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viernes, 21 de diciembre de 2012

THAIS PEÑALVER, QUE LA GUAGUA VA EN REVERSA

Hace poco fui invitada al litoral por dos amigos de toda mi vida. Mientras almorzábamos observé de lejos una escena en la que tres niños jugaban y a uno de ellos se le pegó una avispa en el hombro. 

El niño con la avispa comenzó a gritar de pánico y a otro no se le ocurrió mejor idea que agarrar una gruesa rama para darle un palazo al temible insecto. "Dale, dale, quítamela" gritaba angustiado el niño sin reparar en el palazo que le atizarían en breve, lo importante era que la avispa no le picara, no la evidente fractura posterior. La locura terminó cuando el tercer niño, que se había quitado la chola acabó con la terrible amenaza, de la forma más simple posible.

Esa podría ser una perfecta alegoría de lo que le pasa a la oposición venezolana que es profundamente democrática (unos 3,8 millones) está activada en sus partidos políticos y educada políticamente. Se le pegó un parásito que es profundamente antidemocrático (unos 3 millones) y solo le importa que le quiten la avispa a como dé lugar. Lo lamentable es que este parásito, consolidado en el "antichavez...ismo" es el más activo de todos y nada menos que la "voz masa mediática" de la oposición. ¿Qué no me quitaste a Chávez? Me voy para la playa. ¿Qué me tengo que calar a Chávez 6 años más? Llámame en 5 años y 8 meses.

En contraparte "uno de los peores" errores del liderazgo opositor fue nada menos que cortejar a ese parásito sin reparar, que lo único que lo mueve es su feroz terror a la avispa, o en este caso su odio visceral a Chávez. Es una mayor minoría con la que Venezuela sencillamente no cuenta y que en vez de ser aislada, terminó nada menos que secuestrando al liderazgo opositor y lo que vendría posteriormente, hizo surgir líderes a su imagen y semejanza. ¿Quieres mi voto? Agarra la rama pues.

De esta forma la oposición, por culpa de ese parásito, terminó como diría George Santillana, viviendo "una infancia perpetua" y sin poder crecer. Así como es la mayor culpable de haber servido en bandeja de plata al adversario, las pocas instituciones que estaban en pie, haberse aventurado a salidas insólitas y la que nos ha llevado en 14 años a 14 derrotas seguidas, convirtiendo a la oposición en un clon tan arbitrario como su némesis y no pocas veces, más antidemocrática que su adversario.

Amigo lector, si quiere conocer cuál fue el parásito que dejó a Venezuela sumida en el rojorrojismo electoral no vea a los líderes, ni a los políticos, ni a los medios (que al final de cuentas son "medios") tiene que situarse al principio de esta etapa histórica. Son aquellos que gritaban ofuscados que los revolucionarios se estaban robando todo al llegar al poder y cuando los supuestos ladrones dejaron ese poder para debilitar a Chávez, ese mismo parásito les gritaba "valiente, valiente" y los hicieron nada menos que líderes de la oposición y sus voceros por un rato. Son los mismos que le gritaban valiente, valiente a los de Pdvsa, pero que le subían los vidrios del carro más tarde cuando vendían bolígrafos en los estacionamientos para subsistir, los que al no militar en democracia, ni en sus partidos porque no creen en nada, obligaron a la derecha, al centro, a los radicales y a la izquierda a unirse en un engendro antidemocrático. Los mismos que si alguien trataba de poner sindéresis o proponer alternativas distintas, era de inmediato tachado de chavista, porque a los ojos del niño con la avispa, el palo es más efectivo que la chola.

Pero les voy a echar un cuento. El más hermoso de todos. La verdadera oposición, la que quiere construir una Venezuela espectacular, yace bajo el yugo de ese parásito. Es una Venezuela que quiere echar hacia delante. Es hermosa, digna, pulcra, nunca tuvo la culpa de nada, ni sus líderes (salvo que fueron facilistas) y si no entendemos que hay un parásito que hay que extirpar (como una pulga) jamás podremos ir hacia delante.

Así es pues que ahora (si en realidad nos han informado bien) sucederá lo que expuse en mi artículo especial del martes (¿Un sucesor de Chávez en 60 días?) en la que se tendrán pocas esperanzas y gracias a esto, es que podremos finalmente comenzar una discusión democrática en la oposición. Porque ya está bueno de tanta estupidez, hablemos, discutamos, intercambiemos posibilidades, esforcémonos en comprender las salidas pero sobre todo entendamos que la culpa no yace en el chavismo, sino en nosotros mismos, que el problema no es quién gana, sino quién pierde, entendamos de una buena vez por todas que tenemos que arreglar nuestro carro chocado para que ande, que el autobús del progreso no es precisamente una cosa moderna, sino más bien una guagua. Y aprovechemos ahora, que por culpa del parásito la guagua, va en reversa.

tpenalver@me.com
@thayspenalver

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lunes, 1 de octubre de 2012

THAIS PEÑALVER, HUGO CHÁVEZ Y LA GUERRA CIVIL (ESPAÑOLA)

Menuda irresponsabilidad pues, esa de amenazar a los venezolanos con una guerra civil, sin entender históricamente que los ricos han evadido la guerra siempre y los muertos siempre son los más humildes. Es momento de recordar a Azaña: "el peor enemigo de la república es la estupidez"
No lo es por dos razones, la primera es que para que exista una guerra se necesitan dos bandos armados y solo hay uno. La segunda es que no hay dos ideologías o modelos, porque en Venezuela no existe, ni ha existido nunca la derecha, ni mucho menos el liberalismo. 
En Venezuela la extrema izquierda siempre acusó a la extrema estupidez de ser la derecha y así la idiotez se ha pagado y dado el vuelto toda la vida. Tampoco existe una izquierda real, sino pequeños grupos de personas que confunden la burocracia gubernamental con la política. 
Para ellos ser de la izquierda significa adversar cualquier medida económica de ahorro, ajuste y producción. Así que en Venezuela importará poco si usted se presenta como candidato con la reforma de Nikita Jrushchov de 1964, la de Deng Xiaoping del 78, el Do Moi vietnamita del 86 o la de Raúl Castro en 2010 porque de inmediato los bruticos tercermundistas le gritarán que aquello es "un paquete neoliberal salvaje". 
De esta forma vivimos siempre como el viejo chiste soviético durante el estancamiento: "Továrshchi, továrischi! cerremos las cortinas, prendamos el gramófono, relajémonos y finjamos que el tren está avanzando".
Pero no nos confundamos, con esa amenaza. Aquí lo que sí puede haber es una masacre, porque hay un grupo armado y muy irresponsable que se ha instaurado en Venezuela como clase social burguesa y está dispuesta a matar para conservar lo que han logrado obtener hasta ahora y perpetuarse. 
En consecuencia, quien nos amenaza es esa clase que recuerda sin equívocos a un grupo minoritario de la guerra civil española, en la que un bando homicida dentro de la propia "República" fue capaz de matar más gente que las propias batallas. Debemos entender ese ultimátum y trabajarlo nacional e internacionalmente muy bien, porque Venezuela vive en el siglo XXI amenazada por la peor de las facciones de la 2da. República española.
Por eso Venezuela presenta un panorama para nada desconocido. Como escribiría en su momento Manuel Azaña, el presidente de esa Segunda República, apenas unos meses más tarde de comenzada la guerra civil: 
"Hay para escribir un libro con el espectáculo que ofrece Cataluña, en plena disolución. No queda nada; gobierno, partidos, autoridades... Es asombroso que Barcelona se despierte cada mañana para ir cada cual a sus ocupaciones, la inercia. Nadie está obligado a nada. Histeria revolucionaria, que pasa de las palabras a los hechos para asesinar y robar, ineptitud de los gobernantes, inmoralidad, cobardía, engreimiento de advenedizos, palabrería de fracasados, explotación de la guerra (revolución) para enriquecerse".
"Los comités de socorro a las víctimas venden los alimentos" gritaba indignado otro político. "Hay quien funda una brigada como un negocio. Reúne 200 hombres la llama brigada X y saca el dinero y las raciones de una brigada de verdad" exclamó el propio ministro de Defensa quien continuaba explicando: "El trabajo en las fábricas no rinde y se roban los jornales". En Madrid la situación no podía ser peor: "Era el placer del derroche, un signo de nueva vida. No se daban cuenta de que estaban preparando el hambre del mañana. No había previsión. Cada cual hacía lo que le daba la gana". "Quemar gasolina gratis y agotar los almacenes fue la diversión mayor. Hay que haberlo visto -escribió el presidente-". "Toda la parte ganadera de la provincia de Madrid fue arrasada. Se mató a todos los animales de producción" en apenas tres meses. "Y luego con el bloqueo llegó el hambre", "hemos destruido a la clase media, único sostén de la república".
Ninguno de estos comentarios fue hecho por historiadores, ni por derechistas. Sino por los líderes revolucionarios y republicanos que vivieron esos momentos en carne propia. Habían transcurrido apenas 10 meses de guerra y en un consejo de ministros se llegó a la conclusión clara y objetiva de que: "La guerra civil se acabará cuando se acabe el oro". Y así sucedió, como también sucederá aquí con esta revolución de pacotilla basada en el despilfarro frenético del oro negro.
Menuda irresponsabilidad pues, esa de amenazar a los venezolanos con una guerra civil, sin entender históricamente que los ricos han evadido la guerra siempre y los muertos siempre son los más humildes. Es momento de recordar a Azaña: "el peor enemigo de la república es la estupidez" y "La estupidez, insiste siempre" como bien dijo Albert Camus.
@thayspenalver

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