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LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA
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miércoles, 30 de septiembre de 2015

SIXTO MEDINA, USO Y ABUSO DE LA HISTORIA

En los últimos dieciséis años es fácil advertir el esfuerzo de algunos por reescribir, a su gusto y paladar, algunas páginas de nuestra historia. El esfuerzo constante por catalogar al gobierno de Chávez como democrático, participativo y progresista; pero sobre todo que le otorgo voz y voto al pueblo venezolano. La parcialidad en la descripción de lo efectivamente sucedido el 4 de febrero con su fallido golpe de Estado, otro. No sin razón ha dicho Jaime Delgado Martin, con la clarísima visión de su filosofía de la historia, que “el comprender histórico apunta, pues, a un objetivo más alto que la exacta reconstrucción de los hechos, y requiere un especial entendimiento de ello y su dinamismo; en definitiva, una peculiar sensibilidad intelectual, o sensibilidad histórica, que haga devenir la historia una verdadera y autentica explicación comprensiva del objeto que se le asigna”.

Ocurre, como también, sostiene la historiadora canadiense Margaret MacMillan, “la historia puede ser útil, pero también peligrosa. Por ello es sabio mirarla no como pila de hojas muertas o como una colección de cosas polvorientas, sino como una pileta, a veces benigna y otras veces sulfurosa, que yace bajo el presente estructurando silenciosamente nuestras instituciones, nuestras formas de pensar y nuestros gustos y disgustos”.

Pese a que normalmente tendemos a mirar más hacia el futuro que hacia el pasado, la historia puede ser usada de muchas maneras. Incluso para justificar el presente. Algunos hombres y líderes políticos suelen recurrir a la historia para definir y fortalecer sus propias visiones y personalidades. Así, Stalin, en su ansia para fortalecer su propia dimensión, solía compararse  con Iván el Terrible y con Pedro el Grande. Saddam Hussein se veía -a la vez- parecido a Stalin y Saladino. El último sha de Irán creía tener alguna identidad con Ciro y Dario. Y hasta Mao llegó a establecer sus propios paralelos con el emperador Qin, aquel que unificara a China doscientos años antes de Cristo. Entre nosotros, el esfuerzo constante del fallecido, autoritario y contradictorio, Hugo Chávez por tratar de conseguir un alto grado de identidad con el dictador cubano Fidel Castro, y mantener a Cuba como objetivo en su mira ideológica.

Los políticos autoritarios, que no obstante saben bien cuál es la verdad, suelen recurrir a la deformación tendenciosa de la historia para tratar de justificar su conducta. Lo hizo Robespierre en tiempos de la Revolución Francesa. También Pol Pot, en la martirizada Camboya, en los años 70. Y el mencionado emperador Qin, de China que llegó a ordenar la destrucción de todos los documentos históricos y decidió enterrar a los historiadores que pudieran recordarlo, antes de escribir su propia “historia oficial”. Luego, ya en tiempos del colectivismo, vendría la tremenda Revolución Cultural de los Guardias Rojos, que emitió ese duro proceder. La mágica Ciudad Prohibida, en Pekín (Beijing), se salvó de la destrucción por que Chou En Lai, a último momento, decidió protegerla. Hoy las más altas autoridades chinas reciben allí-entre muros milenarios-a sus visitantes más importantes con un protocolo que, adquiere perfiles cuasi imperiales. Las deformaciones caprichosas de la historia son condenables, porque nadie es dueño de la historia, que a todos nos pertenece. 

Sixto Medina
sxmed@hotmail.com
@medinasixto

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sábado, 12 de septiembre de 2015

SIXTO MEDINA, LA MANIPULACIÓN DE LA VERDAD


El valor que tiene más importancia en la sociedad no está compuesto por su institucionalidad, la igualdad ante la ley, el pluralismo cultural o político, la tolerancia racial y religiosa o la libertad de expresión. Si bien todas estas definiciones y prácticas son esenciales para las relaciones humanas y sociales, hay un valor que está por encima de todo el de la credibilidad o, en otras palabras, la confianza que la sociedad se tiene a sí misma. Se trata de un activo intangible que se construye pacientemente en el tiempo, se transmite de generación en generación, se fragua en la diversidad de opiniones. La construcción de esa credibilidad tiene un único y excluyente insumo: la información que se genera y utiliza. Cuanto más veraz sea la que circule, mayor fortaleza tendrá una comunidad. El círculo virtuoso se mantiene con aquello de que yo creo en lo que los otros dicen porque ellos creen en lo que yo digo.

Las evidencias de mensajes manipulados, cuando no contradictorios, llegan a la sociedad por varias vías. Los gobiernos, sobre todo, los autoritarios manipulas la información oficial según sus necesidades. El gobernante y el político con vocación dictatorial la usa como un instrumento  de construcción de poder. Una característica distintiva del chavismo- es que al igual que los gobiernos totalitarios- gusta especialmente de los medios de comunicación para aplastar la libertad de expresión. Es otra manera de ejercer el poder, pues en ellos encuentra la forma de imponerse sin derramar sangre. La destrucción de las conciencias se rebela mucho más rentable que la del cuerpo, éste último de gran utilidad en caso de escasez de maquinas.

La retorica sensacionalista y carente de ideas nos ha acompañado desde la aparición del lenguaje, pero nunca como hasta ahora. Nos ha invadido por todos los frentes, por todos los medios y de todas las formas. Con la popularidad del gobierno bolivariano en uno de sus peores momentos,  Nicolás Maduro, “cierra” intempestivamente la frontera de nuestro país con  Colombia a la altura de los estados fronterizos  Táchira y  Zulia, suspendiendo algunas garantías constitucionales y deportando a miles de colombianos con el pretexto de “asumir un plan para liberar al país de prácticas paramilitares, de una guerra económica y de buscar la paz y la tranquilidad en una nueva frontera”. Así, Nicolás Maduro, siguiendo los pasos de Fidel y de Hugo Chávez, fabrica la verdad para presentar lo falso como verdadero, lo negativo como positivo, lo degradante como beneficioso.

Cabe preguntarse, entonces, por el “por qué” de lo sucedido. El “cierre” de la frontera fue premeditado. Venezuela va camino a elecciones parlamentarias el 6 de diciembre, la realidad política efectiva y como posible anticipa que el oficialismo sufrirá una derrota. Se trata de evitar que la campaña electoral se centre en el destruido nivel de vida de los venezolanos, encendiendo el nacionalismo acusando a un “enemigo interno” y “externo”, en procura de distraer y de incidir en la participación del voto chavista. Llevando hasta sus últimas consecuencias el proverbio latino Vox populi, Vox Dei. Pero como Dios no se manifiesta todo los días y el pueblo no tiene una sola voz, el gobierno “popular” interpreta la voz del pueblo, eleva esa versión al rango de verdad oficial y sueña con decretar la verdad única. 

Sixto Medina
sxmed@hotmail.com
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jueves, 13 de agosto de 2015

SIXTO MEDINA, PITÁGORAS Y SU TEOREMA

Un matemático, al igual que un pintor o un poeta es un constructor de patrones, un creador de formas. Así como un pintor concreta sus ideas en colores e imágenes y un poeta las materializa en palabras, el matemático plasma ideas hermosas en números. Hace 2500 años Pitágoras planteó su teorema sin más justificativo que la alegría de comprender las verdades profundas que se esconden en el mundo abstracto de los números.

Cuando por primera vez enfrentamos el famoso teorema que lleva su nombre-en un triángulo rectángulo el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de los dos catetos-, nadie nos dijo que no sólo estábamos ante una historia apasionante sino ante una demostración absoluta llevada a cabo por uno de los sabios más raros y geniales de nuestra cultura para quien, entre otras cosas, los números aran entidades sensibles a cuyo cargo estaba la total explicación del universo.

Nadie nos dijo, en todo caso, que el estudio de la matemática se parecía  demasiado a una aventura homérica, a una novela poética y hasta un thriller, donde siempre hay un asesino oculto que escapa a nuestra pesquisa. Sin embargo, así es, y basta con leer la trágica vida de Pitágoras para sospechar que en el colegio secundario nos escamotearon, lo mejor de la historia.

Pitágoras vivió en el siglo VI antes de Cristo, viajó como Ulises durante veinte años, amo a una bella y joven princesa-la hija en realidad de Milos, su protector y mecenas-, creo la escuela Pitagórica, una asociación religiosa y política, además de filosófica que se fue transformando en hermandad secreta, que luego acabó teniendo un carácter político provocando enfrentamientos, persecución y por fin su práctica ruina con el exilio de Pitágoras y cierto grado de dispersión. Es probable que Pitágoras se viese obligado por estos movimientos insurreccionales, a dejar Crotona para irse a Metaponto. Lo curioso de su peripecia es que el largo viaje por el mundo conocido le reveló la clave de su fortuna científica; por todas partes, los hombres utilizaban los números con fines exclusivamente prácticos, ignorando, de ese modo, la relación íntima y compleja existente entre ellos. Pitágoras fue mucho más allá: se dio cuenta de que una demostración acertada es irrefutable y encontró en ello el vértigo y el consuelo de un absoluto indiscutible en un mundo de valores relativos.

Durante mis estudios en la escuela de Física y Matemáticas de la UCV, un profesor de matemáticas me habló del teorema de Fermat. No diré de qué se trata porque estas líneas no alcanzarían para exponer su desarrollo; bástenos con saber que si la matemática se enseñara como una novela de intriga pocos alumnos fracasarían en sus exámenes. Sin embargo, les invito a leer un libro, cuyo título es: El último teorema de Fermat, de Simón Singh. En ese libro se cuenta la historia de un teorema “maldito” o endiablado, sencillamente porque su demostración fue hasta ahora imposible. Lo bueno de la historia es que se trata de una variante del teorema de Pitágoras imaginada por Pierre de Fermat alrededor de 1630- demostrado en 1995-, y cuyo enigma, planteado “malignamente” por el matemático francés tuvo en jaque a la comunidad científica en los últimos trescientos años.

Sixto Medina
sxmed@hotmail.com
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sábado, 11 de julio de 2015

SIXTO MEDINA, LA DIGNIDAD NO TIENE PRECIO

El viejo y el mar, narra la aventura de un pobre y viejo pescador cubano que sale en su bote y da caza a un pez gigante en medio de una lucha solitaria que es un triunfo y una derrota, y es también la mayor prueba a la que puede someterse un hombre de su oficio y entereza. Esa línea heroica, visible en la pura acción de los hechos  narrados, en la austera grandeza con que el hombre en su lucha enfrenta los elementos naturales, en su resolución estoica de llevar a cabo hasta el final la misión que se le ha impuesto aunque en ella le vaya la vida, se detecta el espíritu homérico que anima la obra. Y, aunque Ernest Hemingway se apoye, en nuestro beneficio, en indiscutibles datos de la realidad observada con cuidadosa exactitud, el género de la narración es tan fabuloso como el de las mejores leyendas, en las que siempre el valor de un hombre confronta la desmesura de un destino que lo sobrepasa. Semejante cualidad de captación está viva en las reflexiones con las que el pescador se acompaña mientras trata de soportar el esfuerzo de mantener a raya a su pez gigante, adquiere por momentos la claridad de un enunciado moral sin retornos. El pescador se dice a sí mismo hablando en voz alta que el hombre no ha sido hecho para la derrota: “Un hombre puede ser destruido, pero no derrotado”. O bien: “Es idiota no abrigar esperanzas. Además creo que es un pecado no abrigarlas”.

Siempre que leo al escritor Ernest Hemingway tengo la sensación de enfrentar una experiencia semejante a las que nos permite sentir la lectura de las grandes obras literarias: primero nos envuelve y arrastra la belleza de las palabras y después nos llega el sentido del entendimiento. Cabe destacar, que el estilo de Hemingway es directo, los personajes de sus obras suelen ser criaturas perseverantes. Es el caso de Santiago, protagonista del viejo y el mar, que lucha contra las fuerzas que se oponen a su realización vital

En una carta dirigida a su editor, Charles Scribner, fechada en Finca Vigía, su casa de Cuba, el 5 de octubre de 1951, Hemingway define la escritura de El viejo y el mar en los siguientes términos: “Esta es la prosa en la que he venido trabajando toda mi vida con el objeto de que sea leída fácil y simplemente, y con el propósito  que parezca breve y que sin embargo contenga todas las dimensiones del mundo visible  y todas las dimensiones del mundo espiritual de un hombre. Y así lo hice, de la mejor manera que pude”. Es preciso decir, que es un relato de ciento cincuenta y tantas páginas en estilo narrativo de inmaculada sencillez y fácil lectura.

Hemingway escribió El viejo y el mar en Cuba a lo largo de seis laboriosos meses que ocuparon la última parte de 1950 y la primera de 1951, cuando el mismo salía de pesca con los hombres de la zona y era, ya, a los cincuenta años de edad una leyenda viva de las letras norteamericanas tanto en su país como en el mundo entero. 

Leerlo en estos días, a más de medio siglo de distancia, es como aspirar una bocanada de aire fresco en medio del bochorno, porque en tiempos mayormente cínicos, de solapada crueldad y blandos idealismos bolivarianos, donde la voluntad de un hombre es suprema ley, El viejo y el mar  nos recuerda que la dignidad no tiene precio.

Sixto Medina
sxmed@hotmail.com
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domingo, 28 de junio de 2015

SIXTO MEDINA, LA PRESUNCIÓN DE INOCENCIA

No hay nada que debilite más a una república, a una nación o Estado que la existencia de una justicia comprometida. La inseguridad jurídica que se genera a partir de la quiebra del poder de juzgar, ha sido la rendija a través de la cual se escapa el Estado de Derecho. El poder de juzgar no puede estar interferido en forma tal que la realización de la justicia se transforme en una comedia.

Entre los derechos fundamentales de los hombres se encuentra la presunción de inocencia. La Declaración Universal, proclamada hace más de medio siglo, incluyó este derecho en el artículo 11, señalando que “toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad”. Este derecho humano es aniquilado a diario en Venezuela por los encargados de administrar la justicia y personas dedicadas a las actividades más diversas. La acusación, ya sea que se haga ante la justicia o simplemente en un medio de prensa, que se formule su responsabilidad o sin ella, con ponderación o con escándalo, se ha transformado para muchos ciudadanos venezolanos, sobre todo, si son políticos disidentes, en sinónimo de condena firme  e inapelable. El juicio público conforme a la ley, con las garantías de defensa, carece de vigencia efectiva si el acusado es condenado de antemano y en forma irreversible por una opinión pública de cuya presión no todos los jueces son capaces de evadirse. Cuando la acusación se identifica con la condena, la perdida de la honra y de la honorabilidad es definitiva y no hay para el acusado absolución tardía que pueda reintegrársela.

La presunción de inocencia es un derecho de formulación constitucional que implica que toda persona contra la que sea dirigido un proceso- imputado, procesado o acusado- debe ser tenida como inocente a todos los efectos hasta tanto no sea declarada su culpabilidad en sentencia judicial firme, es decir, que solamente a través de un proceso o juicio en el que se demuestre la culpabilidad de la persona, podrá el Estado aplicarle una pena o sanción.

Venezuela tiene una penosa tradición de no respetar la presunción de inocencia. En los largos periodos de autoritarismo y de autocracia de su historia, ningún perseguido era inocente. Aunque no hubiera contra él acusación ante la justicia, lo que le hubiera permitido, al menos defenderse de las imputaciones, siempre hubo agentes o servicios de informaciones que se encargaban de difundir las supuestas culpas de los disidentes. En décadas despóticas, cuando se ponía a alguien a disposición del poder ejecutivo siempre era causa de una falsa peligrosidad que se le atribuía. Desde luego que la historia de Venezuela da repetidas vueltas, quienes antes reclamaban derechos hoy los niegan. Una democracia, es por naturaleza el régimen donde se realiza la justicia. Un régimen donde no se realice la justicia, ni es jurídico ni es democrático.

La lucha por los derechos humanos nunca ha sido fácil y exige que quienes creen en ella hagan todos los esfuerzos necesarios para velar por el reconocimiento y la vigencia plena de la presunción de inocencia de los acusados mientras no se apruebe la culpabilidad en juicio público con garantías de defensa.

Sixto Medina
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domingo, 14 de junio de 2015

SIXTO MEDINA, PRESERVAR LOS VALORES,

Cuando hablamos de la necesidad de preservar determinados valores humanos y éticos y, sobre todo, de transmitirlos con convicción y con firmeza a las nuevas generaciones experimentamos una que otra vez la incómoda sensación de estar proponiendo el abordaje de cuestiones abstractas, desconectadas del fragor o del vértigo de la vida cotidiana.

Un valor  o un precepto filosófico o moral es, por definición, un enunciado que nos llega desde el reino de lo inmaterial, desde el universo del pensamiento puro, desde el campo aparentemente ilusorio de las cosas que no se tocan ni se ven. Se explica entonces que a muchas personas jóvenes y no tan jóvenes, les resulten escasamente  atractivas las reflexiones o las propuestas provenientes del campo de la especulación doctrinaria o moral. Un joven o un adolescente habituados a confrontarse con desafíos o compromisos que tocan los resortes más urgentes de su experiencia vital es probable que no se muestren demasiado interesados en abrirse a espacios de reflexión sobre las razones últimas que ennoblecen el comportamiento humano.

De ahí la dificultad con que tropiezan a menudo los padres de familia, los maestros, los profesores y los comunicadores de diferentes ámbitos cuando intentan defender y exaltar determinadas conductas o determinados valores ante uno o varios interlocutores juveniles. ¿Cómo lograr que lo abstracto pase a ser atractivo y convincente en un mundo que no se cansa de privilegiar lo concreto?

Pocas veces la palabra valores ha sido pronunciada tantas veces como es estos días. Se habla de transmitir valores, de educar en valores, de preguntarnos por nuestros valores y por los que les dejamos a nuestros hijos. Quizá cada uno de nosotros deberíamos preguntarnos como estamos viviendo aquellos valores que declamamos. En un mundo en que basta una mentira repetida para invadir y destruir a un país, en un mundo en el que un candidato ya convertido en presidente, puede admitir que mintió para ganar porque, si no, no lo hubieran votado, en un mundo en el que las leyes sólo se invocan para que las cumplan los otros y en el que los derechos se reclaman pronto y las obligaciones se olvidan rápido, en un mundo en que cualquiera puede creerse dueño de Dios y, abrazar el poder absoluto y con él el bien y el mal de la divinidad.

Siempre se vuelve a los valores. Ahora bien ¿A qué valores? ¿Acaso los principios que se alientan y se defienden desde una determinada frontera del pensamiento son exactamente iguales a los que se exaltan  desde la vertiente opuesta? ¿Acaso no hay puntos de discrepancia y de oposición entre una ideología y otra, entre una concepción cultural  y otra?

Sí, es verdad. Pero el pluralismo y la diversidad desaparecen cuando asoman aquellos valores superiores que son los únicos compatibles con el respeto a la vida y a la dignidad de las personas. La tradición cultural del humanismo no tendría valor alguno si no nos hubiera dejado esas enseñanzas básicas. Esas enseñanzas básicas necesitan-por la razón del Estado autoritario y autocrático que se nos ha impuesto- ser transmitidas y reafirmadas día tras día en el aula, en el hogar, en los múltiples foros de la comunicación social con fuerza redoblada, con indeclinable pasión para defender y preservar los valores humanos y éticos.

Sixto Medina
sxmed@hotmail.com
@medinasixto 


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sábado, 23 de mayo de 2015

SIXTO MEDINA, LA FAMILIA COMO MODELO

Se ha dicho muchas veces, y desde muy antiguo, que la familia es la célula básica de la sociedad. Pero es mucho más que eso; es el ámbito natural en el que los seres humanos se nutren de afecto, descubren su identidad y definen su relación con su entorno inmediato y con el mundo externo. Es el reducto en el cual se reciben las primeras y decisivas lecciones sobre los valores esenciales de la vida: el amor, la autoestima, la libertad, la solidaridad y el sentido de la responsabilidad. El concepto de familia en la actual situación que vive nuestro país está siendo desvirtuado, falseado por las distorsiones que acompañan a este proceso social de confusión y de crisis.

En una época en que la infancia se ve acosada por cuestiones y problemas que en rigor no la deberían ocupar, en una situación que tiende a producir una prolongación indefinida y artificiosa de la adolescencia; en una etapa en la cual la madurez se aleja cada vez más del mundo real de los adultos, es fundamental reconocer a la familia como algo más que un conjunto de personas que tienen en común el lazo sanguíneo. Tampoco será válido concebirla como la unión de un puñado de seres humanos que habitan bajo un mismo techo. Resulta inevitable considerar al núcleo familiar como un conjunto de personas que tienen alguna condición, alguna opinión o un espíritu en común, sin que necesariamente convivan en un mismo ámbito.

La necesidad de rescatar esta última acepción de la familia se hace sentir con fuerza en una época en la cual la ambigüedad de cierto rol político y social ha producido trastornos y distorsiones que conspiran contra la correcta percepción de las relaciones interpersonales y contra una adecuada delimitación de los ámbitos de pertenencia

La familia como institución proporciona un ejemplo de insustituible valor para cualquier organización social que aspire a ser parte de la tarea de construir una nación. Si consideramos al núcleo familiar como el rol organizador de un esquema jerárquico que se conjuga con el principio de la libertad individual ¿Por qué no trasladar su estructura al resto de las instituciones sociales y aun a las de la democracia? De ese modo, la implantación de un sistema de normas que ordene las conductas no será sospechada de autoritarismo, sino que será visto como un modelo de dialogo, de tolerancia y de convivencia digna y necesaria, orientado al bien común.

Cuando se analiza la historia de cualquier civilización se advierte el protagonismo que ejerció la familia en el desarrollo social y en la construcción de las instituciones públicas y privadas. Hoy cuando la familia venezolana se ve diezmada por la división política y se siente amenazada por la crisis económica, mientras se percibe el vació creado por la falta de independencia de los poderes públicos, resulta imprescindible un cambio político que permita rescatar a la familia venezolana.

Mientras el modelo chavista impone en muchos casos la confusión y hace que las palabras pierdan su sentido es necesario volver a las fuentes de la cultura alimentada por los valores perdurables. En esa tarea la familia sigue y seguirá cumpliendo una función sustancial como el molde vivo en el que toda riqueza social reconoce su origen.

Sixto Medina
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viernes, 1 de mayo de 2015

SIXTO MEDINA, EL PODER Y SUS LÍMITES

Sea cual fuere el extremo que consideremos el encarnado por la fragilidad de la oposición venezolana o el encarnado por la contundencia temperamental con que actúa Nicolás Maduro, la desmesura sigue siendo el rasgo distintivo de la política en nuestro país. La impotencia antagónica por un lado y la autoestima desenfrenada, por el otro no significan ciertamente lo mismo. 

Pero son, en lo que hace a los intereses superiores de la nación, defectos profundamente complementarios. Al abismarse en la extrema debilidad o en la soberbia de la autosuficiencia ejercida en los más altos niveles del Estado, arriesga el logro de lo indispensable: hacer posible una vida democrática.

Cuando la osadía personal con que procede un gobernante está al servicio de estos objetivos, bien merece llamarse coraje cívico. Cuando, en cambio, la osadía personal rinde tributos al anhelo insaciable de concentrar poder en las propias manos, esa, osadía personal, no pasa de ser la expresión de un carácter autoritario. Nadie puede negarlo: Nicolás Maduro hace un culto de la guapeza. Ignora que su investidura, republicanamente entendida, le exigiría, no homologar lo indispensable para el país con los procedimientos que le dicta su temperamento, inspirado por una indisimulable ambición de poder.

Las consecuencias de esta penosa sinonimia pueden advertirse en la sociedad.

El culto al coraje ejercido desde las máximas instancias del poder público y siempre a expensas del poder de las armas se irradia fatalmente sobre la sociedad como una invitación a subestimar las reglas concibiéndolas como lo que debe ceder ante la resuelta embestida del deseo personal. Las reglas, entonces, pasan a hacer la del más fuerte. La transgresión empieza a perfilarse poco a poco como norma y ésta, a su vez, como un requerimiento que deberá ajustarse a las disposiciones dictadas por la prevalencia del coraje personal. La Venezuela de hoy parece estar subordinada a esta fascinación por despliegue de la guapeza como recurso político dominante. Guapo será de este modo, quien sepa imponer lo suyo sin supeditar su deseo o nada que pueda acotarlo, y ello, tras haber extirpado del horizonte de sus necesidades toda valoración del diálogo, del disenso, del consenso, de la autocritica.

Con su estilo de gobierno, Nicolás Maduro, está diciendo a los venezolanos que el acatamiento de la división de poderes no conducirá al país hacia donde debe ir. Nada de lo que pueda restringir su concentración de poder y el carácter indiscutible de su hegemonía reviste para él, otro valor que el de un siniestro propósito de impedirle el ejercicio de sus derechos constitucionales.

Maduro obra a lo guapo y enseña a obrar a lo guapo. A lo guapo quiere crear poder. A lo guapo puso preso a Antonio Ledesma, Leopoldo López y demás presos políticos, a lo guapo despojó la diputación a María Corina Machado, a lo guapo inhibe a los empresarios, a lo guapo se enfrenta y niega el papel y las divisas a los medios de comunicación. A lo guapo niega los derechos humanos. La guapeza va desplazando así los valores cívicos intrínsecamente debilitados por una concepción de la política y el derecho que sólo concibe la eficacia en la razón como fruto del coraje personal.

Sixto Medina
sxmed@hotmail.com
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miércoles, 15 de abril de 2015

SIXTO MEDINA, LA POLÍTICA EN LA VIDA DE LA GENTE

Ir al trabajo y volver. Tener tiempo para estar con la familia, poder desarrollar ideas y proyectos. Caminar tranquilos por la calle. Sentirnos seguros en nuestra casa. Dormir sin preocupaciones cuando los hijos salen a divertirse. Que no te ataquen y te pongas preso por pensar distinto. Saber que tu trabajo te va a estar esperando mañana. Asumir que si te esfuerzas vas a alcanzar lo que te propones. Que tengas agua y luz permanentemente en tu casa. Que tu salario alcance. Ir al supermercado y conseguir los alimentos y productos del hogar y del vehículo, y saber cuánto cuestan las cosas. Ahorrar e irte de vacaciones. Dejar un futuro mejor a nuestros hijos. Que todos tengamos las mismas oportunidades.

Estas son las cosas básicas que suceden cuando la política funciona en la vida de la gente. Cosas que nos permiten dejar de preocuparnos por las reglas básicas, indispensables en cualquier sociedad, y nos permiten construir una vida personal y colectiva que valga la pena. Es entender la política como los cimientos de una sociedad donde, si los políticos se ocupan de la base, los demás van a poder levantar el país con el que sueñan. Lamentablemente,  la política de Nicolás Maduro y la chavista no parece entender estas realidades básicas.

Mientras la inflación carcome los salarios, la respuesta oficial es enviar a militantes y militares a controlar los precios. Al reclamo por transparencia y lucha contra la corrupción se reacciona en forma política, luego está la manera como se eluden responsabilidades. Contra el estancamiento de la economía y la falta de divisas, proponen que la plata de evasores, narcotraficantes, y quién sabe qué otros transgresores y delincuentes, ingrese al sistema con mayores beneficios que los del ciudadano que siempre cumplió con sus obligaciones. Son todas medidas que generan nuevos problemas y ninguna solución. Pero que además profundizan la sensación de que la política puede discutir apasionadamente y encontrar argumentos para defender cualquier bandera, pero no puede resolver los problemas más inmediatos.

Jorge Luis Borges, para una de las líneas de su poema “Fragmentos de una evangelio apócrifo”, adapta una idea básica del estoicismo: que lo único que importa, ya que es lo único que cada uno de nosotros puede realmente controlar, es nuestra propia conducta. “Piensa que los otros son justos o lo serán, y si no es así, no es tuyo el error”. Es un ideal precioso, pero uno que fracasa cuando se relaciona con la percepción que cada vez más personas tiene de la política. 

No se puede correr el riesgo de pensar, siquiera de manera hipotética, que alguien es justo si esa ingenuidad lleva a la muerte, trágica e innecesaria, de un ser querido. Entender esa realidad es remarcar que hay otras formas de hacer política que comienzan por las necesidades de la gente y la llegada a la política de gente nueva, o por lo menos requiere de un cambio de actitud. 

Pensar que la política puede solucionar problemas concretos no significa el fin de la épica. Todo lo contrario, es la base para construir una épica distinta, que sirva a personas de carne y hueso.  

Sixto Medina
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martes, 10 de marzo de 2015

SIXTO MEDINA, LA MUJER EN LA HISTORIA

Parados en el comienzo de la segunda decada del siglo XXI, vemos como las mujeres han sido artifices de la historia y hunden sus raices en la lucha por participar en la sociedad en pie de igualdad con ei hombre. Se han insertado en el mundo laboral; han alcanzado conquistas legales, políticas,economicas y sociales,    llegando hasta gobernar un país. Sin embargo, el camino por recorrer es aún largo, vemos como la violencia y la discriminación contra la mujer se expresa en diversos aspectos de la vida, sólo por el hecho ser mujer. El 8 de marzo, se festeja en todo el mundo como un pedido de igualdad que debería extenderse más allá de las fronteras y categorias del Día Internacional de la Mujer.

Las mujeres eran seres inferiores en la antigua Grecia, la de los grandes filósofos, y lo siguieron siendo en la Roma de los Césares: el pater familias ejercía sobre ellas poderes absolutos, las mujeres debian ciega obediencia al padre y luego al marido, no se les reconocia ningún derecho ciudadano y sus status juridico no excedía al de sus hijos varones menores de edad, padres y maridos en mala situación economica podian cotizarlas como vulgar mercancia y ofrecerlas en pago por alguna deuda. En la Edad Media les fue poco más o menos mejor: los fueros más progresistas determinaban que debia ser castigado el varón que les infligiera daño insjusto o desmedido, pero teniendo en cuenta que la persona femenina tenia la valía social, la mitad que toda persona masculina.

La Revolución Francesa estableció el principio de libertad, igualdad y fraternidad entre los hombres, pero no de los hombres respecto de las mujeres.

La revolución Industrial de principios del siglo XIX sacó a las mujeres de la cocina, del dominio del amo y le impuso condiciones de esclavitud en las fabricas.Esa revolución, sin embargo, instauró una corriente de rezongos que alcanzó rápida trascendencia: los feminismos, en efecto apuraron un proceso de equivalencia de derechos civicos y sociales, más o menos semejantes a los del varón. Sin embargo, en la actualidad millones de mujeres siguen sufriendo castigos fisicos- en algunos casos- autorizados por ley,  tal como reza un dictamen dado en los Emiratos Arabes Unidos, desde marzo de 2002.

El Día Internacional de la Mujer es oportunidad adecuada para reafirmar ciertos objetivos fundamentales de la sociedad vinculados con la necesaria igualdad de los todos los derechos femeninos; debe entenderse como recordatorio de tan larga sucesión de felonías, amen de indeclinable abnegación para dar vida y protegerla, aun cuando amantara a un futuro macho esclavista o a un proxeneta, como los que todavía abundan. Ejemplos de esa truculencia prepotencia viril dan cuenta todavía hoy unos cuantos bárbaros y crueles que hoy estan en el poder o las cronicas policiales; así como las leyes, normas, usos y costumbres de culturas suscriptas al fundamentalismo troglodita.

Hablar de la mujer, es hablar de grandes hazañas a lo largo de nuestra historia, es hablar de la vida, de la belleza, de la sonrisa franca, de andar firme, de decisiones, de abnegación, de entereza, constancia y superación, de ser madre y esposa y en muchas ocasiones de ser madre y padre. ¿Existiría poesia y amor si no fuera por éllas? Poetas y artistas en general las han considerado paradigmas de belleza, por lo que resulta innegable que dieron sentido cabal a la palabra amor y cariño y, que supieron inocular romantica sensibilidad en la agreste naturaleza masculina. Un tributo a la mujer en su Día.

Sixto Medina
sxmed@hotmail.com
@medinasixto

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miércoles, 4 de marzo de 2015

SIXTO MEDINA, FANTASMAS DE GOLPES DE ESTADO

La trivialidad de las respuestas de Nicolás Maduro frente a las criticas que se le formulan al estilo de gobernar y contenido de la conducción gubernamental sigue sorprendiendo. Nada mitiga tales efectos a pesar de los tres quinquenios transcurridos desde que el chavismo asumió el gobierno. Muy por el contrario hace ya tiempo que el régimen se ha calzado el traje de victima denunciando conspiraciones de todo tipo y golpes de Estado para desacreditar a la Mesa de la Unidad Democrática, a los opositores y críticos venezolanos a los medios de comunicación nacionales e internacionales y según así, encubrir sus groseros errores de gestión. Hoy nuevamente se está queriendo instalar un clima que no existe para tapar una realidad que avergüenza.

Esta visto que para el gobierno criticar y denunciar que dentro del actual sistema no hay solución para los problemas planteados, donde la situación se pudre y los conflictos se agudizan, como lo han declarado públicamente Antonio Ledesma y Leopoldo López, entre otros, es hacer golpes de Estado, en cambio lo que pretendió el teniente coronel Hugo Chávez al frente de militares amotinados era democracia. Si la perseverancia o la constancia fueran por sí sola un mérito, habría que felicitar a los esforzados intérpretes de una realidad fantasiosa, pero la verdad es que de nada sirve al interés general ni a la estupefacta audiencia una continuada acumulación de acciones desacertadas, de errores, cuando no de actos dolosos y de insidia.

Nicolás Maduro, recientemente en una de sus cadenas, incurrió en un incalificable desliz llegó a sostener más o menos lo siguiente: la Constitución y las leyes del país no amparan a los que de alguna forma están en su contra, lo critican o hacen oposición a su gobierno. Este concepto limitativo de la legalidad, no sólo tiene de criticable la circunstancia de que desnaturaliza la idea sobre el régimen de derecho, sino que estimula procedimientos violatorios de los derechos y garantías constitucionales. La Constitución no se puede salvaguardar vulnerándola. Sería absurdo pensar, por ejemplo, que para enfrentar a un ciudadano que auspicia el cambio violento del régimen- como fue el fallido golpe del 4F, encabezado por Hugo Chávez, a quien se le respetaron sus derechos- se le someta a torturas o se le incomunique, pese a lo establecido en los artículos 46, 47 y 48 de la Constitución vigente, o que se llegue al extremo de privarlo del respeto debido a la dignidad inherente al ser humano, vulnerando de esa manera el derecho básico de nuestro ordenamiento constitucional. No obstante hoy, bajo éste régimen se priva de derechos fundamentales a los democratas, a los que luchan cívicamente porque la democracia sea una realidad.

De la defensa de la legalidad y del estado democrático de manera integral es que puede surgir un clima que restablezca la armonía entre los venezolanos y nos aleje del abismo. Esa lógica descabellada, ese disparate de tildar de "golpistas" desde el gobierno a quienes critican, se oponen a sus políticas o cívicamente buscan poner limites a los abusos de poder, esconde una detestable y vil persecución, una perversa intención de cercenar o segar las libertades civiles y políticas en Venezuela. Se necesita no vivir en este país y no estar informado, ser un despistado de primera o estar fanatizado para no darse cuenta- no admitir- lo que está sucediendo.

Sixto Medina
sxmed@hotmail.com
@medinasixto 


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viernes, 30 de enero de 2015

SIXTO MEDINA, MENSAJE DESOLADOR

En el mensaje de Nicolás Maduro a la nación no hay respuesta para el problema de fondo que no es otro que el empobrecimiento del país, el deterioro social y la cada vez más injusta distribución del ingreso. Las medidas que se anuncian no van dirigidas a corregir la situación, sino a aumentar la gravedad de su estado, pues,  no hay proporción entre la Venezuela agobiada por la inflación, el estancamiento de la economía que produjo la gran escasez de productos básicos, el control de cambio respecto al dólar, la caída de los precios del petróleo y las políticas que se aplicarán para la solución y recuperación de la economía.
Sí algo revela el mensaje presidencial y la actual conducción nacional a nivel de Estado y de gobierno es el fracaso. La magra obra del régimen en estos años no da para exaltaciones. En cambio sí lo dan los proyectos y promesas. Sigue, así el régimen trabajando con el futuro, con la evasión, escapando a la realidad, moviendose en el ambito de las promesas. Lo que vemos hoy es una industria nacional improductiva y desvinculada de las exigencias de un auténtico desarrollo; afectada, por las nacionalizaciones e intervenciones que han debilitado el sector productivo del país. . 
Chávez, con la excusa de eliminación de fábricas y latifundios, supuestamente improductivos expropió empresas y tierras a las cuales les inyectó capital y las dotó con trabajadores que devengarían sueldos copiosos. Si bien, esas empresas perdieron ingentes cantidades de dinero, para la mentalidad revolucionaria es dato insignificante. Las consecuencias económicas han sido el empobrecimiento de la población. Mientras más empresas públicas pierden dinero., más pobre se va haciendo la sociedad que debe sostenerlas. Eso se lo explicó paciente e inutilmente Luwig von Mises a Lenin en un libro llamado socialismo, publicado en 1922, cuando la revolución bolchevique acaba de estrenarse.
No le hicieron caso. No porque los comunistas no entendieran los razonamientos impecables del economista austriaco, sino por que la decisión de apoderarse de la propiedad privada era ideológica, no económica. Marx, había asegurado que al cambiar el régimen de propiedad (la estructura) se modificarían la mentalidad social y las instituciones (la superestrctura), dando lugar al nacimiento del hombre nuevo, una virtuosa y solidaria critura que construiría el paraiso sobre la tierra. A Lenin le importaba un rábano si todas las empresas se hundían; lo que quería era una masa de sovieticos obedientes para poner a prueba las teorías de Carlos Marx, y, de paso, para gobernar despóticamente.
A lo largo de los años en los que el chavismo ha gobernado a Venezuela, la democracia y la sociedad en su conjunto han sido en gran proporción deformadas hasta hacerlas irreconocibles, recurriendo a la abolición de libertades públicas y persecución constante de toda índole, para tratar de ocultar la enorme gravedad de lo que sucede.Todo esto ha ocurrido sin que la realidad política que pone en peligro la vida del venezolano fuera denunciada con energía debida por los organismos regionales, intimidados con el creído de prepotencia del régimen imperante en Venezuela y de los países denominados "bolivarianos" que le acompañan.
El país ha llegado a su nivel de saturación. Para nadie es un secreto que hoy ocupamos los peores lugares entre los países más evaluados en materia de inflación, inseguridad y corrupción, situándonos en un deterioro muy severo: el más alto en inflación, 64 por ciento. Prácticamente el más corrupto de América latina y el más inseguro del mundo; se producen 73  asesinatos por cada 100.000 habitantes lo que nos ubica en el país más violento de nuestra América.
Por el camino que ha trazado el mensanje, la diferencia entre el grupo chavista que controla el poder y la nación sería cada vez más acentuada . Todas las esperanzas forjadas, todas las ilusiones puestas en una gestión que se inició con Hugo Chávez se ha marchitado. De él no queda sino la referencia de burócratas que cada dìa que pasa se caracterizan por su comodidad.
Ante a la realidad política y económica circundante corresponde a cada uno de los
venezolanos asumir su responsabilidad, así como  su participación en las próximas elecciones parlamentarias para elegir diputados democratas; renovar la Asamblea Nacional. Y, derrotar a los responsables de la ruina y decadencia de Venezuela.
Sixto Medina
sxmed@hotmail.com
@medinasixto

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sábado, 20 de diciembre de 2014

SIXTO MEDINA, EL TIEMPO DE LA ESPERANZA

SIXTO MEDINA
Cuando amplios sectores de la sociedad de diversos paises, como Venezuela, se disponen a celebrar la navidad la fecha que la comunidad cristiana dedica a rememorar el nacimiento de Jesús y, por lo tanto, a compartir el supremo don de la esperanza, nada mejor que detenernos a examinar la realidad venezolana para tratar de rescatar, por debajo de la crisis evidente que nos agobia y nos oprime, aquellos signos que invitan a mirar el futuro con algunos margenes de optimismo.

La navidad representa la fuerza de la cultura cristiana, con su mensaje espiritual que llega con dificultad a un mundo donde pareciera prevalecer, la frialdad, la indiferencia y la desesperanza. Sin duda, este mensaje tiene válidez universal. quienes no son cristianos- católicos, ortodoxos o de las iglesias reformadas- pueden celebrar la fiesta de la familia, de la solidaridad humana y del renacimiento de lo espiritual en cada uno de nosotros, y confiar en un futuro mejor, despojado del egoismo y de la injusticia que caracterizan al tiempo presente.

Nos estamos acercando al fin de un año extremadamente duro. Un año en que los venezolanos continuamos sufriendo los efectos de un empeoramiento de la crisis política y economica que cada día da lugar una mayor inestabilidad social e inseguridad personal y jurídica; mucho más conflictiva y afectada por la inflación con un control de cambio que no ha podido ponerle freno a una situación critica de agotamiento de reservas, a lo que suma la caida del precio del petróleo en torno a los 50 dólares el barril, que pone en aprieto a nuestra economía por estar muy ligada a la exportación petrolera, cuyo ingreso de divisas depende hoy del 85 por ciento de ese liquido natural oleaginoso y, consecuentemente, de una dolorosa incidencia sobre el cuadro social, oscurecido por los altos indices de desempleo y por los avances de una situación social de inferioridad y pobreza. Testimonio patetico de esa desgarradora realidad son, en los últimos meses la escasez de alimentos, medicinas y de productos necesarios para subsistir, para mantener y/o conservar la vida, que ha tomado al estado público y alcanza una deprimente repercusión internacional.

Sin embargo, la experiencia venezolana puede y debe ser leida tambien en terminos esperanzadores. Del comportamiento de la sociedad, del conjunto de personas puede extraerse por lo pronto, una conclusión alentadora. No sólo por el dato, moralmente reconfortante, de que la comunidad nacional supo afrontar y resistir a lo largo del año una de las crisis muy graves de su historia sin caer en fatalismos y en divisionismos ni producir reacciones exasperadas, de esa, que ocasionan daños irreparables a la paz social.

Si los venezolanos fuimos capaces de sobrellevar los terribles problemas que no aquejaron durante 2014 sin quebrarnos como sociedad, hay razones fuertes para que confiemos en nuestra capacidad y fortaleza, haciendo un amplio y decidido esfuerzo para enderezar el rumbo histórico decididamente aciago en el que hemos estado embarcados y para proyectarnos en el tiempo que vendrá, a un destino que recompense nuestros desvelos. Esfuerzo, que debe ser acompañado de un franco y sincero debate público de ideas, de cómo se puede retificar en materia economica, petrolera y social

Nos acercamos al fin de un año del que es necesario sacar enseñanzas, con el fin de no volver a cometer los mismo errores; con el deseo de que en Venezuela se generen condiciones políticas para que el país se ponga en marcha y con la esperanza de que el 2015 sea, finalmente, el año de la anhelada recuperación de la democracia y de la República. No, obstante queda-como ya se dijo- un espacio significativo para la esperanza. En ese espacio debemos movernos para empezar a caminar hacia las metas deseadas.

En estos últimos días del año, que invitan a reflexionar, a hacer una reviisión de la vida de cada uno de nosotros, el sencillo gesto de buena voluntad hacia el otro, expresado en el saludo ¡Feliz Navidad!, despojado, amigable, pacifico, está al alcance de todos como una buena manera de celebrar en los corazones la gran fiesta de la cristiandad. Es bueno preguntarse entonces qué es lo permanente del núcleo espiritual navideño y cúal es la parte que corresponde a cada uno de nosotros en el recuerdo del nacimiento del niño Dios en Bélen de que el año próximo se cumplirán 2015 años

Sixto Medina
sxmed@hotmail.com
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jueves, 27 de noviembre de 2014

SIXTO MEDINA, MANIPULACIÓN A IZQUIERDA Y DERECHA

SIXTO MEDINA
Cuando era estudiante en la Facultad de Derecho, solía un profesor decirme  que todo estudiante de abogacía era un prófugo de las matemáticas que terminaba cautivo. Huía de la precisión de los números pero caía, forzosamente, en una trampa que el mundo jurídico siempre tiene abierta: el rigor de su terminología. En los códigos, en las normas legales, no se puede vivir en los arrabales de la precisión. Ellos también tienen su “matemática”, y esa matemática indica que no es lo mismo “derecho” que garantía, “robo que hurto”, “violación” que “estupro”. Ese rigor hace a la esencia del derecho, porque el derecho-todo derecho- es un intento de amparo, de protección. Los términos vagos, imprecisos, brumosos, pueden servir a la poesía, pero no al mundo jurídico.

Pero la necesidad de ser claros, de tener que manejar términos con la mayor certeza posible, no es sólo un imperativo categórico del mundo legal, sino una necesidad imperiosa para una vida política y social sana. Es lo que nos está faltando a nosotros los venezolanos. El problema desde luego, no es gramatical. Es un hecho el enfrentamiento político entre quienes desde el poder pretenden imponer un sistema totalitario y quienes desde la oposición nos negamos a ello,  porque creemos en la democracia y en la unidad de toda la nación. El común-pero no el común de la calle o de la multitud, sino de los que están en el alto gobierno, y las de sus seguidores comentaristas, analistas o periodistas- que por razones obvias de oficio, debería tener nociones claras, generaliza de forma irresponsable sobre izquierdas y derechas. Reparten la calificación sin miramientos. Cualquiera es de derecha y cualquiera es de izquierda. Y así, a fuerza de reiterar estas denominaciones nada queda en claro. Apuntan a eso, a manipular, a ocultar la verdad o contar los hechos no como suceden sino como les conviene. 

Tanto el fascismo como el comunismo no tienen nada que ver con la derecha y la izquierda. El termino izquierda política y derecha política, tienen su origen en la votación  del 11 de septiembre de 1789 en la Asamblea Nacional Constituyente surgida de la Revolución Francesa.  Al fin y al cabo la noción de la izquierda y la de derecha está siendo corrompida desde hace menos de cien años. Ser de izquierda es oponerse al poder político sin control, al abuso, al privilegio irritante, a los dogmas paralizantes. Tampoco hay izquierda donde los déspotas se eternizan, limitan la actividad política, ni defensa mínima de la dignidad humana. Tampoco hay derecha en los regímenes despóticos donde el gobierno de turno todo lo puede y el ciudadano común nada importa. La derecha y la izquierda, que todavía subsisten y gozan de buena salud, tienen que ver, como lo tuvieron siempre, con los criterios que se sostienen sobre el ámbito público y el ámbito privado.

Hoy en el alto gobierno hay una gruesa capa de aprovechadores de la confusión. Los intereses creados de estos malabaristas de la verdad levantan cotidianamente polvareda para impedir la claridad y la verdad. La izquierda y la derecha no tienen nada que ver con el crimen abyecto, institucionalizado, de todos los sistemas despóticos que la mala fe o la ignorancia califican de izquierda o de derecha.

Sixto Medina
sxmed@hotmail.com

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sábado, 15 de noviembre de 2014

SIXTO MEDINA, LA CORONACIÓN DE UN SUEÑO, CAIDA DEL MURO DE BERLIN,

Hace 25 años, el 9 de noviembre de 1989. La población alemana de Berlín Oriental despierta con el mismo sentimiento de asfixia y encarcelamiento sufrido día tras día desde 1962, año en que se inauguraba el tristemente famoso “Muro de Berlín”. Pero éste no era un día común. Los berlineses de oriente se encontrarían ese día con la tan ansiada noticia que les traería no sólo esperanza y progreso, sino lo más importante e imprescindible para el mismísimo ser humano ¡Libertad!

La frontera entre dos mundos ideales- el del hombre en libertad y el del hombre subordinado íntegramente a la abstracción totalizadora del Estado- se desdibujó en pocas horas y dejó a la vista lo que hasta ese momento parecía una imagen de pura fantasía: una Berlín de libre circulación hacia uno y otro lado de la Puerta de Brandenburgo.

Las generaciones que habían crecido o madurado en los años posteriores a la segunda Guerra Mundial no imaginaron que iban a ser testigos, alguna vez, de la caída estrepitosa del imperio comunista. Aun los que sabían que había fisuras internas cada vez más comprometedoras en el régimen soviético- y en su dilatado emporio de países satélites- suponían que el estrepitoso final iba a producirse en un plazo más lejano y pensaban que no iban a vivir lo suficiente para verlo.

Pero los procesos históricos- ya se sabe- son a menudos impredecibles. Hacia los últimos meses de 1989, la cortina de hierro empezó a mostrar su vulnerabilidad en vastos puntos del tenso mapa europeo; en Hungría, Polonia, en Checoslovaquia. Y, por supuesto en Berlín. La ola de gente que quería pasar al sector occidental de la gran ciudad alemana creció aceleradamente, lo que obligó a las autoridades de la Republica de Alemania Oriental (RDA) a dictar una norma- primero una ley, luego un decreto- que flexibilizase el tránsito de personas hacia Berlín Occidental. Pero la fuerza de los hechos fue más veloz que la ley escrita y el 9 de noviembre un puñado de resueltos activistas comenzó a derribar el afrentoso muro.

Ante el cariz que tomaban los hechos ese mismo día, un miembro del politburó de la RDA, Günter Schabowsky, se vio obligado a reconocer públicamente, ante una rueda de periodistas, que estaba ya en vigor el libre tránsito a través de los puestos fronterizos. En realidad, la norma no tenía aún vigencia formal pero los pueblos suelen pasar por encima de los códigos cuando se trata de conquistar la libertad. La caída del Muro de Berlín fue el símbolo que pronunció la agonía del imperio fundado por Lenin y consolidado por Stalin. Y marco el comienzo del fin de la Guerra Fría, que en sus horas de mayor tensión había colocado al planeta, más de una vez, al borde de la hecatombe nuclear.

 A 25 años de distancia, el muro de Berlín aparece como el punto de partida de un proceso histórico en el que nuevos padecimientos y nuevos temores han ido sustituyendo a los que agobiaban a la humanidad en 1989. No debe faltar un espacio en la reflexión para la evocación de los hechos que significaron un avance en la marcha hacia el reconocimiento de la dignidad del hombre. En esa marcha, la caída del Muro de Berlín fue un hito de extraordinario valor. Por supuesto la marcha sigue. Nuevos desafíos reclaman, ahora, sobre todo en Venezuela, nuevas respuestas. Y siempre habrá nuevos muros por derribar.

Sixto Medina
sxmed@hotmail.com
@sm_sixto

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sábado, 18 de octubre de 2014

SIXTO MEDINA, UNA NACIÓN INSEGURA

El orden siempre ha sido el mayor desafió para una sociedad en crisis. La estremecedora avalancha de violencia criminal que está soportando la población venezolana en todas las regiones del país- especialmente en el Distrito Metropolitano de Caracas - está llevando a la nación a un estado de virtual disolución social. Cuando el Estado no tiene una respuesta para la inseguridad del ciudadano, se forja en el seno de la sociedad un criterio sustitutivo o de reemplazo. No existe mejor herramienta para la lucha contra el delito que una respuesta democrática y la propia ley.

Una delincuencia feroz, carente de toda inhibición moral se ha adueñado de los lugares públicos y hasta invade con espeluznante impunidad la intimidad de los hogares y vida familiar, ante la incomprensible pasividad de un Estado débil e impotente, que ha renunciado a la más elemental de sus obligaciones: velar por la seguridad pública y jurídica de todos los ciudadanos. La seguridad y la justicia son valores primordiales para cualquier comunidad. Sin ellos, ninguna sociedad puede subsistir como tal. En la Venezuela de hoy, esos dos valores han perdido vigor como producto de la degradación del Estado en el cumplimiento de sus funciones irrenunciables. La sociedad clama por su inmediato fortalecimiento; nos los está diciendo de todos los modos posibles. Quienes pueden, han venido encomendado a empresas de vigilancia privadas cuidar todo cuanto las instituciones públicas no pueden reguardar.

Restablecer el pleno imperio de la seguridad no es tarea exclusiva de un gobierno ni de un partido político. Es una empresa que debe ser encarada como política básica de Estado, compartida con todos los sectores del país, para hacer frente a la brutal escalada del crimen. La responsabilidad por este gravísimo deterioro se debe a que el Estado ha renunciado al uso monopólico de la fuerza en función de la ley y nada más que de la ley. Lo que ha hecho es poner en peligro la vida de los ciudadanos, un ejemplo es haber apelado al poder de policía por sobre el poder de la ley y otorgar patentes de corso para asegurarse colaboradores en la lucha por continuar como autoridad absoluta no limitada por las leyes ni por ningún control constitucional, dando origen hoy día a las formaciones inorgánicas: los denominados colectivos armados. Con lo que se sembró la semilla que sólo podía producir una recolección o cosecha trágica y desquiciadora de toda mínima noción de orden y legalidad.

En el fondo de esta situación de inseguridad ciudadana palpita, claro está, la predilección por el enfrentamiento y la renuncia a consensos que promuevan la convivencia asentada en el perfeccionamiento del dialogo. La verosimilitud de la ley se eclipsa y el disenso se convierte en agravio. Un creciente empobrecimiento cívico se expande día a día en Venezuela. Este feroz reduccionismo de lo cívico a lo temperamental no fortalecerá, por cierto, el transito indispensable hacia un porvenir democrático y republicano. Pues, lo que se reivindica, no es la legalidad que emana de la Constitución y leyes sino la que impone un grupo y un partido político. Al final de cuentas la sociedad está agotando su paciencia. La situación no da para más. Nada es tan urgente en el país como detener la oleada criminal que está arrinconando a la población contra los tenebrosos murallones del miedo y el espanto.

Sixto Medina
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viernes, 19 de septiembre de 2014

SIXTO MEDINA, EL PECADO MORTAL

No es ocioso volver a repetir un principio educando que señala: las diferencias humanas se resuelven por el vencimiento (lo militar) o por el convencimiento (la política). 

Como la gramática lo dice, la clave de la política- y, desde luego, de la democracia- consiste en vencer “con” el otro y no “sobre” el otro. Esta idea de asociarlo a la decisión común es el espíritu santo de la democracia y todo el encofrado de cualquier política fecunda. 

Desde luego, con la salvedad técnica de Clausewitz, que sostiene que la guerra suele ser la continuación de la política por otros medios, así como la política, la continuación de la guerra en una mesa de discusión.

La democracia es endémicamente crítica. Consultar al otro significa la posibilidad casi matemática de discrepar. Imaginar una democracia de calma chicha es una ensoñación o una creación maliciosa de autoritarios disfrazados. Debemos volver  sobre el eje de diamante del demos. El pueblo, el común, el otro con el que convivo me es imprescindible. Es incomodo, fatigoso e incluso con tono irritante, pero necesario. Cuesta mucho aceptar al distinto; mucho más valorarlo. Si se nos permite la vulgata de un ejemplo de multitudes: mal que les pese, y asumiendo la verdad paradójica, el Caracas seria menos sin el Magallanes. Sin el otro, el vacío los empequeñecería recíprocamente. Volviendo a nuestras preocupaciones, la clave de la bóveda de la vida democrática y de la vida civilizada consiste en saber que, todos los infinitos inconvenientes de la convivencia, el otro es una fuente inagotable de enriquecimiento personal.

El hilo que enhebra el idioma y le da sentido a lo que expresamos gracias a él es la lógica, también invento griego. No es lo mismo un adversario que un enemigo. La diferencia en política no es gramatical, sino sustancial. Los adversarios piensan distintos o son distintos, pero -otra cosa aguda paradoja- pueden ser amigos. Porque pueden sentir como nosotros. Pueden ser emocionalmente fraternales, aunque discrepen totalmente en el territorio de las ideas.

La materia prima, toda la materia prima de la democracia, es la de partidarios y adversarios. Los enemigos pertenecen al mundo de la acción directa, del golpe, de la guerra. Cuando esa actitud beligerante se vuelve cotidiana en cualquier sociedad, asistimos al peligroso ejercicio de caminar por los bordes de los precipicios fascistas. Hay quienes desde las altas esferas del gobierno quieren instalar en la sociedad venezolana la idea de que el fascismo es forzosa y únicamente el de derecha. Son continuadores de otro invento tramposo que atravesó el siglo XX y contribuyó a enturbiarlo: había comunistas o no comunistas; si usted era comunista, era forzosamente reaccionario. Esa creación embustera sirvió para maquillar los espantos del tirano Josefh Stalin y todas las experiencias auténticamente reaccionarias de la hoz y el martillo.

Esa idea de que se puede coincidir conmigo o no, pero que si se está en contra se es un enemigo, ha sido la matriz de ríos de sangre que anegaron el siglo XX y continúan activos en nuestros días. No importa quien se oponga. El pecado mortal esta en oponerse.
        
Sixto Medina
sxmed@hotmail.com
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