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martes, 30 de abril de 2013

LUIS VICENTE LEÓN, LA AUDITORÍA ES PARA TODOS,

Es inaceptable que el CNE decida qué cosas de su proceso se pueden mirar y qué cosas no
Más allá de si pensamos que el proceso electoral fue justo o fraudulento, la oposición tiene el derecho legal, político y ético de solicitar una auditoría que le permita aclarar sus dudas. Cualquier argumento que se use para bloquear o minimizar ese derecho sería absurdo, abusivo y sesgado.
Lamentablemente, el debate sobre este tema se ha dado en una combinación de retórica confusa y crispación de ambas partes en conflicto. Todo arranca porque la mayoría no entiende bien cómo funciona el proceso electoral y mucho menos cómo se verifica. La ley indica que el voto válido es el electrónico y sólo con él se puede decidir una elección. En eso tienen razón las rectoras. Pero para llegar a ese voto válido, hay varios pasos que se diseñan para garantizar su legitimidad y auditarlo si es necesario (y si esa auditoría demuestra que la elección no fue adecuada, entonces se puede impugnar). Si este proceso funciona sería teóricamente imposible que una persona votara varias veces o los "muertos" votaran. Una vez que tu máquina fue activada con tu huella (y la pregunta es quién decide cuándo se activa), votas y se imprime tu recibo de votación, el cual depositas en la caja, como comprobante para la auditoría posterior. Finalmente, las personas firman y ponen su huella en el libro de votación, lo cual controla cuántas votaron y quiénes son.
Si todos estos procesos funcionan, debería estar bien representada la decisión del pueblo. La denuncia opositora es que en realidad esos procesos no funcionaron adecuadamente.
Una vez que la mitad del país desconfía de la otra y del árbitro, el tema deja de ser técnico para convertirse en político y en ese campo, basta desconfiar para tener el derecho a revisar, abrir, tocar y contar.
Cuando se decide auditar, ¿cuál es el objetivo? Determinar si todo funcionó como debía. Y ¿sobre qué debe hacerse la auditoría? Sobre todo el proceso. Lo parcial es paja. ¿Contar las papeletas y contrastarlas con las actas y los reportes del CNE es suficiente? No. Eso sólo demostraría que el sistema automatizado funciona adecuadamente para contar los votos que se metieron ahí (un proceso que doy por bueno). Pero es que ese no es el único problema del reclamante. Tomemos un ejemplo simple. La oposición dice que votaron personas fallecidas, que hay votos múltiples, votos plana y abuso de los votos asistidos. No tengo ni idea si eso es verdad o no, pero lo que sí sé, es que si esos muertos "votaron" o hay gente que suplantó identidades, en efecto las máquinas de votación fueron activadas y esas papeletas serían cónsonas con lo que leyó el sistema. Cuando cuentes papeletas y voto electrónico, el voto de los muertos estaría ahí, como las planas y los rellenos. La auditoría parecería perfecta, pero, ¿realmente es así? No, porque con esto no pruebas nada de lo mencionado. La única manera de saberlo sería chequeando los libros y huellas y demostrando si las personas que "firmaron" están vivas o muertas o si hay firmas planas o votos que no fueron activados por huella, o si no cuadran los que se anotaron en libro con el número de papeletas. La idea es determinar si hubo fraude chavista o fábulas urbanas de la oposición y con esto garantizar la paz.
Es inaceptable que el CNE decida qué cosas de su proceso se pueden mirar y qué cosas no. Es como si una auditoría a un cajero del banco se le haga sólo sobre el montoncito de dinero que él decida darte y no sobre el monto total.
Debemos estar de acuerdo en que una auditoría decente, completa e integral es sana para rescatar la confianza y abogo para que prevalezca la cordura y se eviten conflictos existenciales que, entre dos mitades, sería poco menos que la crónica de una explosión anunciada.
@luisvicenteleon

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lunes, 29 de abril de 2013

ANTONIO JOSÉ MONAGAS, ¿JUGANDO SUCIO?, PIDO LA PALABRA, VENTANA DE PAPEL,

Pero aún cuando el juego pueda estar hoy trancado, la conciencia del venezolano demócrata no se doblegará como burdo acto de constricción ideológico.
¿JUGANDO SUCIO?
Indiscutiblemente, los extremos perjudican. Asirse a posturas extremistas, conduce a serios errores. En política, estos desaciertos acosan con igual o mayor insidia. No sólo cuando la praxis política se somete a los dictámenes del capitalismo. Igualmente, con el socialismo. Y peor, ya que sus propuestas asfixian libertades, derechos humanos y garantías políticas. La historia es elocuente cuando retrata situaciones convulsionadas a consecuencia del pandemónium vivido por sociedades que concibieron en el socialismo el fundamento del sistema político seguido. Sin embargo países que apostaron su futuro al capitalismo, no escaparon de vivencias repulsivas.
No hay duda de que el capitalismo llegó al momento en el que se desbordaron los principios que originariamente validaron sus postulados. Aunque a decir del socialismo, pudiera decirse que expiró sin alcanzar a demostrar lo que sus mecenas alegaron en torno a sus razones. No obstante, muchas dudas fueron sembrándose a su alrededor toda vez que naciones que pretendieron prenderse al socialismo, terminaron implosionando social y económicamente. 
Por algo, Winston Churchill, expresó que “el vicio inherente al capitalismo es el desigual reparto de bienes. Mientras que la virtud inherente al socialismo es el equitativo reparto de la miseria”. Más aún, refiriéndose al socialismo, manifestó que “es la filosofía del fracaso, el credo a la ignorancia y la prédica a la envidia”.
En medio de tan cuestionadas ideologías políticas, todas con elevadas aspiraciones y avezados compromisos, al menos a nivel declarativo, las crisis políticas y económicas terminaron por hundir al hombre en el fragor de legítimas expectativas. Venezuela no fue exceptuada en tan inclemente ejercicio de gobierno. A pesar del concepto de Estado democrático y social de Derecho y de Justicia aludido en las dos últimas Constituciones (1961 y 1999)
Aún así, las realidades no han mejorado. Por el contrario, han venido desarreglándose al punto que, luego del encadenamiento político que durante 14 años mantuvo el dominio del comandante Hugo Chávez, el país se atascó. Ni siquiera alcanzó a llegar a algún punto de inflexión desde el cual podrían haberse realizado mínimos ajustes dirigidos a corregir desviaciones que rebasaron niveles de contención y comunicación. Luego del deslucido 10 de Enero 2013, fecha ésta fijada por la Constitución Nacional para que el candidato electo tome posesión del cargo de presidente de la República, el país se anquilosó como resultado de hundirse en el fango del fascismo gubernamental al trabar no sólo la economía. También los restantes procesos de los cuales se sirve la nación para impulsar su discurrir político y social. Todo fue como vivir el fantasma de un  país llamado Venezuela.
Por breve que sea cualquier registro del discurrir nacional, resulta difícil de aceptar tanta intriga. Quienes ahora persisten en perpetuarse en el poder, contra cualquier intención de legitimidad, se han valido de múltiples engaños para exacerbar la compasión necesaria que favoreciera la creación de un mito aprovechándose  grotescamente de la imagen de un difunto cuya vida pública giró alrededor de la chequera petrolera gracias a la cual se impuso silenciando cualquier pensamiento distinto del suyo. Pero aún cuando el juego pueda estar hoy trancado, la conciencia del venezolano demócrata no se doblegará como burdo acto de constricción ideológico. El destino esperanzador de la democracia, está más consolidado que nunca. Muy a pesar de que el régimen continúe especulando realidades a partir de vulgares falsedades toda vez que sigue jugando sucio.
VENTANA DE PAPEL
 “EN EL RING”
La crisis política que abruma a Venezuela, no sólo sensibiliza a quienes directamente son afectados por sus nefastas consecuencias. También, a quienes allende los mares se involucran con una situación que supera fronteras. Más, quienes conciencian el inmenso peso del mundo al comprender que, basta la agonía de una flor en cualquier lugar del planeta, para que tan ínfima razón genere un desbalance en el universo. El Internet permite dar con personas que manifiestan su apego a problemas como los que arrastra el país.
El encuentro con una digna representante de mundo mexicano, entregada a la poesía, la literatura y a la música, deja ver el grado de compenetración que ha fusionando su vida con las dolencias del venezolano. La necesidad por expresar lo que seduce sus sentidos y moviliza su alma y razón, hizo que su pluma plasmara lo que intitula “En el ring” (¿Hay algo mejor que callar?).
Así, Esmeralda Mora Luviano, quien apela al hermoso nombre de Alondra Mares, escribe: “Pelearán por varios siglos / (a morir anuncian) / socialismo y capitalismo. Reglamento: blindarse con armas (de todo tipo) hasta los dientes. Galardón: territorios estratégicos como botín y de paso mercados / (poder, poder, poder...digamos) / ¿Hay árbitro? -preguntan- /¡O…NU!, para el caso es lo mismo / Pronósticos: muy reservados. Desde el palco / Se valen las apuestas con todo y soldados” De esta forma, Alondra Mares, cede su palabra desde la pertinente reflexión que brinda a los venezolanos cuando, con el corazón en lo alto, cargada del coraje del ciudadano herido en su fuero político, sitúa su pensamiento y sus sentimientos “En el ring”.
RECUENTO DECLARADO, RECUENTO NEGADO
Desde el primer momento, las dudas estuvieron presentes. La incertidumbre dominante de cara a los comicios del 14-A, sembró la desconfianza necesaria para que la otra mitad de venezolanos que decidió darle el apoyo a Henrique Capriles Radonsky, expresara la justedad de su protesta. Y que además, demostró su cualidad democrática en virtud de lo razonable de sus reclamos. La decisión de un Consejo Nacional Electoral controlado por el gobierno, de concederle a Maduro un margen de victoria de menos de 2% del sufragio, hizo que el país político democrático enardeciera, aunque organizadamente. La veracidad de una victoria tan estrecha, obligó a Nicolás Maduro a aceptar una revisión del conteo, así como de las irregularidades denunciadas por el candidato de la oposición.
Sin embargo fue suficiente un día, para que su opinión se volteara. Tampoco bastó que dicho compromiso trascendiera los límites de la geopolítica, pues la negativa se materializó cuando el organismo electoral formalizó la cuestionada conquista de la presidencia. En un mundo mejor, las objeciones de la Organización de los Estados Americanos hubiese provocado una reacción en contrario. Aún cuando la OEA no ha hecho nada para poner un alto a la pérdida del equilibrio de poderes que sacude a Venezuela. El 14 de abril no ofreció la más mínima transparencia. 
Problemas de múltiples razones, vieron venirse ante el asombro de quienes habían trabajado para que dichos comicios fueran respetados en su proceder. Desde expulsión de testigos electorales de centros de votación, hasta persecución de electores por supervisores del régimen. Ahora, luego que el Poder Legislativo proclamó a Maduro como presidente constitucional, el problema arreció. Más, cuando el CNE consintió la revisión del resto de los recaudos consignados el día de las elecciones.
La situación sigue sin despejar las dudas surgidas a consecuencia de las inconsistencias detectadas en el proceso electoral. El hecho de auscultar la legitimidad del proceso, es un derecho constitucional. De continuar transitando esta senda de irregularidades, el futuro podría tender hacia un despeñadero. Reconstruir una sociedad libre, dejó de ser una opción para convertirse en obligación de todos. Muy a pesar de que las realidades gubernamentales a confrontar hayan indicado, con total desfachatez: recuento declarado, recuento negado.
antoniomonagas@gmail.com

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