pasó y mucho menos de por qué pasó. Y quizás, sea aquí donde radica buena parte de la apatía que caracteriza a la sociedad venezolana de hoy en día.
Prohibido olvidar, se dice por ahí, pero sin embargo son muy pocos los que tienen memoria o, peor aún, los que quieren recordar. Aquellos veinte mil trabajadores de la antigua Pdvsa tuvieron en el año 2002 la visión de lo que se le venía encima a la industria petrolera y al país. No tenían información privilegiada, ni mucho menos. Sabían lo mismo que muchos otros venezolanos, pero con la diferencia de que llegado el momento no lo aceptaron. No buscaron justificaciones con los hijos, la familia, su futuro profesional, o la pérdida de su estatus socioeconómico. Tampoco prefirieron el camino fácil de la 'adaptación' o 'integración' al sistema. Por eso, nunca bajaron la cabeza, y es precisamente esto, lo que el Chávez militar, prepotente y todopoderoso no les perdona.
Un ejemplo peligroso e inaceptable para el régimen. Un ejemplo, por otra parte, lleno de dignidad y auto respeto. Un ejemplo, en definitiva, de libertad personal que algún día será valorado en su justa medida si, de verdad, queremos una Venezuela diferente.
Con ocasión de los juegos Olímpicos Pekín 2008 se puede ver en televisión una propaganda del gobierno nacional, en la cual Chávez trajeado y de corbata hace referencia al sabotaje de Pdvsa por veinte mil ex trabajadores y a la diferencia existente con la nueva generación de jóvenes profesionales, vestidos de rojo en las imágenes, que la integraban actualmente. La pauta publicitaria en cuestión, que apareció el pasado fin de semana, coincidió, no sé si por mera casualidad (la conclusión sáquenla ustedes mismos), con la publicación en la prensa de una notificación de auto de apertura por responsabilidad administrativa, a 3 de aquellos ex empleados de la petrolera estatal, a quienes junto a otros 182, Pdvsa decidió abrir una averiguación administrativa en el año 2006, con el objeto de investigar los hechos acaecidos entre diciembre 2002 y el primer trimestre del 2003, dentro del denominado Paro Cívico Nacional.
Después de cinco largos años buscar las razones por las que se vuelve a tocar este asunto parece sencillo: estamos en un año electoral y Chávez quiere sacarle punta al tema, además de llevarse unas cabezas por el medio. Sin embargo, tengo la sensación de que son motivos y no razones los que están en el fondo de todo. La estrategia electoral aunque existe, en este caso es circunstancial. Conociéndose como se conoce la personalidad de Chávez en estos diez años de gobierno, no es difícil entender que la actitud de aquellos veinte mil trabajadores, vistos como una elite y que alguien calificó de tecnocracia, haya sacado a Chávez de sus casillas, pues con ellos sufrió su primer importante rechazo. Ellos fueron, si recordamos bien, los primeros en decirle ¡No! de manera rotunda y decidida. Lo hicieron además, con una entrega personal de coraje y sacrificio que lamentablemente el resto de la sociedad venezolana, en una buena parte, no ha sabido interpretar, ni comprender, y mucho menos asimilar o imitar. Carne de cañón para unos, tontos útiles para otros, los ex Pdvsa cumplieron un papel que algunos trataron de subordinar a intereses subalternos, pero en el que, al final, la política de choque del gobierno, que no la revolución, cobró sus primeras víctimas. Lo cierto de todo es que a estas alturas del ciclo político de Chávez, ya casi nadie se acuerda de lo que pasó y mucho menos de por qué pasó. Y quizás, sea aquí donde radica buena parte de la apatía que caracteriza a la sociedad venezolana de hoy en día.
Prohibido olvidar, se dice por ahí, pero sin embargo son muy pocos los que tienen memoria o, peor aún, los que quieren recordar. Aquellos veinte mil trabajadores de la antigua Pdvsa tuvieron en el año 2002 la visión de lo que se le venía encima a la industria petrolera y al país. No tenían información privilegiada, ni mucho menos. Sabían lo mismo que muchos otros venezolanos, pero con la diferencia de que llegado el momento no lo aceptaron. No buscaron justificaciones con los hijos, la familia, su futuro profesional, o la pérdida de su estatus socioeconómico. Tampoco prefirieron el camino fácil de la 'adaptación' o 'integración' al sistema. Por eso, nunca bajaron la cabeza, y es precisamente esto, lo que el Chávez militar, prepotente y todopoderoso no les perdona.
Un ejemplo peligroso e inaceptable para el régimen. Un ejemplo, por otra parte, lleno de dignidad y auto respeto. Un ejemplo, en definitiva, de libertad personal que algún día será valorado en su justa medida si, de verdad, queremos una Venezuela diferente.
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